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15 de mayo de 2015

La naturaleza del duelo



LAS FAMILIAS RECUERDAN A SUS FALLECIDOS JUNTO AL LUGAR DEL ACCIDENTE | EFE

Los familiares y amigos de las víctimas del accidente del vuelo de la compañía GermanWings están pasando por la peor pesadilla de sus vidas. Muchos de ellos puede que ni siquiera hayan aceptado el hecho y aún estén esperando a que milagrosamente, su hijo o su hermano, aparezcan por la puerta para poder darles un abrazo. 
Las consecuencias neurofiosiológicas para el ser humano cuando pierde a alguien con quien mantiene una relación estrecha o posee lazos afectivos varía de una persona a otra. Pero en general podemos hablar de síntomas asociados a la depresión, la ansiedad o la desmotivación, entre otros muchos más. 
¿Y nuestros primos los grandes simios? ¿Cómo viven reaccionan ellos ante la muerte? El primatólogo Toshida Nishida ha escrito sobre varios de estos casos acontecidos en chimpancés en la selva de Mahale (Tanzania) con resultados muy interesantes. Las crías de esta especie son cargadas por sus madres durante semanas, e incluso meses si sucede durante la época seca, ya que los cuerpos se momifican, algo que no puede ocurrir en la época de lluvias porque se descomponen rápidamente por la humedad. 
Un hecho del que deducimos el lazo que une a las madres de chimpancés con sus crías es que los recién nacidos muertos son cargados por las madres durante una semana, pero si tienen entre uno y tres años, la carga se prolonga más tiempo debido a que el apego es mayor. A muchos humanos les ocurre igual. Sufren mucho si pierden a un recién nacido pero aún más si su hijo o hija tiene 10 años. A esta edad existe toda una serie de recuerdos y experiencias compartidas que unen aún más a las personas. 
Por el contrario, los macacos dejan antes a los mayores que a los recién nacidos. Se debe a que la decisión para dejarlos proviene de instintos diferentes. "La madre de un macaco toma la decisión en base al peso del infante muerto, mientras que la madre de un chimpancé la toma dependiendo del grado de afectividad desarrollado", concluye Nishida.
Pero los grandes simios tampoco somos únicos que sufren por la muerte. En el año 2003, en una reserva africana, una elefanta hembra llamada Eleanor mostraba signos de estar en mal estado. Su trompa se caía, un colmillo estaba roto y no podía sostenerse por sus propios medios. Los elefantes de su grupo habían tratado de ayudarla pero la pobre elefanta volvía a caer.  De repente, un macho de otra manada de elefantes, Grace, el más fuerte de ellos, se acercó para echar una "mano". Con sus gigantes colmillos, trató de ponerla en pie pero sus patas estaban muy debilitadas y tampoco pudo ser. Eleanor se estaba muriendo y falleció pocas horas después. 
El comportamiento que mostraron a continuación no difiere mucho del respeto que las personas mostramos por los fallecidos. Los elefantes cuidaron el cuerpo y se mantuvieron cerca durante días. Incluso elefantes que no eran de su grupo se aproximaron para tocar con sumo cuidado el cadáver, especialmente los pies y los colmillos, como si "mostraran sus respetos" a la fallecida. Esto ocurrió incluso después de que el cadáver hubiera sido mordisqueado por hienas, buitres y otros animales carroñeros de la sabana. 
Los casos de elefantes son más conocidos desde hace décadas, pero los duelos que suceden bajo los océanos entre los cetáceos eran ignorados hasta hace poco. En el año 2000, una hembra de delfín muerta fue avistada por los guardacostas de la isla de Mikura (Japón). Cuando los buceadores trataron de sacar el cuerpo, aparecieron otros delfines que se lo impidieron. Dos machos adultos estuvieron durante días turnándose para estar siempre junto al cuerpo. Hacían guardia para no permitir que retiraran el cadáver. Unos investigadores regresaron al día después y tampoco lo consiguieron porque los mismos machos seguían haciendo guardia. 
En Canarias, se dio noticia de un caso similar en el año 2003. Un grupo de delfines rodeaba el cuerpo muerto de un pequeño delfín de apenas unos meses de edad. Los observadores se dieron cuenta de que incluso cuando el cuerpo ya estaba descompuesto, seguían cuidándolo. Cualquier ave que se acercaba era expulsada por los delfines inmediatamente. 
Puede que el dolor de una madre humana no sea idéntico al de una madre de un delfín. Eso nunca lo sabremos, pero sí podemos detectar comportamientos muy similares que nos hacen pensar que también están pasando por momentos difíciles. En lo que todos estamos de acuerdo es que la muerte es uno de los momentos más dolorosos de nuestras vidas, y por lo que descubrimos cada año, para otras especies cercanas puede que también.
Fuente:
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