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23 de noviembre de 2019

10 cosas que cambian tu cerebro (03/10): Los video juegos de acción

¿El efecto en el cerebro de jugar a videojuegos es positivo o negativo? Examinamos las evidencias científicas.
Las ventas de videojuegos siguen aumentando año tras año. En 2016, la industria de videojuegos vendió más de 24.500 millones de juegos (en 2015 fueron 23.200 millones). Entre ellos, los géneros de acción y aventura se llevan los mayores porcentajes de ventas, con juegos como Call of Duty, Grand Theft Auto o Battlefield.
Y es que los videojuegos representan una forma de entretenimiento muy popular entre todos los públicos. Millones de personas se divierten con videojuegos cada día, siendo el jugador promedio un adulto de más de 30 años de edad. Para los más jóvenes, los padres creen que los videojuegos tienen una influencia positiva en la vida de sus hijos. ¿Es así?

¿Hay consenso en la comunidad científica?


Un equipo de científicos de la Universidad Oberta de Cataluña (España) y del Hospital General de Massachusetts de Boston (EE. UU.), ha realizado un análisis sistemático de 116 estudios científicos distintos respecto a la influencia de los videojuegos en nuestro comportamiento y nuestro cerebro y que recoge la revista Frontiers in Human Neuroscience. Los resultados de los estudios indican que jugar videojuegos no solo cambia el funcionamiento de nuestro cerebro, sino también su estructura, pues se producen cambios en muchas regiones del mismo. 

Los videojuegos mejoran la atención

Los estudios incluidos en la revisión muestran que los jugadores muestran mejoras en varios tipos de atención, incluyendo la atención sostenida y la selectiva. Además, las regiones del cerebro que juegan un papel clave en la atención son más eficientes en las personas que juegan a videojuegos en comparación con los no jugadores, y requieren menos activación para mantenerse concentrados en tareas exigentes.

Los videojuegos aumentan el tamaño del cerebro


La evidencia científica también demuestra que
jugar videojuegos aumenta el tamaño y el desempeño de partes del cerebro responsables de las habilidades visoespaciales -la capacidad para representar, analizar y manipular objetos mentalmente- . Concretamente, el hipocampo derecho.

Los videojuegos pueden crear adicción


En la parte negativa,
los videojuegos pueden generar adicción. En los adictos al juego, existen alteraciones funcionales y estructurales en el sistema de recompensas neuronales -estructuras asociadas al placer, el aprendizaje y la motivación-. Pero, tal y como expresan los autores del estudio, "estos efectos no siempre se traducen en cambios en la vida real".
"Es probable que los videojuegos tengan aspectos positivos (en la atención, visuales y motrices) y negativos (riesgo de adicción), y es esencial que aceptemos esta complejidad", continúa Palaus.

Videojuegos en 3D


Otros estudio publicado en la revista Nature y desarrollado por científicos de la Universidad de California en San Francisco (EE. UU.) encontró que el uso del videojuego 3-D diseñado específicamente para el estudio mejoró el rendimiento cognitivo en adultos mayores e invirtió algunos de los efectos adversos en el cerebro asociados con el envejecimiento.
"Este hallazgo es un ejemplo poderoso de la plasticidad del cerebro. Es alentador que incluso un poco de entrenamiento cerebral pueda revertir parte de la disminución cerebral que ocurre con la edad", explica Adam Gazzaley, líder del trabajo.
En resumen,
el efecto de los videojuegos en el cerebro es un nuevo campo de investigación que necesita seguir explorándose. Es probable que aún estemos arañando la superficie de su potencial como herramienta para mejorar la capacidad cognitiva y la prevención de trastornos cognitivos.


5 de abril de 2014

Sicólogos identifican los mejores hábitos de estudio

Algunos hábitos o estrategias de estudio facilitan el aprendizaje, en cambio otros son una pérdida de tiempo y esfuerzo. Para  saber cuáles son los verdaderamente efectivos la revista Scientific American hizo esa sistematización revisando más de 700 artículos científicos para encontrar las 10 estrategias de estudio más frecuentes y evaluar su efectividad.  (Psychologists Identify the Best Ways to Study por John Dunlosky , Katherine A. Rawson , Elizabeth J. Marsh , Mitchell J. Nathan and Daniel T. Willingham; 29/10/2013)  

Los dos ganadores son las auto-pruebas y el estudio distribuido en el tiempo. En menor medida aunque también efectivos son el interrogatorio de re-elaboración, la auto explicación y el estudio alternativo. Veamos.

1. La auto- prueba: se trata de evaluarse entre pares o uno mismo con pruebas diseñadas por uno mismo, fuera de clase. Se puede usar tarjetas de vocabulario (físicos o digitales) o responder a las preguntas del final de un capítulo que aparecen en el libro. Cientos de experimentos muestran que la auto- prueba mejora el aprendizaje y la retención.  En uno de ellos se pidió a los universitarios que memoricen palabras por pares, la mitad de las cuales fueron objeto de estas auto-pruebas. Una semana más tarde los estudiantes recordaban 35% de las palabras auto-practicadas, comparado con el 4% de las que no estaban incluidas en la lista.

En otra demostración se le presentó a los estudiantes palabras traducidas del Swahili al Inglés, seguido de una revisión convencional del vocabulario y oro grupo hacía las auto pruebas. Los  primeros recordaron 36% de los ítems en cambio los de las auto pruebas recordaron 80%.

La teoría detrás de esto es que la auto práctica voluntaria hace disparar mecanismos mentales de búsqueda y procesamiento de información que se instalan en la memoria de largo plazo que activan diversas actividades relacionadas, formando múltiples patrones de memorización que hacen que sea más fácil acceder a esa información.

2.  Estudio distribuido en el tiempo: es mejor que el tradicional estudio masivo de última hora que suele producir un efecto de blanqueo o taponeo mental en el momento del examen.  En cambio, la distribución del material de aprendizaje a través del tiempo es mucho más eficaz.

Hay estudios que muestran que acumular aprendizajes a lo largo de 30 días produce performances muy superiores a las del estudio concentrado del día anterior al examen. Para recordar algo por una semana, los episodios de estudio deben estar separados por 12 a 24 horas;  para recordar algo por 5 años, los episodios de aprendizaje deben estar espaciados de 6 a 12 meses. Estos espaciamientos de largo plazo son ideales para retener los conceptos fundamentales requeridos para conformar una base para abordar conocimientos posteriores.

Los tres siguientes hábitos, como dije al inicio, tienen menos eficacia pero aún tienen utilidad.
3. Interrogatorio de re-elaboración: los niños por su propia naturaleza buscan explicaciones para entender el mundo que los rodea. Hay muchas evidencias que la reiteración de las preguntas sobe el  “por qué” de las cosas  facilita el aprendizaje por la re-elaboración continua de sus conocimientos. Los alumnos producen explicaciones de hechos  como  "¿Qué sentido tiene que... ? " o " ¿Por qué es cierto esto… ?" y eso ayuda a consolidar los aprendizajes.

4. Auto- Explicación: se estimula a los estudiantes para que generen explicaciones de lo que aprenden  produciendo una revisión mental con preguntas como "¿Qué nueva información te proporciona esto "  o “¿Cómo se relaciona esto con lo que ya sabes". Esto refuerza el aprendizaje.

5. Estudio alternado entre varios temas: a contrapelo de lo que diría el sentido común de que es   preferible estudiar cada materia en bloque de principio a fin, antes de pasar a la siguiente, las  investigaciones demuestran los beneficios de una práctica intercalada, en donde los estudiantes alternan una variedad de tipos de información o problemas sin quedarse atascados en cada uno de ellos. Esta alternancia “desintoxica la mente” y abre espacios para regresar a los temas después de destrabar la saturación producida por la acumulación de contenidos y estrés de aprendizaje  relacionados a un mismo tema.

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Creencias equivocadas sobre hábitos de estudio 

Tomado de:

Leon Trahtemberg
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