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26 de noviembre de 2019

Hay más de un millón de jóvenes ‘nininis’ en el Perú: ni estudian, ni trabajan ni buscan empleo

Cifras fueron reveladas por el viceministro de Trabajo, Augusto Eguiguren.
 




El viceministro de Trabajo, Augusto Eguiguren, brindó cifras sobre la fuerte presencia de los ‘nininis’ en el Perú, es decir, jóvenes que ni estudian ni trabajan ni están buscando empleo.


Refirió que hay 1.3 millones de ‘ninis’, pero de ellos el 80%, más de 1 millón, son ‘nininis’. “Esto es preocupante para nuestro país”, señaló hoy Eguiguren durante su participación en el 8vo Congreso de Negocios en la Era Digital, organizado por Seminarium y el IAB.

Eguiguren informó a Gestión.pe que los ‘nininis’ están compuestos en su mayoría por jóvenes entre 18 a 24 años (65.7%), mujeres (70%), y el 74.3% de ellos cuenta con un nivel educativo básico completo a superior completo.

Asimismo, refirió que la principal razón para ser un 'ninini’ y no buscar trabajo (75%) -excluyendo el estudio de algún curso de educación básica regular o superior- es la ocupación en quehaceres del hogar. Tener hijos aumenta la probabilidad de ser un ninini, en el caso de las mujeres, en un 30%.

Fuente: Gestión (Perú) 
 

3 de junio de 2019

Los algoritmos miden nuestra productividad en el trabajo (y hasta pueda despedirnos)

Es un titular que puede que hayas leído algunas veces: los robots te quitarán el trabajo en el futuro.

Ya está ocurriendo en el gigante de ventas por internet Amazon, aunque tal vez no de la forma que te imaginas.

El sitio de noticias tecnológicas The Verge descubrió que la automatización se está usando para monitorear y despedir a empleados de Amazon en sus centros de trabajo. Todo se basa en estándares de productividad, según documentos obtenidos por el medio estadounidense.

Así es como funciona. "El sistema de Amazon rastrea las tasas de productividad asociadas a cada individuo", se lee en el informe, "y genera automáticamente cualquier advertencia o suspensión, en base a la calidad o la productividad, sin la participación de los supervisores".

La empresa protagonizó noticias recientemente debido a quejas por bajos salarios y por condiciones de trabajo extenuantes.
 
Una empleada de un almacén de Amazon le contó a la BBC en condición de anonimato que no bebía suficiente agua porque los objetivos de trabajo hacían muy difícil tomar descansos para ir al baño. Otro explicó que los trabajadores son tratados "como robots" y despedidos rutinariamente por no cumplir "objetivos pocos realistas".

El reporte de The Verge sugiere que miles de trabajadores pierden sus trabajos con la compañía anualmente por no mover paquetes lo suficientemente rápido.

Eso plantea un escenario en el que la inteligencia artificial es el jefe. Un algoritmo capaz de monitorear y despedir a empleados sin mucha intervención humana.

Tratados como robots... ¡por robots!

"Los trabajadores de Amazon son tratados como robots por robots", le cuenta a la BBC Stacy Mitchel, del Institute for Local Self-Reliance(ISLR), una organización sin fines de lucro en defensa de negocios locales, con base en Estados Unidos.
"Parece que esperan que las personas sean, literalmente, ruedas de su maquinaria, fácilmente desechables".

No está muy claro cuáles son los objetivos establecidos para los empleados, los estándares de producción o el alcance de la automatización.

La única respuesta que Amazon le dio a la BBC -y a la mayoría de las organizaciones que informaron sobre esta cuestión- fue la siguiente: "No es verdad en absoluto que los empleados sean despedidos a través de un sistema automatizado. Al igual que muchas compañías, tenemos expectativas de rendimiento, independientemente de su los empleados sean altos ejecutivos o empleados de almacén".

"Nunca despediríamos a nadie sin antes asegurarnos de que recibieron todo nuestro apoyo, incluido entrenamiento específico para ayudarle a mejorar. Puesto que somos una compañía que sigue creciendo, es nuestro objetivo empresarial garantizar oportunidades de desarrollo laboral a largo plazo para nuestros empleados".

La firma no aportó detalles específicos sobre el alcance de la automatización, si es que lo hay, dentro de ese proceso.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo


31 de mayo de 2019

¿Problemas con tu jefe? Quizá tu madre te dejó llorar demasiado

La forma de relacionarnos en el trabajo puede obedecer a tres tipos del vínculo parental que establecemos en las primeras etapas de la vida, si lo transferimos a superiores y compañeros.


Todo empieza con un lloro insistente, ese que los padres de un bebé encuentran alarmante, irritante y odioso antes de resignarse a la llamada del instinto de supervivencia del retoño, y del suyo de protección. Durante ese proceso, habrán tenido que aclarar una duda importante: ¿dejo llorar al niño hasta que caiga rendido y se duerma, o corro raudo a acunarle hasta que coja el tren del sueño? Según algunos psicólogos, la manera en la que resuelven la situación (tanto los padres como los retoños) marca a los pequeños hasta el punto de que la experiencia puede influir en que sean futuros líderes en el trabajo o los gruñones de la oficina.

Estos psicólogos encuentran la explicación en la teoría del apego, que estudia el vínculo que las personas establecen con sus madres y sus padres en los primeros compases de la vida. Algunos progenitores apuestan por dejar llorar a los niños hasta que aprenden que ni papá ni mamá van a acudir, y otros aparecen por la puerta de la habitación del bebé ante el menor quejido. Con esta decisión, cada progenitor crea en el niño una serie de patrones emocionales y conductuales que influirán en su carácter, así como en su manera de relacionarse con las personas de su entorno a lo largo de la vida, incluidos su jefe y sus compañeros. Puede explicar los problemas en el trabajo.

Lea el rtículo completo en: El País (Ciencia) 

21 de mayo de 2019

¿Cuándo las llamadas fuera de la hora de trabajo se consideran como acoso laboral?

Dependerá si yo tengo horarios de trabajo fijo; sin embargo, no debería recibir pedidos en horarios fuera de la oficina. Y si los recibo, no deberían ser urgentes, sino sería considerados como hostigamiento. Pamela Navarro, directora del área laboral de PPU, explica más sobre ello.


Una conducta inadecuada. El acoso laboral puede ser tipificado de muchas formas y estas van desde el hostigamiento hasta el acoso sexual. ¿Las llamadas y/o mensajes del trabajo fuera de la hora laboral están incluidas?

Conversamos con Pamela Navarro, directora del área laboral de Philippi Prietocarrioza Ferrero DU & Uría (PPU), sobre los tipos de acoso laboral que existen.

Sobre las llamadas fuera del horario laboral, Navarro explicó que dependerá si tengo horarios de trabajo fijos. Si se da este escenario, no debería recibir pedidos. Y si los recibo, no deberían ser urgentes porque sino se considerarían como hostigamiento.  

“Vivimos en un mundo tan tecnológico que siempre paramos conectados. Pero, mientras que los requerimientos de mi empleador no sean urgentes, pueden llegar sin problema. Ojo, nadie me obliga a contestar el teléfono fuera de mi horario. Y si quiero denunciar, las llamadas, chats, correos o los mensajes están como prueba.” 

Mencionó también que otro caso de hostigamiento laboral es la baja del sueldo sin justificación alguna. “Está prohibido por la norma. Si es que te bajan de categoría también, por ejemplo de jefa a analista, no está permitido por la norma, sería una rebaja de categoría. Ahí es más sencillo denunciar, con las boletas de pago. Para la reducción de la remuneración no hay justificación. Si yo no he firmado un documento, de mutuo acuerdo, no hay justificación.” 

Para ambos casos, el proceso de denuncia puede iniciar y demorar hasta seis días, tiempo en el cual el empleador tiene para contestar y cambiar su trato. “En los casos de hostigamiento sexual, a diferencia y con la última modificación normativa, si yo soy víctima de esto y siento que esta situación hace inviable que yo continúe con la relación laboral, se me exonera del procedimiento del cese de actos de hostilidad y puedo darme como despedido y pedir mi indemnización.”

A su vez, al presentar la denuncia, en el caso de hostigamiento, la denuncia debe señalarse en un plazo de hasta 30 días, luego de sucedido el hecho. O, si viene sucediendo hace un año, igual la denuncia procede. Pero, si es que la hostilidad sucedió hace seis meses y recién lo denuncio, no procede. “En el caso de acoso sexual laboral, lo puedes denunciar si sucedió hace más de 30 días, o cuando el vínculo laboral se terminó porque se procesa como un delito.”

Finalmente, recomendó que tanto las empresas como los trabajadores, deben mantener una política sobre hostigamiento y acoso laboral clara. “Se necesita capacitar a los trabajadores sobre políticas de cero acoso y qué hacer en caso ocurra ello. Y a los trabajadores a no quedarse callado, seas hombre, seas mujer porque estamos en un momento donde esto no es mal visto, sino que se necesita un procedimiento objetivo mediante la denuncia.”

Fuente: Gestión (Perú)

9 de mayo de 2019

"El que no sepa matemáticas va a tener un serio problema": la importancia de las habilidades matemáticas en el mundo laboral


Los estudios han vaticinado que existe una clara relación entre el éxito a la hora de dominar las matemáticas y el nivel socioeconómico alcanzado años después. Nadie entiende cuál es el mecanismo que subyace tras esta cuestión, pero las investigaciones apuntan prácticamente de forma unívoca hacia este hecho.

"Tu habilidad para comprender las matemáticas de niño determina tu trabajo y hasta tu sueldo", se aventuran algunos titulares asociados a estudios de todo tipo. Pero ¿hasta que punto podemos usar esa correlación para predecir? ¿No estaremos malinterpretando algo? Nos hemos puesto en contacto con un matemático, profesor y divulgador para intentar despejar algunas incógnitas.

"Tu sueldo depende de tu habilidad temprana con las matemáticas"

No son uno, ni dos ni tres estudios los que evidencian una relación directa entre la capacidad de comprender y dominar los conceptos matemáticos y el éxito laboral y socioeconómico en el futuro. Este concepto no es del todo nuevo. La educación por áreas siempre se ha relacionado con el factor socioeconómico de las familias. Sin embargo, para los profesores de psicología Stuart J. Ritchie y Timothy C. Bates, de la Universidad de Edimburgo, son las matemáticas las que llevan la voz cantante en esta relación.

"Independientemente de la cantidad de aptitudes que tengamos, el tiempo que pasamos en la escuela o lo inteligentes que somos, las habilidades aprendidas tienen un efecto medible en el éxito en la edad adulta", comentaba sobre este estudio Lindsay Abrams, editora de The Atlantic. En él, los investigadores apuntaban que la asociación entre las habilidades básicas de matemáticas y lectura puede correlacionarse con un aumento del salario al llegar a la mediana edad. Es más, se atrevieron a dar una cifra: nada menos que 7.750 dólares más de media anual para las personas con mejor habilidad para las matemáticas.



28 de marzo de 2019

Cinco claves para darle sentido a tu trabajo (y de paso, sentirte mejor)

¿Qué podemos hacer para trabajar y vivir con un propósito?


Trabajar solo por tener una nómina motiva bien poco. Si no somos millonarios, algo que no le sucede a la mayor parte de los mortales, necesitamos dinero para vivir. Pero no debería ser la única razón si queremos encontrarnos bien con lo que hacemos e, incluso, tener una buena salud. El propósito está relacionado con el "para qué hacemos lo que hacemos". Y no hace falta que sea algo grandioso, como recorrer el mundo con una ONG para salvar vidas (por supuesto, en este caso, no hay duda). El propósito lo podemos experimentar en nuestro día a día. No depende del puesto ni de la función, sino de nosotros mismos, del sentido que le demos y del grado de compromiso que tengamos.

Tal Ben-Shawar y Angus Ridgway en su libro Ser feliz es decisión tuya, analizan los tipos de trabajos conforme a nuestro nivel de sentido o compromiso. El sentido se experimenta cuando existe conexión entre lo que hacemos y nuestros valores, si creo o no en lo que hago. El compromiso es la motivación y energía que ponemos. Conforme a estos dos ejes, podemos ver que existen cuatro opciones:

A la deriva: La peor situación, porque trabajamos sin creer en lo que hacemos ni estamos motivados. Si estamos aquí, es importante hacer algo, porque tiene consecuencias en nuestra felicidad (y la de los que nos rodean).

Soñador: Cuando creemos firmemente en causas como el ecologismo, ayudar a las personas sin recursos… pero hacemos bien poco. Quizá reciclamos, aportamos algo de dinero, pero no tenemos un compromiso firme con ello.

Estancado: Trabajamos duro por responsabilidad, pero no estamos especialmente ilusionados. Esta situación, por cierto, es bastante habitual en las empresas, lo que a la larga produce un desgaste importante.

Alineado con el propósito: ¡El cuadrante ideal! Trabajamos comprometidos y le encontramos un sentido a lo que tenemos entre manos.

¿Qué podemos hacer para trabajar y vivir con un propósito? Sabemos que cambiar de trabajo no siempre es fácil, pero también hemos visto que depende de una decisión personal. Por ello, veamos qué está en nuestras manos para sentirnos mejor con lo que hacemos.

Primero, vale la pena observar el gráfico y ubicarse a uno mismo. ¿En qué cuadrante te encuentras en tu trabajo? (por cierto, esto se podría aplicar a las relaciones de pareja, aficiones, amigos…).

Segundo, podemos encontrar un propósito en cada pequeña tarea que hagamos. No es necesario buscar algo que cambie el mundo o tener una vocación de por vida. Como dice José Luis Llorente, coautor del libro de Vitamina X, existen propósitos vitales, de proyectos o de tareas. Céntrate en el que te resulte más sencillo.

Tercero, el propósito más poderoso está relacionado con los demás, sean clientes, sociedad, familia… Puedo hacer una presentación de resultados, un informe o una llamada a un cliente para que piensen que soy muy bueno y obtener medallas (lo que desgasta a la larga) o porque creo firmemente en ello. Si lo hago por otros, encontraré más fuerza y motivación.

Cuarto, en la medida en que sea posible podemos intentar modificar nuestras tareas para poner más energía en aquellas más gratificantes. No existe ningún trabajo perfecto. Siempre conviven actividades más amables que otras y vale la pena hacer aquellas que no nos gustan de modo eficiente, para disfrutar de las otras.

Quinto, replantearse para qué hacemos lo que hacemos. Puedo pensar que solo hago facturas. Sin embargo, si dedico tiempo a reflexionar en la finalidad última de la empresa o de la organización, como que tengan un mejor servicio los clientes o los ciudadanos, puedo descubrir que contribuyo con mi trabajo a que eso ocurra. De alguna manera supone ganar perspectiva y darle un sentido.

En definitiva, trabajar con un propósito es la situación más motivadora y más satisfactoria para cualquier persona. Algo que ayuda además al sistema inmunológico. Y la buena noticia es que depende de una decisión personal. En la medida en que le demos sentido a lo que hacemos y nos comprometamos con ello, podremos encontrar un propósito en nuestra vida, nuestros proyectos o nuestras metas.

Fuente: Laboratorio de la Felicidad (El País)

1 de marzo de 2019

Procrastinar puede ser bueno

Por Eparquio Delgado

Dejar para mañana lo que podemos hacer hoy es tan común como ocasionalmente peligroso. Sin embargo, también puede ser el indicador de alerta al someternos a un ritmo demasiado exigente.


QUE LEVANTE la mano quien no aplaza de vez en cuando tareas desagradables, difíciles o aburridas mientras dedica el tiempo a otras menos “importantes”. Procrastinar, un verbo que se ha puesto de moda en los últimos años y que se refiere a “dejar para mañana lo que se podría hacer hoy”, es básicamente el nombre que damos a un tipo de conducta de elección. Hablamos de procrastinación cuando alguien opta por hacer aquello que resulta más gratificante o menos aversivo y retrasa otras tareas más fastidiosas.

Aunque algunos autores pretenden diferenciar la procrastinación de la pereza —procurando probablemente no poner a la defensiva a sus lectores—, lo cierto es que hablamos de lo mismo: una negligencia o descuido en las cosas que estamos obligados a hacer. El procrastinador o perezoso no cumple sus tareas, ve mermada su productividad y en última instancia deja de ser un “ciudadano útil” y un “ser humano efectivo”, como nos explica John Perry, profesor de filosofía en Stanford y creador de uno de tantos métodos contra este mal. Para escapar del pecado capital de la pereza, los católicos suelen acudir a la iglesia y ponerse en manos de Dios por mediación del sacerdote. Para escapar de la procrastinación, un pecado mortal en la era de la eficiencia, tenemos que ponernos en manos de supuestos expertos.

Los estudios sobre la procrastinación se caracterizan por abordar el fenómeno en relación con características personales del individuo y buscan establecer qué tienen en común las personas que aplazan sus ­tareas “importantes”. Desde esta perspectiva, se concibe la procrastinación como un rasgo estable e interno del individuo, que se relaciona con especificidades de su personalidad, determinado funcionamiento cerebral y la acción de ciertos genes. Gracias a estos estudios sabemos que guarda relación con altos niveles de impulsividad y bajos de autodisciplina, cierta incapacidad para regular los estados de ánimo y las emociones, problemas en la función ejecutiva y otras tantas conclusiones curiosas.

Los supuestos expertos, entre los que se cuentan psicólogos, psiquiatras, coaches, neurofisiólogos, especialistas en management y toda clase de vendedores de consejos, suelen citar los resultados de estos estudios con el fin de dar una apariencia de cientificidad a la autoayuda que nos ofrecen en todos los formatos posibles: libros, conferencias motivacionales, programas de radio, blogs personales, revistas de divulgación científica —sí, ahí también hay autoayuda—, ­podcasts y aplicaciones para móviles. Cabría suponer que si todos ellos se apoyan en los mismos estudios científicos, las estrategias deberían ser también las mismas; sin embargo, encontramos tantas supuestas soluciones como pretendidos expertos: identifica claramente tus objetivos, busca apoyo social, bloquea las distracciones, reestructura tus ­cogniciones, perdónate, reconoce el estrés, utiliza la procrastinación a tu favor, distribuye bien tus tareas, haz de tu pasión una vocación… Todo un arsenal de alternativas para evitar caer en el terrible pecado de la improductividad.

Esta forma de abordar el asunto es bastante limitada cuando se trata de encontrar razonamientos psicológicos útiles. ¿Cómo se explica que una persona aplace ciertas tareas y no otras? ¿Y que demore una misma tarea en un momento dado pero no en otro? No se puede entender por qué una persona procrastina sin conocer el contexto en el que se produce esa conducta y la historia de la persona en relación a las tareas que pretende abordar. Proponer soluciones sin realizar un análisis funcional de la conducta es soplar para ver si suena la flauta, que es precisamente lo que hacen charlatanes y vendedores de autoayuda. Y, claro, a veces hay suerte, la flauta suena y el burro se cree músico, como en la fábula de Tomás de Iriarte.

Pero podríamos hacernos otra pregunta: ¿Por qué es necesariamente un problema procrastinar? ¿Por qué tenemos que ser productivos, “ciudadanos útiles”, “seres humanos efectivos”? Detrás de la asepsia de los “expertos” y las decenas de estudios, lo que encontramos es la eficacia erigida como valor y norma a seguir, de manera que toda desviación se convierte en una patología o un pecado, dependiendo de quién sea el juez. Procrastinar puede ser en ocasiones un problema, pero también puede ser un indicador de que necesitamos parar, de que nos vemos empujados a requerimientos que exceden nuestra capacidad de afrontarlos, de que estamos sometidos a un ritmo excesivamente severo. El derecho a procrastinar se convierte en una exigencia revolucionaria en tiempos de hiperactividad productiva. Frente a los expertos de la eficacia, reivindicamos con Lafargue el derecho a la pereza. 

Fuente: El País (España)



17 de febrero de 2019

¿Cuál es la habilidad profesional más importante a dominar en 2019?


Si estás buscando un nuevo trabajo, un ascenso o planeando alguna ponencia, esto es lo que necesitas para cumplir tus objetivos.

Este año nuevo inicia con diversos retos en el ámbito personal y laboral. Este último podría ser uno de los más importantes para muchas personas, ya que iniciarán una nueva etapa profesional o continuarán creciendo en sus respectivas áreas. 

¿Qué necesitan los empleadores este 2019? Ya sea que una persona esté buscando empleo, organizando algún tipo de conferencia o planea demostrar que merece un ascenso en su empresa, lo mejor es ser un maestro en una habilidad crucial: el poder responder preguntas. 

A diferencia de lo que muchos piensan, algunos estudios han demostrado que aquellas personas que piensan con los pies en la tierra y responden sin vacilación, tienen un potencial de convertirse en líderes y proyectar cierto carisma.

De hecho, la misma investigación indica que la rapidez de mente es considerada el mejor sistema de medición para identificar el grado de inteligencia, incluso más de lo que los análisis de IQ podría ser.

¿Cómo desarrollo esta habilidad? Aquí presentamos algunos datos clave para responder cualquier pregunta con gracia:

1. Estar preparado para todo


Si bien es cierto que una persona no puede estar lista para cualquier cosa que le pregunten, es menester estar consciente de los cambios improvistos que pueden surgir durante una conversación. Es necesario estar preparado para responder ciertas preguntas como un acto totalmente espontáneo.

Este consejo aplica para aquellos que estén buscando trabajo, la presentación de alguna hoja de desempeño, encuentro con clientes o presentaciones que contengan una ronda de preguntas y respuestas al final de la reunión. 

Ya sea que se esté postulando para alguna colegiatura, un puesto de trabajo o un encuentro con un cliente, lo mejor es escribir las posibles preguntas que puedan hacer. Luego, preparar los datos más importantes para así estructurar cada respuesta con la información que busca el otro.

2. No te apresures en responder


Además de preparar tus respuestas, lo mejor es tomarse el tiempo que sea necesario para responder. Escucha la pregunta completa. Si se apresura para formular una respuesta mientras la otra persona sigue hablando, perderás el hilo y podrías estar resolviendo una duda que no tiene nada que ver con la pregunta del otro.

Además, apurarse podría provocar la interrupción del que habla, que podría haber hecho una pausa para pensar la segunda parte de la pregunta. Eso demostraría que la persona está siendo ruda o con pánico. 

Te presentarás como un líder confiado y empático si esperas a la pregunta completa antes de responder, y aún más si tomas una pausa para pensar en la respuesta. Esto, a pesar que ya tengas lo que vas a decir, la pausa te hará ver como si estuvieras tomando la pregunta con seriedad y juzgando qué cuál sería la respuesta ideal. 

Ahora, solo porque te detuviste a pensar un momento en la respuesta, no quiere decir que se tenga que rellenar el silencio con alguna frase. No estás ahí para evaluar las preguntas, sino para responderlas.

3. Estructura tu respuesta


Tercero, planea cuál va a ser el orden de tu respuesta. Si quieres sonar inteligente y rápido de mente, tu respuesta debe estar organizada e incluir los siguientes componentes:
  • Empieza siguiendo la pregunta: Por ejemplo, deberías comenzar retomando la pregunta o haciendo alusión de que has pensado en eso anteriormente.
  • Exponer tu punto:Toda respuesta debería tener una frase que la resuma, presentándose claramente y con convicción.
  • Argumentar tu respuesta:
    Agregar de dos a cuatro fundamentos que avalen tus palabras, puede dar más peso a ellas.
  • Terminar con un llamado a la acción:
    Finalizar la entrevista con algún llamado a la acción demostrará a la otra persona que estás interesado en el trabajo o la oportunidad de discutir ciertos temas profesionales con él o ella.

4. Haz preguntas


Finalmente, lo mejor es tener un acercamiento proactivo y realizar preguntas. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo, preguntar sobre los parámetros culturales de la empresa puede demostrar que eres activo e interesado.

Existen muchas preguntas interesantes que pueden utilizarse en estas situaciones. Dar la oportunidad que la otra persona también comparta su experiencia y expectativas puede hacer un gran diferencial a la hora de tomar una decisión. 

Realizar preguntas también te hace ver como un líder, en lugar de un seguidor. Esto prueba que eres lo suficientemente confiado como ellos lo son al entrevistarte. Esto también demuestra que quieres estar seguro de que este es el trabajo, ascenso o proyecto correcto para ti. 

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