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4 de junio de 2017

¿Qué le pasa a tu cerebro cuando te equivocas?

¿Por qué hay personas que les fascinan los retos y otras que prefieren evitar cualquier desafío para no equivocarse? Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Stanford, dio la respuesta con una clasificación muy sencilla. Todos podemos tener dos tipos de mentalidades: una orientada al crecimiento y otra fija.





Las personas con “mentalidad de crecimiento” piensan que el éxito depende del esfuerzo, del trabajo o de sudar la camiseta. Sin embargo, las personas con “mentalidad fija” creen que depende de habilidades innatas y tienen urticaria ante cualquier error. “Si no se ha nacido con dichos dones, ¿para qué intentarlo?”, se plantean. Curiosamente, el hecho de decantarnos por una o por otra no depende de cuestiones genéticas, sino de educación, como demostró Dweck con alumnos de once años y después de que hicieran un trabajo difícil. A aquellos a los que les reconoció que su éxito dependía de su esfuerzo, se atrevían después con otro desafío aún más difícil. “Total, si me equivoco, no importa”, pensaban. Sin embargo, a los niños que se les dijo que lo habían conseguido porque eran muy listos o muy inteligentes, cuando el reto iba en aumento, preferían no intentarlo… “¿Para qué probar suerte y equivocarme? Mejor me quedo como estoy y así sigo demostrando que soy inteligente”, era el pensamiento que lo resumía.


Este resultado resulta muy desconcertante. Siempre se ha dicho que es bueno reforzar la autoestima de nuestros hijos con el verbo “ser”, ser muy buen chico, muy listo… Sin embargo, como ha comprobado Dweck, con esta técnica corremos el riesgo de reforzar también la mentalidad fija. Cuando esto ocurre, no se encaja el error y se evita cualquier desafío que nos haga salirnos de nuestra zona de confort, como también ha comprobado la neurociencia.

Jason S. Moser y sus colegas en la Universidad de Michigan State han descubierto qué nos ocurre en nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a una equivocación. Dependiendo de si nuestra mentalidad es de aprendizaje o fija, la actividad neuronal ante un error será más activa o menos. En otras palabras, cuando pensamos que podemos aprender, si nos equivocamos, se despierta un intenso baile neuronal para identificar causas, patrones o aprendizajes que nos sirvan para un futuro (color rojo de la imagen). Sin embargo, si nuestra mentalidad es fija, ante una equivocación, echaremos balones fuera, nos justificaremos con mil y un argumentos y nuestra actividad neuronal para encontrar razones para el aprendizaje quedará un tanto dormida (color verde). Y todo ello no depende de la edad. Según Dweck, el 40 por ciento de las personas tienen “mentalidad de crecimiento”; otro 40 por ciento, su “mentalidad es fija” y el resto, dependiendo del momento.

¿Qué podemos hacer? Lo primero de todo, revisar la educación. Comencemos a valorar el esfuerzo y no solo las habilidades innatas. Si queremos que nuestros hijos se enfrenten con seguridad a los desafíos, es mejor que vivan el error de una manera constructiva y no evitándolo a toda costa. Por ello, tengamos cuidado con los reconocimientos que hacemos e incluyamos también el concepto de trabajo y no solo el ser un niño o niña muy lista o inteligente.

Segundo, asumamos que nuestro cerebro es plástico, que somos capaces de crear nuevas conexiones neuronales si comenzamos a proponérnoslo. Por ello, reflexionemos qué tipo de mentalidad tenemos (de manera sincera, que no siempre ocurre). Si solemos buscar excusas ante los desafíos, comencemos a darnos cuenta de que la mayor parte de las personas que encajan los fracasos mejor que nosotros tienen “mentalidad de crecimiento”, que esta no es innata y que se puede desarrollar a cualquier edad. Por tanto, no valen las excusas.

Fuente:

El País (España)

7 de septiembre de 2014

Recordar nuestros errores hace el aprendizaje más rápido y efectivo

  • Los investigadores han sabido por mucho tiempo que la gente aprende una tarea motora más rápido a la segunda o tercera vez, pero ignoraban el por qué.
  • Nuevo estudio muestra que la razón no es sólo el recuerdo de la tarea en sí, sino también el recuerdo de los errores cometidos mientras se aprende a hacer la tarea.
The experimental setup: Volunteers cannot see their hands, but they can see a dot of light that reflects their movements more or less accurately.
 
El montaje del experimento: Los voluntarios no pueden ver sus manos, pero pueden ver un punto de luz que refleja sus movimientos con más o menos precisión. Crédito: Medicina Johns Hopkins
 
Usando un conjunto aparentemente simple de los experimentos, los investigadores de Johns Hopkins han aprendido por qué las personas aprenden una tarea idéntica o similar más rápido la segunda, tercera y posterior vez. La razón: estas personas son ayudadas no sólo por los recuerdos de cómo realizar la tarea , sino también por los recuerdos de los errores de hecho la primera vez.
  "En el aprendizaje de una nueva tarea motora, al parecer, hay dos procesos que simultáneos", dice Reza Shadmehr, Ph.D. , profesora en el Departamento de Ingeniería Biomédica de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. "Uno de ellos es el aprendizaje de las órdenes motoras en la tarea, y la otra es la crítica del aprendizaje, tanto la forma en que un 'coach' se comporta. El aprendizaje de la próxima tarea similar va más rápido, debido a que el entrenador sabe que los errores son más dignos de atención. En efecto, este segundo proceso deja un recuerdo de los errores que se vivieron durante el entrenamiento, por lo que la re-experiencia de los errores hace que el aprendizaje sea más rápido ".
  Shadmehr dice que los científicos que estudian el control motor han sabido por mucho tiempo que a medida que la gente realiza una tarea, como abrir una puerta, sus cerebros toman en cuenta las pequeñas diferencias entre la forma en que se espera que la puerta debe moverse y cómo realmente se movió, y que utilizan esta información para llevar a cabo la tarea sin problemas la próxima vez. Esas pequeñas diferencias son científicamente denominan errores de predicción, y el proceso de aprender de ello es en gran parte inconsciente.
  El hallazgo sorpresa en el estudio actual, que se describe en Science Express (el 14 de agosto de 2014), es que no sólo tales errores entrenan el cerebro para realizar mejor una tarea específica, sino que también enseñan cómo aprender más rápido de los errores, incluso cuando estos errores se encuentran en una tarea completamente diferente. De esta manera, el cerebro puede generalizar a partir de una tarea a otra manteniendo una memoria de los errores.
  Para estudiar los errores y el aprendizaje, el equipo de voluntarios Shadmehr se colocó delante de una palanca de mando que estaba debajo de una pantalla. Los voluntarios no pudieron ver la palanca de mando, pero fue representado en la pantalla como un punto azul. Un objetivo fue representado por un punto rojo, y los voluntarios trasladaron el joystick hacia ella, el punto azul podría ser programado para moverse ligeramente descentrado desde donde señalaron que, la creación de un error. Los participantes luego ajustaron su movimiento para compensar el movimiento descentrado y, después de algunos ensayos más, sin problemas guiaron el joystick a su objetivo.
  "Este estudio representa un paso importante hacia la comprensión de la manera de aprender una habilidad motora", dice Daofen Chen, Ph.D., director del programa en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares. "Los resultados pueden mejorar las estrategias de rehabilitación-circulación de los muchos que han sufrido derrames cerebrales y otras lesiones neuromotoras."
  El siguiente paso en la investigación, Shadmehr dice, será para saber qué parte del cerebro es responsable de la tarea "entrenamiento" de la asignación de peso a los distintos tipos de error.
 
Otros autores del artículo fueron Pavan A. Vaswani y Mollie K. Marko de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. 

Fuente original:

Johns Hopkins

10 de junio de 2014

Hasta las ratas se arrepienten de sus errores...

Lamentarse por una mala decisión se creía hasta ahora un comportamiento exclusivamente humano, pero también los roedores muestran su pesar cuando «meten la pata». Lo han visto en su cerebro.

La capacidad de arrepentirse, el lamento por alguna acción pasada considerada indebida o errónea, se creía hasta ahora exclusiva del ser humano (y no necesariamente muy extendida). Pero como ocurre con otros comportamientos que creemos tan nuestros, no tenemos el monopolio. Una nueva investigación del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Minnesota (EE.UU.) revela que también las ratas -quién iba a pensar en ellas- muestran su pesar cuando se equivocan. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Neuroscience.

Para medir el arrepentimiento en las ratas, el equipo partió de la definición formulada por economistas y psicólogos. «El arrepentimiento es el reconocimiento de que se ha cometido un error, que si hubieras hecho algo más, habría sido mejor», explica A. David Redish, profesor de neurociencia. «La parte más difícil de este estudio era distinguir el pesar de la decepción, que es cuando las cosas no son tan buenas como cabría haber esperado. La clave para distinguir entre los dos fue dejar que las ratas escogieran qué hacer».

Los investigadores desarrollaron una nueva prueba en la que se «preguntaba» a las ratas cuánto tiempo estaban dispuestas a esperar a ciertos alimentos. «Es como esperar en la cola en un restaurante -apunta Redish-. Si la cola es demasiado larga en el restaurante de comida china, entonces te rindes y te vas a un restaurante de comida india al lado».

En esta tarea, a la que llamaron «Restaurant Row» (La cola del restaurante) a la rata se le presenta una serie de opciones de comida, pero tiene un tiempo limitado en cada «restaurante».

Los resultados de la investigación muestran que las ratas estaban dispuestas a esperar más tiempo para ciertos sabores, lo que implica que tenían preferencias individuales. Como se podían medir las preferencias individuales de las ratas, los investigadores podían medir las buenas y malas opciones. A veces, las ratas se saltaban una buena opción y se encontraban frente a una mala. 

«En los seres humanos, una parte del cerebro llamada corteza orbitofrontal se activa durante el arrepentimiento. Encontramos en ratas que reconocieron que habían cometido un error, indicadores en la corteza orbitofrontal que representan la oportunidad perdida. Curiosamente, la corteza orbitofrontal de la rata representaba lo que la rata debería haber hecho, no la recompensa perdida. Esto tiene sentido porque no te arrepientes de lo que no recibiste, te arrepientes de lo que no hiciste», explica Redish. 

El investigador cree que los resultados del experimento permiten a los neurocientíficos hacer preguntas adicionales para comprender mejor por qué los humanos hacen las cosas de la manera que las hacen.
 
Fuente:
 

4 de marzo de 2013

BBC: ¿Cuán confiables son los estudios científicos?


Autoradiograma de AND

Hasta hace poco, el anestesiólogo alemán Joachim Boldt era un reconocido especialista en la administración de líquidos intravenosos. Recientemente se descubrió que cerca de 90 de sus trabajos tiene errores y una docena de ellos han sido retractados de las publicaciones por mala praxis, incluida la falsificación de datos. Pero el daño ya está hecho.

Sus estudios han permitido la utilización de un tipo de coloide en pacientes quirúrgicos que -se sabe ahora- puede acarrear consecuencias fatales. Se trata del hydroxyethyl starches (HES), un fluido sintético usado comúnmente desde hace décadas en prácticas clínicas, que aumenta el riesgo de muerte y problemas de riñón.
Este caso extremo refleja un creciente problema en la comunidad científica: en los últimos años el número de retractaciones se ha multiplicado de 30 a principios de 2000, a 400 para la segunda década del nuevo milenio. En cambio la cantidad de estudios publicados sólo aumentó un 44%, según datos de la revista Nature

Cuando una publicación es retractada, significa que la investigación tiene tantos errores que hay que eliminarla de toda literatura científica. Se considera por muchos como el peor de los castigos para un especialista.

Pero también tiene graves implicaciones para la ciencia. Si bien estas cifras representan alrededor del 1% de los casi 30.000 ensayos que salen cada año, la forma en que funciona la comunidad científica amplifica su impacto.

Reacción en cadena

Pruebas de laboratorio

La manera como funciona actualmente la comunidad científica es confiar en que la literatura se corrija a sí misma.
 
Es a partir de los resultados publicados que otros científicos basan sus nuevos estudios, por lo que una investigación con errores puede ser citada decenas de veces por otros expertos, cuyos trabajos serán usados a su vez por muchos otros, antes de que se descubra un error.

"La ciencia depende de que otros repliquen, no necesariamente exacto, pero sí de una forma en que te den la seguridad de que los resultados pueden ser reproducibles", le explica a BBC Mundo Nigel Hooper, profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Leeds.

"Nosotros no salimos y pedimos a alguien que repita el estudio, sino que forma parte del proceso científico", agrega.

"La literatura no se corrige a sí misma", refuta la científica australiana Elizabeth Iorns. "Es como decir que con el tiempo se sabrá (si tienen fallas), pero no será así porque entre los científicos no existe la cultura de buscar financiación para validar sus estudios, y si lo hacen, no hay forma de publicar (los resultados de la réplica)".

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia 

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