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27 de junio de 2010

Experimentos con champán


Domingo, 27 de junio de 2010

Experimentos:

Experimentos con champán

La bebida espumante habitual de las celebraciones adquiere sus burbujas debido a una segunda fermentación del vino en la botella para conseguir la carbonatación, esto es, que el dióxido de carbono acabe disolviéndose en el líquido elemento. El gas se mantiene disuelto en el champán hasta el momento de abrirlo debido a la llamada ley de Henry, que dice que la solubilidad de los gases aumenta al aumentar la presión que ese mismo gas ejerce sobre el líquido si mantenemos la temperatura constante.


“Una botella de Bollinger y Beluga, por favor”. Si un camarero de un hotel de lujo escucha estas palabras no hay duda que quien se lo pide es James Bond… o un imitador. Tanto el famoso champán como el no menos famoso caviar simbolizan el lujo y la buena vida.

La bebida espumante habitual de las celebraciones adquiere sus burbujas debido a una segunda fermentación del vino en la botella para conseguir la carbonatación, esto es, que el dióxido de carbono acabe disolviéndose en el líquido elemento. Esta fermentación se provoca mediante el denominado líquido de expedición, característico de cada bodega y que lleva una cierta cantidad de azúcares, o sin él, como es el caso del brut nature.

El gas se mantiene disuelto en el champán hasta el momento de abrirlo debido a la llamada ley de Henry, que dice que la solubilidad de los gases aumenta al aumentar la presión que ese mismo gas ejerce sobre el líquido si mantenemos la temperatura constante. Así, en el cuello de la botella el dióxido de carbono puede llegar a ejercer una presión de 30 atmósferas, lo que obliga al gas a volver al champán en cuanto sale de él. Pero al abrirse la botella con el característico ¡pop! ese gas sale, se nivela la presión a la atmosférica y el dióxido de carbono obligado a mantenerse disuelto puede salir del líquido, formando las clásicas burbujas.

Pero para que éstas se formen necesitamos puntos de nucleación en forma de partículas de polvo, irregularidades en el interior de la copa de champán… que promuevan la formación de burbujas. Y esto es lo que sucede cuando echamos un poco de ceniza, azúcar o sal en nuestra copa ya calmada. Añadimos nuevos puntos de nucleación provocando una nueva liberación de gas.

Si queremos evitar que se forme ese clásico rosario de burbujas que surge en nuestra copa una vez “calmada”, lo que tenemos que hacer es “limar” la superficie de la copa. ¿Cómo? Untándola con aceite. Si lo hacemos así, como en el experimento, veremos que la producción de burbujas en nuestra copa –que ya hemos dejado que se calme tras servir el dorado líquido- es prácticamente inexistente.

Champán y método científico


Como no podía ser de otro modo, la pseudociencia no podía andar lejos de esta bebida. ¿Quién no ha oído comentar lo de la cucharita? Esta leyenda urbana nos viene muy bien para explicar lo que es el método científico.

La manera que tenemos para comprender el funcionamiento del mundo recibe el nombre de método hipotético-deductivo. En esencia consiste en formular hipótesis explicativas sobre un determinado fenómeno y comprobar su validez mediante experimentos controlados. En nuestro caso la hipótesis de partida es que poner una cucharilla en el cuello de una botella de champán abierta evita que pierda el gas (en Aragón este hecho se denomina con una palabra de lo más pintoresca, esbafar). Para comprobarlo planteamos el siguiente experimento: abrimos dos botellas de champán y a una le colocamos la cucharita mientras que la otra, la botella de control, la dejamos abierta sin más. Al cabo de dos semanas comparamos el resultado con otra recién abierta. La conclusión es obvia...

Así de sencillo y así de directo. Si aplicásemos este método a videntes, astrólogos, curanderos y demás "sensitivos" muy pronto se quedarían sin negocio. Claro que lo que queda es lo más difícil: aceptar las conclusiones del experimento a pesar de nuestras propias expectativas.

Fuente:

Muy Interesante
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