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5 de diciembre de 2019

El Litio: la “nueva gasolina” que hará rodar al mundo

Este mineral es llamado ‘White Petroleum’, el Petróleo Blanco.


La alta demanda de litio a superar unas cuotas en el mercado verdaderamente sorprendentes. Se ha más que duplicado su precio, y los analistas vaticinan que irá a más en los próximos años.
En el mundo hay una zona especial, que se denomina el Triángulo del Litio, que está ubicado en América del Sur entre Argentina, Chile y Bolivia. Allí se encuentra el 85% de todas las reservas mundiales de este metal blando.

En ese sentido, algunos ya se atreven a denominar al litio como ‘White Petroleum’, el Petróleo Blanco, la nueva gasolina que hará rodar al mundo entero. Hay un montón de razones para ser optimistas acerca de lo que Goldman Sachs llama «la nueva gasolina» que impulsará el mundo.

Según The Economist, “la lucha mundial de los mayores productores de baterías del mundo, y los usuarios finales, tales como los fabricantes de automóviles”, entre otras cosas, ha hecho que se dispare el precio del carbonato de litio importado a China, tanto que se ha más que duplicado sólo en noviembre y diciembre del año pasado, cuando alcanzó una increíble cota de 13 mil dólares por tonelada.

Algunos contratos en China, según Bloomberg, tienen previsto alcanzar los 23 mil dólares. Por su parte, Goldman Sachs predice que por cada 1% de aumento de la cuota de mercado de vehículos eléctricos, la demanda de litio se incrementará en 70 mil toneladas por año.

Además, esta firma prevé que el mercado de litio podría triplicar su tamaño en 2025 sólo en la parte trasera de los dichos vehículos.

Mina de litio en el Perú superaría 6 o 7 veces las reservas de Bolivia y Chile

La empresa Macusani Yellowcake espera iniciar la construcción de la planta de extracción a fines de 2020, en Macusani (Perú).

Las tobas litíferas que se encontraron en Falchani tienen un contenido de 3.500 a 4.000 partes por millón (ppm), con lo que Perú superaría seis o siete veces a las encontradas en los salares de Bolivia y Chile.

 “La demanda de litio es sólida, viene en crecimiento y el precio está en proceso de estabilización. La mejora en la demanda de uranio también incrementa las perspectivas. Y en especial, el Ministerio de Energía y Minas y el Gobierno electo muestran sólido apoyo y trabajan con miras a garantizar que se produzca en el futuro litio-uranio en el país”, indicó Solís.

Fuentes 01 y Fuente 02


9 de julio de 2019

El agua es fuego (y el fuego es agua)

La relación entre el agua y el fuego es mucho más estrecha de lo que te imaginas.





No iba muy desencaminado Tales de Mileto, el más grande de los siete sabios de Grecia, cuando, en el siglo VI antes de Cristo, afirmó que el agua era la sustancia primordial de la naturaleza. Recordemos que, para los antiguos griegos, había cuatro elementos básicos que, mezclándose en distintas formas y proporciones, daban lugar a todo lo existente, y estos elementos eran el aire, el agua, la tierra y el fuego. Y Tales, observando que el agua puede ser líquida, sólida o gaseosa y que está presente en la tierra (en forma de humedad) y en el aire (en forma de vapor), pensó que esa era la esencia última de todas las cosas.



Pero ¿y el cuarto elemento, el fuego?, ¿acaso no es lo contrario del agua, que precisamente por eso se usa desde siempre para apagarlo? Parece el punto más débil de la teoría de Tales, y sin embargo la relación entre agua y fuego es la más estrecha de las que se dan entre los cuatro elementos.

La fórmula del agua, H2O, es sin duda la más conocida de las fórmulas químicas; pero no todo el mundo sabe que es el segundo término de una reacción que representa una combustión: 2H2 + O2 à 2H2O

El hidrógeno es muy inflamable (por eso en los globos aerostáticos se suele usar helio, menos ligero y más caro, pero inerte), y, cuando arde, dos moléculas de hidrógeno se combinan con una molécula de oxígeno para dar lugar a dos moléculas de agua. Así que el agua, en su origen, es fuego, lo que equivale a decir que el fuego -la intensa reacción exotérmica que se produce al combinarse el hidrógeno y el oxígeno- es agua, como intuía Tales.

¿Y los demás fuegos? Lo que arde habitualmente en la naturaleza y en nuestros hogares, o en los motores de explosión, no es hidrógeno. ¿O sí? En buena medida sí: los combustibles habituales son hidrocarburos y otros compuestos de hidrógeno y carbono, y cuando arden la combustión produce sobre todo agua y dióxido de carbono. Por ejemplo, al quemar metano, el más simple de los hidrocarburos, se produce la siguiente reacción: CH4 + 2O2 à CO2 + 2H2O

Una molécula de metano se combina con dos moléculas de oxígeno para dar lugar a una molécula de dióxido de carbono y dos moléculas de agua; en este caso el fuego es… gaseosa muy caliente.

Algo parecido ocurre al quemar alcohol ordinario (etanol): CH3 – CH2OH + 3O2 à 2CO2 + 3H2O

Una molécula de etanol se combina con tres moléculas de oxígeno para formar dos moléculas de dióxido de carbono y tres de agua. En este caso el propio combustible aporta oxígeno y, por otra parte, la proporción de dióxido de carbono es mayor, pero la llama sigue siendo “agua con gas”.

La familiar fórmula H2O significa que una molécula de agua está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y sus peculiares características moleculares convierten hacen del agua el “disolvente universal”: muchas de las reacciones químicas que se producen en la naturaleza tienen lugar en medio acuoso, y en otras muchas, como acabamos de ver, se produce agua. Además de la combustión, la más conocida reacción generadora de agua es la de un ácido con un hidróxido, como nos recuerda una frase muy familiar para quienes estudian química: “ácido más base, sal más agua”; por ejemplo, al reaccionar el ácido clorhídrico con el hidróxido sódico, se producen cloruro sódico (sal común) y agua: HCl + NaOH à NaCl + H2O

Su condición de disolvente universal hace que el agua sea fundamental para la vida tal como la conocemos, pues en estado líquido (en el que se mantiene de manera bastante estable entre 0º y 100º centígrados) suministra un medio idóneo para que las moléculas de otras sustancias se muevan libremente y se combinen entre sí. Por eso nuestro cuerpo contiene alrededor de un 70% de agua y no podemos sobrevivir mucho tiempo sin beber. Después de todo, Tales no iba desencaminado.

Tomado de: El País (España)

10 de febrero de 2019

La tabla periódica de las científicas

2019 ha sido declarado Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos al conmemorarse el 150º aniversario de la publicación de Mendeléyev en la que colocaba los 63 elementos conocidos hasta el momento en función de sus propiedades periódicas, dejando huecos para elementos descubiertos con posterioridad y que poseían las propiedades esperadas. Al igual que pasa con otras conmemoraciones se están preparando numerosas actividades para el año 2019 relacionadas con la química, pues se pretende fortalecer la conciencia global sobre el papel clave que juega la química en el Desarrollo Sostenible al proporcionar importantes soluciones a desafíos globales tales como la energía, la alimentación, la salud o la educación.


Existe una amplísima colección de tablas periódicas de los elementos, una de las más recientes en la de la European Chemical Society lanzada con motivo de este año internacional y que representa la abundancia relativa de los elementos naturales (disponible en alta resolución aquí), las de la web Webelements que es una estupenda base de datos gratuita sobre las características y propiedades de los elementos (con tienda con productos de esos que les nos gustan a los frikis) y ¿existe alguien mayor de 40 que no haya tenido en sus manos una copia xerigrafiada de la Tabla Peryódica?
Tablas frikis existen multitud. Hace casi 10 años Eugenio recopilaba las 50 mejores y después han aparecido cosas como la Tabla periódica de la ortografía (que está bien pero pierde un poco la idea de periodicidad). Así que me puse a buscar la Tabla Periódica de las Científicas, ¡y no la encontré! así que he tenido que hacerla. Claro, es “mi” tabla periódica de las científicas, lo que quiere decir que excepto alguna consulta puntual solo me he puesto de acuerdo conmigo misma seguro que vosotros habríais elegido a otras científicas diferentes porque lo que os puedo asegurar es que me han quedado muchas fuera.
Comentarios. He intentado mantener la periodicidad con alguna trampa que otra, metiendo a científicas de doble afiliación (matemáticas y astrónomas, o químico-físicas por ejemplo) donde mejor me convenía. En algunas casillas he metido a más de una científica porque “me lo pedía” y he dejado el hueco de las Tierras Raras a las científicas españolas, raras por preciosas y desconocidas (o por lo menos más desconocidas de lo que debieran).

Las científicas que componen esta tabla (por orden alfabético de símbolos) son las siguientes:


Y aquí puedes encontrar más información sobre ellas:

Ag: Maria Agnessi, matemática
Al: Frances H. Arnold, ingeniera química y Premio Nobel de Química 2018
An: Mary Anning, paleontóloga
Ap: Virginia Apgar, médico
Av: Ángeles Alvariño, oceanógrafa
Ay: Hertha Ayrton, ingeniera e inventora
B: Linda Buck, médico y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2004
Ba: Florence Bascom, geóloga
Bb: Katharine Burr Blodgett, química
Bd: Lina Badimon, fisióloga, especialista en investigación cardiovascular, premio Rey Jaime I de Investigación Clínica 2014
Be: Jocelyn Bell Burnell, astrofísica
Bl: Alice Ball, química farmacéutica
Bc: María Blasco, bioquímica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2007
Bn: Dorotea Barnés y las químicas españolas de la edad de plata
Br: Elizabeth Blackburn, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2009
Bs: Laura Bassi, matemática y física
Bt: Patricia Bath, oftalmóloga
Bu: Marietta Blau, física
Bw: Elizabeth Blackwell, médica
By: Pilar Bayer, matemática
C: Emilie du Châtelet, matemática
Ca: Rachel Carson, bióloga y ambientalista
Cb: Pilar Carbonero, ingeniera agrónoma
Ch: Emmanuelle Charpentier, bioquímica y Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2015
Ck: Barbara McClintock, bióloga
Cl: M. Antonia Canals, matemática
Cn: Annie Jump Cannon, astrónoma
Co: Gerty Cori, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1947
Cr: Josephine Cochrane, inventora
Cs: M. Andrea Casamayor, matemática
Ct: M. Assumpció Català, astrónoma
Cu: Marie Curie, física y matemática
Cv: Josefina Castellví, oceanógrafa
Cw: Dorothy Crowfoot Hodgkin, química y Premio Nobel de Química en 1964
Do: Jennifer Doudna, bioquímica y Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2015
Dr: Mildred Dresselhaus, física
El: Gertrude B. Elion, química farmacéutica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1988
F: Fátima de Madrid, astrónoma
Fe: Antonia Ferrín, astrónoma
Fl: Williamina Fleming y las astrónomas de Harvard, astrónomas
Fr: Rosalind Franklin, química-física
Fu: Gertrudis de la Fuente, química
Fy: Joan Feynman, física y astrofísica
Gd: Jane Goodall, Dian Fossey & Biruté Galdikas, primatólogas
Ge: Sophie Germain, matemática
Gp: Maria Goeppert-Mayer, física y Premio Nobel de Física en 1963
Gr: Carol Greider, bioquímica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2009
Gv: Evelyn Boyd Granville, matemática
H: Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma
Ha: Margaret Hamilton, ingeniera de software
Hg: Hildegarda de Bingen, médica
Ho: Grace Hopper, informática
Hr: Caroline Herschel, astrónoma
Jc: Irène Joliot Curie, física y química, Premio Nobel de Química en 1935
Jh: Katherine Johnson, matemática
Jk: Shirley Ann Jackson, física
Ju: Manuela Juárez, química
K: Stephanie Kwolek, química e inventora
Kl: Frances Oldham Kelsey, farmacóloga
Ko: Sofia Kovalevskaya, matemática
La: Hedy Lamarr, inventora
Lh: Inge Lehman, sismóloga
Lk: Mary Leakey, paleontóloga
Lm: Rita Levi Montalcini, neuróloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1986
Ln: Kathleen Lonsdale, química
Lo: Ada Lovelace, matemática
Lp: Nicole-Reine de Lepaute, matemática y astrónoma
Lv: Henrietta Swan Leavitt, astrónoma
Ma: María Martinón Torres, paleontóloga
Mh: Wangari Maathai, bióloga y defensora del medioambiente
Mb: Felisa Martín Bravo, física
Me: Marie Meurdrac & Jane Marcet, químicas y divulgadoras
Mg: Lynn Margulis, bióloga
Mi: Maria Mitchell, astrónoma
Mn: Rosa M. Menéndez, química
Mo: Gabriela Morreale, química dedicada a la endocrinología, Premio Rey Jaime I de Investigación Clínica 1998
Mr: Susana Marcos, física, Premio Rey Jaime I de Nuevas Tecnologías 2017
Ms: May Britt Moser, neurocientífica y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2014
Mt: Lise Meitner, física
Mz: Maryam Mirzajani, matemática
Nd: Ida Noddack, química
Ng: Florence Nightingale, enfermera
Ni: Ángela Nieto, bióloga y neurocientífica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2009
No: Emmy Noether, matemática
Nu: Christiane Nüsslein-Volhard, bióloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1995
Pc: Agnes Pockels, química
Pe: Margarite Perey, física
Py: Cecilia Payne-Gaposchkin, astrónoma
Pz: Marie Anne Paulze, química
Rc: Ellen Richards, química
Rd: Teresa Rodrigo, física
Rm: Nancy G. Roman, astrónoma
Rr: Ángela Ruiz Robles, inventora
Ru: Vera Rubin, astrónoma
Sc: Bodil Schmidt Nielsen, fisióloga
Si: Alicia Sintes, física
Sl: Margarita Salas, bioquímica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 1994
Sm: Mary Sommerville, matemática
Sn: Françoise Barré-Sinoussi, viróloga y Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2008
Sr: Donna Strickland, física y Premio Nobel de Física 2018
St: Marie Stopes, paleobotánica
Sv: Nettie Stevens, genetista
Sy: Maria Sybilla Merian, botánica y entomóloga
T: Trótula de Salerno, médico
Th: Marie Tharp y Sylvia Earle, oceanógrafas
Ti: Beatrice Tinsley, astrónoma
Tk: Mária Telkes, física e ingeniera
Vr: María Vallet Regí, química farmacéutica, Premio Rey Jaime I de Investigación Básica 2018
W: Chien Shiung Wu (y II), física
Wk: Maria Winkelmann, astrónoma
Wo:  María Wonenburger, matemática
Wt: Linda Watkins, bioquímica y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Cient
Y: Tu Youyou, química farmacéutica y Premio Nobel de Medicina 2015
Yn: Ada Yonath, química y Premio Nobel de Química 2009
Yw: Rosalyn Yalow, biofísica y Premio Nobel de Medicina o Fisiología 1977
Yz: Josefa Yzuel, física
Z: Wang Zhenyi, astrónoma
Zn: Isabel Zendal, enfermera

Hemos colgado la tabla periódica en formato A3 listo para descargarse con los nombres de las científicas:PDF preparado para imprimir en A3 con el símbolo y el nombre de cada científica (enlaces directos desde cada celda a sus biografías)
Y también podéis descargaros una Presentación con la tabla periódica editable, las científicas agrupadas por categorías y los enlaces.

Tomado de:  Naukas

14 de enero de 2019

2019, Año Mundial de la Tabla Periódica

La Facultad de Química de la Universidad de Murcia (España) ha construido en su fachada principal una Tabla Periódica gigante.

La tabla periódica es una herramienta única que permite a los científicos predecir la apariencia y las propiedades de la materia que compone el universo. Sin embargo, la función de cada uno de los elementos resulta una incógnita para la mayoría de la población.

En 2019 se conmemorará el 150º aniversario de la creación de esta famosa tabla por el químico ruso Dmitri Mendeleev, que en 1869 ordenó los elementos conocidos según las características de sus átomos.

Por todo ello, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas ha proclamado 2019 como el Año Internacional de la Tabla Periódica. El objetivo principal de esta iniciativa es reconocer la función crucial que desempeñan los elementos y las ciencias fundamentales, especialmente la química y la física, en el desarrollo sostenible.

La celebración también rendirá homenaje a los últimos cuatro elementos superpesados añadidos a la tabla periódica: nihonio (Nh), moscovio (Mc), téneso (Ts) y oganesón (Og). El descubrimiento y denominación de todos ellos fue el resultado de una estrecha colaboración científica internacional.

Fuente: Agencia SINC 


12 de febrero de 2016

Mi nombre es Bond... Hydrogen Bond

Te contamos la historia de un átomo "desesperado" por captar electrones y que acaba formando una de las uniones químicas fundamentales para la vida.

Podría decirse que un enlace por puente de hidrógeno, hydrogen bond en inglés, es una fuerza dipolo-dipolo resultado de la fuerza atractiva de un átomo muy electronegativo y un átomo de hidrógeno unido covalentemente a otro átomo electronegativo. Puede ser tanto intra como intermolecular… blablablá, blablablá, blablablá… pero así expresado ni los químicos se enteran.



Primeramente debe indicarse que la capa de valencia de los átomos es una especie de vitrina en la que cada elemento tiene capacidad para un determinado número de electrones. Sólo algunos privilegiados, los gases nobles, la tienen llena -por eso no se unen a nadie- mientras el resto intentan llenarla con mayor o menor energía. Los más impetuosos –electronegativos- de todos los elementos a la hora de llenar su capa de valencia son, por orden y con diferencia, el flúor, el oxígeno y el nitrógeno. Estos elementos tienen mucha, muchísima, tendencia a captar electrones de otros átomos para completar los ocho electrones que entran en su vitrina. Es un tesoro que quieren obtener casi a cualquier precio. Para ello, en muchas ocasiones se asocian, mediante enlace covalente, para prestarse electrones con otros átomos, de tal forma que ambos puedan lucir su vitrina llena.

El hidrógeno en busca de sus electrones 

Por otro lado, el átomo de hidrógeno tiene una pequeña vitrina donde nada más caben dos electrones, aunque con un solo electrón. Este electrón único, en el enlace covalente con uno de los citados elementos electronegativos, le es arrebatado por el átomo de gran avaricia electrónica, de manera que el pobre hidrógeno se queda en la práctica sin ningún electrón. El hidrógeno que también, aunque menos, es electronegativo, pasa a tener una carga parcial positiva, que para cualquier otro elemento no supondría demasiado, pero dado el diminuto tamaño del hidrógeno supone una elevada carga. Desesperado por tener algún electrón en su vitrina, capa de valencia, para perder su parcial carga positiva, se revela ante el robo sufrido e intenta agarrar electrones en otros átomos electronegativos, bien de la misma molécula –enlace intramolecular-, bien de moléculas adyacentes –enlace intermolecular-. Este intento de captura de electrones es el enlace de hidrógeno, también denominado puente de hidrógeno.

Pero, y ¿esto para qué sirve? Pues aunque parezca simple, casi irrisorio, este enlace se constituye como una unión fundamental para la vida. Por ejemplo, gracias a puentes de hidrógeno intermoleculares se explica el extraordinariamente alto punto de ebullición del agua  (100ºC) en comparación al compuesto más parecido molecularmente que existe, el sulfuro de hidrógeno (-60ºC), el cual es incluso más pesado; o, por otro lado, puentes de hidrógeno intramoleculares son los responsables de las uniones internas en la famosa estructura del ADN, denominada de doble hélice.


Antonio Jesús Jiménez estudia Ciencia y Tecnología de Nuevos Materiales en la Universidad de Sevilla. Artículo escrito en colaboración con la UCC+i de la Universidad de Sevilla

Fuente:

Muy Interesante

26 de enero de 2016

Estos son los cuatro nuevos elementos de la tabla periódica

Los nuevos elementos son sintéticos (es decir, generados artificialmente en el laboratorio), inestables y radiactivos. Los nombres provisionales son ununtrium (Uut) para el elemento 113, ununpentium (Uup) para el 115, ununseptium (Uus) para el 117 y ununoctium (Uuo) para el 118.

Portavoces del instituto RIKEN, descubridores del elemento 113 en el año 2003, comentaron con anterioridad que japonium podría ser el nombre final del elemento químico 113.
Kosuke Morita, el líder del equipo científico que descubrió el nuevo elemento 113, durante la presentación en la prefectura de Saitama, Japón.

Todos los elementos están descubiertos (Yupi!!!)

Actualmente, ya no quedan más huecos en la tabla periódica. Hemos encontrado todos los elementos que pueden existir en la naturaleza, y si añadimos alguno más será sintético e inestable

El hidrógeno es el elemento más abundante del Universo conocido, y el helio es el segundo. Se estima que el hidrógeno y el helio constituyen aproximadamente el 74 % y 24 % de toda la materia del universo. Nuestro planeta, y por extensión el resto del universo, está compuesto básicamente de pocos elementos muy comunes, como el oxígeno (46 % de la masa de la corteza terrestre), el silicio (27,7 %), el aluminio (8 %), el hierro (5 %), el calcio, el sodio, el magnesio o el potasio. Tal y como explico en el libro El elemento del que solo hay un gramo:
En la parte inferior de la tabla periódica hay una gran cantidad de elementos raros llamados elementos transuránicos. Durante mucho tiempo, muchos de ellos tuvieron nombres de referencia como unununio, aunque poco a poco se les ha ido asignando nombres definitivos. La mayoría de estos elementos no existen de forma permanente y se generan en aceleradores de partículas. Muchos duran apenas unos pocos minutos antes de desaparecer. Por ejemplo, si tenemos 100.000 átomos de livermorio (elemento 116), transcurrido un segundo solo nos quedaría 1 átomo. Y más tarde, nada.
Por eso es posible que, en una fecha tan reciente como 2014, se confirmara oficialmente la existencia de un nuevo elemento de la tabla periódica, el conocido como ununseptio, convertido así en el elemento número 117. Es también el segundo elemento más pesado del mundo, un 40% más que el plomo.

Poco después se confirmó el ununoctio, también llamado eka-radón. El ununoctio es actualmente el único elemento sintético del grupo 18 y posee el número y masa atómica más altos de todos los elementos sintetizados. El ununoctio es el elemento químico más pesado observado en laboratorio.

Ya que sólo se han sintetizado tres o cuatro átomos de ununoctio hasta la fecha, no se conocen las aplicaciones de sus compuestos más allá de la investigación científica. Por las características del elemento, la exposición a cualquiera de sus compuestos supondría un caso grave de envenenamiento por radiación.

Vía | El Mundo

21 de septiembre de 2015

Así se veía la primera versión de la tabla periódica de los elementos

Aquellos que alguna vez pisaron un aula de química probablemente tuvieron que lidiar con la todopoderosa tabla periódica de los elementos. Aunque parezca mentira, y como tantos otras herramientas académicas, la tabla periódica no existe para desorientarnos y desesperar, sino para facilitarnos las cosas. Si no saben de lo que estoy hablando, la tabla periódica es un sistema genuino donde se listan, según sus propiedades químicas, los elementos que componen todo lo conocido.

Una sola persona no tuvo la inspiración de confeccionar este sistema, sino que fue más bien un descubrimiento progresivo, como suele pasar generalmente en la ciencia. En particular, la tabla periódica sufrió varios vaivenes. Los científicos no encontraban quórum a la hora de encontrar un criterio para ordenar los elementos. Además, en sus primeras etapas, era bastante común el descubrimiento de nuevos elementos y la presencia de gaps (baches) en la tabla, los cuales daban cuenta que faltaban eslabones en la cadena.

Hubo un científico ruso que fue clave para darle inicio a este sistema que condensa todos los elementos y sus principales propiedades químicas. Su nombre fue Dmitri Ivanovich Mendeleev y fue el creador de la primera tabla periódica de los elementos.

La primera tabla periódica

Asi-se-veia-la-primera-version-de-la-tabla-periodica-de-los-elementos-1.jpg 

Bastante más chica que la actual, ¿verdad? Esta tabla fue publicada por Mendeleev en el año 1871. A primera vista luce mucho más corta, escueta e incompleta. Sin embargo, si hacemos el ejercicio de remontarnos a la época, es asombroso pensar ya estaban caracterizados los elementos más importantes: el hidrógeno, el oxígeno y el carbono, entre otros.

En aquel tiempo, grandes químicos como Cannizzaro ya habían calculado el peso relativo de las diferente sustancias conocidas. Por ejemplo, sabían que el oxígeno era 16 veces más pesado que el hidrógeno (aún hoy se sigue relativizando de esta manera). 

Mendeleev decidió ordenar los elementos en su tabla según sus pesos relativos, empezando por los más livianos y terminando por los más pesados. No obstante, como podemos apreciar en la figura, la tabla no es una mera línea horizontal que va desde el hidrógeno (H) hasta el uranio (U), sino que este criterio, al mismo tiempo, le permitió detectar patrones relacionados a propiedades químicas de los elementos.

Al igual que las tablas periódicas que podemos comprar hoy en las librerías, la de Mendeleev estaba dividida en grupos (columnas) y períodos (filas). Por ejemplo, se puede ver que los metales tienden a estar a la izquierda (potasio, magnesio) y los no metales a la derecha (oxígeno, fósforo).

Asi-se-veia-la-primera-version-de-la-tabla-periodica-de-los-elementos-2.jpg 

A su vez, otro rasgo sobresaliente en la obra del genio ruso es la presencia de gaps en la tabla. Cada espacio en blanco en la tabla representa un gap. Este recurso no resultó para nada menor: le permitió predecir elementos que científicos ulteriores descubrieron y caracterizaron. 

Tengamos en cuenta que por aquella época se comenzaba a poner en boga la noción del átomo. Todavía quedaba un largo trecho para el descubrimiento de los protones y electrones. Con el avance de la ciencia, en especial de la física, los científicos comprendieron que los elementos en la tabla debían ser ordenados acorde a su número atómico (cantidad de protones) y no su masa, como originalmente se hizo.

Finalmente, quiero aclarar que en realidad hubo un boceto de tabla periódica dos años antes que la presentada en este artículo. Fue publicada en 1869 por el mismo autor, en la revista Zeitschrift für Chemie. No la consideramos una tabla periódica propiamente dicha porque carecía de la estructura que derivó en las que hoy genera dolores de cabeza a los alumnos de química.

La tabla periódica hoy 

Asi-se-veia-la-primera-version-de-la-tabla-periodica-de-los-elementos-3.jpg 

Esta tabla probablemente te resulta más familiar. Si la comparamos con su antepasado de 150 años de edad, la esencia es la misma. Como se puede apreciar, los gaps de la antigua tabla fueron sistemáticamente descubiertos, además de nuevos elementos, varios de ellos generados en el laboratorio. 

La actual tabla periódica esta lejos de ser un sistema estático o terminado. Frecuentemente se la pone en jaque a raíz de diferentes inconsistencias encontradas en los elementos. Por ejemplo, hace sólo unos días se ponía en duda la ubicación del lawrencio (Lr) debido a anomalías en sus propiedades químicas, que lo asemeja más a otro grupo de elementos. 

A su vez, existen tablas periódicas alternativas que obedecen otros patrones o criterios a la hora de ubicar los elementos. Cada una de ellas tiene sus ventajas y desventajas. Mientras tanto, nosotros seguimos con la descendiente de lo que alguna vez fue un boceto de Mendeleev.

Fascinante, ¿no es así?

Fuente:

Ojo Científico

17 de abril de 2015

Un automóvil basado en torio necesitaría 8 gramos de combustible para funcionar 100 años


Por Pablo G. Bejerano. Si se construyera, tal y como está reflejado en la teoría, el coche basado en torio (un elemento radioactivo que se encuentra de forma natural en el medio ambiente) necesitaría solo ocho gramos de combustible para toda su vida útil. Con esta cantidad de torio el vehículo podría recorrer las carreteras durante 100 años, según la compañíaLaser Power Systems, impulsora de la iniciativa. La fuente de energía sería la nuclear, pero el concepto tiene algunas fallas en su planteamiento.
La idea de Laser Power Systems de un coche basado en torio resulta atractiva. Significaría una alternativa al petróleo e incluso a los vehículos eléctricos, pues la comodidad sería mayor incluso. Repostar no volvería a ser necesario y todo esto lo agradecerían no solo los conductores sino también el medio ambiente.
El proyectado coche basado en torio obtendría la potencia gracias a la densidad de la energía, que impulsaría a las moléculas a generar energía. En la web de Laser Power Systems no se aclara el concepto y desde el sitio Energyfromthorium.com se asegura que no es posible usar este material de forma de unidad individual para propulsar un coche.
Y es que el torio como combustible para coches presenta múltiples dificultades. Desde Energyfromthorium desmienten que la densidad del torio tenga que ver con su capacidad para generar potencia. La única ventaja es que ocupa un volumen menor, pues la materia física es la misma. Además, para que funcionara sería necesario contar en el vehículo con las partes básicas de una central nuclear, que serían un reactor de torio, un generador y una turbina entre otras.
La investigación en torno al torio como combustible viene de lejos. El elemento se aisló por primera vez en 1828 y a finales del siglo XIX Pierre y Marie Curie descubrieron su radiactividad. Centros de investigación de todo el mundo han profundizado en las características de este material para buscar una posible alternativa energética. El científico nuclear chino, Fang Jinqing, que trabajó en el Instituto de Energía Atómica de China, señala que la tecnología funciona teóricamente y ofrece la oportunidad de rediseñar el escenario nuclear. Sin embargo, reconoce que existen grandes retos aún por solventar en lo que respecta al torio.

Torio, ¿la energía del futuro?


Tomado de:

Diario Ecología

2 de marzo de 2015

La selva del Amazonas necesita del desierto Sahara para sobrevivir



Tiene nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas. Se midió además la cantidad de polvo procedente de África.



Un antiguo proverbio chino dice que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami en otra parte del mundo. Y aunque pudiera sonar desproporcionado o exagerado, a medida que la ciencia amplía el conocimiento sobre fenómenos climáticos y atmosféricos, se comprueba que los ecosistemas de las distintas partes del mundo están más interconectados de lo que imaginamos.
Así, una de las regiones más áridas del planeta, el desierto del Sahara contribuye con la exuberante forma de  crecer de la selva amazónica. Los científicos han conocido por mucho tiempo que el polvo desértico africano viaja atravesando países y que incluso una parte se deposita en el Océano Atlántico antes de depositarse en la Amazonía en Sudamérica, Norteamérica, y otras regiones.
El artículo completo en:

17 de enero de 2015

Recuperada la primera muestra del elemento que arrasó Nagasaki

Un equipo de ingenieros nucleares de EEUU identifica la primera muestra de plutonio de la historia, sintetizada en 1941.


Glenn Seaborg, en 1962, posa en el laboratorio donde había sintetizado el plutonio dos décadas antes / DONALD COOKSEY
En 1941, cuando algunas de las lumbreras científicas del mundo ya pensaban en un arma definitiva para detener a Hitler, un investigador de 29 años iba a descubrir uno de sus ingredientes fundamentales. En un laboratorio de la Universidad de California en Berkeley (EEUU), Glenn Seaborg y otros colaboradores bombardearon uranio-238 con átomos de hidrógeno pesado. De aquella manipulación de la materia surgió plutonio-239, un nuevo elemento radiactivo que hasta entonces no se había observado en la naturaleza.
Aquel descubrimiento, el segundo elemento químico sintético de la historia y el primero de una serie de nuevos elementos artificiales más pesados que el uranio, le proporcionó a Seaborg el Nobel de Física en 1951. Antes, en 1942, le abrió la puerta del Proyecto Manhattan, la mayor y más controvertida hazaña de la ciencia aplicada de la historia.
Poco después de producir los primeros átomos de plutonio, Seaborg y el físico italiano Emilio Segrè descubrieron que, cuando se le disparaban neutrones, el plutonio-239 se escindía liberando una energía inmensa. Los científicos sabían que si se pudiese producir una cantidad suficiente del elemento, se convertiría en un explosivo monstruoso dentro del artefacto que ya se empezaba a conocer como la bomba atómica.
Con esta idea, Seaborg lideró un equipo de más de 100 científicos con el objetivo de obtener suficiente plutonio para poder usarlo con fines bélicos. En solo seis meses, lo habían logrado y el nuevo elemento se convirtió en el explosivo nuclear de la bomba bautizada como Fat Man. El 9 de agosto de 1945, solo cuatro años después de haber sido observado por primera vez, la reacción en cadena de los poco más de seis kilos de plutonio de Fat Manarrasó Nagasaki y a mató a buena parte de sus habitantes. Menos de una semana después, Japón se rendía y acababa la Segunda Guerra Mundial.
Antes de tener el apoyo de un Gobierno acuciado por la guerra y más experiencia, Seaborg y sus colegas necesitaron más de un año de trabajo con aceleradores de partículas para conseguir tan solo 2,77 microgramos de plutonio (el microgramo es la millonésima parte de un gramo). Pese a ser minúscula, aquella cantidad, conservada en forma de dióxido de plutonio, permitió comenzar a comprender aquella nueva sustancia y es un hito para la ciencia con profundas consecuencias históricas. Por ese motivo, cuando el trabajo científico terminó, se conservó en un tubo de cristal que acabó expuesto en el Lawrence Hall of Science de Berkeley. Allí permaneció durante varios años, pero en algún momento de la década pasada, según cuentan en un artículo publicado en arXiv y recogido por The Physics arXiv Blog tres ingenieros nucleares de Berkeley, por cuestiones financieras y de seguridad se retiró de la exposición y su pista se perdió.
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