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20 de agosto de 2019

Soka, el modelo educativo japonés basado en el budismo y la felicidad

¿Eres feliz cuando vas a clase? Esta es la pregunta que solemos hacer al comienzo de nuestra asignatura Educación para la Felicidad.


Hace cuatro años detectamos un hueco importante en la formación inicial de los futuros profesores de Magisterio en Educación Infantil y Educación Primaria. No habíamos incluido un espacio de reflexión interdisciplinar acerca del sentido de la educación.

Para eso, creamos una asignatura que llamamos Educación para la Felicidad, y uno de nuestros pilares es lo que podemos denominar la Educación Soka.

¿De dónde viene la pedagogía Soka?

So-Ka significa en japonés "creación de valor". El término fue utilizado por Tsunesaburo Makiguchi en su obra La pedagogía del sistema de creación de valor, publicada en 1930. Lo que se planteaba en dicha obra era generar un sistema de enseñanza que enfatizara como meta vital crear valor, siendo la felicidad el propósito principal de la educación.

Esta debía facilitar que los estudiantes tuvieran vidas felices contribuyendo a sus comunidades, manteniendo una relación armoniosa con otros en su entorno.
 
Makiguchi encontró en la filosofía budista de Nichiren Daishonin (1222-1282) una buena base para desarrollar su sistema educativo. Nichiren planteó un budismo ligado a los problemas cotidianos, no a una vida monacal separada de la sociedad. Afirmaba que cada persona tiene el potencial de afrontar los desafíos que se presentan de manera cotidiana de forma creativa, generando valor e influyendo positivamente en su comunidad.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo
 

31 de mayo de 2019

Por qué los consejos para ser feliz no siempre funcionan

La psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana exponen por qué proponerse cambiar no es suficiente para conseguirlo.


Muchos de los consejos psicológicos actuales más divulgados son ineficaces, incluidos los de los considerados expertos en psicología. Un ejemplo son las claves para la felicidad que difunde la Universidad de Harvard con el profesor Tal Ben Sahar y su cátedra de la felicidad. Algunos tan llamativos como "llevar un calzado cómodo". No hay duda de que la elección del calzado es importante, pero que de la felicidad es una idea que raya en lo absurdo. El resto de sus consejos tampoco se salvan, pues dan por cierto que uno puede tener ciertas cualidades por el hecho de decidir tenerlas. "Ser agradecido" o "tener empatía con los demás" son algunos ejemplos de las recetas ineficaces de Ben-Shahar y otros expertos.

Su problema es que dan por sentado que uno puede adquirir ciertas cualidades por el mero hecho de decidir que así será, pero si ser feliz fuera tan simple, con decidir serlo estaría todo resuelto. Y no es así. Por eso muchas personas están hartas de frases motivadoras y de consejos fáciles para alcanzar la felicidad, que tan comunes son actualmente, en realidad son ineficaces.

Estos consejos proponen cosas como "ser fuerte", o convencerse de que uno puede con lo que se proponga, aunque no entienda los motivos que le hacen sentir débil o que le impiden avanzar. Es como si se anima a una persona con un esguince en el tobillo a caminar con firmeza: se trata de un remedio obviamente contraproducente, pues está claro que primero tiene que sanar la lesión, y que solo entonces caminará sin dificultad. Algo similar sucede al decirle a una persona tímida que tiene que ser más empático, o a una persona deprimida que tiene que estar más activa, o a unos padres con una hija que se autolesiona que se alejen de las personas tóxicas… es completamente ineficaz, contraproducente y produce frustración.

Uno no puede cambiar su realidad psicológica por el mero empeño o la fuerza de voluntad, ni va a resolver sus problemas solo con cambiar su comportamiento. Hay que entender las causas, las verdaderas causas del malestar. Decidir que te vas a mostrar al mundo como una persona segura y capaz de todo no hará que lo seas, ni que consigas todo lo que te propongas. El camino es otro.

Lea el artículo completo en: El País (España)

28 de marzo de 2019

Cinco claves para darle sentido a tu trabajo (y de paso, sentirte mejor)

¿Qué podemos hacer para trabajar y vivir con un propósito?


Trabajar solo por tener una nómina motiva bien poco. Si no somos millonarios, algo que no le sucede a la mayor parte de los mortales, necesitamos dinero para vivir. Pero no debería ser la única razón si queremos encontrarnos bien con lo que hacemos e, incluso, tener una buena salud. El propósito está relacionado con el "para qué hacemos lo que hacemos". Y no hace falta que sea algo grandioso, como recorrer el mundo con una ONG para salvar vidas (por supuesto, en este caso, no hay duda). El propósito lo podemos experimentar en nuestro día a día. No depende del puesto ni de la función, sino de nosotros mismos, del sentido que le demos y del grado de compromiso que tengamos.

Tal Ben-Shawar y Angus Ridgway en su libro Ser feliz es decisión tuya, analizan los tipos de trabajos conforme a nuestro nivel de sentido o compromiso. El sentido se experimenta cuando existe conexión entre lo que hacemos y nuestros valores, si creo o no en lo que hago. El compromiso es la motivación y energía que ponemos. Conforme a estos dos ejes, podemos ver que existen cuatro opciones:

A la deriva: La peor situación, porque trabajamos sin creer en lo que hacemos ni estamos motivados. Si estamos aquí, es importante hacer algo, porque tiene consecuencias en nuestra felicidad (y la de los que nos rodean).

Soñador: Cuando creemos firmemente en causas como el ecologismo, ayudar a las personas sin recursos… pero hacemos bien poco. Quizá reciclamos, aportamos algo de dinero, pero no tenemos un compromiso firme con ello.

Estancado: Trabajamos duro por responsabilidad, pero no estamos especialmente ilusionados. Esta situación, por cierto, es bastante habitual en las empresas, lo que a la larga produce un desgaste importante.

Alineado con el propósito: ¡El cuadrante ideal! Trabajamos comprometidos y le encontramos un sentido a lo que tenemos entre manos.

¿Qué podemos hacer para trabajar y vivir con un propósito? Sabemos que cambiar de trabajo no siempre es fácil, pero también hemos visto que depende de una decisión personal. Por ello, veamos qué está en nuestras manos para sentirnos mejor con lo que hacemos.

Primero, vale la pena observar el gráfico y ubicarse a uno mismo. ¿En qué cuadrante te encuentras en tu trabajo? (por cierto, esto se podría aplicar a las relaciones de pareja, aficiones, amigos…).

Segundo, podemos encontrar un propósito en cada pequeña tarea que hagamos. No es necesario buscar algo que cambie el mundo o tener una vocación de por vida. Como dice José Luis Llorente, coautor del libro de Vitamina X, existen propósitos vitales, de proyectos o de tareas. Céntrate en el que te resulte más sencillo.

Tercero, el propósito más poderoso está relacionado con los demás, sean clientes, sociedad, familia… Puedo hacer una presentación de resultados, un informe o una llamada a un cliente para que piensen que soy muy bueno y obtener medallas (lo que desgasta a la larga) o porque creo firmemente en ello. Si lo hago por otros, encontraré más fuerza y motivación.

Cuarto, en la medida en que sea posible podemos intentar modificar nuestras tareas para poner más energía en aquellas más gratificantes. No existe ningún trabajo perfecto. Siempre conviven actividades más amables que otras y vale la pena hacer aquellas que no nos gustan de modo eficiente, para disfrutar de las otras.

Quinto, replantearse para qué hacemos lo que hacemos. Puedo pensar que solo hago facturas. Sin embargo, si dedico tiempo a reflexionar en la finalidad última de la empresa o de la organización, como que tengan un mejor servicio los clientes o los ciudadanos, puedo descubrir que contribuyo con mi trabajo a que eso ocurra. De alguna manera supone ganar perspectiva y darle un sentido.

En definitiva, trabajar con un propósito es la situación más motivadora y más satisfactoria para cualquier persona. Algo que ayuda además al sistema inmunológico. Y la buena noticia es que depende de una decisión personal. En la medida en que le demos sentido a lo que hacemos y nos comprometamos con ello, podremos encontrar un propósito en nuestra vida, nuestros proyectos o nuestras metas.

Fuente: Laboratorio de la Felicidad (El País)

20 de marzo de 2019

Psicología: No te compares con nadie

Para progresar en la vida no hay que compararse con nadie: es más productivo y gratificante volver la vista hacia nuestro interior y ponernos metas a corto plazo.


Desde la escuela nos enseñan a competir contra otras personas, y no solo en los deportes. Los alumnos más brillantes despiertan la admiración y al mismo tiempo la rabia de los que no obtienen tan buenas calificaciones. Cuando entramos en la adolescencia, los éxitos ajenos en el amor y el sexo pueden convertirse en el espejo de nuestro propio fracaso. Un chico o chica de la cuadrilla hace una conquista tras otra, mientras que quien no “se come un rosco” se pregunta: ¿por qué él/ella sí y yo no? Lo mismo sucede, una vez terminados los estudios, en la carrera profesional y el estatus económico que nos procura. Tendemos a mirar al que ha llegado más lejos que nosotros, y eso nos hace sentir disminuidos, como si todo lo que hemos logrado perdiera su valor.

Quien se compara ya está perdiendo porque sitúa el foco de atención en campo ajeno en lugar de trabajar en su propio progreso. En ese sentido, los grandes genios de la humanidad se sumergieron en una carrera de un solo corredor, pues su fijación era superar su propia marca en un proceso de automejora constante. Como dijo Lao-Tse hace dos milenios y medio, “aquél que obtiene una victoria sobre otro hombre es fuerte, pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo es poderoso”.

Encontramos esta misma idea en un libro que está arrasando en las listas de ventas de Estados Unidos: 12 reglas para vivir: Un antídoto al caos. Su autor, Jordan B. Peterson, profesor de Psicología de la Universidad de Toronto, propone en su cuarta regla: compárate con quien eras tú ayer, no con quien es hoy otra persona.

Equipararnos a cualquier otra persona es un seguro de frustración, ya que raramente nos comparamos con los de abajo. Fijamos la mirada en quien ha conseguido más, y eso, en lugar de estimularnos, a menudo nos produce envidia o incluso parálisis vital. ¿Para qué esforzarse si habrá siempre otros que reciban más premio? Contra esa trampa, Peterson propone centrar la competición en uno mismo: “Ya no tienes envidia de nadie porque no piensas que los otros estén verdaderamente mejor que tú. Dejas de sentirte frustrado porque has aprendido a apuntar bajo y a ser paciente. Estás descubriendo quién eres, lo que quieres y lo que estás dispuesto a ser”.

La primera parte de esa reflexión apunta a la ilusión común de que conocemos el nivel de felicidad de los demás. Acostumbrados a las redes sociales, donde solo se muestran los logros, podemos llegar a pensar que la vida del otro es mejor y más dichosa que la nuestra, pero ¿qué sabemos en realidad de la felicidad de nadie? Tal vez el vecino que tiene un Porsche en su garaje está pendiente de un embargo porque no ha pagado sus impuestos, y quien se pasea con una pareja deslumbrante vive un infierno de puertas adentro porque se matan a discutir.

Con lo de “apuntar bajo”, Peterson no se refiere a ser poco ambiciosos, sino a ponernos metas a corto plazo, una tras otra, para motivarnos y medir avances. En esta competición de un solo corredor, si hoy eres un poco mejor que ayer, ya has ganado la carrera. En esta cuarta regla para vivir, el autor concluye: “Estás descubriendo que las soluciones a tus problemas particulares han de estar hechas a tu medida, personalmente y de forma precisa. Ya no te preocupan tanto las acciones de la otra gente porque bastante tienes para hacer tú mismo”.

Retomando el hilo del principio, fijarnos en lo que hacen los demás procura beneficios inconscientes para quien le da miedo o pereza arriesgar. Mientras estás pendiente de lo que hace el otro, no te exiges a ti mismo. Como en el poema Esperando a los bárbaros, de Kavafis, situar fuera nuestro punto de atención es la excusa perfecta para cruzarnos de brazos. Y eso no solo sucede cuando nos sentimos menos que alguien. También al criticar al otro estamos eludiendo nuestras responsabilidades. Justamente la regla seis del mismo libro de Peterson es: ten tu casa en perfecto orden antes de criticar el mundo.

Si en lugar de compararnos o de tratar de arreglar otras vidas nos centramos en lo que somos y podemos devenir, será difícil no conseguir éxitos. Tomando conciencia del lugar en el que estamos, de los errores que cometimos ayer y de la dirección que queremos dar a nuestra vida, cualquier paso adelante será un progreso. Y eso no solo mejorará nuestra existencia. Al estar más satisfechos, seremos también una compañía más agradable para los demás. 

Fuente: El País (España)

5 de diciembre de 2018

Felicidad: cómo un sencillo ejercicio de 10 minutos puede ayudarte a mejorar tu bienestar

Incluso si no se te ha diagnosticado una enfermedad mental, el estrés de todos los días puede dejarte agotado.


Pero hay estrategias que pueden ayudarte a salir de esa rutina: el campo científico de la llamada "psicología positiva" ahora tiene 20 años y ha brindado innumerables técnicas para mejorar tu estado de ánimo.

Pero ¿cómo encontramos el tiempo para aplicarlas en la vida diaria?

Sandi Mann, profesora de la Universidad Central de Lancashire, ofrece una solución. Con base en su experiencia como psicóloga clínica, tiene algunas sugerencias que te podrían ayudar.
Como lo describe en su libro Ten Minutes of Happiness o "Diez minutos de felicidad", su programa es como un diario conformado en seis partes:
  1. ¿Qué experiencias, por mundanas que sean, te dieron placer?
  2. ¿Qué elogios y comentarios recibiste?
  3. ¿Cuáles fueron los momentos de pura fortuna?
  4. ¿Cuáles fueron tus logros, por pequeños que fueran?
  5. ¿Qué te hizo sentir agradecido?
  6. ¿Cómo expresaste amabilidad?
Gran parte del programa se basa en investigación científica que muestra que tomarse un poco de tiempo para reevaluar tu día de esta manera puede cambiar lentamente tu forma de pensar y así encontrar más felicidad en tu vida.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo 

3 de octubre de 2018

Once secretos para ser feliz

Hay ciertos comportamientos y maneras de pensar que favorecen los sentimientos de felicidad sin excepciones.


La felicidad que sentimos tiene un componente genético marcado en nuestro temperamento. Se considera que aproximadamente supone el 50%. La satisfacción de tener posesiones materiales, económicas y buena salud aporta un 10 %. Y el 40% restante lo causa la forma en que pensamos y nos comportamos.

Por lo tanto, a la hora de promover la felicidad en nuestros hijos, lo importante es, a diferencia de lo que solemos creer, no centrarse en el 10 %, pues es mucho esfuerzo para muy poca recompensa. La clave es invertir en la “fuente” del 40%. Es, como se ve, una cuestión de rentabilidad.

De hecho, los estudios científicos demuestran que ciertos comportamientos y maneras de pensar favorecen los sentimientos de felicidad sin excepciones, a menos que, claro, está, suframos una patología. Así que tomen nota, porque estos consejos valen tanto para niños como para adultos:

1. Expresar gratitud. En la actualidad las posesiones materiales de un niño multiplican por 10 las que tenía un niño hace 50 años. Incluso un niño de clase media baja tiene mucho más que lo que tenía un niño de clase alta hace medio siglo. Sin embargo, es una evidencia que los niños actuales no son 10 veces más felices. Algo falla, pues. El hecho de desear siempre más no es una buena idea, de modo que hay que aprender y enseñar a estar agradecido con lo que se tiene. Es una actitud típica de la filosofía budista y estoica: hay que fijarse en el presente y estar conforme con él, sin agobiarse demasiado con el futuro y sin lamentarse del pasado. Si los niños aprenden a valorar y agradecer lo que tienen, aprenden a su vez a valorar lo que tienen los demás, por lo que previsiblemente serán más generosos y empáticos.

2. Ser optimista. Pero sin caer en la ingenuidad. Hay que confiar en la autonomía de los niños para hacer las cosas y en su competencia para hacerlas bien. Sin duda cometerán no pocos errores, pero es un paso necesario para el correcto desarrollo: para un escritor, por ejemplo, no hay mejor herramienta que la papelera. La conciencia de saber que trabajar duro aumenta la posibilidad de que las cosas en efecto salgan bien es fundamental para alcanzar un estado de bienestar. A menudo, puede que no salgan bien, pero si no hay trabajo rara vez saldrán como queremos. Los optimistas no se dan por vencidos fácilmente y muchas veces esa es también la causa de su éxito.

3. Evitar pensar demasiado. Como dijo Buda, «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional». La mayor parte de nuestra infelicidad no viene de las cosas negativas que nos pasan –dolor– sino de lo que pensamos acerca de ellas –sufrimiento–. Es decir, del relato que hacemos de lo que nos ha pasado. Pensemos que, por ejemplo, la angustia es la conciencia de una posibilidad, pero no necesariamente de una realidad. Damos muchas vueltas a las cosas, la mayoría de las veces innecesariamente. En nuestras sociedades modernas occidentales, donde en general no hay problemas vitales acuciantes, el agobio por cualquier nimiedad -ahí está la tropa de “ofendidos” de las redes sociales- se ha convertido en un estado de ánimo permanente. Este comportamiento lo contagiamos involuntariamente a los que nos rodean, especialmente a nuestros hijos. Es lo que en psicología se llama rumiación, que es agarrar un pensamiento –normalmente negativo– y empezar a manosearlo en nuestra mente hasta que el estado de ánimo es mucho peor que el inicial. Una pérdida de tiempo y de energía.

El artículo completo en: El País 

27 de septiembre de 2018

Los beneficios de abrazarse después del sexo


Besarse, acariciarse y hablar con afecto después del sexo puede ser tan importante para la satisfacción de la relación como las relaciones sexuales en sí mismas, según sugirió un estudio de la Universidad de Toronto (Canadá). Cuando los investigadores pidieron a las parejas que pasaran más tiempo abrazadas después del sexo, experimentaron niveles más altos de satisfacción sexual y de la relación en general, especialmente las parejas con niños. Esto puede tener que ver con la liberación de oxitocina que se libera durante las relaciones sexuales y que continúa siendo liberada con el contacto prolongado de piel con piel.

9 de mayo de 2018

El conocimiento es el nuevo dinero: tienes que seguir aprendiendo cada día

Cuando Benjamin Franklin dijo que «una inversión en conocimiento paga el mejor interés», se olvidó de puntualizarnos a qué conocimiento se refería exactamente y dónde podía obtenerse. Sin embargo, en aquellas palabras subyace una verdad esencial cocinada en el actual contexto tecnológico y social: que el conocimiento tiene muchísimo más valor que el dinero. Más valor desde el punto de vista crematístico, pero también psicológico.

Así pues, si Franklin viviera ahora mismo, no solo repetiría su sentencia con más firmeza, sino que se entusiasmaría al conocer las posibilidades que ofrece la tecnología para desmonetizar los bienes y servicios.

Desmonetización

Gracias a la tecnología, la mayor parte de los productos y servicios que antes eran caros ahora resultan mucho más baratos y, en algunos casos, incluso son gratuitos. La gratuidad suele aparecer en aquellos productos que pueden digitalizarse (transformarse de átomos a bits), es decir, los productos susceptibles de un coste marginal próximo a cero. Por ejemplo, el buscador de Google, la enciclopedia Wikipedia o las miles de horas de entretenimiento audiovisual de YouTube.
En su libro Abundancia, Peter Diamandis, uno de los fundadores de la Singularity University, pone una serie de ejemplos de desmonetización, haciendo hincapié en el smartphone. Si bien parece un dispositivo caro, en realidad estamos empleando una contraparte un millón de veces más barata y mil veces más potente que una supercomputadora de 1970, y además nos ahorramos adquirir muchas otras cosas:
Cámaras, radios, televisiones, navegadores de Internet, estudios de grabación, salas de edición, cines, navegadores GPS, procesadores de texto, hojas de cálculo, estéreos, linternas, juegos de mesa, juegos de cartas, videojuegos, toda una gama de aparatos médicos, mapas, atlas, enciclopedias, diccionarios, traductores, manuales, educación de primera categoría, y la siempre creciente y variada colección conocida como el app store. Hace diez años la mayoría de estos bienes y servicios solo estaban disponibles en el mundo desarrollado; hoy casi cualquiera y en cualquier lugar puede tenerlos.
El coste de la energía también va a desplomarse en breve gracias a la mayor eficiencia de las placas fotovoltaicas. El transporte personal podrá compartirse gracias al blockchain y el de mercancías será autónomo. La inteligencia artificial asumirá muchas tareas automáticas que encarecen los servicios, tanto médicos como financieros o legislativos. La fabricación se democratizará gracias a las impresoras 3D y nos acabaremos convirtiendo en prosumidores (productores + consumidores).
En otras palabras, para vivir de forma medianamente confortable no será necesario ganar demasiado dinero. De hecho, gracias a las iniciativas de renta universal básica que ya se están experimentando, puede que ni siquiera necesitemos trabajar. O, al menos, no demasiadas horas al día.
Ante este panorama, ganar más dinero solo servirá para obtener bienes conspicuos o servicios exclusivos que nos desmarquen socialmente de nuestros semejantes. El dinero, en ese sentido, quedará más que nunca, porque será fácil de obtener y servirá para poco.

El dinero no te hace feliz

Pero no solo el dinero irá perdiendo progresivamente su valor, sino que éste ni siquiera fue tan rutilante como habíamos creído.
Cuando decimos que no tenemos tiempo para aprender algo nuevo o para leer un libro generalmente se debe a que estamos invirtiendo ese tiempo en ganar más dinero, directa o indirectamente. La mayoría de veces nos preocupamos en ganar más dinero porque creemos que así seremos más felices: podremos viajar más, comprar más cosas, disponer de una vivienda más confortable, adquirir ropa más cara y, en definitiva, cumplir todos esos sueños que reflejan los anuncios de la Lotería.
Una vez obtenido un mínimo para vivir cómodamente, el dinero extra apenas afecta a nuestro bienestar psicológico
Sin embargo, todos los experimentos que se realizan sobre el vínculo entre felicidad y dinero concluyen que, una vez obtenido un mínimo para vivir cómodamente, el dinero extra apenas afecta a nuestro bienestar psicológico. Por ejemplo, un estudio reciente ha sugerido que la gente que gana más de 90.000 dólares al año no es más feliz que la que está en la franja entre los 50.000 y los 89.999 dólares. Incluso ganar la Lotería tiene un efecto sorprendentemente efímero en nuestro bienestar, como explica Nicholas A. Christakis en su libro Conectados al comparar a estos agraciados con pacientes aquejados de una enfermedad:
En realidad, el seguimiento de personas que han ganado la lotería y de pacientes con daños en la médula espinal revela que, al cabo de un año o dos, esas personas no son más felices ni más tristes que los demás.

El artículo completo en:

Foro Económico Mundial

18 de diciembre de 2017

Cómo entretener a un niño pequeño según su edad

Divertir a un niño no es tan difícil una vez que aprendas algunos trucos que dependen de la edad.

Menos de un año: Los bebés solo quieren verte la cara o estar en tus brazos

Si tienes la oportunidad de tener en brazos a un bebé, no hay mucho que pensar. Si el bebé parece soñoliento o no presta atención a su alrededor, simplemente abrázalo con su cabeza sobre el hombro o el brazo. Moverse un poco es un extra. Camina un poco, usa una mecedora si la tienes a mano o mécelo suavemente.

Si el bebé está despierto, busca una postura en el regazo en la que pueda verte la cara y simplemente habla o canta. ¿No sabes qué decir? Recita las letras del alfabeto. Para más entretenimiento, puedes mover las manos mientras hablas o tocar tu nariz con la suya.

De 0 a 3 años: A los niños pequeños les encantan los chistes bobos

Para este grupo de edad necesitas esforzarte un poco más. Los niños pequeños están acostumbrados a ver adultos hablando, pero divertirles es más fácil de lo que parece.
  • Ponte algo ridículo en la cabeza. Por alguna razón esto les resulta muy divertido.
  • Establece una relación causa-efecto absurda. Cada vez que te toques el pie haz un ruido gracioso.
  • Apila cosas como juguetes o cubos y luego derriba la torre. Es probable que el bebé quiera hacerlo él mismo.
  • Mueve los dedos como si fuera una araña y hazle cosquillas mientras dices: “Uuuuhhh!! La araña de las cosquillas va a por tiiii” o algo así.
Obviamente, no vas a usar el truco de las cosquillas con cada niño que te encuentres. Es probable (y muy normal) que el bebé desconfíe de ti. Haz la araña con la mano pero sobre ti mismo. A veces los niños pequeños no quieren participar en los juegos, solo disfrutar del espectáculo. Lo mismo se aplica a todo lo anterior con variaciones. Quizá quieran echar abajo la torre, o quieran que lo haga un peluche. Fingir que no has visto como se ha caído y darte la vuelta para descubrirlo muy indignado da puntos extra.

Hay más trucos que son éxitos instantáneos, al menos en mi limitada experiencia, pero requieren cierta planificación. Si sabes hacer malabares, hazlo sin dudarlo. Los bebés aún están tratando de comprender cómo funciona la física y los malabares les fascinan. Las pompas de jabón también suelen entretenerlos durante mucho rato.

El artículo completo en:

Gizmodo

¿Tu hijo es feliz?

Cuanto mayores son los niños, más infelices. No jugar o pasar tiempo con la familia entre las principales razones.

Te has preguntado alguna vez si tus hijos son felices, si se divierten contigo o si, por el contrario, están aburridos. Estas son las suposiciones que se planteó la juguetera Imaginarium (de España) para desarrollar su II Estudio sobre Felicidad en la Infancia. Con una muestra superior a los 4.500 participantes, la investigación concluyó que un 9,6% de los padres cree que sus pequeños son infelices, a pesar de las comodidades y facilidades con las que cuentan.

Para el estudio, se definió felicidad como la calidad de las relaciones sociales y familiares, el tiempo que los padres pasan con sus hijos, y el que dedican a jugar o explorar el mundo gracias al juego real. “Tan solo un 17,27% de los niños es plenamente consciente de lo feliz que es”, según los resultados. “Es fundamental que los niños aprendan a identificar y expresar sus emociones. Esto se puede conseguir a través del juego, al igual que con una correcta sociabilización, consiguiendo en los niños una mayor sensación de felicidad y bienestar”, explica en un comunicado Sonia Pérez, responsable de contenidos pedagógicos y miembro del Comité de Expertos de Imaginarium.

La infelicidad aumenta según los niños van cumpliendo años. Por ejemplo, mientras que un 16,56% de los niños entre 5 y 8 años no lo son, este porcentaje aumenta hasta el 22,66% en el caso de los adolescentes, según se explica en los resultados. “Es normal, ya que según los niños van creciendo los desafíos a los que se enfrentan también son mayores, sobre todo cuando la parte de socializar con iguales se convierte en algo fundamental en sus vidas”, explica en un comunicado Ana Saro, psicóloga clínica y miembro del Comité de Expertos de Imaginarium.

Lea el artículo completo en:

El País (España)

12 de julio de 2017

Si quieres tener buenas relaciones, sé auténtico

La autenticidad implica ver al otro, con sinceridad, conversar sobre los hechos y compartir los propósitos comunes.

Si quieres liderar, ten conversaciones auténticas. Y si quieres que una relación funcione, preocúpate para que lo que se hable aporte valor a todos.

La autenticidad es mucho más que sinceridad a pecho descubierto. No vale con decir lo primero que se te pasa por la cabeza, tipo “te queda fatal lo que llevas” o “qué desastre de trabajo has hecho”. Esas frases podrán ser “técnicamente” muy sinceras, pero no sirven de mucho. Al otro lo has dejado hecho una lástima y con ganas, seguramente, de devolvértela. La autenticidad va mucho más allá: crea valor a las personas e indaga en los propósitos de lo que nos mueve. Pero la autenticidad no siempre es fácil. No se nos educa para ser auténticos, no nos engañemos. Muchas veces vamos corriendo, diciendo lo primero que se nos pasa por la cabeza o teniendo charlas superficiales, sin darnos cuenta de que, de ese modo, no construimos relaciones sólidas. Pero hay una buena noticia: la autenticidad se puede entrenar y todo pasa por tener conversaciones de calidad con los otros y con nosotros mismos. Veamos cómo conseguirlo, tomando como referencia el modelo de Connolly, Motroni y McDonald en su libro “The vitality imperative”:

- Apariencia o “no te veo”. Aquí se engloban las broncas, los reproches, las charlas banales y huecas o aquellas en las que hacemos oídos sordos al otro. Todas ellas tienen algo en común: vamos a la nuestra y nos importa bien poco el otro. Ni lo vemos, ni nos interesa ni mostramos realmente lo que nos ocurre. Los minutos que invirtamos en este tipo de charlas son un tiempo perdido. ¿Y cómo pasar al otro nivel? La llave maestra es la escucha. Para ello, cuando alguien está en la apariencia y quiere mejorar su relación ha de comenzar con escuchar y con preguntar. De este modo, salimos de los lugares comunes y de demostrar que solo nosotros tenemos la razón. Por ejemplo, si en vez de echarle la bronca por retrasarse, le preguntas (y escuchas): “¿Por qué me entregas esto tarde?”. O si en vez de demostrar que solo tú tienes la solución, indagas “¿Qué crees que deberíamos hacer?”.

- Sinceridad o “me da igual lo que sientas con lo que te digo”. La sinceridad tiene una implicación mayor que la apariencia. En este caso, la persona hace una reflexión de sí misma y habla de lo que le ocurre. Pero, claro, en aras de la sinceridad se pueden soltar misiles que hacen mucho daño al otro. Dar un paso más en la sinceridad no significa mentir con lo que nos sucede, sino expresarlo de un modo que ayude también al otro. ¿Y cómo? A través de aportar datos concretos, no solo interpretaciones personales, y desarrollar la empatía para entender el otro punto de vista. En el ejemplo anterior, podría decirse “cuando tú te demoras en la entrega de tu parte, nos retrasamos en nuestro compromiso y eso me hace sentirme muy mal con el otro departamento, por lo que te pido que…” (en vez de decirle que te sientes muy mal con lo que ha hecho. De este modo, le aportas datos para mejorar en las siguientes ocasiones).

El artículo completo en:

El País


25 de agosto de 2016

¿La felicidad se encuentra en tu ADN?

Un nuevo estudio expone que los genes determinan que los ciudadanos de un país sean más felices que los de otro.





Una población feliz, más que asociada a los factores socioeconómicos de un país (a la estabilidad, a la riqueza, a la situación política o incluso a la prevalencia de enfermedades), viene determinada por la genética. Así lo expone el último estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Gestión de Varna (Bulgaria) y Michael Bond, de la Universidad Politécnica de Hong Kong (China), cuyos resultados publica la revista The Journal of Happiness Studies.


Fuera de todos estos factores externos, la investigación ha descubierto una variable claramente relacionada con la felicidad del ser humano y no es otra que la genética. Los expertos acudieron a los resultados del World Values Survey, una encuesta sobre felicidad realizada a nivel global entre 2000 y 2014, con objeto de resumir en porcentajes la felicidad según cada uno de los países de nuestro planeta. También recabaron datos genéticos poblacionales así como información sobre prevalencia histórica de enfermedades del Banco Mundial.

Luego, comparando la felicidad observada por los ciudadanos de cada país con las secuencias de su ADN, descubrieron que los ciudadanos que se consideraban a sí mismos más felices eran justamente los que contaban con la variante genética “rs324420”, responsable del aumento de la percepción de placer y la disminución de la sensación de dolor.

Teniendo en cuenta este factor genético, los habitantes de Ghana y Nigeria en África Occidental así como como México y Colombia en América Latina representaban el grado más alto de felicidad. En el extremo opuesto, los habitantes más infelices y que contaban con menos presencia del gen rs324420 eran Hong Kong, China, Tailandia y Taiwán, además de Irak y Jordania. En Europa, los que contaban con mayor presencia de esta variante genética eran los suecos.

 Tomado de:
 

5 de mayo de 2016

University College London: La ecuación matemática de la felicidad

¿Cuál es el secreto de la felicidad? ¿De qué depende? Una nueva investigación de la University College London (Reino Unido) parece haber descifrado la fórmula de la felicidad mediante una ecuación matemática.

Para el estudio, que ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los investigadores realizaron resonancias magnéticas cerebrales a 26 voluntarios, con múltiples pruebas de recompensa y pérdida, que tenían que ser constantemente valoradas por su nivel de felicidad. Los científicos observaron que la actividad en dos áreas concretas del cerebro (el núcleo estriado ventral y la ínsula) se correspondía con el nivel de felicidad. Con estos datos diseñaron la fórmula de la felicidad.

Los científicos quisieron poner a prueba entonces su ecuación matemática. Para ello, analizaron los datos de una encuesta incluida en una aplicación para móviles “The Great Brain Experiment” en la que participaron 18.000 personas y los sometieron a la ecuación en cuestión para predecir exactamente cuán feliz se sentían dichas personas.

“Nuestra ecuación hizo un buen trabajo explicando la felicidad. Incluso con este amplio espectro de participantes, hay una relación sorprendentemente consistente entre satisfacción, expectativas y felicidad. Las expectativas también afectan a la felicidad, incluso antes de aprender el resultado de una decisión. Si tienes planes de reunirte con un amigo en tu restaurante favorito, esas expectativas positivas pueden aumentar la felicidad tan pronto como realices el plan. La nueva ecuación captura estos diferentes efectos de las expectativas y permite predecir la felicidad sobre la base de los efectos combinados de muchos acontecimientos del pasado”, afirma Robb Rutledge, líder del estudio.

Así pues, según el estudio, la felicidad no sólo depende de la satisfacción del individuo, sino también de sus expectativas. A pesar de que la fórmula no indica cómo ser feliz, sí plantea una interesante herramienta para estudiar la felicidad y los trastornos emocionales a escala masiva.

Fuente:

Muy Interesante

2 de febrero de 2016

Facebook y la clave de la felicidad

Investigación llevada a cabo por el Instituto de Investigación de la Felicidad.

Facebook nos hace sentir solos, iracundos y nos obstaculiza la concentración; así de tajante se muestra el último estudio llevado a cabo por The Happinness Research Institute con sede en Copenhague (Dinamarca) donde exponen que la clave de la felicidad podría ser algo tan simple como cerrar la sesión de Facebook durante toda una semana.

Para ver el impacto de una red social tan popular y extendida como Facebook, pidieron a un total de 1.095 usuarios de Facebook que evaluaran su nivel de satisfacción en general de una escala de 1 a 10 en base a diversos factores como lo felices que eran, lo mucho que habían disfrutado en la vida, si se sentían tristes o preocupados... El 94% de los encuestados confesó entrar en Facebook al menos una vez al día.

Para “The Facebook Experiment”, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: al primer grupo se le pidió que no utilizara Facebook durante una semana; al segundo grupo se le comunicó que continuara con su vida de forma normal (grupo de control).

Tras este lapso de siete días, los expertos les presentaron un nuevo cuestionario sobre la felicidad. Los resultados revelaron que aquellos que seguían usando Facebook experimentaron un ligero aumento de la felicidad en general (pasando de 7,67 a 7,75 puntos sobre 10). Sin embargo, los que habían tenido que renunciar a conectarse a la red social mostraron un incremento mucho más significativo, pasando de 7,56 de media a 8,12 puntos sobre 10. En general, los participantes que habían dejado de usar Facebook se mostraron más felices y menos tristes que el grupo de control.

Si estamos constantemente expuestos a buenas noticias, nos arriesgamos a evaluar nuestra propia vida como menos buena, bajo un prisma negativo. También puede haber beneficios positivos de Facebook y las redes sociales, pero creo que lo auténtico es el efecto que tiene en nuestra percepción de la realidad. Este flujo constante de noticias que vemos en Facebook representa sólo un 10% de las cosas que les suceden a otras personas. No debe ser utilizado como base para evaluar nuestras propias vidas”, explica Meik Wiking, líder del estudio.

Fuente:

17 de abril de 2015

Las desventajas de ser muy inteligente

En un episodio de Los Simpsons, vemos a Lisa explicarle a su padre que mientras más inteligentes se es, menos feliz uno se vuelve. Es decir ella establece que los niveles de felicidad son inversamente proporcionales a los niveles de inteligencia. Veamos:


Lisa Simpson. The Simpsons. Episode 257. January 7, 2001.“A mayor inteligencia, menor felicidad. Mira, tengo un gráfico. Hago montones de gráficos”El vídeo completo aquí. Más frases de Lisa Simpson aquí.
Si la ignorancia da la felicidad, ¿es la inteligencia sinónimo de tristeza? La opinión general parece decir que sí. En este informe la BBC analiza este tema.
A pesar de las ventajas que tiene ser más listo que los demás, la realidad es que poseer un coeficiente intelectual alto no está relacionado directamente con tomar mejores decisiones, de hecho, muchas veces puede implicar exactamente lo contrario. La búsqueda de la inteligencia ha sido una constante a lo largo de la historia, pero, ¿qué pasaría si esa búsqueda ha sido en vano? Los primeros pasos por identificar a los más inteligentes de entre nosotros se dieron hace casi un siglo, cuando una prueba del coeficiente intelectual (CI) empezó a ganar popularidad.



En 1926 el psicólogo Lewis Termin decidió usar esta prueba para estudiar a un grupo de niños superdotados, muchos con más de 170 de CI, que fueron conocidos como los Termitas.

Como era de esperar, muchos de los niños que participaron en el experimento alcanzaron fama y fortuna a lo largo de sus vidas, pero otros eligieron profesiones mucho más humildes, como policía, marinero o mecanógrafa. Además, la felicidad tampoco estaba asegurada para los más inteligentes.

Los niveles de divorcio, alcoholismo o suicidio eran igual que los de las personas normales. La conclusión que se pudo sacar de los Termitas es que, mirando el lado positivo, un gran intelecto no implica ninguna diferencia a la hora de medir la felicidad, y mirando el lado negativo, puede significar una menor satisfacción con la vida. ¿Por qué entonces los beneficios de un coeficiente superior no se amortizan a largo plazo?

Una carga pesada

Una de las posibles respuestas es que el mismo conocimiento de tu propio talento se puede convertir en una carga a la que estar atado.

En los años 90 del siglo pasado se les preguntó a los Termitas que sacasen conclusiones sobre su vida, y en vez de reconocer sus éxitos muchos parecían tener la sensación de no haber cumplido con las expectativas que tuvieron de jóvenes.

El artículo completo en:


26 de agosto de 2014

Matemáticas: Encuentran la clave de la felicidad (o "como jugar con nuestras expectativas")





Vista así, de golpe, y para quien no sea muy aficionado a las matemáticas, la fórmula de la imagen puede provocar más de un espasmo cerebral ( reocnozco que a mi si que me lo ha producido). Pero, pasada la impresión inicial e investigando un poco más el asunto, se puede comprobar que se trata de la ecuación de la felicidad, elaborada por un equido de investigadores de la Universidad de Londres, dirigido por Robb Rutledge, y que ha servido de base para desarrollar una aplicación de movil que sirve para medir el grado de felicidad de las personas.


Dicha aplicación se utilizó para un experimento bautizado The Great Brain Experiment, en el que los investigadores pidieron a dieciocho mil voluntarios de todo el mundo que la utilizaran para responder a un test que permitiría evaluar su grado de bienestar y satisfacción personal y vital. Además, veintiséis personas escogidas de entre todos los participantes, fueron utilizadas como cobayas humanas para que los científicos pudieran monitorizar su actividad cerebral mientras relizaban el test.

Puede parecer que todo lo anterior es un juego. Y si, como reconoce el profesor Rutledge: "Hay mucho de ello en nuestro estudio. ¿Qué mejor manera de analizar la felicidad que a través de algo tan placentero como jugar?" Pero, más allá del aparente divertimento, el estudio ha arrojado interesantes datos que deben ser tenido en cuenta a la hora de analizar como funciona algo tan complejo, intangible y difícil de definir como es la felicidad.

"Parte del test consistía en una serie de pruebas que, si se resolvían positivamente, acarreaban una reconpensa o gratificación", explica Robb Rutledge. "Evidentemente, el premio activaba los circuitos de recompensa del cerebro haciendo que als persoans afirmaran sentirse dichosas. Pero, lo más sorprendeten, fue descubir que los mayores índices de felicidad que sentían los voluntarios no s eproducían al recibir o saborear el premio, sino en la etapa en la que acariciaban la posibilidad de recibirlo. Es decir... La expectativa de ser premiados o de experimentar algo agradable, resultaba mucho más placentera que el premio o la experiencia en si misma".

Este hallazgo abre interesantes conclusiones que funcionan en dos direcciones. "Por un lado", explica el investigador, "parece confirmar esa creencia popular que dice que cuanto más bajas sean tus expectativas sobre algo, más placentera o positiva resultará una experiencia. Por ejemplo, si vamos a comer a un restaurante del que no esperamos gran cosa, y la comida resulta ser buena, nos acabará pareciendo mucho mejor que si hubieramos acudido al local con unas expectativas más altas".

Pero, por otro lado: "Si estamos esperando a que llegue el día de la semana en que hemos quedado para ir a cenar a un gran restaurante con una persona muy especial, las expectativas que desarrollamos durante el tiempo que pasa antes de que se produzca ese momento tan importante , nos producen un bienestar tan enorme que, en muchas ocasiones es superior al que al final acaba produciendo la propia cita".

Tal y como reconoce el profesor Rutledge, las situaciones de la vida cotidiana son demasiado complejas como que pueda medirlas una simple aplicación, pero: "El estudio nos demuestra que la felicidad depende en gran parte de las expectativas que tengamos de la vida en cada momento. Aprender a jugar con ellas en cada situación concreta, y a manejarlas y graduarlas de la manera adecuada, podría ayudarnos a ser más dichosos".

Fuente:

QUO

1 de junio de 2014

Cinco maneras de saber si una mujer tuvo sexo recientemente

Quizá leer a lo hombres siempre ha sido más fácil que leer a las mujeres, sobre todo cuando se refiere al sexo. Es bastante obvio saber cuando un hombre finalmente se acostó con alguien, si llevaba algún tiempo sin hacerlo. La liberación de tensión sexual puede hacer que se mueva mucho más ligero, que silbe o cante, que se vea, a todas luces, satisfecho. Pero con las mujeres es distinto. La misma actitud puede ser producto de un sinnúmero de eventos, y en general son mucho menos obvias que los hombres. Entonces, ¿cómo puedes saber si una mujer que ves diario en el trabajo, o en el gimnasio, o incluso si tu pareja acaba de tener sexo? De acuerdo a recientes estudios, de las siguientes 5 maneras. Advertimos que estas son algunas pistas que podrían revelar reciente actividad sexual, pero existen otras causas y de ninguna manera son inequívocas; igualmente, muchos de estos estudios, aunque encuentran patrones interesantes, tienden a ser reduccionistas, por lo que si ves a tu novia feliz, ruborizada y más ligera no la acuses inmediatamente de haber tenido sexo.

Te sientes más atraído hacia ella:

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Entre más activa es la vida sexual, el cuerpo libera más feromonas; mensajeros químicos que tu sentido del olfato traduce en atracción. Un estudio publicado en Journal of Advanced Research hizo un metanálisis de una serie de estudios sobre las feromonas y encontró que pueden aumentar la excitación y el ánimo en el sexo opuesto. En otras palabras, si estas al lado de ella y te sientes inusualmente atraído hacia ella, es probable es que haya tenido sexo recientemente.

Se ve más feliz:

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Investigaciones de la Universidad de Colorado muestran que la frecuencia en la actividad sexual aumenta la felicidad. El estudio encontró que, en un 55%, las personas que tienen más sexo reportan mejores niveles de felicidad y ligereza que las que pasan mucho tiempo sin sexo. Quizá la clave este en la ligereza.

Se ve más linda de lo normal:

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Durante el sexo, nuestro cuerpo pasa por muchos cambios. El Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de Minnesota encontró que, principalmente, “dos cosas suceden cuando tenemos sexo. La primera tiene que ver con la tensión muscular y la segunda con el incremento de flujo sanguíneo a todas las áreas del cuerpo”. Un rostro levemente sonrojado indica mejor salud y mayores niveles de estrógeno, hormona vinculada a la fertilidad percibida en mujeres. Así, entre otras cosas, las mejillas sonrojadas le indican a tu cerebro que ella es más atractiva sexualmente.

Durmió delicioso:

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Las mujeres que llegan al orgasmo tienen un incremento del 30 por ciento en la hormona prolactina, inmediatamente después del sexo, y luego otra vez al siguiente día. Investigaciones del Oxford Journal of Human Reproduction apuntan que, en conjunto con otras funciones, la prolactina también es una de las hormonas que causan mareo y pueden ayudar a fomentar un sueño profundo que asociamos con un buen descanso. Así, cuando enfatice en que “durmió delicioso” y sea vea radiante y ligera, podría ser porque tuvo buen sexo la noche anterior.

Le interesa menos la atención:

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El acto y la actividad sexual liberan oxitocina, una hormona que, entre otras cosas, ayuda a las personas a congeniar. Esta necesidad de congeniar se ve bastante satisfecha con la oxitocina, por lo cual cualquier persona que incremente sus niveles no requerirá de mucha atención por parte de los otros. Estará bien y completa por sí misma.

Tomado de:

14 de abril de 2014

Somos más felices cuando cumplimos los ochenta años...

  • La felicidad llega a los ochenta, a pesar de los achaques de salud y la pérdida de calidad de vida

  • Así lo asegura un estudio realizado entre 10.000 adultos en Gran Bretaña

  • Muestra que los octogenarios están más satisfechos que los que tienen 50 o 60 años


Cuanto más viejos, más felices. A pesar de los achaques de salud y de la pérdida de la calidad de vida, los mayores de ochenta años son por lo general más felices que los que se encuentran entre la franja de los cincuenta y los setenta, de acuerdo con un estudio realizado entre 10.000 adultos en Gran Bretaña y publicado esta semana en Journals of Gerontology.

"Nuestro estudio tira por tierra el mito de que la vejez es un momento inevitable de infelicidad", sostiene el doctor Stephen Jivral, de la Universidad de Londres y autor del estudio realizado con hombres y mujeres mayores de cincuenta años.

"Las dificultades en la vida diaria y la disminución del bienestar a partir de cierta edad no influyen aparentemente en el grado de felicidad que se tiene en el estado avanzado de la vida", asegura Jivral. "Lo que más parece pesar a esa altura es la sensación de logro en la vida".

Balance de la vida

"Al cumplir los ochenta años, uno suele mirar hacia atrás y pasar revista a todo lo vivido", añade el doctor Jivral. "Cuando a alguien se le pregunta a esa edad por el nivel de satisfacción, lo normal es que responda que es bastante alto. También puede estar probablemente relacionado con la percepción de la fragilidad y de la propia mortalidad".

El estudio confirma de alguna manera y da incluso más relevancia a las conclusiones de la psicología positiva. Según Martin Seligman, autor de La auténtica felicidad, el "sentido de la vida" (vinculado a la sensación de logro personal) es un factor más decisivo que la salud y el dinero para contribuir a la sensación de bienestar subjetivo.

"Nuestra investigación demuestra que el significado de felicidad, entendida como la manera en que juzgamos nuestro grado de satisfacción con la vida, va cambiando con la edad", concluye el doctor Stephen Jivral. "Las prioridades de la gente varían con los años. Todos aprendemos de alguna manera a apreciar o valorar más lo que hemos conseguido".

Fuente:

El Mundo Ciencia

14 de noviembre de 2013

El sexo oral hace felices a las mujeres, afirman científicos

El sexo oral hace felices a las mujeres, afirman científicos.
El sexo oral hace felices a las mujeres, afirman científicos.
El fluido seminal tiene sustancia antidepresivas que permiten ser más felices a las mujeres, concluyeron.
 
Según el estudio realizado por científicos de la universidad Estatal de Nueva York, el sexo oral permite a las mujeres ser más felices, a aparte de brindar gran aporte para su salud.

Conclusión a la que llegaron luego de haber examinado el semen y encontrar sustancias antidepresivas como la tirotroptina, serotonina y melatonina, la última sería un agente que induce al sueño.

El estudio reveló que las mujeres que tienen relaciones sexuales orales, por tener un contacto directo con el fluido seminal, son menos depresivas, más saludables, más felices y tiene mejores resultados en evaluaciones del nivel de desarrollo intelectual.

El estudio fue realizado en 293 mujeres, quienes detallaron su vida sexual y permitió concluir que aquellas que tiene mayor sexo oral son menos depresivas que aquellas que no lo practican.

Fuente:

La República (Perú)

13 de septiembre de 2013

¿Sabías que la felicidad evoluciona de acuerdo a la edad?


Cuando se trata de la felicidad, parece que los jóvenes y viejos poseen el secreto. Y que lo que vale para los humanos también se cumple en los primates.
¿Cómo cambia la felicidad según la edad?

La mayoría de la gente asume que de niños disfrutamos una existencia despreocupada, pasamos a la miserable confusión de la adolescencia y recuperamos la felicidad cuando entendemos todo y nos asentamos, sólo para hacernos más gruñones y solitarios con cada arruga y cana adicional.
Totalmente incorrecto.

Resulta que la felicidad es mucha en la juventud, pero decae sostenidamente para llegar a su punto más bajo cuando llegamos a la cuarta década: la llamada crisis de la mediana edad. Entonces, milagrosamente, nuestro sentido de la felicidad mejora y va aumentando conforme envejecemos.

La crisis de la mediana edad

¿Será la mediana edad aquella en la que los seres humanos son más infelices?

Este patrón en forma de U de la felicidad a lo largo de la vida ha sido observado en todo el mundo, desde Suiza hasta Ecuador, Rumanía y China. Se ha documentado en más de 70 países, encuestando a más de 500.000 personas, en países desarrollados y en desarrollo.

¿Cómo se explican estos hallazgos contrarios a la intuición?

¿Tiene que ver con balancear a los hijos con la carrera cuando llegamos a los 30 y 40 años? Aparentemente no. Incluso contando la presencia de los niños en la casa, permanece el patrón de la felicidad.

¿Quizás se debe a diferencias generacionales? Pero los estudios no seguían a los mismos individuos a lo largo de la vida, sino a varios de distintas edades.

¿Será que los adolescentes y ancianos son más felices que los de mediana edad porque nacieron en tiempos mejores? No, esto no parece afectar el patrón. También persiste al contar otros factores demográficos, incluidos estado civil, educación, empleo e ingresos.

La felicidad, una monada

Hace apenas un mes, un grupo encabezado por el profesor Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, reportó que la felicidad de nuestros primos en la evolución -los grandes simios- también sigue el patrón en U durante su vida.

Por supuesto, los simios no pueden evaluar su satisfacción en una escala de 1 a 10. Pero el bienestar de 508 monos fue calculado a través de sus cuidadores humanos. Los simios, como los humanos, eran menos felices durante la mediana edad.

Gorila

Los gorilas y otros simios también sufren de la crisis de mediana edad.

La existencia de una crisis en esa etapa de la vida del simio fortalece la noción de que el patrón de la felicidad en la vida no se debe a factores socioeconómicos. Esto deja dos probables explicaciones.

Primero, "la supervivencia de los más felices": se sabe que la felicidad se relaciona con la longevidad. Es decir, los más felices viven más, mientras que los pesimistas mueren prematuramente, posiblemente porque se estresan más.

Por tanto, los ancianos que quedan para las pruebas de los científicos deberían ser más felices que los de 30 o 40 años. Pero esto sólo explica la segunda parte de la U.

Segundo, la U podría plantearse tanto en humanos como en simios, debido a similares cambios en la estructura cerebral relacionada con la edad que influyen en la felicidad. Una parte de nuestro cerebro que cambia considerablemente en las primeras dos décadas de vida, conforme avanzamos hacia la vejez, es el lóbulo fronta

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia
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