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20 de enero de 2019

De Rerum Natura: el poema científico que hace 2.000 años urgió a los humanos a no temerle a los dioses

¿Somos como bolas de billar, impulsados por fuerzas que nos controlan y sin libre albedrío?

¿Alguna vez piensas en las fuerzas que controlan tu vida? ¿Si estamos a cargo de nuestro propio destino o si solo somos ovejas, que van donde las llevan? 

A lo largo de la historia, ha habido algunas teorías del mundo físico que han señalado que no existe el libre albedrío; que somos como los átomos que chocan con otros átomos de acuerdo con las leyes de la física, como las bolas de billar en el paño verde, dominados por fuerzas mucho más grandes sin que haya nada que podamos hacer para cambiar el rumbo.

Pero también ha habido personas que han querido que pensemos de manera diferente, quienes teorizan sobre la física y el mundo natural para alentarnos a sentirnos más libres. Y a quienes les gustaría que usemos la física para enfrentar incluso nuestra propia mortalidad con calma.

Uno de ellos fue Tito Lucretio Caro, autor del poema "De rerum Natura" (De la naturaleza de las cosas), de 2.000 años de antigüedad, sobre la naturaleza de las cosas, cuyas teorías sobre el mundo físico siguen siendo válidas y pueden hacernos pensar de manera diferente sobre el significado de nuestras propias vidas.

Él

Sobre la vida de Lucrecio no se sabe mucho.

Sabemos que vivió entre los años 99 y 55 a.C. en el Imperio Romano y que probablemente era muy rico, pues los pobres no tenían tiempo para escribir largos poemas sobre filosofía y ciencia.

Ciertamente, era un devoto de la filosofía del pensador griego Epicuro; de hecho, "De Rerum Natura" es una reafirmación poética de los pensamientos epicúreos, valiosa pues no los tenemos registrados en ningún otro lugar.

De lo que sí tenemos conocimiento es de la época en la que vivió Lucrecio y lo que significó para su obra.


El desmoronamiento de Roma

El siglo I a.C. vio el lento colapso de la República romana. Fue un momento caótico y aterrador, cuando los líderes parecían más preocupados por competir entre sí que en unirse por la estabilidad de Roma.

El poder político y la riqueza se había ido concentrado en un número cada vez menor de familias, que usaron su influencia para obtener privilegios para ellos y sus hijos.

Los grupos de élite se preocupaban poco por la gente común, a menos de que tuvieran que comprar sus votos.
Eventualmente, este sistema condujo a la creación de milicias privadas y luego, inevitablemente, a la dictadura.

Caos, inseguridad y sangre

Al comienzo de la vida de Lucrecio, Cayo Mario el joven gobernaba Roma. Fue derrotado por Lucio Sila, cuyo gobierno fue excepcionalmente sangriento: ejecutó a cualquier persona que percibiera como "un enemigo del Estado", que era cualquiera que a él no le gustara.

Sila debilitó y desestabilizó permanentemente a Roma. Finalmente llevó a la toma de poder por parte de Julio César... y más guerra civil.

Ser ciudadano romano en ese momento era difícil y angustioso.

Para la mayoría de la gente -incluso los aristócratas- era obvio que estaban a merced de vastas fuerzas que no podían cambiar o controlar. Al igual que las bolas de billar, cada dictador a su turno los lanzaba de un lugar a otro.

Fue durante esos turbulentos años que Lucrecio tomó su pluma para escribir un poema sobre el mundo natural, las fuerzas que lo controlan y cómo podemos pensar en nuestro lugar en el Universo.

Dioses atómicos

"De Rerum Natura" es una obra épica, hermosa y persuasiva.

Comienza hablando de los átomos.

Lucrecio, al igual que Epicuro, siguió la tradición griega al creer que el Universo está compuesto de pequeñas partículas indivisibles.

"De Rerum Natura" nos pide que consideremos que todo lo que realmente existe en el Universo son estos átomos y el vacío entre ellos.

Los átomos son indestructibles, el número de átomos en el Universo es infinito y también lo es el vacío en el que se mueven los átomos.

Hasta ahí, suena algo seco, ¿no?

Pero lo que Lucrecio estaba diciendo era revolucionario entonces, y aún tiene el poder de sorprender. 

Decía que no hay fuerzas sobrenaturales que controlan nuestras vidas, que no somos títeres del Destino, que de haber dioses, estos están hechos de átomos como todo lo demás. Que no había nada más.

O como dice Lucrecio:

"Enseño grandes verdades y me propongo desatar
La mente de las estrechas restricciones de la religión, y escribo
De un tema tan oscuro en una poesía tan brillante"

Eso era muy radical... lo sigue siendo en algunos casos.

El propósito declarado de "De Rerum Natura" es argumentar -¡en verso!- que los seres humanos no deben temerle a los dioses, ni a nada.

Del átomo a la muerte

Para explicar sus principios atómicos, Lucrecio utiliza metáforas coloridas y fascinantes, como esta descripción del movimiento de átomos conglomerados en un objeto:

"Un rebaño de ovejas lanudas sobre un cultivo en una ladera...
Cuando lo vemos desde lejos, la distancia nubla la escena
Hasta que es solo un parche de blanco en un campo de verde"

Y después pasa de la discusión sobre los átomos y el infinito del espacio a argumentar que así como no le tememos a la nada que vino antes de nacer, no debemos temerle a la nada después de la muerte.

Ese fue un argumento poderoso en un momento en que los dictadores repartían la muerte indiscriminadamente.

El artículo completo en: BBC Mundo


7 de septiembre de 2018

Las indulgencias, pasaportes para llevar el alma al Paraíso

Según la RAE, las indulgencias son la remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados, que se obtiene por mediación de la Iglesia, y según la etimología viene del latín indulgentia (benevolencia, bondad o exención de algo, siempre de un superior a un inferior), nombre derivado del verbo indulgeo (ser indulgente o conceder). Establecidas las bases, entremos en la cuestión histórica.



Los primeros antecedentes de la práctica de las indulgencias se remontan al siglo III, cuando las penitencias impuestas a los pecados considerados especialmente graves eran muy severas. Así que, para recuperar a la oveja descarriada, se fue reduciendo la duración y la gravedad de las penas impuestas, sólo a determinadas personas recuperables para la causa y que, a cambio de esa reducción, realizasen determinadas acciones (peregrinación, mortificación, ayuno…) o prestación de servicios, como la primera indulgencia plenaria concedida por el Papa Urbano II en el siglo XI a cuantos participaran en aquella Primera Cruzada contra los infieles. Miles y miles de cristianos de toda clase y condición tomaron la cruz al grito de…
Dios lo quiere.
A partir del siglo XII, la práctica de las indulgencias comenzará a extenderse por toda la Iglesia y, de paso, a pervertir su espíritu hasta convertirse en un auténtico mercado para obtener financiación y los compradores el perdón de sus pecados. Pero Sixto IV fue un poco más allá…
Los que murieron en la luz de la caridad de Cristo pueden ser ayudados por las oraciones de los vivos. Y no sólo eso. Si se dieren limosnas para las necesidades de la Iglesia las almas ganarán la indulgencia de Dios.
Hasta la fecha, los beneficiarios de las indulgencias eran los vivos, pero ahora los vivos podían comprar un pasaje en un crucero de lujo para que sus difuntos saliesen del aterrador purgatorio, donde se redimían las penas, y alcanzar el paraíso celestial. Otra ventaja de este mercado, a diferencia de otros Papas que vendieron reliquias más falsas que Judas u obtenidas de expoliar tumbas de santos, era que al no entregar nada a cambio era un producto inagotable. Una legión de curas recorrieron ciudades y pueblos vendiendo humo que los temerosos de Dios compraban en beneficio de sus difuntos…
pasaportes para llevar el alma al Paraíso
En 1517, el dominico Johannes Tetzel recorría Alemania, como un vendedor ambulante, recaudando fondos para el Papa León X con la venta de indulgencias. Se podían comprar de dos tipos: a posteriori, que liberaban el alma de algún ser querido del purgatorio y a priori, para futuros pecados que pudieses cometer. Ante esta inmoralidad, el 31 de octubre 1517 Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg atacando el mercantilismo de la salvación de las almas. Además, haciendo uso de las últimas tecnologías, la imprenta, consiguió que en sólo dos meses sus tesis fuesen conocidas en toda Europa. Aunque en un principio León X no hizo mucho caso de aquel loco solitario, la buena acogida que tuvo, sobre todo en el centro y norte de Europa, le obligó a tomar cartas en el asunto antes de que le reventase el negocio. En 1521 publicó la bula Decet Romanum Pontficem en la que excomulgaba a Lutero. Lejos de ponerle freno a la contienda, las tesis de Lutero sirvieron para plantear desde varios países de Europa una reforma de la Iglesia. De este movimiento nacería la llamada Reforma protestante que llevaría al cisma de la Iglesia católica, origen del protestantismo (luteranismo y calvinismo principalmente).



Pero también hubo algún comprador que dejó al vendedor de indulgencias compuesto y sin… dinero. El conde de Villamediana, Juan de Tassis, escuchaba atentamente una homilía en la que el párroco se centró en el tema de las almas que vagaban en el purgatorio y de cómo se les podía librar de aquel sufrimiento: un donativo les proporcionaría su viaje al cielo donde ya serían felices cual perdices en primavera. Cuando terminó la eucaristía, el conde se acercó a la sacristía y dejó una moneda de oro sobre la mesa del párroco. Éste, sorprendido por su fama de tacaño, le dijo…
Excelencia, acabáis de sacar un alma del purgatorio.
Padre, ¿las almas que salen del purgatorio pueden volver por alguna razón? -le preguntó el conde.
El cura le dijo que una vez en el cielo ya no era posible volver al purgatorio. El conde cogió la moneda que todavía estaba en la mesa y le dijo…
Pues siendo así, esta moneda ya no os hará falta.
Venta de indulgencias, en la película Lutero (2003). Vemos al padre dominico Johann Tetzel (interpretado por Alfred Molina) realizando su efectiva campaña de marketing....


Hasta la próxima amigos

Lic. Leonardo Sánchez Coello
leonardo.sanchez.coello@gmail.com

19 de enero de 2017

El desastre que mató a cien mil personas y creó la sismología moderna

Eran las diez menos cuarto de la mañana del 1 de noviembre de 1755. En ese momento exacto el mundo se resquebrajó. Primero fue un temblor, luego un tsunami, después los incendios, el pánico y la miseria: el primero de noviembre de 1755, el día de todos los santos, el terremoto de Lisboa se llevó 100.000 vidas, estremeció Europa y se convirtió en el primer desastre moderno.





Estos días llenos de terremotos, con la mente en Japón, en Centroamérica, en Chile o en Nepal, viene bien recordar el momento en que entendimos que los desastres naturales no eran sólo cosa de Dios, la naturaleza o el destino, sino fenómenos que podíamos estudiar, prevenir y explicar. El 1 de noviembre de 1755 "nació" la sismología moderna.


"De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la Tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina” porque “era una ciudad rebosante de devoción”. Así describía Nicholas Shrady, autor de The Last Day, la ciudad de Lisboa. Y debía de ser cierto, sobre todo porque nuestro fuerte nunca ha sido la predicción.

Y crack. El terremoto fue largo, algunas crónicas dicen que duró más de seis minutos, y destrozó la ciudad por las costuras. Hubo grietas que tenía más de cinco metros de ancho. Unos 40 minutos después, un tsunami arrasó el puerto y la ciudad ribereña. Nadie lo esperaba. Rousseau se preguntaba en una carta a Voltaire que “¿Cuánta gente desafortunada pereció en este desastre por haber regresado a sus casas para recuperar unos sus ropas, otros sus papeles y otros su dinero?”.

Pero como Lisboa ha sido siempre una ciudad de escarpadas colinas, en las zonas que se salvaron del agua comenzaron a propagarse los fuegos. Las cárceles se desmontaron y los criminales tomaron una ciudad en la que llovía ceniza y las iglesias se derrumbaban mientras los prostíbulos seguían en pie.

El buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad no sufrió daño alguno: “La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina”, dice Shrady; “los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron”. Y por ello, no sólo se derrumbaron las iglesias, con decenas de miles de fieles en su interior, sino también una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso instante: “El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea”, afirma igualmente Shrady, “porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar las causas y la naturaleza de ese tipo de desastres”, hizo a un lado a Dios y contempló la posibilidad de las causas naturales para los mismos. Una chispa de racionalidad que fue, quizá, lo único positivo de esta catástrofe perfecta.

El artículo completo en Xakata

Más información en Hipertextual 


29 de febrero de 2016

La larga historia del ateismo

El libro 'Batallando con los dioses' explora las raíces de la "no creencia"

Tim Whitmarsh sostiene que la tendencia ha estado presente todas las culturas

El profesor de Cambridge rebate el mito de que es un "invento" de la Ilustración




El ateísmo viene de largo y es tan antiguo como la creencia en Dios, sostiene el profesor Tim Whitmarsh, que enseña Cultura Griega en la Universidad de Cambridge y se desmarca estos días con un libro,Battling the Gods, indagando como pocos en la raíces de la "no creencia" en seres divinos.


Asegura Whitmarsh que la idea de que el ateísmo en un "invento" de la Ilustración, propulsado por los avances de la ciencia, ha sido un mito que pervive hasta nuestros días por la influencia del cristianismo. El profesor de Cambridge reconoce que ha tenido que excavar "bajo los escombros acumulados durante siglos de censura cristiana" para encontrar indicios de ateísmo en culturas milenarias.

Whitmarsh se rebela también contra idea de que la religión es un producto inevitable de nuestra evolución como especies. "Estoy intentando rebatir la noción de que los humanos estamos "programados" para creer", declara a The Guardian el experto en cultura clásica, que ahonda sobre todo en las huellas de ateísmo en la Grecia politeísta, pasando por Sócrates y Platón.


A Sócrates le obligaron precisamente a beber cicuta por "no reconocer los dioses ancestrales". Aunque su ejecución, sostiene Whitmarsh, no fue tanto por "herejía" como por razones políticas, ya que el ateísmo llegó a estar más o menos tolerado en la sociedad ateniense.

Se remite Whitmarsh a uno de los famosos diálogos platónicos, en los que un creyente arenga con complejo de superioridad a un "no creyente": "Tú y tus amigos no sois los primeros en tener este este punto de vista sobre los dioses. Siempre ha habido de esos que sufren esta "enfermedad", en mayores o menores números".

"Podemos estar o no de acuerdo a la hora de bautizarlo como "enfermedad"", puntualiza Whitmarsh. "Pero Platón tenía seguramente razón en el punto principal: siempre ha habido a lo largo de la historia, y en todas las culturas, gente que se resiste a creer en un poder divino".

Nos recuerda Whitmarsh a pensadores como Carnéades de Cirene, que dirigió la Academia de Platón en el siglo II antes de Cristo, y que consideraba "la creencia en dioses como algo ilógico". Tiempo después, Jenófanes de Colofón criticó los dioses antropomórficos como "una invención humana y corrupta" (aunque propuso al mismo tiempo la evolución hacia algo parecido al panteísmo).

Los primeros ateos

Diágoras de Melos se llevó de hecho la mala fama del primer ateo en la Grecia clásica. Los atomistas Leucipo y Dmócrito defendieron luego una visión materialista del mundo en la que no había lugar para la intervención divina. Whitmarsh recuerda cómo los epicúreos, en pos de la vida feliz y del carpe diem, fueron llamados en sus tiempos los "ateos" (literalmente, "sin dios").

El autor de Batallando a los dioses se desmarca del debate actual, propiciado tanto desde el cristianismo como desde el "nuevo ateísmo". "Las dos posturas pecan de vanidad modernista", asegura Whitmarsh.

"Lo cierto es que la no creencia en un poder supranatural es tan vieja como nuestras colinas", concluye el profesor de Cambridge. "Es de una profunda ignorancia creer que los europeos "iluminados" del siglo XVIII fueron los primeros en batallar contra los dioses. De hecho, en las sociedades antiguas fueron más capaces de contener el ateísmo dentro de lo que estaba considerado "normal"".

Fuente:

El Mundo Ciencia

13 de enero de 2015

¿De dónde salió el cromosoma Y de Jesucristo?


La duda es la obligación metodológica del pensamiento científico. En un momento en el que ascienden nuevas y viejas corrientes irracionales, Estupinyà explica cómo funciona la ciencia y describe la peligrosa tentación de sacar la conclusión que más nos conviene.

Para hablar del pensamiento acientífico nada mejor que comenzar hablando sobre los abogados. Científicos y abogados utilizan un orden opuesto de pensamiento: los científicos primero obtienen evidencias empíricas y después obtienen conclusiones supuestamente objetivas, mientras que los abogados parten siempre de una conclusión predeterminada que defender, y más tarde buscan las pruebas o argumentos subjetivos que la sostengan. Si un abogado está hablando con su cliente y descubre un punto débil, su objetivo será esconderlo. Un científico está en condiciones de hacer lo mismo cuando un resultado no encaja con su teoría, pero entonces será un mal científico. Y los malos trabajos científicos, con el tiempo, son descubiertos.


Imaginemos la siguiente escena: un abogado se encuentra a mitad de un caso; después de escuchar al fiscal, se detiene a meditar, duda un poco, y de repente se gira hacia el juez y dice: “Oiga, ahora que lo pienso, quizás este hombre tenga razón y mi cliente sea culpable.” La opinión general sería que se trata de un mal abogado. Su obligación es luchar y hacerlo de manera dogmática por defender la posición de su cliente, tenga o no razón. “Hay dos verdades, la real y la del caso”, dicen en las facultades de derecho. Si un científico tuviera esta última actitud y se empecinara en defender sus ideas, incluso si las evidencias lo contradicen, entonces diríamos de él que se trata de un pésimo científico.

Admito que mi descripción del trabajo del abogado raya en la caricatura, pero intelectualmente me sirve, en términos generales, para plantear este orden entre conclusiones y pruebas, que distingue el pensamiento científico del acientífico. El ejemplo de los transgénicos puede ilustrar muy bien esta oposición. Alguien que está de manera sistemática en contra de los organismos genéticamente modificados –se trate o no de un investigador– seleccionará solo la información y los estudios que insinúen algún riesgo para la salud o el medio ambiente, y desechará los resultados que no gusten a sus oídos. Por el contrario, el buen científico seguiría un proceso inverso. En un principio no tomaría una posición ni sacaría conclusiones antes de tiempo. Analizaría todas las pruebas de manera objetiva, y después discutiría en qué condiciones un transgénico determinado puede ser conflictivo, absolutamente inocuo o incluso beneficioso. La objetividad es una obligación del buen científico, aunque sea muy difícil mantenerla.

Pensemos que lo que define el pensamiento científico, en términos intelectuales, no es solo los estudios que lo respaldan, sino también su manera de actuar. Nada tan alejado del pensamiento científico como defender algo por fe o dogmatismo. Para la religión las dudas son algo que debe superarse gracias a la fe, mientras que para el científico la duda es una obligación metodológica. La responsabilidad del científico es poner en duda lo que le diga su maestro e intentar corregirlo. De otro modo, los libros de ciencia terminarían siendo biblias intocables, nunca habría creación de nuevo conocimiento y los paradigmas no evolucionarían.
¿De dónde salió el cromosoma Y de Jesucristo?
Un caso ilustrativo de este conflicto entre fe y ciencia es el del reconocido físico Frank J. Tipler, profesor de la Tulane University y autor de un famoso libro de texto de física que se estudia en las universidades. Tipler, por otro lado, es un ferviente religioso convencido de que la ciencia puede congeniar perfectamente con la religión. (Mucha gente piensa lo mismo. Yo no, pero no pretendo discutir ahora esa cuestión.) Si nos atenemos a conceptos generales –si pensamos en un Dios, como el de Spinoza, que diseñó el universo en un momento inicial y dejó que la naturaleza hiciera el resto– la fe y la ciencia podrían coexistir en dimensiones separadas. En cambio, si tratamos de justificar todos los detalles que aparecen en la Biblia, sin duda habrá momentos de fricción entre la creencia religiosa y el pensamiento científico. Tomemos el caso de la virginidad de María: según lo que sabemos hasta ahora de biología, es absolutamente imposible que María tuviera un hijo varón, dado que ningún hombre introdujo el cromosoma Y en su sistema reproductivo. Si Jesucristo hubiera sido mujer, se podría pensar en una reproducción por partenogénesis, un proceso en que el material genético de un óvulo se duplica espontáneamente sin que haya división celular y luego de alguna manera se activa y empieza a dividirse como si hubiera sido fecundado. La partenogénesis existe en algunos reptiles, e incluso se puede inducir artificialmente en primates. No sería imposible que sucediera de modo espontáneo en alguno de los miles de millones de humanos que han aparecido sobre la Tierra a lo largo de nuestra historia. Pero, en cualquier caso, este humano sería hembra, con dos cromosomas X. Una mujer virgen podría tener una hija, pero nunca un hijo. No obstante, la mayor parte de los católicos está convencida de que María engendró a Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Algunos admitirán que la mágica multiplicación de panes y peces podría tener un sentido figurado, no así la virginidad de María; esa es incuestionable. Es un dogma de fe. O, para mí, de irracionalidad. Aquí es donde Frank Tipler entra en escena. Hace unos años este gran matemático y físico publicó un libro llamado ThePhysics of Christianity, donde intentaba explicar científicamente todos los “milagros” aparecidos en la Biblia, entre ellos la virginidad de María. Tipler argumentó algo absolutamente inverosímil, como que algunos genes del cromosoma Y del padre de María pudieran haberse traslocado a uno de los cromosomas X de María, de manera que no estuvieran activos en ella, pero que en una eventual partenogénesis se hubieran duplicado y hubiesen pasado a activarse en su futuro hijo. De esta manera Jesucristo tendría dos cromosomas X, pero con los genes clave del cromosoma Y que le darían la condición masculina. Si analizamos el razonamiento de Tipler, su hipótesis es una burda jugarreta para intentar defender sus ideas. Y es aquí donde el físico Tipler está siendo –de modo muy lamentable– anticientífico. Quiere creer que María tuvo un hijo varón siendo virgen, porque así se lo dicta su fe. Ante el conflicto, en lugar de enfrentarse a su fe, se enfrenta a la ciencia al grado de tergiversarla para acomodar las explicaciones científicas a sus creencias. En el caso de Tipler, la fe se encuentra por encima de la ciencia. Podrá ser un buen físico, pero es un mal científico.. Lea el artículo completo en:

26 de septiembre de 2014

Stephen Hawking: "No hay ningún Dios, los milagros no son compatibles con la ciencia"

Stephen Hawking Stephen Hawking, en la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Cambridge en septiembre de 2013. (GTRES)

El científico británico interviene esta semana en el Festival Starmus de Tenerife. Hawking confía en que el ser humano terminará entendiendo el origen y la estructura del Universo: "Ya estamos cerca de lograr este objetivo", dice.

Para el físico, la exploración espacial impulsará grandes avances: "Evitaría la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas". 


El científico británico Stephen Hawking ha subrayado en España la importancia de contar con "licenciados con formación científica para garantizar el desarrollo económico" y ha advertido de la dificultad de que los jóvenes opten por carreras científicas si siguen los recortes. No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación En un encuentro con el diario El Mundo, Hawking, que esta semana interviene en el Festival Starmus de Tenerife, deja un mensaje para el Gobierno español: "No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación". 

El prestigioso físico inglés, que sufre una enfermedad neurodegenerativa (Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA) desde los 21 años, señala en la entrevista que le gustaría ser recordado por su trabajo en la cosmología y los agujeros negros. Hawking también deja clara su postura sobre la religión: "Antes de que entendiéramos la ciencia, lo lógico era creer que Dios creó el Universo, pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente (...) no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia". 

En esa línea, el científico confía en que el hombre terminará entendiendo el origen y la estructura del Universo: "De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr este objetivo. En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana". 

Sobre la exploración espacial, Hawking considera que "continuará impulsando grandes avances científicos y tecnológicos" porque representaría un seguro de vida para la supervivencia del ser humano: "Podría evitar la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas", opina. El prestigioso científico, que usa un complejo sistema para comunicarse que activa con sus mejillas, tiene previsto intervenir en dos ocasiones en el Festival Starmus: para explicar su teoría acerca de cómo el Bosón de Higgs podría causar la destrucción del Universo y para hablar de agujeros negros. 

Fuente:

20 minutos

24 de septiembre de 2013

Las ofensivas cartas marcadas de los creyentes a la hora de discutir sobre ciencia

religion genesis creacionismo ciencia evolucion biblia dios conflictoA lo largo de los años cualquier racionalista se habrá visto inmerso en multitud de discusiones sobre el eterno debate entre ciencia y religión con creyentes del más diverso pelaje, desde los fundamentalistas bíblicos hasta los más moderados y abiertos miembros de la grey religiosa. Pero sea cual sea el nivel de profundidad religiosa del interlocutor, queda siempre la sensación de haber sido estafado respecto a los términos de la discusión.

Y esto es así porque cuando un creyente al hablar sobre ciencia (ya sea en una charla de bar, en un foro de internet o dejando comentarios en una web) utiliza argumentos religiosos, digámoslo coloquialmente, está usando “cartas marcadas” ya que por supuesto él ya tiene una seguridad inamovible (puesto que es creyente) en su particular verdad revelada. Y esta verdad absoluta será puesta siempre por encima de cualquier evidencia que se le muestre en su contra por muy contundente que esta pueda llegar a ser. Y generalmente en este tipo de situaciones, no pasa mucho tiempo hasta llegar a un callejón sin salida por muy paciente y lógico que uno sea presentado argumentos racionales o pruebas experimentales en defensa de la tesis científica en cuestión. Y lo mismo ocurre cuando se muestran al creyente los evidentes errores que se derivan de pensar que, unos profetas básicamente iletrados de la más remota Antigüedad poseen algún tipo de conocimiento relevante para nuestra actual sociedad hipertecnológicamente desarrollada. Como comentó el famoso personaje del Dr House en una de sus lapidarias y ya célebres citas:
Si se pudiera razonar con la gente religiosa no habría gente religiosa.
Además todavía hay un detalle fundamental que a mí personalmente me indigna muchísimo en este tipo de situaciones. Los religiosos pueden tener formación científica o no, saber mucho o desconocer datos científicos particulares, pero lo que ellos siempre “saben” con total seguridad es que la ciencia en el fondo es errónea, porque muchas veces (si no todas) contradice de forma diametral aquello que sus libros sagrados (emanados de una divinidad omnisciente no lo olvidemos) les ha revelado. Y en este punto hay que entender que esta ignorante creencia es ofensivamente insultante para esos millones de personas que nos dedicamos con mayor o menor fortuna a la tan famosas pero ingratas labores científicas.

Porque estos individuos (desde la superioridad que les confieren sus púlpitos, imaginarios o reales) están pregonando a los cuatro vientos sin ningún pudor, que la más poderosa herramienta que ha ideado la mente humana para entender la realidad y quizás la única de la que disponemos en la actualidad para nuestra propia supervivencia como especie: el método científico, es errónea.

Así en una situación equivalente ¿Cómo sería tratado un individuo incapaz de leer y escribir correctamente que dijera en un foro sobre literatura que Cortázar o Cervantes son basura mientras se vanagloria de su analfabetismo? ¿O un personaje que escribiera un comentario en una web especializada en ingeniería (o ya puestos en el Aula Magna de la Universidad) que aunque no sabe nada de las matemáticas más elementales, él considera que el puente Golden Gate de San Francisco es una chapuza de diseño? ¿Alguien puede pensar que en esas condiciones hay que ser tolerante con las opiniones y respetar tamaños despropósitos? Entonces ¿porqué hay ser más condescendientes (y habitualmente sumisos) con la prepotente ignorancia anticientífica religiosa que con el resto de las ignorancias?

Fuente:

La Ciencia y sus Demonios

12 de agosto de 2013

Historia: Cuando se votó si Dios existía

Autor invitado: Javier Sanz, autor del blog Historias de la Historia (*)

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Durante la Segunda República Española, entre 1931 y el comienzo de la Guerra Civil, muchas cosas cambiaron del anterior régimen, la monarquía de Alfonso XIII. Éste, el mismo día que se proclamó la República, abandonó el país y creo que fue una decisión más que acertada porque de haberse quedado, la Guerra Civil habría comenzado cinco años antes. En materia religiosa, la República emprendió la secularización del Estado, proclamó la libertad de culto, la voluntariedad de la enseñanza religiosa, el fin de las exenciones tributarias a la Iglesia... El Papa Pío XI, a través del nuncio Federico Tedeschini, envió una carta a los obispos españoles...

La Santa Sede desea que se recomiende a los sacerdotes, religiosos y fieles de sus diócesis que respeten los poderes constituidos y les obedezcan para el mantenimiento del orden y para el bien común.

Las dos partes, República y Santa Sede, parecían poner cordura en un momento difícil pero, otra vez, los fanáticos decidieron hacer de las suyas. La quema de conventos provoca una ola de violencia anticlerical y, para echar más leña al fuego, aparece el arzobispo de Toledo, Pedro Segura, como representante de la facción más extremista del clero atacando a la República. Desde el gobierno de la República se solicita a Pío XI que le sustituya de su cargo.

El Papa para no calentar más los ánimos lo reclama para que viaje a Roma donde permanecerá hasta 1937. A pesar de todo, los cosas volvieron a complicarse cuando el gobierno incautó una carta al obispo de Vitoria, remitida por Pedro Segura, en la que, en previsión de la expropiación de los bienes de la Iglesia, aconsejaba que se facultase a los obispos para poder vender los bienes eclesiásticos y poner los inmuebles de la Iglesia a nombre de seglares. Rápidamente, el gobierno actuó y publicó un decreto en el que se suspendían las facultades de venta y enajenación de los bienes y derechos de todo tipo de la Iglesia Católica y de las órdenes religiosas.

Manuel-Azana-presidente-del-Ateneo-y-Valle-Inclan-con-otros-contertulios-en-La-Cacharreria.1930_large

El paso del tiempo consiguió que las aguas volviesen a su cauce. Y como cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo... el Ateneo de Madrid (el templo de la cultura, el ágora del pensamiento libre, el senado de la libre discusión...) decidió en 1936 hacer una votación para decidir, democráticamente, si Dios existía. El resultado de la votación fue que, según las mentes privilegiadas de este país, Dios no existía por un solo voto. ¿Y no habría cosas más importantes que discutir? De entre los socios del Ateneo de Madrid han salido 16 presidentes de gobierno de España... no digo más.

Tomado de:

El País (España)

11 de agosto de 2013

Juan Carlos Tafur: "La religión clausura puertas a la inteligencia"

Comentario de "Conocer Ciencia": En este blog no respaldamos el pensamiento de Freud, y consideramos el psicoanálisis como una pseudociencia, tal como se puede constatar en nuestra serie: "El Mito de Freud". No obstante las ideas de Juan Carlos Tafur (peruano, periodista, ateo y sseguidor e Freud) nos parecen interesantes; y algunas ideas son bastante lúcidas, por ello compartimos este artículo con todos ustedes.

Juan Carlos Tafur es peridodista, psicólogo clínico y uno de los ateos más conocidos del medio. En una conversación por de más interesante con Libre pensador, nos dejó una importante lección de vida gracias a su filosofía nutrida, escencialmente, por la escuela psicoanalítica de Freud. 

Por @RicardoMayta 

¿Por qué Juan Carlos Tafur no es una persona religiosa? 

Porque las explicaciones que la religión me daba cuando niño fueros sustituidas por explicaciones más eficaces de lo que ocurría en la realidad, en la vida cotidiana, y que me las daba la ciencia, la experiencia o el conocimiento secular. 

Frente a eso, a pesar de que hay una predisposición psicológica a creer en una determinada religión, preferí ir en contra de ella y apuntar más a la búsqueda de algo más racional y objetivo, contra algo que yo considero que es psicológicamente una tendencia a ser religioso, aparte de la formación que yo recibí en colegios religiosos. 

Mi descreencia fue un proceso paulatino, que se consolidó en tiempos universitarios, y partir de allí, es casi una convicción plena. Tendría que ocurrir algo extraordinario; ser testigo directo de un milagro o algo de esa magnitud, que lo dudo, para que yo revierta mi convicción actual: algo fuera de la naturaleza, del tiempo y el espacio presentes. 

 ¿Qué aspectos negativos se hallan en la religión desde el punto de vista de la psicología? 

La religión clausura puertas a la inteligencia humana; ofrece salidas y explicaciones muy fáciles y amparadas en necesidades más psicológicas que racionales. En esa medida, (la religión) es aceptada por esa razón. 

Psicológicamente hay una predisposición a sustituir al padre que superamos, en algún momento de nuestra infancia, por este dios que nos protege permanentemente, pero esas necesidades psicológicas no tienen sustento racional, por no decir científico. Y cuando eso ocurre, a la gente se le clausura toda posibilidad de conocer la realidad fuera de estas artimañas filosóficas, como son las que ofrece la religión. 

Basta un análisis muy objetivo al pensamiento religioso para darse cuenta de que se sustenta claramente en dogmas, prejuicios, “verdades” sin ninguna verificación. Es un círculo vicioso en términos conceptuales. 

 Fuera del ámbito de los creyentes, nadie podría decir que la religión es un pensamiento logrado o una filosofía siquiera; a pesar de que en el caso cristiano, ha habido intentos por darle un carácter filosófico, sin éxito. No hay forma, no es posible, no se sustenta. 

Para mí es mucha más rica la experiencia, más sentida, más multidimensional, cuando uno recorre los caminos de una visión laica, atea, científica, objetiva, racional, fuera de los cánones religiosos. “Mi vida ha ganado en intensidad cuando he dejado de creer en cualquier dios o religión”. 

Entonces, estás de acuerdo con aquella postura freudiana que revela rasgos de dependencia psicológica con la pertenencia a una región. 

Sí. Estamos en un estado en el cual las religiones alivian la ansiedad psicológica que genera el lanzamiento –que nos hacen en algún momento de nuestras vidas– a la realidad. Luego de la salida de lo materno-paterno-infantil para enfrentarnos a esa realidad, nos sentimos minusválidos en temas psicológicos. Pero esa ayuda humana no es construida racionalmente, sino que uno se fabrica ciertos instrumentos creyendo que los recibe mágicamente, como nos hace creer la religión. Pero la realidad, es un bastón que no existe, un bastón imaginario, que nos sostiene psicológicamente, pero que no se sustenta en la realidad. 

Y yo sí creo en lo que postula Freud, a quien he leído y sigo durante mucho tiempo, que la religión surge de ahí, de esa experiencia psicológica fallida que el ser humano necesita, con una urgencia, reparar. 

Yo aspiro a que, en algún momento, la civilización supere, como ocurrió antes, a los mitos, que fueron sustituidos a su vez por las religiones más organizadas. Y, ojalá, en algún momento, un pensamiento laico se imponga; la humanidad ganaría mucho, en términos de convivencia, de tolerancia –ya que, de por sí, las religiones son la principal causa de violencia en el mundo– ganaría en riqueza de la realidad; ella se apreciaría de mejor forma. 

Lea el artículo completo en:

La República (Perú)

30 de mayo de 2013

¿Cómo llegaron los romanos a confiar en sus médicos?


¿Cómo llegaron los romanos a confiar en sus médicos?

Durante los seis primeros siglos de su historia los romanos prescindieron de los médicos encomendándose a los dioses curadores de otras naciones, especialmente a Asclepio, cuyo culto llegó de Grecia en el año 293 aC. Cuando los médicos griegos comenzaron a emigrar a Roma en los siglos II y I aC, los romanos los tomaron por farsantes e impostores, y no iban muy descaminados: abundaban los matasanos y oportunistas, pues no había reglamentos y cualquiera podía llamarse médico.

Una excepción a la regla fue el griego Arcágato, que llegó a Roma en el año 210 aC. Su sorprendente habilidad quirúrgica le permitió ganarse la confianza de los escépticos, siendo bien acogido por la sociedad romana. Pero su fama no duraría demasiado. Tras una serie de errores médicos y dolorosos tratamientos fue apodado carnifex, "el carnicero".

La teoría atomística de la curación

Asclepíades, que llegó a Roma en el siglo I aC, tuvo más éxito, y sus tratamientos moderados hicieron aumentar la estima de su profesión. Se opuso a las teorías generalmente aceptadas de Hipócrates, atribuyendo a los médicos, y no a la naturaleza, el poder de curar. Inusitadamente para su época, Asclepíades creía que las enfermedades debían tratarse ?de manera segura, rápida e indolora?, proponiendo tratamientos como el masaje, la dieta, los calmantes ?entre los que se incluía el vino? y el canto. Sus métodos se basaban en el solidismo, o teoría atomística, expuesta originalmente por Erasístrato en el siglo III aC. Esta extravagante teoría establecía que el cuerpo estaba formado por partículas sólidas (átomos) que fluían a través de él incesantemente. La enfermedad aparecía cuando los poros de la piel ?al estar demasiado tensos o demasiado relajados? entorpecían el movimiento fluido de los átomos.

Themison y Thessalus, discípulos de Asclepíades, elaboraron posteriormente con estos principios un sistema de curación más formal, al que denominaron metodismo. Thessalus, sin embargo, rechazó la enseñanza de la medicina, afirmando que cualquier podía aprender todo sobre esta ciencia en tan sólo seis meses.

La actitud de los romanos hacia los médicos fluctuó ostensiblemente a lo largo de los siglos, pero finalmente la desconfianza y el desprecio dieron paso a un respeto moderado.

Fuente:

Selecciones

21 de febrero de 2013

BBC: ¿Cómo es una "iglesia atea"?


Científico Harry Cliff habla durante la Asamblea Dominical

No muchos sermones incluyen el mensaje de que todos nos vamos a morir y que no hay otra vida después de ello.
Pero esta asamblea dominical no ofrece servicios religiosos ordinarios.

Lanzada el mes pasado como una reunión para no creyentes, es -en palabras del maestro de ceremonias, el cómico británico Sanderson Jones- "en parte un espectáculo de baile, en parte una iglesia atea, una completa celebración de la vida".

Más de 300 personas se amontonan en las instalaciones de una iglesia desacralizada para unirse a la celebración en la mañana del domingo.

En lugar de himnos, los no-fieles se ponen de pie para cantar canciones de Stevie Wonder y Queen.
Hay una lectura de Alicia en el País de las Maravillas y una presentación en Power Point del físico de partículas Harry Cliff que explica los orígenes de la teoría de la antimateria.
"No es una iglesia, es una congregación de personas no religiosas"

 Jess Bonham, asistente a la Asamblea Dominical

Parece un espectáculo de monólogos cómicos. Jones y la cofundadora, la comediante Pippa Evans, bromean con la multitud.

Pero hay momentos más serios.

El tema de la mañana es "maravillarse" en respuesta, explica Jones, a la crítica de que los ateos no pueden tener esta experiencia.

Así que inclinamos las cabezas por dos minutos en contemplación del milagro de la vida y, en su sermón de clausura, Jones habla de cómo la muerte de su madre influyó en su propio viaje espiritual y determinación para obtener el máximo provecho de cada segundo, dándose cuenta que la vida es muy breve y nada viene después.

Los miembros del público -mayoritariamente joven, blanco y de clase media- parecen muy contentos de ser parte de algo nuevo y hablan del vacío que sintieron una mañana de domingo, cuando decidieron abandonar su fe cristiana. Pero pocos se identifican activamente como ateos.

"Es una buena excusa para reunirse y tener un poco de un espíritu de comunidad, pero sin el aspecto de religión", dice el fotógrafo Jess Bonham. "No es una iglesia, es una congregación de personas no religiosas".
Otro asistente, Gintare Karalyte, dice: "Creo que la gente necesita este sentido de conexión porque todo el mundo está tan solo en este momento, y ser parte de algo y sentir como si fueras parte de algo es lo que la gente anhela", dice a la BBC Gintare Karalyte, otro asistente.

Sin religión

Sanderson Jones, creador de la Asamblea Dominical

Sanderson Jones no pretende ser un predicador carismático.

El número de personas que se declaran "sin religión" en Inglaterra y Gales ha aumentado de más de seis millones desde 2001 a 14.1 millones, según el último censo. Eso hace que Inglaterra y Gales sean dos de las naciones menos religiosas en el mundo occidental.

Figuras como escritor Richard Dawkins y el comediante Ricky Gervais lideran una tendencia de no creyentes más expresivos que buscan reflexionar sobre lo que significa ser un ateo.

Mientras que el escritor Alain De Botton dió a conocer un manifiesto para los ateos, enumerando diez virtudes - o como la prensa ha apodado a "mandamientos" - para los faltos de fé.

De Botton dice que quiere promover las virtudes pasadas por alto como la resiliencia y el humor.

Se le ocurrió la idea en respuesta a la creciente sensación de que ser virtuoso se había convertido en "una idea extraña y deprimente", que parece replicar el mantra de la propia Asamblea Dominical: "vivir mejor, ayudar a menudo, maravillarse más".

El escritor aboga por una nueva generación de terapeutas seculares que tomen el lugar del sacerdocio y cree que el ateísmo debe tener sus propias iglesias, pero añade: "Nunca deben ser llamadas así, porque" ateísmo "no es una ideología alrededor de la cual las personas se reúnen. Es mucho mejor llamarlo algo así como humanismo cultural". clic 

clic Lea también: Un termplo para ateos en el corazón de Londres
¿Religión?

Existe una preocupación entre algunos no creyentes de que el ateísmo se está convirtiendo en una religión en sí misma, con su propio código de ética y autoproclamados sumos sacerdotes.
"Se convertirá en una religión organizada. Es inevitable"

Robbie Harris, asistente a la Asamblea Dominical

Jones insiste en que no está tratando de fundar una nueva religión, pero algunos miembros de su congregación no están de acuerdo.

"Se convertirá en una religión organizada. Es inevitable. Se establecerá un sistema de creencias. Habrá una estructura, un punto de vista ético en la vida", dice el arquitecto Robbie Harris.

Él cree que Evans y Jones tienen "una gran responsabilidad" si la Asamblea Dominical "sigue siendo tan exitosa como lo es ahora".

"El problema es que podría llegar a ser sectaria y que podría llegar a girar alrededor de una persona. Cualquiera podría destacarse como un predicador carismático, ese es el peligro".

Sarah Aspinall, miembro de la congregación, insiste: "Creo que Sanderson debe dar un paso atrás y verse a sí mismo como mediador y facilitador -para lo que creo que es obviamente bueno- y sólo llevar a la gente a hablar o leer".

Alain De Botton, escritor

El escritor Alain De Botton dió a conocer un manifiesto para los ateos o diez "mandamientos" - para los faltos de fé.

Jones dice que están en sus primeros días y que las asambleas futuras serán menos acerca de él y más acerca de las experiencias de los miembros de la congregación. Y niega las insinuaciones de que está iniciando una secta.

"No creo que sea un predicador carismático. Sólo me emociono mucho acerca de las cosas y quiero compartirlo con la gente".

Dice que se ha sentido abrumado por la reacción del público a la Asamblea Dominical y está estudiando la posibilidad de establecer reuniones similares en todo el país.

"Quería hacer esto porque pensé que iba a ser una cosa maravillosa", explica.

La Asamblea Dominical ciertamente lo está haciendo mejor que la iglesia evangélica de San Judas o que la de San Pablo, que está al lado y en la que unos 30 creyentes se reunen para cantar canciones gospel y escuchar las lecturas de la Biblia.

Pero el obispo Harrison, un predicador cristiano desde hace 30 años, dice que no ve a sus nuevos vecinos como una amenaza y predice con confianza que su viaje espiritual eventualmente los llevará a Dios.

"Tienen que empezar desde algún lugar", dice.
Fuente:
BBC Ciencia

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12 de noviembre de 2012

Lógica y Matemáticas: ¿Dios existe?


Sea la frase: “Dios no existe o esta frase es falsa.”. La frase es una disyunción, formada por dos partes; la parte p1 es “Dios no existe”; la parte p2 es “esta frase es falsa”; la frase completa es “p1 ó p2″, donde ó simboliza la disyunción. La frase es cierta cuando p1 ó p2 (o ambas) lo son; es falsa cuando p1 y p2 (ambas) lo son. Supongamos que la frase es falsa; en ese caso p1 y p2 deben ser falsas; pero p2 es “esta frase es falsa”, resultaría cierta; por lo tanto, la frase no puede ser falsa. En consecuencia debe ser verdadera; en ese caso p1 ó p2 debe ser verdadera; pero p2 es “esta frase es falsa”, que resulta una afirmación falsa; al ser p2 falsa, siendo la frase completa verdadera, debe ser p1 cierta; es decir, Dios no existe.

En realidad esto no deja de ser una paradoja del tipo autorreferencial, como la de paradoja de Russell en teoría de conjuntos:

Russell, en rigor, plantea “consideremos el conjunto de todos los conjuntos que no son un elemento de sí mismos”. Preguntemos entonces: “¿Es este conjunto elemento de sí mismo?”. Si fuera elemento de sí mismo, no lo sería, y si no lo fuese, debería estar contenido en él mismo.

Fuente:

7 de septiembre de 2012

Corea del Sur a editoriales de textos escolares: “Ignoren a los creacionistas”

(CC) knittymarie

(CC) knittymarie

Este año la Sociedad para Revisar Textos Escolares realizó una campaña en Corea del Sur para intentar que se quiten referencias a la evolución del Archaeopteryx (el antepasado de las aves) y de los caballos en los textos de estudio para la educación secundaria, bajo el pretexto de que los estudiantes deben aprender ‘varias’ teorías acerca del desarrollo de la vida en la Tierra.

Ante la polémica, pues las editoriales de textos escolares habían aceptado eliminar las referencias, el gobierno realizó un panel de 11 miembros liderados por la Academia Coreana de Ciencia y Tecnología, con cinco expertos en evolución y fósiles, para supervisar las revisiones a los textos de ciencia de los colegios.
El panel concluyó que el Archaeopteryx debe ser incluido en los textos de estudio, y reafirmó que la teoría de la evolución es una parte esencial de la ciencia moderna que todos los estudiantes deben aprender en la escuela, enfatizando que el actual debate científico acerca de que si el Archaeopteryx fue el ancestro de las aves o sólo un ejemplar de dinosaurio con plumas no debilita la teoría de la evolución en sí.

El panel también aceptó que la explicación de la evolución de los caballos era muy simplista, y que debía ser revisada o reemplazada con un ejemplo mejor, como la evolución de las ballenas. El gobierno coreano respaldó estas conclusiones y les indicará a las editoriales de textos escolares que reporten la implementación de estas revisiones antes que publiquen los nuevos textos del 2013.

La respuesta de la Sociedad para Revisar Textos Escolares fue que volverán a protestar contra el gobierno por descartar a sus expertos del panel, y afirmo que seguirá luchando para tener ‘mejores’ textos escolares de ciencias.

Mientras que en Chile la polémica está dada por el seminario “¿El Origen de las Especies en la Tierra: ¿Evolución o Diseño Inteligente?“, realizado ayer en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, y que causó una protesta pública por parte del Director del Museo Nacional de Historia Natural, Claudio Gómez, junto a Marta Alfonso, Profesora de la Universidad Estatal de Kansas.

Fuente:

FayerWayer

13 de diciembre de 2011

Un estudio afirma que la gente inteligente es menos propensa a creer en Dios

(cc) flickr robotskirts

La idea no es entrar en el debate ciencia-religión que lleva miles de años y será difícil de zanjar, pero este estudio de psicología sin dudas generará ruido en ambos bandos. Según el análisis del profesor Richard Lynn de la Universidad de Ulster, las personas con un coeficiente intelectual más alto son menos propensas a creer en Dios.

El profesr Lynn argumentó su conclusión en que la disminución de las creencias religiosas en el siglo XX ha ido de la mano del aumento de la inteligencia promedio, entre otras causas, por una mayor preparación de la sociedad en relación a la de otras épocas. También destacó que la disminución de la práctica religiosa durante el siglo pasado en 137 naciones desarrolladas estuvo directamente relacionada con el aumento de la inteligencia promedio.

Este estudio, publicado en la revista académica Intelligence, fue tildado de “simplista” por los críticos, y que no ofrece fundamentos más allá de una estadística básica como la del aumento de los estudiantes universitarios.

El profesor Gordon Lynch, director del Centro para la Religión y la Sociedad Contemporánea en el Birkbeck College de Londres, dijo que no tuvo en cuenta una compleja gama de factores sociales, económicos e históricos: “Vincular las creencias religiosas y la inteligencia de esta manera podría reflejar una tendencia peligrosa, el desarrollo de una caracterización simplista de la religión como algo primitivo, al mismo tiempo que estamos tratando de hacer frente a problemas muy complejos de pluralismo religioso y cultural, tal vez no sea la respuesta más útil”, aclaró.

También Alistair McFadyen, profesor de teología cristiana en la Universidad de Leeds, dijo que en la conclusión de Lynn había “un ligero matiz de imperialismo cultural de Occidente, así como un sentimiento anti-religioso”.

La profesora David Hardman, jefa de desarrollo del aprendizaje en la London Metropolitan University marcó una posición un poco más neutral y aclaró: “Es muy difícil llevar a cabo verdaderos experimentos para explicar una relación causal entre el CI y las creencias religiosas. Sin embargo, hay evidencia de que el dominio de mayores niveles de inteligencia estarían asociados a una mayor capacidad, o quizás voluntad, lo que permitiría cuestionar y derribar a las instituciones más fuertes”.

El profesor Lynn, que ha provocado controversia en el pasado con una investigación que relacionaba la inteligencia con la raza y el sexo, agregó que justamente, los profesores universitarios eran menos propensos a creer en Dios que ningún otro.

Fuente:

FayerWayer

2 de agosto de 2011

Los errores científicos en la leyenda de la creación


A estas alturas del partido, para mucha gente debe resultar cansino repasar los errores científicos de la Biblia. Después de todo, para el grueso de la sociedad que se mueve entre el ateísmo radical y esa afable condición acomodaticia que es el "soy cristiano a mi manera", la Biblia no debe ser leída como una descripción minuciosa de la naturaleza, sino como un texto de enseñanzas morales. Sin embargo, de cara a quienes aún sostienen que la Biblia es un texto científico, hasta el extremo de preferir que sus seres queridos se mueran antes de recibir una salvadora transfusión de sangre, no sobra hacer un repaso de los errores científicos que comete. Sobre la creación, según el texto del capítulo 1 del Génesis, en lo que a este posteo se refiere.

Obviemos que la Biblia reduce la cronología de miles de millones de años a apenas seis días. Partamos con el tema de la luz: la luz fue creada en el primer día (Génesis 1:3). ¿De dónde salió, si no existieron estrellas hasta el cuarto día? Suponiendo que Dios haya inspirado el pasaje, podría referirse entonces a la radiación de fondo del universo, en el período de tiempo en que se enfrió hasta el punto de que su longitud de onda pasó por el espectro visible (en la actualidad su longitud de onda se ha corrido hasta llegar a la radiación de microondas, en donde la pueden captar los radiotelescopios). Sin embargo... el texto bíblico dice que Dios llamó "día" a la luz y "noche" a las tinieblas, lo que descarta esa teoría (en primera, en esa época no había Sol ni Tierra y por tanto no hay movimiento de rotación que pueda marcar la sucesión del día a la noche, y en segunda, en esa época no puede haber existido oscuridad porque el universo mismo debería haber sido literalmente pura luz). Descontemos claro está que cuando fueron creadas la luz y las tinieblas, la Tierra ya preexistía según la Biblia, cuando en realidad, la Tierra surgió DESPUÉS del nacimiento del Sol... lo que aconteció en el cuarto día según la Biblia. Y como última perla: el Sol y la Luna fueron creados de manera conjunta, cuando la ciencia modernamente aceptada señala que el Sol debió nacer primero, la Tierra después, y la Luna al último, producto de una fenomenal colisión cósmica.

La cosa se pone mejor en el segundo día, cuando Dios crea "el firmamento". Desde la óptica de la ciencia moderna, este paso sería innecesario porque el "firmamento" en realidad es el universo, y éste ya existe de antemano. Pero además, resulta que crea el firmamento... para separar las aguas superiores de las inferiores (Génesis 1:7). ¡De manera que la Biblia explica que el cielo es azul porque se trata de un océano celeste retenido por una cúpula transparente! Nótese que, capítulos más adelante, Dios desata el Diluvio Universal abriendo las compuertas del cielo y dejando por tanto ese océano celeste vaciarse en la Tierra (Génesis 7:11). Aparentemente, las estrellas están tachonadas contra la cúpula transparente, porque de otra manera no se explica que no se apaguen. Aunque en tiempos de los escritores bíblicos se suponía que las estrellas visibles eran todas las que existían: faltaba aún para que Galileo Galilei armado de un telescopio demostrara que existen muchas más estrellas, éstas invisibles a la mirada humana desnuda.

Volviéndose hacia la vida biológica, Dios realiza el sinsentido de crear la vegetación en el tercer día... cuando aún no había Sol que irradiara luz y permitiera hacer la fotosíntesis. Este pequeño desajuste en la tabla cronológica hizo que las plantas permanecieran por tanto un día entero pasando hambre, hasta el cuarto día en que por fin es creado el Sol. También respecto de la vida animal hay algunas incongruencias, ya que la vida de los océanos es creada en el quinto día, y la vida terrestre junto con el ser humano en el sexto, lo que es correcto a rasgos generales... salvo porque las ballenas fueron creadas ANTES que los insectos y presumiblemente que los reptiles, cuando en la historia paleontológica del planeta aparecieron exactamente al revés. Además, resulta que las plantas con flores (angiospermas) fueron creadas dos días ANTES de los animales terrestres, cuando en la realidad surgieron exactamente al revés (muchas plantas con flores no pueden sobrevivir sin insectos que efectúen la polinización cruzada, aunque por dos días...). Un rasgo del texto bíblico sí es interesante: le dedica un día entero a la creación de las bestias marinas, anticipo de lo extensos y mal conocidos que eran y siguen siendo los mares en su profundidad y variedad viviente, en comparación a la mucho más fácil de explorar tierra firme.

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