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12 de noviembre de 2009

Barbarie contra el Huasscarán


Jueves, 12 de noviembre de 2009

Los últimos días el diario El Comercio, de Perú, viene publicando una serie de artículo denunciando diversos crímenes contra el medio ambiente (deforestación en Madre de Dios y envenenamiento con plomo y arsénico en La Oroya), ahira tocan el problema de lo+as detonaciones con dinamita en la Cordillera Blanca (Ancash).

¿Qué es el Huascarán?

El Huascarán es un pico nevado ubicado en la cordillera Occidental de los Andes centrales de Perú, en la Provincia de Yungay, en el sector denominado Cordillera Blanca. Su cumbre sur tiene el pico más alto del Perú al alcanzar los 6.768 msnm. Es la montaña más alta de toda la zona tropical de la Tierra.

Su nombre proviene del quechua waskha (cadena) y ran (piedras o montañas rocosas), así pues Huascarán significa «cadena de montañas».

El artículo llega vía El Comercio:


Barbarie contra el Huascarán

Por: Juan Paredes Castro

Por lo que hace o deja de hacer el poder político, el Perú puede quedarse sin reservas naturales y sin reservas turísticas.

No importa que seamos una excepción de crecimiento económico en plena crisis financiera internacional; ni que figuremos como el tercer principal destino turístico del mundo; ni que la historia nos honre con todos los años de antigüedad que como cultura y civilización podemos mostrar.

La barbarie está ahí, impetuosa. Y lo que es peor: no parece remover el asiento de ninguna autoridad. Sobra la ley. Sobra el orden. Prima la impunidad.



Cumbre Sur del Nevado Huascarán (Perú).

Nuestra denuncia de la atroz conversión de la selva de Madre de Dios en un desértico barbecho de oro y mercurio, nos lleva ahora a otra cosa: a buscar la manera de detener los dinamitazos de la minería informal y formal al pie de la Cordillera Blanca, en las inmediaciones del Huascarán, cosa que no pasaría en los Pirineos ni en el Himalaya ni en los Alpes.

Pasa, eso sí, en el Perú, donde, además, cualquier cosa puede pasar, como si se tratara del mayor reino de lo impredecible.

Lo que pasa con el Huascarán no es un descubrimiento de ayer ni de hoy. Es la puesta al día de lo consuetudinario.

¿Será posible pasar a una ofensiva cívica que nos permita señalar, con nombres y apellidos, a los responsables directos e indirectos del uso de explosivos en la masa geológica de la Cordillera Blanca? Inclusive el Ministerio del Ambiente debería comenzar por poner el dedo en la llaga, es decir, en el Ministerio de Energía y Minas y su historial de complacencia.

El día que un nuevo bloque de nieve se desgaje del Huascarán, como en 1970, ¿a quién culparemos?

Si sobreviniese una desgracia como esa, lo más probable es que todo seguiría igual, inclusive con edificaciones en el mismo cauce de un nuevo aluvión.

Fuente:

El Comercio

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