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13 de agosto de 2022

Crean un parche que convierte el sudor en electricidad ilimitada

El dispositivo podría suministrar energía constante a una amplia variedad de aparatos electrónicos alimentándose de la transpiración humana.


Investigadores de la Universidad de Massachusetts Amherst han diseñado un biofilm que recolecta la energía de la evaporación, concretamente de sudor, y la convierta en electricidad.

Este biofilm —un parche que se adhiere a la piel—, que se anunció en Nature Communications, tiene el potencial de revolucionar el mundo de la electrónica portátil, alimentando todo, desde sensores médicos personales hasta dispositivos electrónicos.

“Esta es una tecnología muy emocionante”, dice Xiaomeng Liu, estudiante graduado en Ingeniería Eléctrica e Informática en la Facultad de Ingeniería de UMass Amherst y autor principal del artículo. “Es energía verde real y, a diferencia de otras fuentes llamadas de ‘energía verde’, su producción es totalmente verde”.

¿Cómo funciona?

Este biofilm, una lámina delgada de células bacterianas del grosor de una hoja de papel, es producido naturalmente por una versión modificada de la bacteria Geobacter sulfurreducens.

Se sabe que G. sulfurreducens produce electricidad y se ha utilizado anteriormente en “baterías microbianas” para alimentar dispositivos eléctricos. Pero tales baterías requieren que dicha bacteria se cuide adecuadamente y se alimente con una dieta constante.

Por el contrario, esta nueva biofilm, que puede proporcionar tanta energía como una batería de tamaño similar, funciona continuamente porque la bacteria G. Sulfurreducens está muerta y, debido a eso, no necesita ser alimentada.

“Es mucho más eficiente”, dice en un comunicado Derek Lovley, profesor distinguido de Microbiología en UMass Amherst y uno de los autores principales del artículo. “Hemos simplificado el proceso de generación de electricidad al reducir radicalmente la cantidad de procesamiento necesario. Cultivamos de manera sostenible las células en una biopelícula y luego usamos esa aglomeración de células. Esto reduce las entradas de energía, simplifica todo y amplía las aplicaciones potenciales”.

Una matriz de bioparches alimenta una pequeña pantalla LCD.

El secreto detrás de esta nueva biopelícula es que genera energía a partir de la humedad de la piel. Aunque todos los días leemos historias sobre la energía solar, al menos el 50% de ella que llega a la Tierra se destina a la evaporación del agua.

“Esta es una enorme fuente de energía sin explotar”, dice Jun Yao, profesor de Ingeniería Eléctrica e Informática en UMass, y el otro autor principal del manuscrito. Dado que la superficie de nuestra piel está constantemente humedecida con sudor, la biopelícula puede “enchufarse” y convertir la energía atrapada en la evaporación en energía suficiente para alimentar pequeños dispositivos.

“El factor limitante de la electrónica portátil —dice Yao—, siempre ha sido la fuente de alimentación. Las baterías se agotan y deben cambiarse o cargarse. También son voluminosos, pesados e incómodos”. Pero un biofilm transparente, pequeño, delgado y flexible que produce un suministro continuo y constante de electricidad y que se puede usar, como una tirita, como un parche aplicado directamente sobre la piel, resuelve todos estos problemas.

Lo que hace que todo esto funcione es que G. sulfurreducens crece en colonias que parecen esteras delgadas, y cada uno de los microbios individuales se conecta con sus vecinos a través de una serie de nanocables naturales. Luego, el equipo recolecta estos tapetes y usa un láser para grabar pequeños circuitos en las películas. Una vez que se graban las películas, se intercalan entre los electrodos y finalmente se sellan en un polímero suave, pegajoso y transpirable que se puede aplicar directamente sobre la piel. Cuando esta pequeña batería se “enchufa” aplicándola a su cuerpo, puede alimentar dispositivos pequeños.

“Nuestro próximo paso es aumentar el tamaño de nuestros parches para alimentar dispositivos electrónicos más sofisticados que se pueden llevar en la piel”, refiere Yao; y Liu señala que uno de los objetivos es alimentar sistemas electrónicos completos, en lugar de dispositivos individuales.

Fuente:

La República (Perú)

9 de diciembre de 2020

¿De qué está formado el cuerpo humano?

Lo primero que nos viene a la mente son los átomos. 

Podemos empezar diciendo que nuestro cuerpo está formado por átomos.



Los átomos y el vacío

Nuestros cuerpo está formado básicamente por cuatro tipos de átomos: hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno.

Los átomos están formados por los electrones. Los electrones se encuentran alrededor del núcleo. 

Un núcleo está formado por protones y neutrones. Un protón está formado por cuatro quarks, un neutrón está formado por dos quarks. Los quarks están undos por un «pegamento»: los gluones.

Pero... nos olvidamos de un aspecto mucho más importante: la nada.

De lejos, el mayor constituyente de ti es la nada, el vacío.

Veamos: el átomo más simple de nuestro cuerpo: el átomo de hidrógeno. 

Este átomo tiene un núcleo, y a su alrededor hay un electrón. Entre el núcleo y el electrón hay grandes cantidades de nada. El átomo de hidrógeno es un 99,9999999999996% de espacio vacío.

Si el átomo de hidrógeno tuviera el tamaño de la Tierra el núcleo tendría unos 200 metros de diámetro y el resto sería todo espacio vacío: el núcleo sería como el tamaño de un colegio nacional... ¡nada más!, ¿y el resto? El resto sería espacio vacío.

Si tu peso fuera de 70 kilos el número de átomos en tu cuerpo sería de 7.000 cuatrillones (se escribe un 7 seguido de 27 ceros).

Y aún así el 99% de tu peso estaría compuesto por solo seis clases de átomos: tenemos 65% de oxígeno, 18% de carbono y 10,2% de hidrógeno.

Podemos añadir una pequeña cantidad de nitrógeno (3,1%), una pizca de calcio para esos huesos (1,6%), y algo de fósforo (1,2%).

Agregamos 0,25% de potasio y sulfuro y porcentajes más ínfimos de sodio, magnesio y cloro, y ya llegamos al 99,95%.

La historia de nuestros átomos

Cada átomo en ti vino de otra parte. 

Los átomos de tu cuerpo se reemplazan constantemente en diferentes ritmos. Algunos permanecen horas, otros años. Pero al cabo de 10 años la mayoría ya han sido sustituidos.

Y solo hay dos formas en que los átomos pueden entrar a tu cuerpo: a) a través del aire que respiras, y b) de la comida y bebidas que consumes.

En otras palabras: los átomos que llegaron a tu cuerpo vienen del aire, las plantas, los animales y los minerales.

Si pudiéramos seguir la trayectoria de un átomo a través de la historia, este habría estado incorporado muchas veces en otros animales y plantas. De hecho, tus átomos han estado en todo tipo de vida, desde árboles hasta el césped, perros e insectos, dinosaurios y bacterias, hasta personajes históricos.

Con la excepción de algunos átomos producidos por la desintegración radioactiva, cada átomo de tu cuerpo existía cuando la Tierra se formó hace 4.500 millones de año.

Pero, si tus átomos ya existían cuando se formó la Tierra, ¿de dónde vienes?

El Sistema Solar se formó a partir de gas y polvo espaciales que, a su vez, solo podrían haber tenido dos fuentes.

El primero de ellos es, efectivamente, el Big Bang de hace unos 13.800 millones de años, responsable de la producción de hidrógeno.

El resto de los átomos se produjeron en estrellas, que luego explotaron en vastas convulsiones cósmicas conocidas como supernovas.


Con información de BBC Mundo

20 de enero de 2020

¿Quemamos más calorías corriendo en verano?

Muchos ven el verano como la época perfecta para iniciarse en el mundo del running. Las razones son muchas, aunque hoy analizaremos una en particular: la creencia de que salir a correr en horas de mucho calor provoca que la sudoración sea más intensa y, por tanto, bajemos de peso más rápido. ¿Es esto cierto?


Lo primero que debemos saber es que la sudoración tiene como principal función regular la temperatura corporal y evitar los golpes de calor. Cuando la temperatura interna sube, a consecuencia de una actividad física intensa o una situación de mucho estrés, las glándulas sudoríparas liberan principalmente sales minerales y líquidos, de los cuales un 95 a 99 por ciento son agua.
Pero, ¿qué hay de las grasas? “A través del sudor solo eliminamos agua y electrolitos. Aunque el hecho de sudar es un indicativo de cierta intensidad durante la actividad física, no indica el número de calorías que se están perdiendo”, explica Luis Huarachi, médico endocrinólogo especialista en diabetes y obesidad.

Eso quiere decir que una camiseta empapada de sudor, después de una ardua sesión de running, no es garantía de que vamos a bajar esos kilos de más. Incluso si la balanza nos hace creer lo contrario: “Sudando más no se logra perder peso. Perdemos agua para regular nuestra temperatura, y este volumen de agua por supuesto tiene un peso, pero se recupera rápidamente al rehidratarse”, explica Huarachi.


La pérdida de peso relacionada al sudor no es más que una simple ilusión. Lo real es que nos deshidratamos. Según un estudio publicado en la revista médica Galenus, entrenar o competir por un largo periodo en condiciones calurosas o húmedas hace que los atletas pierdan enormes cantidades de líquido a través del sudor. De hecho, podemos llegar a perder 2.5 litros por hora.

Por tal motivo, es importante “no esperar a tener sed para hidratarse”, advierte Huarachi, sobre todo si pensamos correr en días muy calurosos. Al hacer running, debemos portar siempre una botella de agua o rehidratante. Las bebidas deportivas, explica el médico, contienen electrólitos como potasio, sodio, magnesio, calcio y pequeñas cantidades de glucosa, que ayudan a prevenir la fatiga reponiendo los electrólitos perdidos. Eso sí, es conveniente evitar las bebidas energéticas que contengan cafeína, puesto que pueden actuar como diurético o tener un efecto laxante.

Entonces, ¿cómo bajar de peso? 

Según el endocrinólogo, la mejor forma de hacerlo es optando por un estilo de vida saludable: evitar alimentos procesados, disminuir las calorías ingeridas al día y hacer actividad física un mínimo de 30 minutos diarios.

El running es uno de los deportes más efectivos para este propósito, más allá de si hace calor o no. Para calcular cuántas calorías se queman, el médico plantea una fórmula que toma en cuenta el peso de la persona, el tiempo de la actividad y la velocidad a la que se corre. Por ejemplo, “si una persona de 70 kg corre a 9 km/h, quema aproximadamente 372 calorías en 30 min; pero si lo hiciera a 8 km/h durante el mismo tiempo, puede gastar 330 calorías”, explica.


Contaminación del aire: la muerte que se respira

La mala calidad del aire en las urbes causa más de cuatro millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. Según la OMS, el "asesino silencioso" son las partículas más pequeñas que provienen de los coches y de la industria.

El crimen perfecto existe, sucede justo delante de nosotros y a plena luz del día, con cada inhalación de aire urbano. Más de cuatro millones de las muertes prematuras anuales en todo el mundo están relacionadas directamente con la contaminación ambiental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El asesino flota en el aire. Es tan minúsculo que casi podríamos decir que es invisible, pero su tamaño es precisamente lo que hace que sea tan peligroso. Se trata de partículas que surgen de una mezcla de sustancias sólidas y líquidas, procedentes sobre todo de la combustión de los coches o de los contaminantes de los procesos industriales. Su diámetro es apenas la cuarta parte de un grano de polen y por ello no encuentra ninguna barrera para penetrar en nuestras vías aéreas y desde ellas pasar al sistema circulatorio.
Y todo ello sucede sin que nos demos cuenta, con cada bocanada de aire. La doctora María Neira, actual Directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, sostiene que esa es otra de las peculiaridades que hacen que el crimen sea perfecto: "El individuo no es capaz de detectar que hay un nivel de contaminación elevado. Evidentemente, las personas con patologías ya existentes, como los asmáticos, lo van a detectar mucho antes, al igual que aquellas personas que ejercen una actividad física que requiere una capacidad respiratoria importante, pero no es una sustancia tóxica que vemos o que tocamos. Por eso la llamamos en la OMS el asesino invisible, porque muchas veces no somos conscientes como individuo y eso hace que tampoco nos protejamos como sería aconsejable".

Su incursión en nuestro organismo deja huella, y si la exposición es prolongada esa huella será imborrable. El sistema respiratorio y el circulatorio son los afectados más directos, y por eso la mayor parte de enfermedades relacionadas se ubican en ellos: la contaminación atmosférica es responsable de cerca de la mitad de las muertes por Enfermedad Obstructiva Pulmonar Crónica (EPOC) en todo el mundo, de casi el 30% de las muertes por cáncer de pulmón y de una cuarta parte de las patologías y de las muertes por ictus o enfermedad isquémica del corazón. Un corazón enfermo de polución, como rezaba la famosa canción de los años 80.



El artículo completo en: El Mundo (España)


11 de diciembre de 2019

10 cosas que cambian tu cerebro (10/10): acumular mucha grasa

Acumular más grasa de lo que resulta saludable no solo pone en jaque al metabolismo, aumentando el riesgo de problemas cardíacos, hipertensión y diabetes. 


Demasiados michelines también pueden ser perjudiciales para la salud cerebral. Un estudio del que se hacía eco la revista Annals of Neurology indicó que cuanto mayor es el Índice de Masa Corporal (IMC), una medida que asocia la altura y el peso, mayor es el riesgo de que el cerebro encoja al envejecer y de que seamos víctimas de la demencia o la enfermedad de Alzheimer.

27 de noviembre de 2019

¿Por qué los pies huelen mal?

Algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o la presencia de hongos o de humedad hacen que se activen las glándulas sudoríparas.


Los pies no tienen por qué oler mal

Los pies no tienen por qué oler mal si se mantienen limpios y sanos. Pero todos sabemos que muchos pies huelen mal ¡o muy mal! Y es que sucede que algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o los hongos o la humedad hacen que se activen unas glándulas que hay en ellos (las glándulas ecrinas y aprocrinas). Se trata de glándulas sudoríparas, es decir, poros por los que el sudor sale al exterior. Estas glándulas están en la piel de todo el cuerpo, no solo de los pies. El líquido que segregan, el sudor, no huele mal, es inodoro, y está formado por proteínas, ácidos grasos y esteroides.

Pero entran en escena las bacterias
 
Pero además, nuestra piel está totalmente cubierta por bacterias. Y esas bacterias se alimentan de este líquido, de esas proteínas, esos ácidos grasos y esos esteroides. Al consumir este producto de nuestro cuerpo, las bacterias inician una ruta metabólica, es decir una serie de reacciones químicas que a partir de los productos iniciales provocan la aparición de otros compuestos. Y entre esos productos puede haber algunos compuestos volátiles que son los que llegan a nuestra nariz, a nuestros receptores olfativos que mandan una señal a nuestro cerebro, y eso es lo que nos hace percibir un olor. Y en el caso de los pies, por lo general es un mal olor.

Compuestos activos y no activos

Un compuesto volátil es una molécula orgánica de bajo peso molecular y de bajo punto de ebullición. Pero tienes que saber que no todos los compuestos volátiles tienen olor, por eso decimos que algunos son activos y otros no son activos. Los que son activos son los que percibimos como un olor. Los compuestos volátiles activos más habituales que se han identificado en los pies son: el ácido isovalérico que tiene olor a queso, fecal, a fruta podrida, a rancio; y otros ácidos de cadena corta como el ácido propanoico al que se describe con olor a grasa, a rancio, a soja, a agrio y el ácido butírico que tiene olor a mantequilla, a queso rancio y a ácido. Estos tres son los principales compuestos que se han identificado en los pies.

Pero no son nuestras secreciones las que los contienen, sino que son las bacterias presentes en los pies las que al alimentarse de nuestro sudor segregan estos compuestos malolientes.

El que ocurra más habitualmente en los pies se debe al tipo de bacterias que viven en ellos. Algunas de esas bacterias aisladas en los pies son Brevibacterium linens y Bacillus subtilis que segregan estos compuestos. Por ejemplo, en el codo no tenemos este tipo de bacterias así que no se generan esos compuestos volátiles por lo que el codo no huele mal. Aunque no ocurra en ciertas partes del cuerpo como los codos, no sucede solo en los pies. También puede aparecer mal olor en las axilas, en el cuero cabelludo, etc… y el mecanismo porque el que aparece es el mismo que en los pies.

Percibimos el olor de distintas maneras

Sobre el mal olor debo decirte también que no todas las personas lo percibimos de la misma manera. No solo por el umbral de percepción que hace que algunas personas seamos más sensibles a los olores, o a ciertos olores, que otras, sino porque intervienen la experiencia previa y la memoria de cada individuo. Por ejemplo, puede que alguien haya olido un queso de Cabrales y que no le guste y le huela mal y eso queda como experiencia previa, entonces cuando huela a pies lo va a asociar, lo va a identificar con aquello anterior que no le gustó. Sin embargo, es posible que a otra persona a la que le guste ese tipo de queso y tolere esos olores, el de los pies no le parezca tan malo. Eso varía muchísimo entre los diferentes seres humanos.

Fuente:

El País (Ciencia)
 

24 de noviembre de 2019

Neuroeducación: ¿los intestino y el estómago son nuestro "segundo cerebro"?

¿Es verdad que tenemos un segundo cerebro en el estómago?





En el estómago y los intestinos tenemos 100 millones de neuronas, tantas neuronas como las del cerebro de un gato, y muchas más neuronas que las que posee nuestra columna vertebral, por ese motivo le han puesto un apodo a los intestinos, le llaman el “segundo cerebro”. Pero es solo eso un apodo.


Todo empezó cuando Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, publicó el libro The Second Brain (El Segundo Cerebro) en 1999. Este libro se convirtió en un éxito de ventas pero que ha sido catalogado como pseudociencia, es decir, no tenemos un segundo cerebro.

Y entonces... ¿por qué llaman al intestino el "segundo cerebro"?

Lo que sucede es que los intestinos y el estómago utilizan sus neuronas para poner en contacto, en comunicación al sistema digestivo con el cerebro. Y la vía para que se establezca dicha comunicación es un nervio: el nervio vago.

De esta manera el cerebro se entera de todo lo que estamos comiendo, al cerebro le gusta mantenerse bien informado. 

¡Alo! ¡Hola cerebro, soy yo el estómago! Te llamó para comunicarte que en estos momentos acaba de llegar un delicioso pan con pollo, sí, y como siempre llegó a compañado de su amiga: la chicha morada, y cómo siempre ella toda fresh!

Sí, así se comunican, a todos gracias a tu línea NERVIO VAGO, por que siempre tendrás llamadas ilimitadas gracias a NERVIO VAGO.

Mucho ojo, el llamado "segundo cerebro" no piensa, no elabora pensamientos; pero influye en nuestras emociones. Las emociones están mucho más relacionadas con el sistema digestivo de lo que puedes imaginar.

Frases célebres

Examinemos algunas expresiones del saber popular que resultaron ser ciertas a la luz de la neurociencia:

- Cuando decimos nos cagamos de miedo pues es cierto, ante situaciones de miedo podemos quedar paralizados, sin poder siquiera gritar... y se relajan los esfínteres, entonces tenemos la sensación de que nos podemos defecar... de miedo.

- La frase se me hace un nudo en el estómago se debe a que cuando estamos tensos el estómago responde deteniéndose y creando una sensación de que estamos llenos, de que estamos saciados, y se siente el famoso nudo en el estómago.

- Y lo mismo sucede cuando nos enamoramos y estamos ante el ser amado, de ahí surge la frase siento mariposas en el estómago, que es una sensación de nerviosismo que se ve reflejada... en el estómago.

- O cuando decimos se me quitó el apetito. Esto sucede porque perdemos el hambre ante situaciones que nos angustian como pasar un examen o una entrevista de trabajo. También perdemos el deseo de comer si estamos enojados.

Como puedes ver: emociones y sistema digestivo están bastante conectados.

El estrés y tus intestinos

Frente a situaciones de estrés llega menos sangre a tus intestinos. Entonces, los movimientos del intestino grueso se vuelven más lentos y aparecen los gases y el estreñimiento. Entonces la mejor receta contra el estreñimiento siempre serán las ciruelas y beber abundante agua, pero también debemos agregar la relajación, sí, relajarse a través de la meditación o el mindfulness.  

¿No sabes lo qué es el mindfulness? Suscríbite a mi canal, porque te lo explicaré en un próximo video. 

Bien. Para aliviar el estrés se recomienda 15 o 20 minutos al día de meditación. Después de hacerlo a diario, durante cuatro semanas, se convertirá en un hábito, y sentirás un gran alivio mental... y alivio a tus problemas estomacales. No te volverás a estreñir.

Así que desestresarse es muy, muy importante. 

Pero, atención, si tus problemas de estreñimiento continúan deberás visitar a un médico. 

La agresividad

En un estudio reciente, publicado en Science, se ha comprobado que cuando tenemos hambre nos ponemos más agresivos de lo normal. Y aquí entra en escena otra hormona: la serotonina.

Cuando no comemos nuestros niveles de serotonina disminuyen y nos ponemos de mal humor. y si la serotonina sigue disminuyendo es peor, nos ponemos de mkuy, muy mal humos, nos ponemos insoportables. Por lo tanto ante una decisión importante como pedir un aumento de sueldo, iniciar un proceso de negociación como cerrar una venta  o hacer las paces con tu novia procura que todos estén con el estómago lleno, primero vayan a lamorzar o a cenar; así todos estarán de buen humor y se incrementarán tus posibilidades de éxito. Haz que la serotonina se ponga de tu lado.

Los microbios que viven dentro de tí

Estamos rodeados de microbios. Hay microbios en la tierra, en el mar y hasta el aire.

¿Y hay microbios dentro de nuestro cuerpo? Claro que sí. Hay microbios en TODAS las partes de nuestro cuerpo.

Solo en nuestro intestino viven 100 billones de microbios a los que se les conoce como microbioma o flora intestinal.

Es más, tenemos más microbios en nuestro intestino que células en el cuerpo. Si juntas a todos los microbios que hay dentro de ti pesarían 3 kilos, ¡el doble de lo que pesa tu cerebro! Además tu mcrobioma es único, ¡es como si fuera tu huella digital! No hay otra persona con un mocrobioma idéntico al tuyo. 

O sea que le puedes a tus amigos: soy único,mis 100 millones de microbios son diferentes a los tuyos.

Estos microbios son clave para la digestión porque gracias a ellos nuestro cuerpo puede absorber ciertos nutrientes de los alimentos.

¿Quiéres tener una mascota, un gato o un perro, y tus padres no te dejan? Pues bien, tal vez te sirva de consuelo saber que los microbios son como nuestras pequeñas mascotas internas, y las tenemos que cuidar y alimentar. 

Tenemos 1000 clases diferentes de microbios. Y no comen lo mismo, cada clase de microbio tiene su comida favorita. Y por eso el microbioma intestinal mejora con una dieta variada.

Un microbioma rico y variado genera una mayor salud intestinal, y ello genera un mayor bienestar general. 

Y por el contario, las personas que siempre comen lo mismo tienen un microbioma más pobre. 

En conclusión: Cuanto más diversificada la dieta, más diverso el microbioma.

¿Y qué tiene que ver el microbioma con la neurociencia?

El año 2019, en un estudio con más mil personas en la Universidad Leuven de Bélgica, se ha demostrado por primera vez que el microbioma intestinal está relacionado con la salud mental. Hay dos bacterias en nuestros intestinos que causan la depresión. Ahora la medicina apuntará hacia esas dos bacterias con la finalidad de mejorar nuestros estados de ánimo.

Y esto recién comienza, aun sabemos muy poco sobre el microbioma, tal vez en estos microbios encontremos la cura para muchas enfermedades.

En conclusión

1. Solo tenemos un cerebro y está en tu cabeza. Lo del segundo cerebro es un apodo que se le da al estómago e intestinos, pero es solo eso un apodo. Si alguién te pone de apodo Pikachu no significa que ya te convertiste en un Pokémon.

2. El estómago se comunica con tu cerebro a través del nervio vago. Esta comunicación es de ida y vuelta

3. El sistema digestivo y las emociones están muy conectados. Situaciones de tensión, nerviosismo o estrés afectan a tu estomago e intestinos. 

4. Cuando tienes hambre te pones de mal humor, te vuelves agresivo. Y al contario, tener el estómago lleno te pone alegre y optimista. Debido a los niveles de serotonina.

5. Asimismo, tu salud mental influirá en tu salud intestinal. Aprende a relajarte a través de la meditación. Tu salud, en general, mejorará.


6. En tu instestino viven 100 millones de microbios, a ese conjunto se le conoce como microbioma (o flora intestinal). Estos microbios están relacionados con tu salud mental.

7. Y para mejorar tu salud intestinal:
  • Seguir una dieta diversa para diversificar el microbioma intestinal
  • Bajar el nivel de estrés, haciendo meditación, relajación, mindfulness o yoga
  • Si ya tienes síntomas de algún problema intestinal es mejor evitar el alcohol, la cafeína y las comidas picantes porque pueden exacerbarlos.
  • Trata de dormir mejor: un estudio demostró que si cambias o interrumpes el reloj biológico alterando tus patrones de sueño, también interrumpes el de los microbios de tu intestino, y lo que quieres más bien es mimarlos.

Con información de:

Cultura Científica

Regenera

Muy Interesante

Clarín (Argentina)

BBC en español

El Comercio (Perú)

La Vanguardia

10 de junio de 2019

Edvard Moser, el Nobel que descubrió el GPS de nuestros cerebros

El paciente HM

Cuando tenía 7 años, Henry Molaison se dio un golpe en la cabeza y se fracturó el cráneo. 

Tres años después empezó a tener unas convulsiones que cada vez se volvieron más intensas y frecuentes, a pesar de la medicación.

Para cuando cumplió los 27 años ya no podía tener una vida normal.

Es por eso que, en 1953, Molaison aceptó formar parte de un procedimiento experimental en el que le extirparon los dos hipocampos del cerebro.

La operación funcionó y el hombre dejó de tener convulsiones. Incluso su coeficiente intelectual aumentó.

Pero entonces los médicos se dieron cuenta de que, en el proceso, habían dañado su memoria. El joven no podía recordar si había desayunado o cómo llegar hasta el baño.

Olvidaba las caras y nombres del personal médico y, lo que era más perturbador, debían decirle una y otra vez que su tío había muerto.

El trágico desenlace de su cirugía dio inicio a cinco décadas de estudios que lo inmortalizaron como el paciente "HM", el más famoso de la historia de la neurociencia.

Molaison no llegaría a verlo, pero su caso derivó en un descubrimiento crucial sobre el funcionamiento del cerebro y la memoria.

No en vano le valió el premio Nobel de Medicina al neurocientífico noruego Edvard Moser.


Filosofía y ciencia

"El espacio y tiempo son propiedades totalmente fundamentales de nuestra propia experiencia subjetiva", dice Edvard Moser.

"Es difícil mantener cierto entendimiento del mundo si no podemos colocar las cosas en algún lugar del espacio y organizar los eventos en un tiempo", agrega.

"Por eso, cuando estas habilidades se pierden, de alguna manera nos perdemos a nosotros mismos".

La propia Academia Sueca reconoció al anunciar su premio en 2014 que había logrado resolver "un problema que ha ocupado a filósofos y científicos durante siglos".

El GPS del cerebro
 
"El premio Nobel fue por descubrir las células que forman parte del sistema que nos permite saber dónde estamos y encontrar el camino" para ir de un lugar a otro, explica Moser.

En otras palabras, se trata de células que funcionan como el "GPS interno" del cerebro.

Pero el galardón no lo recibió en solitario, sino que lo compartió con el estadounidense John O'Keefe y la noruega May-Britt Moser.

El apellido Moser no es una extraña coincidencia.
Edvard y May-Britt no solo forman parte del selecto club de los laureados por la Academia Sueca, sino que además son parte de uno todavía más reducido: el de los cinco matrimonios Nobel.

Un camino difícil

A pesar de no haber crecido en una familia ni un lugar con tradición académica (un poblado de 500 habitantes en Noruega), a través de su ávido consumo de libros descubrió la ciencia y se apasionó por ella.

Cumplió con el servicio militar obligatorio, hizo algunos cursos de matemáticas y estadística, se doctoró en neuropsicología y comenzó un periplo internacional por distintos laboratorios.

"Creo que venir de un lugar donde no había nada más me ayudó a tener una perspectiva diferente y original sobre los problemas".

A lo largo de esos años, May-Britt se convertiría en su esposa, pero también en su compañera de investigación y cofundadora del Instituto Kavli para Sistemas de Neurociencia en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología en Trondheim, en el centro del país.

Y si bien los Moser ahora están divorciados, sus carreras siguen profundamente interrelacionadas.

Espacio y tiempo

"El intrincado sistema de mapeo del espacio que derivó en el descubrimiento de la célula red en 2005 y el premio en 2014 fue apenas el principio", afirma Moser.

En estos años, por ejemplo, descubrieron que esas células "no solo se encargan del espacio, sino también del tiempo, por lo que hay un cambio a medida que el tiempo pasa".

"Ahora sabemos también que el espacio y tiempo son elementos de los recuerdos que son almacenados en este sistema".

Hasta han dado inicio a lo que llaman la "fase dos" de sus investigaciones: "Entender la enfermedad de Alzheimer y, ojalá, contribuir al desarrollo de algún tipo de tratamiento".
"El área del cerebro que contiene todas estas células especializadas y registra el pasaje del tiempo suele ser la primera área que se daña en el alzhéimer", dice el Nobel.

Esta enfermedad, que aún no tiene cura, afecta a entre el 60 y 70% de personas con demencia, que son nada menos que 50 millones alrededor del mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

Tomado de BBC Mundo

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