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27 de marzo de 2014

¿Por qué la pasta de dientes con flúor combate las caries?

  • A principios del siglo XX se descubrió el efecto protector del flúor
  • Endurece el esmalte y repara las lesiones producidas por las bacterias

Pasta de dientes con flúor.Lavarse los dientes es un gesto que repetimos tras cada comida como parte esencial de nuestro aseo personal. Esta costumbre retira los restos de alimentos, nos deja el aliento fresco y si la pasta contiene flúor reduce la aparición de caries. Es así porque este elemento químico protege el esmalte dental al hacerlo más duro y resistente a las bacterias.


El esmalte está compuesto en su mayoría por un mineral llamado hidroxiapatita. Es muy duro, pero es soluble en los ambientes ácidos que producen, con sus productos de deshecho, las bacterias que habitan la boca cuando se alimentan de los restos de comida presentes en nuestros dientes, sobre todo de azúcares. En esas condiciones el esmalte de los dientes y las muelas se desmineraliza y aparecen huecos. Esas lesiones son las caries.

El flúor de la pasta de dientes -se incluye como fluoruro sódico, fluoruro estannoso o fluorofosfato sódico- ayuda a remineralizar el esmalte, formando fluoroapatita y cerrando los huecos abiertos por las bacterias.

“Los dientes que han recibido flúor son más redondeados con surcos más suaves que favorecen la eliminación correcta de la película bacteriana”, explica a RTVE.es la doctora Rosario Garcillán Izquierdo, del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región (COEM). Además, el flúor frena la actividad de las bacterias e incluso mata algunos tipos sensibles al compuesto.

Esta propiedad beneficiosa del flúor se descubrió a principios del siglo XX. El dentista estadounidense Frederick McKay observó que muchos de sus pacientes que residían y se habían criado en Colorado Springs, presentaban unas manchas marrones en los dientes.

Hasta la llegada de este especialista nadie se había molestado en averiguar las causas del desorden dental. Los lugareños lo achacaban a factores de lo más dispares, como la ingestión de demasiado cerdo, leche de mala calidad o agua demasiado dura.

La dosis hace el veneno

Tras un largo trabajo de investigación, McKay averiguó que las manchas se debían a la alta concentración de flúor de las aguas que bebían los residentes. A la vez, observó que la incidencia de caries era bajísima.

Tras este hallazgo, como es la dosis la que hace el veneno, se iniciaron investigaciones para averiguar la cantidad adecuada de flúor que debían tener las aguas para aprovechar sus beneficios sin sufrir los perjuicios. Hoy en día el límite máximo recomendado de ingesta de fluoruros es de 2 miligramos al día, entre el agua, la dieta y la pasta dentífrica.

Las pastas de dientes para adultos contienen 1.000 partes por millón de flúor. El resto de los componentes de la pasta de dientes son abrasivos (sílice hidratada), blanqueadores (dióxido de titanio), componentes para dar al producto la consistencia de una pasta, saborizantes y aromas para hacer la pasta agradable al consumidor.

Un orificio en la pieza dental hasta tocar el nervio

Las caries empiezan a formarse a los 20 minutos de la ingesta de los alimentos. Al principio el ácido solo estropea el esmalte, pero si no se elimina las bacterias continúan su trabajo destructor en la pieza dental, llegan a la dentina y hacen un orificio por el que acceden a la pulpa, tocan el nervio y provocan un intenso dolor.

Hay dos tipos de caries. Las que se producen en el surco de las muelas y las que se producen entre los dientes. Con el hilo dental y un buen cepillado es posible prevenir estas últimas, pero las que atacan el surco de las muelas son muy difíciles de prevenir, por no decir imposible.

Las últimas investigaciones tienen puestas las esperanzas en un compuesto llamado xilitol para prevenir este tipo de caries. El xilitol es un edulcorante que las bacterias no pueden fermentar y está presente en casi todos los chicles sin azúcar. Así, una vez más la química es la aliada de la humanidad para evitar una de las enfermedades más comunes del planeta.

Lavarse los dientes, una costumbre ancestral
El cuidado de la dentadura es una constante en la historia. Los antiguos egipcios y los persas limpiaban y blanqueaban con tinturas y pinceles su dentadura. Desde la Antigua Roma hasta principios del siglo XX, pasando por la cultura íbera y celta o los pueblos germánicos, se ha usado orina para blanquear la dentadura. Otros remedios que han desfilado por los tocadores y gabinetes médicos de la humanidad son la leche materna, usada en Roma, o la fórmula magistral diseñada por el médico del emperador Claudio, Escribonio Largo, a base de vinagre, miel, sal y cristal machacado. El médico medieval sevillano Avenzoar recomendaba lavar los dientes con agua de llantén y de rosas para conservar su blancura. El médico y botánico toledano musulman Ibn Wadif en el siglo XI aconsejaba una sugerente mezcla hojas de menta, membrillo, melocotón, rosa y tierra jabonera de Toledo.
 Fuente:

31 de julio de 2013

¿Quién inventó el hilo dental?


Usarlo es una de las formas más sencillas de evitar la caries.


A principios del siglo XIX, un dentista estadounidense, Levi Spear Parmly, exhortó a sus pacientes a limpiarse entre los dientes con hilo de seda, una técnica revolucionaria que podía proteger las encías y prevenir la caries. En ese entonces el hilo venía en unos carretes poco manejables, había que cortarlo con navaja y meterse los dedos en la boca para usarlo.

“A la gente no le gustaba el hilo”, afirma Scott Swank, conservador del Museo Nacional de Odontología, en Baltimore. Y en una época en la que era normal tener caries, añade, “las personas simplemente esperaban a que se le cayeran los dientes”.
Más adelante, en la década de 1870, Asahel Shurtleff contribuyó a facilitar el uso del hilo dental al patentar su primer dispensador: una bobina con la punta en forma de U que funcionaba como una diminuta mano de metal que guiaba el hilo entre los dientes. Su invento se anticipó a los portahílos actuales.

Desde entonces se han inventado el hilo con sabor a chicle y los dispensadores en forma de diente, en un intento por hacer que el hilo dental parezca divertido o al menos no muy complicado. Estudios recientes indican que usar hilo dental es una de las formas más sencillas de prevenir la caries. Pero “a la gente sigue sin importarle”, señala Swank. A dos siglos de su invención, el hilo dental sigue siendo algo que olvidamos utilizar y que odiamos hacer.

Fuente:

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11 de septiembre de 2011

Científicos trabajan en un líquido que regenera el diente picado sin necesidad de perforar ni rellenar e indoloro



Científicos británicos trabajan en un prometedor líquido que regenera el diente picado sin necesidad de perforar ni rellenar.

Ojalá esté disponible en breve porque si voy a esperar 20 o 25 años para el producto probablemente ¡ya no tenga dientes! (¡Ah! y ojalá también salga en versión chicle, voy mascando el gel y voy curando mis dientes, ¡fantástico! ¿no?)



Si hay alguien a quien los niños, y no tan niños, tienen más miedo que al «coco» ese es el dentista. Sobre todo cuando el taladro está de por medio. Solo el ruido de la herramienta ya pone a muchos de los nervios. Pero esta desagradable práctica puede tener los días contados.

Investigadores de la Universidad de Leeds han descubierto un tratamiento que, según aseguran sus creadores, acaba con las caries y reconstruye el diente de forma natural e indolora.

La caries comienza cuando el ácido producido por la placa disuelve el mineral de los dientes, causando agujeros microscópicos que van aumentando en tamaño y número. Finalmente, el diente dañado tiene que ser perforado y rellenado, o incluso extraído.

El miedo al dolor hace que muchos pacientes no vayan al dentista cuando notan dolores o detectan alguna pequeña caries en su dentadura. Ignorarlo no frena su desarrollo y al final tenemos que enfrentarnos a un tratamiento más complejo y molesto que en un principio.

Para evitar estas situaciones, los investigadores de la Universidad de Leeds han desarrollado un revolucionario fluido, a base de un tipo de un péptido, que se aplica en la superficie de los dientes para tratar los primeros signos de la caries. Esta tecnología, basada en la formación natural del diente, estimula la regeneración de la pieza defectuosa.

«Esto suena demasiado bien para ser verdad, pero nosotros lo que hacemos, básicamente, es ayudar a los dientes a autoregenerarse. Es un proceso reparador no quirúrgico, totalmente natural e indoloro», asegura la profesora Jennifer Kirkham, que ha liderado el desarrollo de esta nueva técnica en el Instituto Dental de la Universidad de Leeds.

Cómo actúa


El líquido «mágico», como lo denominan sus creadores, ha sido diseñado por científicos de la Facultad de Químicas de la misma universidad. Contiene un péptido conocido como P 11-4 que, bajo ciertas condiciones, se ensambla entre las fibras. En la práctica, el líquido, en contacto con el diente, se convierte en un gel que, fijado como un «andamio», atrae el calcio y remineraliza la pieza dental desde el interior, de forma natural.

Este tratamiento ha sido probado recientemente en un pequeño grupo de adultos que presentaban los primeros síntomas de la caries. Los resultados de este pequeño ensayo han revelado que el péptido P 11-4 puede revertir el daño y regenerar el tejido del diente.

«Los resultados de nuestros tests son muy prometedores», afirma el profesor Paul Brunton, que supervisa las pruebas con pacientes. En este sentido, el investigador señala que, si estos resultados se pueden repetir en un grupo de pacientes más grande, «en dos o tres años esta técnica estará disponible en las consultas de los dentistas».

Un tratamiento que, si sale adelante, acabaría con el vínculo entre dentista y dolor y permitiría a los pacientes mantener sus dientes naturales.

Fuente:

ABC Ciencia
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