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24 de junio de 2018

Logran, por primera vez, transferir la memoria de un ser vivo a otro

Científicos lograron que animales no entrenados se comportaran como los sí entrenados al inyectarles una fracción de material genético.

Un equipo de investigadores norteamericanos ha logrado, por primera vez, transferir la memoria de un ser viviente a otro. El trabajo arroja luz sobre una de las cuestiones más intrigantes de la biología: ¿Cómo se almacenan los recuerdos?

En un artículo publicado hace apenas unos días en la revista eNeuro, un equipo dirigido por David Glanzman, de la Universidad de California, explica cómo ha conseguido llevar a cabo este intrigante experimento, para el que se utilizaron caracoles marinos de la especie Aplysia californica.

Lo primero que hicieron los investigadores fue «entrenar» a varios de estos moluscos para que exhibieran un reflejo defensivo cuando sus colas eran estimuladas por una suave corriente eléctrica. Un segundo grupo de caracoles, no entrenados, no mostraba ese reflejo.

Más tarde, y una vez firmemente establecido el reflejo defensivo, los caracoles «entrenados» fueron sacrificados para extirparles los ganglios abdominales. Acto seguido, los científicos extrajeron el ARN de las muestras y las inyectaron en los caracoles no entrenados y que, por tanto, no exhibían la misma reacción ante la corriente eléctrica.

El resultado fue que los caracoles que recibieron el nuevo ARN mostraron los mismos actos reflejos como respuesta a la estimulación eléctrica, y ello a pesar de no haber recibido ningún entrenamiento.

Tras la pista del engrama

Estos resultados son importantes porque proporcionan pistas sobre la naturaleza de lo que se conoce como el «engrama», una palabra que funciona de forma parecida al término «materia oscura», ya que denota algo que se sabe que existe pero de lo que poco o nada se conoce.

Engrama, en efecto, es la palabra que los científicos utilizan para referirse a la estructura cerebral que almacena físicamente la memoria a largo plazo, una especie de «disco duro» capaz de almacenar datos (como los de las computadoras), pero que hasta la fecha nadie ha conseguido localizar de forma concluyente.

La teoría más aceptada por los neurocientíficos es que la memoria a largo plazo está codificada en las sinapsis, las interfaces funcionales a través de las que las neuronas intercambian señales eléctricas o químicas.

El experimento de Glanzman y sus colegas, sin embargo, apunta a una posibilidad muy diferente. La memoria, en realidad, se almacena en el interior de los cuerpos celulares de las propias neuronas. Lo cual plantea la posibilidad de que el ARN tenga un papel importante en la formación de la memoria, una idea ya apuntada en otros estudios y que los nuevos experimentos con caracoles parecen respaldar.

En su artículo, Glanzman y su equipo afirman que sus resultados suscitan muchas nuevas preguntas sobre la forma en que la memoria se almacena y sobre la auténtica naturaleza del engrama. Pero dejan claro que la forma de almacenamiento no tiene que ver con las sinapsis, como se pensaba hasta ahora.

Fuente:

ABC (Ciencia)

15 de septiembre de 2013

La vida secreta y veloz de los caracoles

A pesar de su fama de lentos, los caracoles pueden viajar a una velocidad relativa de un metro por hora.
Así lo calculó un equipo de investigadores británicos que adosó luces LED de colores a cientos de estos animales y rastreó sus movimientos durante un período de 24 horas.

Los científicos observaron que los gastrópodos fueron capaces de explorar un jardín de tamaño promedio en el Reino Unido en una sola noche.

Pero la velocidad de los caracoles no es una buena noticia: los investigadores creen que los veloces caracoles están esparciendo un parásito mortal para los perros.

En los últimos años, los húmedos veranos británicos han sido criaderos propicios para los caracoles.

De acuerdo con la Sociedad Real de Horticultura, la población de estos animales aumentó en un 50% en el último año.

Y además de ser una peste para los jardineros, también pueden propagar un parásito llamado Angiostrongylus vasorum.

Estos gusanos nematodos suponen una amenaza especialmente peligrosa para los perros, que pueden infectarse al comer accidentalmente babosas o caracoles.

Caracoles iluminados

Caracol

Los caracoles pueden alcanzar una velocidad de un metro por hora. 

Una campaña financiada por la rama veterinaria de la compañía Bayer comisionó a científicos de la Universidad de Exeter en Inglaterra para que midieran la escala de la amenaza que suponen estos parásitos.
Los investigadores intentaron seguir los movimientos de los caracoles dentro de un jardín.

Para ello colocaron pequeñas luces LED de colores a unos 450 caracoles y utilizaron pintura ultravioleta para rastrear sus movimientos.

Así observaron que estos animales fueron capaces de recorrer distancias de hasta 25 metros en 24 horas.

"Son tan lentos que la gente ni siquiera piensa que se están moviendo, pero resulta que sí lo hacen, y pueden recorrer un largo camino en una noche", explica Dave Hodgson, quien dirigió el estudio.

Parásito

El parásito Angiostrongylus vasorum puede ser letal para los perros.

Según el experto, su trabajo indica que los caracoles suponen una creciente amenaza para las mascotas.
"No son sólo masticadores de lechuga, transportan parásitos que pueden matar perros", advierte Hodgson, ya que los Angiostrongylus vasorum son un mal endémico en Reino Unido.

Ahorrando baba

En este estudio, los científicos se sorprendieron al ver que muchos caracoles seguían el rastro baboso de otros. Según Hodgson, esto está relacionado con la conservación de energía.

"Sabemos que los caracoles usan el 40% de su energía produciendo baba."

"Y si tiene la oportunidad, un caracol preferirá seguir un rastro que otro dejó; es una forma de hacer trampa similar al túnel de succión aerodinámico", explica el científico.

Sin embargo, Hodgson aclara que su estudio no está sugiriendo que haya que exterminar a los gastrópodos en una especie de "apocalipsis de caracoles".

"Yo creo que la gente debe comprender la vida silvestre que habita en sus jardines y tener en cuenta que ningún organismo es totalmente inofensivo", concluye.

Fuente:

BBC Ciencia

29 de julio de 2010

La verdad sobre las cremas de baba de caraco


  • Las supuestas propiedades 'milagrosas' de estos productos no son tales
  • Actúan como cualquier otro cosmético y no entrañan riesgo para la salud

Una mujer usa crema cosmética para esconder las arrugas. (Foto: El Munsdo)
Una mujer usa crema cosmética para esconder las arrugas
Cremas que curan el acné y eliminan las arrugas, las estrías y las cicatrices. ¿Se puede le pedir algo más a un producto cosmético? El secreto está, según los anuncios que lo publicitan, en el extracto de baba de caracol. Dichos 'spots' osan incluso asegurar que existen "rigurosos estudios científicos" que avalan sus resultados. ¿Es posible realmente conseguir tales efectos? Dermatólogos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) afirman que son 'exagerados'.

"Tales beneficios no pueden producirse sólo con la administración de una crema", señala Elia Roo, coordinadora de la Unidad de Estética del Hospital Sur de Alcorcón (Madrid). Y añade: "Puede ser un buen producto hidratante y atenuar las arrugas precisamente por dicha propiedad, pero no las elimina. Tampoco consigue hacer desaparecer las estrías ni las cicatrices completamente; es imposible".

Como explica la doctora Roo, no hay que olvidar que se trata de un producto cosmético, no terapéutico. Es decir, sólo actúa en la capa superficial de la piel y sus efectos son limitados.

Lo que sí es cierto es que "los dermatólogos recomendamos este producto en algunos casos concretos, después de la radioterapia (atrofia y desgasta la piel), para cicatrices superficiales, algunos tipos de acné...", reconoce la doctora Roo. La baba de caracol tiene alantonina, una sustancia activa natural empleada para favorecer la cicatrización de heridas y úlceras. Su uso no entraña peligro, "es inocuo".

Veneno de serpiente

Otros anuncios destacan las propiedades del veneno de serpiente que incluyen algunas cremas. 

Concretamente aluden a un efecto similar al del bótox. "Esto no es real. La toxina botulínica actúa en el músculo, para relajarlo y tratar así las arrugas de expresión y las cremas se limitan a actuar sobre la capa superficial de la piel. Los resultados no son los mismos", aclara la dermatóloga.

Es más, si la aplicación de la crema llegara al músculo, entonces "ya no estaríamos hablando de un cosmético sino de un medicamento, y como tal, debería pasar por los mismos controles que otros fármacos y estar aprobado por la Agencia Española del Medicamento", advierte. Lo que realmente ocurre es que "mejora transitoriamente las arrugas, como cualquier otro cosmético hidratante, pero no en la misma medida que la toxina botulínica".

En torno a esta sustancia, señala la especialista, hay que aclarar que la crema no lleva un veneno real de serpiente, sino un principio activo desarrollado en un laboratorio basado en la proteína que se encuentra en el veneno de la serpiente.

Más allá de sus verdaderos efectos sobre las arrugas, estos productos, matiza Elia Roo, no entrañan riesgo, sobre todo si se compran en los canales comerciales normales. "Otra cosa es su venta en algunas webs de internet y centros no legales".

Tomado de:


El Mundo Salud

Pero si la baba de caracol no sirve para esconder el paso de los años, si podría servir para atenuar el dolor. Lea:

Saliva de caracol podría ser tan eficaz como la morfina en el tratamiento del dolor agudo
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