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14 de octubre de 2016

9 cosas que te hicieron tú antes de nacer

Tu historia no empezó cuando naciste.

Antes de que respiraras por primera vez, tu apariencia y gran parte de tu comportamiento "instintivo" estaban ya formados.

La manera en la que te desarrollaste durante nueve meses, pasando de ser una célula microscópica a un bebé, contribuyó a que seas lo que eres hoy en día.

¿Cómo?

Vamos al puro principio...

0 días

El precioso óvulo que se convirtió en ti estuvo guardado dentro de los ovarios de tu madre durante décadas. Cuando llegó el momento, subió a la superficie para madurar.

Apenas estaba maduro, fue liberado y flotó hacia la apertura de las trompas de Falopio.

Los espermatozoides, a su vez, se lanzaron en una carrera en la que sólo podía haber un ganador. Los competidores cruzaron la nube de células que rodeaban el óvulo y trataron de insertarse en él.

Finalmente, uno de los 250 millones de los espermatozoides de tu papá que logró sortear un largo y riesgoso camino, atravesó la suave membrana: este fue un momento crítico para el óvulo, pues si otro espermatozoide hubiera entrado, no habría sobrevivido.

Para protegerse, unos gránulos diminutos detonaron para endurecer la membrana e hicieron que el óvulo fuera impenetrable.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

18 de agosto de 2013

El hombre que tuvo 500 hijos durante la Primera Guerra Mundial

Una doctora británica ayudó a procrear a cientos de mujeres cuyos maridos habían quedado incapacitados tras la contienda.

La Primera Guerra Mundial se llevó por delante la vida de millones de soldados en todo el mundo. Los que tuvieron más suerte, regresaron a sus hogares para intentar recomponer sus vidas, no sin grandes dificultades. Como la de reanudar la vida conyugal con sus esposas, a las que no veían desde hacía años y a las que muchos de ellos ya ni siquiera podían satisfacer, bien por incapacidad física o porque habían quedado en estado de shock tras presenciar tanta atrocidad. Fue Helena Wright, una doctora británica pionera en educación y terapia sexual, quien reparó en la necesidad y el abandono de estas mujeres, que veían frustrados su deseos de ser madres y formar una familia.

La solución era tan fácil como controvertida para la época, por lo que acabó dando lugar a algo así como un «servicio secreto de donación de esperma», según cuenta el periodista Paul Spicer en «Daily Mail». Fue al final de la guerra, cuando Wright comenzó a buscar al candidato ideal para cumplir tan solidaria misión. Alguien que, sin ataduras emocionales ni trabas morales, pudiera suplantar a aquellos hombres cuyas capacidades habían quedado mermadas al haber sido gaseados, mutilados o al haber quedado traumatizados. Finalmente, el encargado fue un joven de 20 años llamado Derek, al que la doctora conoció a través de su esposa, Suzanne. 
La mecánica era la siguiente. Las mujeres necesitadas se ponían en contacto con Helena Wright, que les concertaba una cita con el padre de alquiler a cambio de su promesa de silencio y 10 libras que irían al fondo dedicado a financiar tan peculiar servicio secreto. Cada cita se fijaba de acuerdo con las fechas óptimas para concebir de cada mujer y rara vez se repetía, para mantener así el espíritu del servicio: fortalecer el matrimonio al traer al mundo un hijo.

Como un auténtico profesional, para cada servicio, Derek se vestía con traje oscuro, camisa blanca, pajarita de lunares y sombrero. «Los buenos modales, su sonrisa y entusiasmo hacían el resto», cuenta la publicación. Así, el joven visitó a unas 500 mujeres y cada vez que un hijo suyo llegaba al mundo, recibía un telegrama de la doctora Wright informándole.

Tomado de:

2 de agosto de 2013

Visitando una fábrica de esperma

17 de febrero de 2012

De cómo una mitosis oportuna terminó alimentando al mundo


Para cualquiera de nosotros es bien conocido que la historia de una nueva vida humana empieza con una fecundación, o sea, con la unión de dos células (gametos): óvulo y espermatozoide. Los gametos son haploides (n), es decir, tienen un único juego de cromosomas (en nuestro caso, 23), de forma que tras la fecundación, el cigoto resultante es diploide (2n) y recupera el doble juego de cromosomas que caracterizan al organismo de turno (en la especie humana, 46). Este proceso tan sencillo es la norma, no exenta de excepciones, en el reino animal. Sin embargo, a menudo nos creemos que lo que es válido en nuestro caso se puede extender como algo general y esto no es así. Por ejemplo, en las plantas con flores y frutos (angiospermas) se da un proceso bastante más rebuscado que ha tenido consecuencias muy relevantes para nuestra vida diaria, y podríamos decir que el mundo que vemos hoy es como es precisamente por esta complicación. En las angiospermas, la historia de una nueva vida comienza con una insólita doble fecundación.

Los que estudiamos biología, en algún que otro momento tuvimos que aprendernos, casi seguro que de memoria y sin comprender muy bien a cuento de qué, el dibujo de abajo. Representa el equivalente a la semilla antes de ser fecundada, lo que suele llamarse saco embrionario: un conjunto de siete células y ocho núcleos haploides que parece diseñado para suspender exámenes de botánica. En uno de los polos está la oosfera (el gameto femenino propiamente dicho), rodeada de dos células sinérgidas (que ayudan en la fecundación). En el centro, acaparando casi todo el citoplasma hay dos núcleos polares, y finalmente en el extremo opuesto hay tres células llamadas, precisamente, antípodas. Llegada la hora de la verdad, el grano de polen aporta no uno, sino dos núcleos espermáticos haploides, que hacen de gametos masculinos. Uno de ellos fecunda la oosfera formando una célula diploide y el subsiguiente embrión, es decir, la futura planta. Hasta aquí lo normal y esperable, vaya. El otro núcleo espermático, sin embargo, se une a los dos núcleos polares. Esta segunda fecundación origina por lo tanto un insólito núcleo triploide (3n), que acaba generando lo que se conoce como endosperma, el “relleno” de la semilla.

¿Qué tiene de especial este endosperma triploide? Los cariotipos triploides son, ya de por sí, algo muy excepcional, normalmente debidos a divisiones celulares fallidas. Sin embargo aquí tenemos una situación muy concreta en la que un tejido es habitualmente triploide y que sólo se da en angiospermas. Se trata de un tejido nutritivo destinado a alimentar al embrión durante la germinación, y al ser característico del grupo de plantas que más éxito han tenido en la Tierra desde que surgieron en el Cretácico, es razonable preguntarse si el endosperma triploide ha supuesto alguna ventaja para su ciclo vital. Podría pensarse, por ejemplo, en que favorece una maduración más rápida de la semilla (y ciertamente, las angiospermas llegan a ser mucho más rápidas en este aspecto que sus precursoras, las gimnospermas). Lo que es indudable es que para nosotros mismos el endosperma triploide resulta esencial en nuestra vida. Un rápido repaso nos permitirá darnos cuenta de que la mayor parte de la ingesta calórica de la humanidad depende, directa o indirectamente, de este endosperma triploide de las angiospermas: a los cereales, que dan de comer al mundo entero (el arroz, el trigo, el maíz y todos los demás) hay que añadir las legumbres y los frutos secos, de los que también obtenemos calorías fundamentalmente a partir del endosperma de las semillas. Pero es que si además consideramos que en gran medida los animales domésticos se alimentan a su vez de semillas o piensos procesados a partir de las mismas, no debería parecernos una exageración admitir que este tejido concreto está dando de comer al mundo entero.

Un par de preguntas razonables que podemos hacernos ahora es cuándo y cómo evolucionó este tejido tan relevante con esta dotación cromosómica tan excepcional. A esta y otras preguntas lleva dedicándose Ned Friedman y su equipo de embriología vegetal de la universidad de Harvard, que hace unas semanas dio una conferencia en el Real Jardín Botánico de Madrid. Uno de los objetos de estudio del equipo de Friedman han sido las familias que, según las hipótesis filogenéticas más recientes, están más cerca de la base de la evolución de las angiospermas, por ejemplo, los nenúfares (Nymphaceae). El saco embrionario de los nenúfares es muy distinto al caso común que hemos visto antes.

No se aprecian dos núcleos polares, sino sólo uno, y las antípodas están ausentes. Los libros de embriología clásicos interpretaban esta situación alegando que por algún motivo los núcleos polares se fusionaban prematuramente y que las antípodas degeneraban. Sin embargo lo que de verdad estaba ocurriendo era mucho más sencillos: esos núcleos no se observaban porque nunca estuvieron allí. El desarrollo de las semillas de los nenúfares, relacionados con las angiospermas más primitivas, es diferente: en lugar de ocho núcleos y siete células hay cuatro núcleos y cuatro células, y su endosperma es diploide, y no triploide.

Sorprendentemente, que el famoso endosperma triploide no estaba presente en el mismo origen de las plantas con fruto, sino que evolucionó en algún momento determinado entre las angiospermas primitivas. ¿Cómo? Podría pensarse que el aumento de complejidad que se aprecia entre el saco embrionario de un nenúfar y el de la mayoría de las angiospermas no pudo surgir sin una evolución compleja…

…pero en realidad, si se atiende al desarrollo de ambas configuraciones, se puede llegar a la conclusión de que ambos casos son muy similares y que responden simplemente a una duplicación del módulo básico del caso del nenúfar. Es decir, la evolución del endosperma triploide se explica con la aparición de un módulo adicional de cuatro núcleos, de forma que en el centro del saco quedan dos núcleos polares en lugar de uno, como era la situación primitiva. Si nos fijamos, esto se debe a algo tan sencillo como una mitosis adicional al comienzo del desarrollo de la estructura. Tan simple como eso.

Un dato que corrobora esta hipótesis es que existen otras excepciones interesantes en algunas angiospermas, como en la familia de las peneáceas (Penaeaceae), características del Reino Capense. Algunas de estas plantas tienen sacos con cuatro núcleos polares, y tras la doble fecundación producen endospermas pentaploides (5n). Efectivamente, se trata de sacos embrionarios con cuatro módulos.

Hay muchos factores que han determinado el éxito evolutivo de las angiospermas (entre otros, la coevolución con los insectos), pero muy posiblemente la aparición del endosperma triploide fue uno de ellos. Lo interesante del estudio del desarrollo modular de Friedman reside en que la explicación del cómo y el cuándo surge este rasgo tan curioso es sencilla: una mitosis extra intercalada en el desarrollo del saco embrionario, que sin embargo ha tenido apetitosas consecuencias.

Rafael Medina

Referencias

Friedman, W., Madrid, E., & Williams, J. (2008). Origin of the Fittest and Survival of the Fittest: Relating Female Gametophyte Development to Endosperm Genetics International Journal of Plant Sciences, 169 (1), 79-92 DOI: 10.1086/523354

Friedman, W., & Williams, J. (2003). Modularity of the Angiosperm Female Gametophyte and Its Bearing on the Early Evolution of Endosperm in Flowering Plants Evolution, 57 (2) DOI: 10.1554/0014-3820(2003)057[0216:MOTAFG]2.0.CO;2

Tomado de:

Hablando de Ciencia

11 de noviembre de 2010

¡Compara el tamaño de tus espermatozoides!

Pero no te asustes: El tamaño no es proporcional.




El tamaño de los espermatozoides no guarda relación con el tamaño del animal. Baste un ejemplo: mientras, el de un hombre solo alcanza 60 micrómetros (60 millonésimas partes de un metro), el de una ballena jorobada mide 52,5 micrómetros.

Así que, si seguimos comparando (que nadie se eche a llorar), veremos que el espermatozoide de una rata es casi el triple de grande que el nuestro (así de bien les va, claro). Las curiosidades que ofrecen estas comparaciones son tantas que las hemos juntado todas en este gráfico descargable. En él, comparamos, a escala 100:1 el tamaño de los espermatozoides de 11 animales de varias especies terrestres y marinas.

VISITA TAMBIÉN el reportaje sobre Inseminación artificial en animales (con fotos) y descubre cómo se insemina una abeja (con fotos).

Fuente:

QUO

4 de octubre de 2010

Premio Nobel de Medicina para el creador de la fecundación in vitro


El premio Nobel de Medicina fue otorgado ayer por el Instituto Karolinska de Suecia al británico Robert Edwards, padre de la fecundación in vitro, quien en 1978 logró el nacimiento del primer bebé de probeta. Pero alguién se opone, ¿adivinan quién?: el Vaticano.

¿Qué es la Fecundación in Vitro?

En El Economista de México nos lo explican. La fecundacion in vitro (FIV o IVF por su sigla en inglés) es una técnica de reproducción asistida en la que la fertilización realiza en exterior del cuerpo, por lo general en una placa de petri en un laboratorio.

La FIV es el principal tratamiento para la infertilidad cuando otros métodos de reproducción asistida no han tenido éxito.

El termino "in vitro" significa "en cristal" en latin, y se utilizo para nombrar este procedimiento debido a que en los comienzos de la técnica se utilizaban recipientes de cristal para realizar las fecundaciones.

En la actualidad, el término in vitro se refiere a cualquier procedimiento biológico que se realiza fuera del organismo en el que tendría lugar normalmente, para distinguirlo de un experimento in vivo donde el tejido permanece dentro del organismo vivo en el que normalmente se encuentra. Coloquialmente, a los bebés concebidos a través de FIV se les denomina bebés probeta.



Técnica

El proceso implica el control hormonal del proceso ovulatorio, extrayendo los ovocitos de los ovarios maternos, para permitir que sean fecundados por los espermatozoides en un medio líquido. El ovocito fecundado (el cigoto) se transfiere entonces al útero de la mujer con la intención de iniciar un embarazo.

El primer bebé que nació con esta técnica fue concebido en 1978. Más de 4 millones de bebés han nacido de padres que de otro manera no habrían podido concebir hijos.



Robert Edwards con Robert Patrick Peter Laird

Edwards revolucionó el mundo de la medicina. Aquí con el bebe probeta 2500.

Revolucionó el tratamiento de la fertilidad humana, creó un hito en la medicina moderna y otorgó a millones de personas estériles en el mundo la posibilidad de tener hijos.

Por todos estos reconocimientos el médico británico Robert Edwards obtuvo este lunes el Premio Nobel de Medicina por desarrollar la fecundación in vitro.

El conocido como "padre de los niños probeta" se lleva así lo que es considerado como el máximo reconocimiento al que puede aspirar un científico y que es concedido cada año por el Instituto Karolinska de Suecia y está dotado con diez millones de coronas suecas (US$1,5 millones).

Edwards nació en Manchester y estudió en las Universidades de Gales y Edimburgo, en Reino Unido. Se doctoró en esta última con una tesis sobre el desarrollo de los embriones.

El investigador de 85 años ha trabajado en el tratamiento de la infertilidad desde 1950, cuando ya tuvo la visión de que fecundar óvulos fuera del cuerpo humano era un área de investigación que podría dar frutos.

En 1963 comenzó a trabajar en la Universidad de Cambridge, organización a la que actualmente todavía pertenece, y allí fundó con el desaparecido científico Patrick Steptoe el primer centro de investigaciones para la fecundación in vitro, Bourn Hall.

Cuatro millones

El logro de Edwards reside en haber sido capaz de extraer el óvulo del cuerpo de la mujer, averiguar cuándo está preparado para ser fertilizado, activar los espermatozoides para que fecunden este óvulo en una probeta y volver a insertarlo en el cuerpo de la mujer.

Como resultado del éxito en cada uno de estos procesos vio la luz la británica Louise Brown, la primera niña probeta que nació en el mundo en 1978.

Este hecho abrió las puertas a una revolución en el tratamiento de la infertilidad humana, se encontraba una posible solución para la frustración y ansiedad que sufren los 3,5% personas de la población mundial y el 10% de las parejas que no son capaces de tener hijos de forma natural.

Desde 1978, cuatro millones de personas han nacido en el mundo utilizando este método que fue compartido y mejorado por Edwards y sus compañeros con otros científicos en el mundo.

El Instituto Karolinska reconoce que como consecuencia de este hecho surgió un nuevo campo de investigación médica y que Edwards jugó un papel fundamental al liderar todo el proceso que culminó en el éxito de la fecundación in vitro.

Sus contribuciones representan, según dice la Academia, un "hito en el desarrollo de la medicina moderna" y también calificó el nacimiento del primer bebé probeta como "un hecho histórico".

"La fecundación in vitro es una terapia establecida cuando el esperma y el óvulo no pueden encontrarse en el interior del cuerpo", afirmó en un comunicado, que también destacó que muchos de los niños probetas ya han tenido a su vez hijos y es, por tanto, un método seguro.

Barreras morales

Robert Edwards, su mujer, Louise Brown y su hija

Edwards y su mujer junto a la primera niña probeta, Louise Brown, y su hija en el 30 aniversario de la fecundación in vitro.

Para dar este gigantesco salto en la historia de la reproducción humana Edwards y Steptoe tuvieron que vencer también barreras morales.

La cuestión de la reproducción artificial resultaba polémica en la década de los 70 y había partes de la sociedad, de la iglesia y la comunidad científica que se oponían moralmente y argumentando aspectos éticos.

El Medical Research Council decidió no seguir financiando su investigación a pesar de los prometedores resultados inciales.

La esposa de Edwards, quien se encuentra retirado por problemas de salud, afirmó que estaba "encantado con la noticia".

Los premios Nobel de Medicina se han otorgado desde 1901 a las personas que con sus investigaciones científicas han hecho contribuciones notables a la sociedad.

De este martes al viernes se esperan los anuncios de los premios en Física, Química, Literatura y Paz. Se finalizará con la entrega del Premio Nobel de Economía el próximo lunes.

Fuentes:

BBC Ciencia

Telam


Más datos:

INFERTILIDAD:

Una de cada seis parejas en el mundo padece algún problema de infertilidad. Del 20 al 30% de los casos están asociados a causas fisiológicas en el hombre, del 20 al 25% en la mujer, y del 25 al 40% se debe a problemas conjuntos.

TRATAMIENTOS:

La mayoría de los tratamientos de asistencia médica a la procreación (AMP) se efectúan en mujeres de 30 a 39 años.

Europa encabeza el número de AMP en el mundo, con 54%. Francia, Alemania, España y Reino Unidos totalizan el 56% de los tratamientos o ciclos efectuados en Europa.

En 2006, se contabilizaron en 28 países europeos 117.318 tratamientos de FIV ordinarios, 232.844 ciclos de inyección intracitoplásmica de espermatozoides (IIDE, inyección de un solo espermatozoide en el ovocito), 86.059 ciclos de traslado de embriones congelados, 12.685 ciclos de donación de óvulos, 6.561 ciclos de diagnóstico genético preimplantatorio y 241 ciclos de maduración in vitro.

ÍNDICE DE EMBARAZOS/NACIMIENTOS:

El índice promedio de embarazos por transferencia de embriones era de 32,4% tras la fecundación un vitro, de 33% después de una IIDE, de 21,6% luego de una transferencia de embriones congelados y de 43,5% tras donación de ovocito.

EMBARAZOS MÚLTIPLES:

El número promedio de embriones transferidos varía de un país a otro, pero hay una tendencia general a trasferir cada vez menos.

El índice de embarazos múltiples (mayoritariamente gemelos) pasó de 26,9% en 2000 a 20,8% en 2006.

Fuente:

Agencia AFP

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