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10 de marzo de 2020

Comer poco alarga la vida

Una investigación aporta la descripción más detallada de los beneficios de la restricción calórica para frenar el envejecimiento.

Los investigadores Concepción Rodríguez y Juan Carlos Izpisúa, del Instituto Salk

Desde hace décadas, los científicos conocen el secreto para hacer que casi cualquier animal viva mucho más de lo normal. Pueden hacer que un ratón duplique sus años de vida y que un macaco viva tres más de lo normal. El equivalente en personas sería vivir nueve años más y, además, con mucho menos riesgo de sufrir enfermedades asociadas al envejecimiento: cáncer, alzhéimer, diabetes. El problema es que el precio a pagar puede ser demasiado alto para muchos: comer menos, en concreto quitarse en torno a un 30% de las calorías diarias.

El 26 de febrero de 2020 se publicó el estudio más detallado que se ha realizado nunca para aclarar qué le sucede a un cuerpo cuando se somete a esta restricción calórica. Sus resultados apuntan muchas claves de qué genes y moléculas son culpables del envejecimiento y trazan nuevas vías para conseguir posibles fármacos que consigan algo a priori imposible: parar el tiempo, detener el envejecimiento.

“Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible”, explica el investigador Juan Carlos Izpisúa (Hellín, 1960), uno de los autores principales del trabajo. “Hemos mostrado que determinados cambios metabólicos que llevan a una aceleración del envejecimiento se pueden reprogramar de una manera relativamente sencilla, reduciendo nuestra ingesta calórica, con la finalidad no ya de extender nuestras vidas, sino, mucho más importante, de que nuestra vejez sea más saludable”, resalta este farmacólogo y biólogo molecular que trabaja en el Instituto Salk (EE UU).
El trabajo ofrece el atlas celular más detallado del envejecimiento en un mamífero y los efectos beneficiosos de moderar la dieta. El equipo se ha servido de la nueva tecnología de análisis genético célula a célula para analizar unas 200.000 células de nueve órganos y tejidos diferentes de ratas. En un grupo había roedores que comían lo que querían y en el otros animales que comían un 30% menos calorías.

Los investigadores usaron solo ratas adultas a las que estudiaron desde los 18 a los 27 meses de edad, lo que en humanos equivaldría a un seguimiento entre los 50 y los 70 años. Esto es importante, pues los estudios realizados en primates han mostrado que los beneficios de comer menos son solo patentes en individuos adultos, a la mitad —más o menos— de sus vidas.

Los resultados, publicados este jueves en Cell, aportan un catálogo completo de todos los cambios que suceden con la edad y la dieta tanto dentro de cada célula como en la comunicación entre estas.

El artículo completo en: El País (España)

También puede leer unh resumen en Vitónica


9 de mayo de 2019

¿Cuántas salchichas deben consumir los niños, según especialistas?

Según estudios, el constante consumo de salchicha puede generar graves daños. La Organización Mundial de la Salud asegura que es igual de nocivo que el tabaco.


El accesible precio de las salchichas y su fácil y rápida preparación hace que muchos la consuman, sobre todo los niños. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que este alimento es altamente peligroso a través de una investigación publicada en 2015.


Según la entidad, este embutido es igual de nocivo que el tabaco, jamón, tocino, carne en conserva o en lata, y podría generar cáncer de colon. Pese a esta advertencia, expertos aseguran que el riesgo de padecer este mal es mínimo si es que no se come mucho.

"Pero tenemos que tener en cuenta que la exposición es muy común porque muchas personas comen carne procesada o carne roja y, por lo tanto, es un problema de salud importante", comentó Kurt Straif, doctor que participó en la elaboración del estudio.

En la década de los 80, la Universidad de los Ángeles, en California, Estados Unidos, concluyó, mediante una investigación, que los niños que comen más de 12 salchichas al mes, tienen nueve veces el riesgo normal de desarrollar leucemia infantil.


También se descubrió que las mujeres embarazadas que consumen salchichas una o más veces por semana padecen un doble riesgo de que sus hijos desarrollen tumores cerebrales. Por estos descubrimientos, los médicos aconsejan que se ingieran las salchichas libres de nitrito o "nitrite-free", componente usado para preservar carnes y pescados.

Especialistas de la salud recomiendan que no se consuman más de 12 salchichas al mes y aseguran que el consumo de carnes rojas no debe parar por su alto valor nutricional. Es importante evitar los excesos.

Fuente: La República (Perú)

12 de diciembre de 2018

Consumir un panetón de 900 gramos equivale a ingerir 36 panes

Consumirlos es una tradición, pero debemos hacerlo con moderación.


A vísperas de la Navidad, tiendas y supermercados empiezan a llenar sus estantes de panetones. Y aunque sea una tradición consumirlos en estas fechas, especialistas nos exhortan a hacerlo con moderación. Una porción de 100 gramos de panetón tradicional untada con mantequilla o mermelada equivale al consumo de cinco a seis panes franceses respectivamente, aseguró la nutricionista del Instituto Nacional de Salud (INS), Rosa Salvatierra.

“Comer esta cantidad de panetón tradicional es lo mismo que consumir cuatro panes franceses, si a esto le añadimos mermelada el contenido calórico aumenta y es como si estuviéramos comiendo cinco panes y si es mantequilla sube a seis. Si a la porción de panetón se le añaden ambos productos el consumo calórico es igual al de seis panes, si a esto le agregamos una taza de chocolate es igual a ocho panes”, indicó.

La especialista señaló que la cantidad sugerida de consumo de panetón sería de solo una tajada de 80 gramos acompañado de infusiones o refrescos de fruta con bajo contenido de azúcar y ensaladas de frutas que puede ser el equivalente a un desayuno promedio. “Un panetón clásico de 900 gramos equivale al consumo de 36 panes”, aseguró.

En tanto, afirmó que los panetones que contienen chispas de chocolate, manjar blanco u otros rellenos dulces, poseen mucho más contenido calórico que un tradicional. “Por ejemplo una porción de panetón con chispas de chocolate equivale a cinco panes, y si lo acompañamos con una taza de chocolate o un vaso de gaseosa, es como si consumiéramos siete y seis panes respectivamente”, mencionó.

Si en estas fiestas no puedes prescindir del panetón, puedes consumirlo en una porción de 80 gramos al día, la idea no es adicionar el panetón en nuestra alimentación diaria, sino reemplazarlo por otros alimentos como cereales, tubérculos o menestras, evitando excedernos con las calorías diarias que necesitamos y que en promedio debe ser de dos mil diariamente.

Cuidado con los colorantes artificiales

De otro lado, recomendó verificar el rotulado de los panetones antes de adquirirlos, con la finalidad de conocer si estos contienen colorantes naturales, pues los de origen artificial pueden causar daño a la salud.

“Los colorantes naturales presentan un color más suave, tanto en las frutas confitadas como en la masa y, por el contrario, los colores muy intensos advierten sobre la presencia de colorantes artificiales que pueden agudizar los síntomas del asma y de cálculos renales, producir hiperactividad en los niños, insomnio, alergias, urticarias y rinitis”, afirmó.


12 de noviembre de 2018

El sexo es bueno para quemar calorías, en algunos casos...

Probablemente te hayas preguntado si el sexo quema una gran cantidad de calorías, y algunas personas afirman que puede quemar de 100 a 300 calorías por sesión. Sin embargo, algunas investigaciones indican que la respuesta depende en gran medida de varios factores, como el peso y cuán vigorosa sea la sesión de hacer el amor.


En 2013, científicos de la Universidad de Montreal intentaron responder a esta pregunta pidiendo a 21 parejas heterosexuales que usasen SenseWear fitness trackers, una herramienta que mide la quema de calorías, durante sus relaciones sexuales. Las parejas también corrieron en una cinta de correr durante 30 minutos para comparar su ejercicio sexual con el ejercicio real.

Los resultados, que se publicaron en la revista PLoS ONE, concluyeron que los hombres queman 100 calorías durante la sesión sexual promedio, mientras que las mujeres queman alrededor de 69 calorías. Bueno, ni tan mal. Los investigadores estimaron que los hombres queman aproximadamente 4,2 calorías por minuto durante el sexo, mientras que las mujeres queman 3,1 calorías.

En total, la cantidad de calorías quemadas durante el sexo fue mucho menor que la cantidad de calorías que los hombres quemaron durante el ejercicio, que fue de aproximadamente 276 calorías. Pero mientras que ir al gimnasio podría proporcionar un entrenamiento más intenso, los investigadores concluyeron que, "la actividad sexual puede ser considerada, a veces, como un ejercicio significativo".

Asimismo, los resultados del estudio se basaron en la cantidad promedio de tiempo que las parejas tuvieron relaciones sexuales, que fue de aproximadamente 25 minutos, por lo que podemos suponer razonablemente que cuanto más larga es la sesión, más calorías se pueden quemar.

Otro estudio publicado en 2013 en el New England Journal of Medicine basado en una investigación publicada en JAMA Internal Medicine concluyó que el sexo en realidad no es una gran actividad física, ya que no duraba más de 6 minutos, lo que representa únicamente alrededor de 25 calorías. Como mencionábamos antes, todo depende de la vigorosidad del ejercicio sexual.

En resumen, si estás tratando de perder peso y estás esperando reemplazar el tiempo de gimnasio con sexo, es posible que quieras seguir con tu rutina de ejercicios tradicional. Pero eso no significa que las relaciones sexuales no tengan beneficios reales para la salud.

Fuente: Deporte y Vida

 

28 de febrero de 2018

¿Cuáles son los 50 alimentos más nutritivos?

Las almendras son uno de los alimentos más completos

Imagina el alimento ideal. Uno que contenga todos los nutrientes necesarios para cumplir, pero no exceder, nuestras necesidades diarias. Si semejante producto existiera, consumirlo sin comer nada más proveería el balance nutricional óptimo para nuestro cuerpo.

Un alimento así de completo no existe. Pero se puede buscar lo más próximo. La clave es comer un balance de alimentos altamente nutritivos que, al ser consumidos juntos, no tengan ningún nutriente en exceso, para evitar superar los montos recomendados para consumo diario.

Los científicos estudiaron más de 1.000 alimentos, asignándole a cada uno una puntuación según su valor nutricional en base a 100 puntos.

Mientras más alta la valoración, mayores son las posibilidades de que ese alimento cumpla pero no exceda las necesidades nutricionales de una persona, al ser consumido en combinación con otros productos.

Tras ser valorados y clasificados por científicos, estos son los 50 alimentos más nutritivos:

50. Arvejas envainadas

42 calorías por cada 100 gramos.
Las arvejas (guisantes) son una excelente fuente de proteína, carbohidratos, fibra dietética, minerales y vitaminas solubles en agua.
Puntuación nutricional: 58 puntos.

49. Frijol de carita

44 calorías por cada 100 gramos.
Se le conoce por múltiples nombres incluyendo chíchere, chicharillo, fríjol chino o fríjol cabecita negra. Al igual que muchas otras legumbres es alto en carbohidratos y contiene más proteínas que los cereales.
Puntuación nutricional: 58.

Lea el artículo completo en:

BBC Mundo

16 de julio de 2017

¿Cuántas calorías tiene un cuarto de pollo a la brasa? ¿Es mejor comer pecho o pierna?

Este domingo se celebrará el Día del pollo a la brasa. ¿Sabes cuántas calorías aporta? ¿Es mejor comer pierna o pechuga? Aquí resolvemos estas y otras dudas. 



Primero hablemos del pollo en general

Esta carne es muy fácil de digerir. Además, contiene la misma cantidad de proteínas que la carne de res (20%) y, sin contar el pellejo, contiene solo un 3% de grasa. 

Si consumimos el pollo con todo y pellejo, estaremos ingiriendo 15% de grasa, por ello no sorprende que muchos recomienden dejar de lado esta parte de la presa. Sin embargo, la nutricionista Sandra Wages explica que al ser un producto que no se come todos los días, tampoco es un pecado darnos el gusto de vez en cuando, ya que al día podemos consumir una determinada cantidad de grasas (aproximadamente un 30% de las calorías consumidas). Asimismo, la experta señala que, gracias a la técnica que se utiliza para su cocción, “gran parte de la grasa del pellejo se va a perder porque gotea hacia el fuego”. 

Pero, ¿cuántas calorías tien un cuarto de pollo a la brasa?

Citando la información que publica una conocida cadena de pollerías, Wages indica que un cuarto de pollo con ensalada (sin aliño) aporta unas 510 calorías. Sin embargo, si uno lo consume con papas fritas la cantidad será mucho mayor. La nutricionista recomienda acompañarlo entonces con ensaladas o un choclo. 

Un adulto varón, de entre 25 y 65 años, debe consumir unas 3 000 calorías al día. Una mujer, también de entre 25 y 65 años, debe consumir unas 2 200 calorías.

Muy bien, pero... ¡yo quiero bajar de peso!

Aunque le sorprenda a muchos, no son pocos los nutricionistas que incluyen al pollo a la brasa (sin pellejo) en los régimenes alimenticios que diseñan para los pacientes que desean adelgazar. “Hay gente que lo considera comida rápida. Sin embargo, si lo comparas con otras alternativas para engreír a tu paciente es una opción saludable y que puede hacerse light dependiendo de con qué la combines”, indica Wages

Entonces... ¿debo comer pecho o debo comer pierna?

Muchos optan por ingerir pechuga porque consideran que esta es más saludable. Esto es cierto, pero solo en parte. La pierna tiene un poco más de grasa (1,24% más sin pellejo y 9,25% más sin piel), pero contiene más hierro y por ello su carne es de color más oscuro. Esta parte del pollo aporta 1,02 miligramos de este mineral, mientras que la pechuga solo tiene 0,72 miligramos. 

La verdad es que la elección entre una y otra presa ha de estar motivada principalmente por el gusto del comensal.

Entonces: ¡a disfrutar! (evitando comer la piel y evitando también las papas fritas)...

Fuente:

El Comercio (Perú)


25 de mayo de 2014

El síndrome de alimentación nocturna "es real"


Hombre comiendo en la noche

Hay gente que se levanta por la noche con un hambre insaciable a pesar de haber cenado. Es posible que tenga el síndrome de alimentación nocturna.

Ahora, científicos del instituto de estudios biológicos Salk, en California, Estados Unidos, descubrieron un par de genes encargados de sincronizar los horarios de comida con el reloj biológico.
Cuando hay una mutación de estos genes, puede ocasionar lo que se conoce como síndrome de alimentación nocturna.

Este trastorno altera las horas de comida, lo que hace que la persona ingiera alimento de más y aumente de peso.

En el estudio, hecho en ratones y publicado en la revista especializada Cell Reports, se demostró como estos animales con mutaciones genéticas humanas sufrieron alteraciones en los patrones de comida, lo que les ocasionó un sobrepeso. 

"En realidad no esperábamos que podríamos separar el ciclo de sueño y el de alimentación, especialmente con una mutación simple", dice Satchidananda Panda, autor jefe del estudio y profesor asociado de Salk.

"Esto abre las puertas a un motón de preguntas sobre cómo se regulan estos ciclos".

Se estima que entre el 1% y el 2% de la población sufre de este síndrome, que recientemente fue clasificado como un trastorno de la alimentación. Uno de los síntomas es despertarse en la noche y no poder volver a la cama sin comer algo primero.

Mutaciones creadas

Con frecuencia los que padecen este trastorno eligen alimentos con un alto contenido calórico y poco saludable, lo que lleva al sobrepeso y algunas veces obesidad.

Mujer comiendo en la noche

Las personas con este trastorno suelen elegir alimentos con un alto contenido calórico.

"Durante mucho tiempo las personas desestimaron el síndrome de alimentación nocturna por no considerarlo real", cuenta Panda.

"Estos resultados en ratones sugieren que, de hecho, puede haber bases genéticas para el síndrome".

Los ratones del experimento tenían una versión humana del gen del reloj biológico. Cuando este gen fue silenciado, los animales comieron cuando en realidad deberían estar durmiendo.

Las mutaciones en el gen del reloj biológico implicaron trastornos en el sueño, lo que también hizo que los roedores durmieran más.

Los expertos piensan que los genes del sueño y la alimentación trabajan juntos para mantener estos dos ciclos sincronizados.

Una falla en cualquiera de los dos puede ocasionar interrupciones en los patrones de sueño y alimentación.

Sin embargo, los investigadores no han hecho pruebas para determinar si los humanos con este trastorno tienen la mutación genética que crearon en estos roedores de laboratorio.

Fuente:

BBC Ciencia

23 de agosto de 2013

¿Desayunar mucho ayuda a perder peso?

Según un estudio publicado a principios de año en la revista Nutrition Journal, las personas comen lo mismo a la hora del almuerzo y cenan la misma cantidad independientemente de si han tomado un desayuno normal o copioso (400 kilocalorías por encima de lo normal). Eso implica que, en el balance final, se consumen muchas más calorías a lo largo del día, desmintiendo la idea popular de que tras un desayuno abundante se reduce la ingesta calórica.

Lo que sí ayuda a perder peso es elegir determinados alimentos para comenzar el día. Daniela Jakubowicz,del Hospital de Clinicas, en Caracas (Venezuela), ha demostrado que en una dieta de pérdida de peso conviene incluir en el desayuno abundantes carbohidratos (pan, cereales...) y proteínas (huevos, carne, atún...).

Por el contrario, saltarse el desayuno reduce la atención, la memoria y la capacidad de aprendizaje en la jornada matutina, además de que sin desayunar tendemos a consumir una dieta menos equilibrada durante el resto del día, con más grasas y azúcares, lo que nos predispone a sufrir obesidad.

Fuente:

Muy Interesante

11 de agosto de 2013

Los grandes 'fast foods' tendrán que reducir las calorías de sus platillos

Una ley obligará a estas cadenas a publicar la información nutricional de sus productos. En ese contexto, varias optan por reelaborar sus recetas.

Cómo hacen los grandes 'fast foods' para reducir las calorías de sus platillos

Luego de que EE.UU. publicara una ley que pronto obligará a sus grandes cadenas de comida rápida a publicar las calorías de sus platillos, muchos de estos negocios han optado por adelantarse y ya empiezan a reducir el aporte calórico de sus productos.

Múltiples empresas vienen reelaborando sus recetas, utilizando diversas técnicas para disminuir la cantidad de calorías que aportan. Por ejemplo, algunos optan por cambiar la crema de leche por la leche entera o agregan menos aceite. Otros optan por echar menos salsa o reducir sus porciones, según informa el portal del diario “The Wall Street Journal”.

La empresa The Cheesecake Factory, con 163 sucursales, reducirá la cantidad de calorías de dos de sus pastas (de 2980 a 2440 y de 2810 a 1290 en un platillo para niños) reduciendo la cantidad de salsa. La empresa tomó esta decisión luego de que uno de sus platillos se ganara el puesto del más calórico.

“Para reducir las calorías, los restaurantes están reduciendo cantidad de masa que utilizan para los panes utilizados para sándwiches o usan menos queso, entre otros trucos”, afirma Betsy Craig, directora ejecutivo de MenuTrinfo, una empresa encargada de calcular la información nutricional de los restaurantes y asesorarlos sobre las recetas.

Cabe recordar que el aporte calórico es solo uno de los indicadores que miden qué tan saludable es un alimento. Así que un platillo con pocas calorías no necesariamente engorda menos ni es bueno para la salud.

Tomado de:

El Comercio

7 de agosto de 2013

Lo que comíamos antes y lo que comemos ahora

Entrar en una cocina es como entrar en un laboratorio. De hecho, si sabes mirar, las cocinas pueden ser más interesantes que un museo de ciencia.

Mirad la cubertería de acero inoxidable, un efecto secundario del invento de Harry Bearley, un hombre de Sheffield que concibió el acero inoxidable en 1913 para mejorar los cañones de las pistolas. (Con todo, nos cuesta librarnos de nuestros tradicionales cucharones de madera, ya sean de haya, compacto arce o artesanal olivo).

O echad un vistazo al horno microondas, un artefacto que sólo hace unos años podría pasar por un gadget de Star Trek: el estadounidense que lo creó, Percy Spencer, estaba trabajando inicialmente en sistemas de radar navales y se topó con una forma de cocinar completamente nueva, tal y como explica Bee Wilson en su libro La importancia del tenedor.

Con los alimentos sucede lo mismo. Si bien un desayuno típico compuesto por café, pan tostado, mantequilla, mermelada y zumo de naranja no ha evolucionado a lo largo de los últimos siglos (en Inglaterra se consume café desde la mitad del siglo XVII, naranjas para el zumo y mermelada desde 1290 y pan con mantequilla desde mucho antes), la forma de elaborar estos productos, empleando nuevas tecnologías, ha progresado de forma inaudita. Por ejemplo, no sé si habréis probado alguna vez una cafetera de sifón japonesa.

La mantequilla ya no está rancia ni dura, como la mayoría de la mantequilla que se tomaba antes. El pan de molde de pan integral se hornean en panificadoras automáticas. El café es de comercio justo. 

Pero no sólo la forma en que tenemos de elaborar la comida nos indica en qué época y qué cultura estamos viviendo: también lo hace el volumen de las raciones diarias de comida que ingerimos. A continuación, algunas estimaciones en base a las asignaciones diarias que solían entregarse semanal o mensualmente. En algunos casos, la gente no recibía esta cantidad: las raciones sólo reflejan los objetivos de los gobiernos.
  • Un solado romano (27 a.J.C – 250 d. J.C.): 1,5 kg de trigo.
  • Un esclavo de galera italiana (XII): 700 g de galletas, 70 g de carne salada, 40 g de queso y 99 g de verduras.
  • Un marinero inglés (XIX): 454 g de galletas, 227 g de harina de avena, 454 g de cerdo o ternera, 28 g de mantequilla y 3,8 litros de cerveza (o 473 ml de ron).
  • Un soldado unionista (Guerra Civil Americana): 340 g de pan, 57 g de arroz o maíz molido, 500 g de carne salada, 85 g de judías, 57 g de azúcar, 14 g de sal, 15 ml de vinagre, 57 g de granos de café, 1 vela.
  • Un soldado británico (Primera Guerra Mundial): 454 g de galletas, 454 de carne salada, 85 g de queso, 227 g de verduras, 113 g de mermelada, 43 g de azúcar, 14 g de sal, 57 g de teé, 57 g de granos de café.
  • Un soldado australiano (Segunda Guerra Mundial): 85 g de galletas, 3 paquetes de cereales de trigo, 1 lata de atún, 1 lata de carne en conserva, 1 paquete de caremelos de menta y 1 paquete de cerillas.
  • Un civil británico (Segunda Guerra Mundial): 17 g de jamón, 17 g de bacon, 11 g de manteca de cerdo, 85 g de carne, 65 g de azúcar, 14 g de dulces, 7 g de mermelada, 8,5 g de mantequilla, 85, g de queso y 8,5 g de hojas de té.
  • Un soldado ruso (Guerra Fría): 99 g de galletas, 1 bote de carne en conserva, 1 bote de queso, 1 terrón de azúcar, 1 bolsa de té.
  • Un civil norcoreano (1970): 700 g de arroz y 8,5 g de carne.
  • Un civil cubano (2000): 99 g de arroz, 45 g de azúcar, 45 g de azúcar moreno, 227 g de plátanos, 227 g de patatas, 1 docena de huevos al mes, 1 litro de leche para los menores de 7 años.

Fuente:

Xakata Ciencia

9 de abril de 2013

¿Qué y cúantos alimentos se necesitan para alcanzar 2000 kilocalorías?

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Hace unos meses tuve el placer de escuchar a un gran divulgador, Eugenio Manuel Fernández Aguilar, impartir en la Universidad de Sevilla la conferencia titulada “Los números de la conquista lunar” que ustedes pueden ver pinchando en este enlace.

En aquella gran charla que formó parte del ciclo de conferencias de divulgación titulado “La ciencia desde el ojo matemático” organizado por el maestro Tito Eliatrón, el conferenciante hizo algo que considero fundamental para llevar la ciencia al gran público. A pesar de que mostró gran cantidad de números para presentar distancias y medidas en su exposición, Eugenio Manuel presentó estos datos de carácter numérico dentro de un contexto en el que los asistentes pudieron apreciar su significado y magnitud.

giralda

Probablemente algunas personas del público sevillano sí que hubiesen sido capaces de entender la magnitud de las dimensiones del Saturno V expresadas en metros… pero estoy seguro que todos los asistentes comprendieron exactamente sus medidas cuando el divulgador gaditano dijo que equivalían al tamaño de La Giralda. Lo mismo ocurrió cuando explicó la distancia recorrida desde el lugar de construcción del Saturno V hasta su lugar de lanzamiento comparándola con la distancia que hay en Sevilla desde Reina Mercedes hasta La Macarena … y así todos los presentes en el Salón de Actos de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla pudieron hacerse una idea de ciertas magnitudes que de otra forma hubiesen sido difíciles de comprender.

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Ustedes saben que las Matemáticas y yo no nos llevamos muy bien, pero en el mundo de la Nutrición pasa algo muy parecido a lo que les he descrito. Muchas veces hablamos de la cantidad de calorías que proporciona un alimento individual o una dieta completa creyendo que todo el mundo es consciente de la magnitud real del concepto “caloría”… y eso no es así. A lo largo de mi trayectoria profesional en el campo de la Nutrición Humana y Dietética he comprobado como, en la gran mayoría de las ocasiones, el consumidor no tiene claro cuántos y qué tipo de alimentos (o porciones de los mismos) son necesarios para alcanzar una determinada cantidad de calorías.

Pues bien, hace unos días encontré en el blog Microsiervos un vídeo de BuzzFeed donde se pueden apreciar diferentes formas de alcanzar 2000 kilocalorías empleando combinaciones de varios tipos de alimentos y creo que puede serles muy útil. Este vídeo está inspirado en una colección de imágenes de comida.

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Les recomiendo encarecidamente que observen atentamente tanto el video (dura menos de dos minutos) como la colección de imágenes de comida (aunque en algunos casos yo no esté totalmente de acuerdo con las calorías aportadas y deberían ser revisadas)… eso sí, recuerden que, como les he comentado muchas veces en este blog, es más importante “la calidad” de los nutrientes que aportan las calorías que la “cantidad” de las mismas.

Antes de acabar me gustaría comentarles una cosa. La nomenclatura que se emplea en los países anglosajones para referirse a las calorías no es la misma que la que empleamos en nuestro país. Este hecho fue estupendamente explicado por Juan Revenga (@juan_revenga) en este post publicado en su gran blog “El nutricionista de la general” donde se aclara que:

1.000 cal.  = 1 kcal. = 1 Cal. (con la incial en mayúscula en inglés)

Por tanto las 2000 Calorías a las que se refiere el vídeo equivalen a lo que nosotros entendemos por 2000 kcal. Pasen y vean:



Fuente:

Scientia Blog

13 de enero de 2013

Súper héroes: Flash, energía, calorías y velocidad




Barry Allen era un químico, miembro de la policía, con escasa reputación debido a su mala costumbre de llegar tarde a todos lados. Una noche, mientras se preparaba para dejar el trabajo en el laboratorio, ocurrió un accidente. Un rayo dio de lleno sobre unos productos químicos que se derramaron sobre él. Como consecuencia Allen consiguió obtener reflejos extraordinarios y una velocidad sobrehumana, que le permite superar fácilmente la velocidad del sonido, llegando incluso a la velocidad de la luz. A partir de ese momento y usando un traje rojo con el símbolo de un rayo en el pecho, se autodenominó “Flash”, y empezó a combatir el crimen y la maldad. Surgen algunas cuestiones a la luz de la ciencia: ¿Qué es la energía?, ¿De dónde saca Flash la energía para moverse a altas velocidades?, ¿Cuál es la velocidad del sonido y la de la luz? ¿Por qué son tan diferentes?

En primer lugar se debe sentar que todos aquellos organismos que se consideran vivos, deben acceder a un recurso primordial para ejercer sus actividades. Este recurso es una fuente de energía. En el caso de las plantas, algas y algunas bacterias, la fuente de energía vital (el sol) se usa en forma directa, mediante un proceso que se denomina fotosíntesis. Para el caso de organismos (no fotosintéticos) que comen otros seres vivos, la fuente de energía se toma en forma indirecta y el metabolismo (transformación) de los alimentos es quien abastece de energía al organismo.

Pasemos a las velocidades. La velocidad que tiene el sonido en un fluido común como el aire es de 340 m/s, mientras que la velocidad de la luz en el vacío es de 300.000 km/s. La diferencia fundamental radica en que el sonido está constituido por ondas que necesitan de un medio para desplazarse. La luz, en cambio, es radiación electromagnética (compuesta por dos ondas perpendiculares una de carácter eléctrico y otra con propiedades magnéticas) que puede moverse sin intervención de medio alguno. Siendo la diferencia en velocidades tan monumental es lógico pensar que una y otra suponen energías completamente diferentes.

Solicitamos la ayuda de la física para definir el término energía y establecer sus formas y transformaciones. Energía es probablemente una palabra que se usa en exceso y sin conocimiento de lo que realmente significa. Una definición sencilla dice que la energía es aquello que se necesita para producir un cambio, se necesita energía para hacer que ocurra algo que no sucede por sí mismo.

La energía puede existir en varias formas: potencial, cinética y de la masa o nuclear. 

La energía cinética es aquella que se relaciona con el movimiento de un objeto que posee una determinada masa. La energía nuclear se relaciona con la cantidad de energía que se puede obtener a partir de una cierta cantidad de masa contenida en el núcleo atómico. Este tipo de energía se observa en forma notable en los reactores nucleares, pero también en forma desafortunada en las bombas, cuya energía destrozó las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, y solo como información general, debo decir que existe una forma extraña, y todavía incomprendida, de energía que se supone interviene en todo el Universo, llamada energía oscura. Además es importante establecer que “la energía total del universo no se crea ni se destruye, únicamente se trasforma”. Así reza el llamado primer principio de la termodinámica, que quiere decir que una forma de energía, independiente de su clase, pasa de una forma a otra hasta finalmente terminar en calor.

Por lo concerniente a Flash el tipo de energía que nos interesa es la llamada energía química, la cual se constituye en un tipo de energía potencial. La energía potencial, como su nombre lo indica, es energía en potencia, o sea que esta lista para ser utilizada. Este es el punto a tomar en cuenta para determinar la cantidad de energía que debe usar Flash para moverse. La comida ingerida por el superhéroe, que contiene energía potencial química, es la que debe ser transformada en energía de movimiento (cinética). Las moléculas de los alimentos se rompen, y en ese proceso generan energía. Al parecer la pregunta está resuelta, sin embargo ahora aparecen nuevas dudas: ¿Cuánta comida deberá ingerir Flash para desplazarse a la velocidad del sonido? ¿Cuánta a una velocidad relacionada con la de la luz?

En la comida, las moléculas biológicamente activas se clasifican dentro de cuatro clases: glúcidos (mal denominados todavía como carbohidratos o hidratos de carbono), lípidos, proteínas y ácidos nucleicos. Los glúcidos son la fuente principal de energía metabólica para todas las actividades de los organismos no fotosintéticos, esto incluye actividades especializadas como la construcción de otras moléculas o la cantidad de energía necesaria para crecer, para hacer funcionar los músculos (como el corazón), producir calor corporal y desplazarse, en definitiva todo lo que se necesite para sobrevivir.

Para calcular cuánto debe comer Flash para desplazarse a supervelocidad lo primero que tenemos que definir es su contenido como energía cinética. Tal como ya lo apuntamos, este tipo de energía depende de la masa del objeto, en este caso Flash, además se debe agregar el parámetro de movimiento, esto es la velocidad a la cual se mueve nuestro héroe. Lo anterior nos lleva a la relación Ec = (1/2) m·v2. En donde Ec se refiere a la energía cinética, m es la masa de Flash y v su velocidad de movimiento, elevada al cuadrado. 

Finalmente, para concretar el problema debemos relacionar la cantidad de energía química suministrada por los alimentos con la energía de movimiento. Para sortear las complicaciones, lo que haremos es calcular la energía cinética para moverse por ejemplo al 1 % de la velocidad de la luz (3.000 km/s) y llevarlo hacia la energía suministrada por un solo tipo de alimento bastante energético. Acordemos que el total de la energía adquirida por Flash solo se debe a la digestión (combustión) de las proteínas contenidas en la carne.

Normalmente las unidades de energía se refieren a sistemas físicos: automóviles, pelotas, maquinaria, animales, personas y por supuesto Flash; y a sistemas nutritivos que se relacionan con alimentos en general. En forma usual, en el primer caso se evalúa energía cinética, y en el segundo energía potencial química. Como ya se dijo, los dos tipos de energía se transforman una en otra. En las personas, la energía química de los alimentos se usa para obtener la energía necesaria para desarrollar las funciones vitales, al igual que la energía química del combustible se usa en los automóviles para su funcionamiento. La unidad de energía de los físicos se llama Julio (o joules, dependiendo del lugar) y es equivalente a 1 kg· m2/s2 en unidades del Sistema Internacional. Para los bioquímicos y nutricionistas, en cambio, la unidad de energía es la Caloría. 

La letra C mayúscula no es un error de tipografía, quiere decir que se refiere a 1.000 calorías (pequeñas o c) que es la unidad intermediaria entre los sistemas físico y nutricionista, de tal manera que 1 caloría (pequeña) es igual a 4,18 Julios. Una caloría pequeña es la cantidad de energía (en Julios) que se necesita para elevar la temperatura de 1 gramo de agua en 1 grado centígrado. Una Caloría (grande o alimentaria) será la cantidad de energía necesaria para elevar en 1 grado centígrado 1 kilogramo de agua. La conversión parece complicada pero no lo es, la clave del asunto es:

1 Caloría (alimentaria) = 1.000 calorías (pequeñas)· 1 caloría (pequeña) = 4,18 Julios.

Es importante saber que cuando consumimos diferentes alimentos, estamos ingresando diferentes cantidades de energía; ésta es la razón por la cual un trozo de chocolate puede tener muchas más calorías que un trozo de tomate de similar tamaño. Sin embargo, ya que las calorías son una medida de energía, no pueden existir diferentes tipos de calorías, como erróneamente lo afirman algunos artículos e incluso libros sobre recetas para bajar de peso. Una caloría de grasa proporciona exactamente la misma cantidad de energía que una caloría de proteína o de glúcidos.

Regresando a la pregunta, y suponiendo que la masa de Flash sea de 70 kg, para un viaje al 1% de la velocidad de la luz (en metros), su energía cinética será:


!Asombroso! Este resultado quiere decir el número 315 seguido de 12 ceros (315.000.000.000.000); la cantidad de energía que se requiere para obtener supervelocidad es realmente monstruosa. Ahora transformemos esta cantidad de energía en energía potencial química, usando la caloría (pequeña) como intermediaria: El resultado representará el número de Calorías grandes o alimentarias.


Lo que corresponde a 75 mil millones de Calorías. ¡Realmente impresionante! 

Ahora vamos al cálculo final. Si se sabe que 100 g de carne de vacuno proveen aproximadamente 150 Calorías alimentarias, suponiendo una ración generosa de unos 300 g y más unas 50 Calorías adicionales debidas al proceso de cocción, podremos suponer que Flash estará ingresando a su organismo 500 Calorías alimentarias por ración. Con esto en mente podemos calcular (ya era hora) el número de porciones de carne que Flash deberá consumir para moverse al 1% de la velocidad de la luz.

En números claros resulta que Flash deberá comer 150 millones de raciones cárnicas para poder alcanzar el 1% de la velocidad de la luz. Como dato importante se debe aclarar que estamos suponiendo que el 100% de la energía suministrada por la carne se transforma en energía cinética. En sistemas alejados de los cómics (como el cuerpo humano) esta conversión apenas ocurre en un 15 %, lo cual quiere decir que como máximo este porcentaje de energía química puede transformarse en energía de movimiento. Por consiguiente, el número de raciones a consumir por el superhéroe será notablemente mayor. En la vida real este último comentario es muy importante, ya que sin duda, se debe a otro principio fundamental del Universo denominado segundo principio de la termodinámica, que nos indica las limitaciones en la conversión de la energía. Esto lleva a que los sistemas en forma inevitable siempre terminen con alguna pérdida de energía que se manifiesta como calor.

Ahora, si se trata “sólo” de moverse a la velocidad del sonido, cosa fácilmente lograda por el superhéroe escarlata, la cantidad de raciones que deberá consumir asumiendo el 15% de conversión será “apenas” de 13.


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Hablando de Ciencia

22 de octubre de 2012

Así funciona tu cerebro cuando no desayunas

desayunoCientíficos del Imperial College de Londres (Reino Unido), dirigidos por el investigador Tony Goldstone, han demostrado que, si nos saltamos el desayuno, horas más tarde nuestro cerebro suele tener “antojos” de alimentos grasos y ricos en calorías.

Así se desprende de una investigación presentada en el congreso Neurociencia 2012, que se celebra estos días en Estados Unidos, realizada a partir de imágenes del cerebro de 21 hombres y mujeres de peso normal y 25 años de edad. Durante dos días consecutivos, se les mostraron fotografías de alimentos ricos en calorías mientras se les colocaba en un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (MRIf). Se les pidió que calificaran en qué medida les apetecían una serie de alimentos, que incluían chocolate, pizza, verdura y pescado. El primer día se pidió a los voluntarios que no desayunaran antes del escáner, pero al día siguiente se les dio, una hora antes del escáner, un desayuno de 750 calorías basado en cereales, pan y mermelada.

Cuando en el almuerzo se les instó a “consumir todo lo que desearan, aquellos que habían pasado la mañana en ayunas mostraron una predisposición clara hacia alimentos ricos en calorías. Los individuos que no habían desayunado ingirieron un 20 por ciento más calorías.

Los escáneres mostraron que la región del cerebro que podría estar involucrada en la atracción a los alimentos, la corteza orbitofrontal, se volvía más activa cuando el estómago estaba vacío. En definitiva, dejar de comer a primera hora de la mañana vuelve a los alimentos grasos y a los dulces más “atractivos” para nuestro cerebro y favorece una dieta desequilibrada, además de potenciar la voracidad.


Y además…


Fuente:

19 de octubre de 2012

Algunos mitos y leyendas sobre las calorías

 
Es frecuente entre las personas que quieren mejorar su peso, aunque también entre algunos expertos en materia de dietética, dar una importancia absoluta a las calorías. En ocasiones incluso las estrategias utilizadas giran únicamente en torno al aporte energético (o sea, a las calorías) sin otorgar relevancia a la calidad nutricional. Ese es el caso, por ejemplo, de una noticia que saltaba a los titulares hace un tiempo sobre  un profesor universitario que había perdido 12 Kg comiendo exclusivamente pastelitos para demostrar que lo importante son las calorías y no el contenido nutricional.

Obviamente, la termodinámica es indiscutible pero somos muchos los que creemos que puede haber algo más tras este pragmático enfoque. Es por ello que hoy vamos a debatir acerca de un gran mito que, a su vez, ha generado la aparición de muchos otros.

Una caloría es una caloría:

El supuesto de “una caloría es una caloría” surgió hace varias décadas y todavía hoy es tomado por muchos como un dogma. La frase viene a significar que todas las calorías (ya provengan de hidratos de carbono, de proteínas, de grasas o de alcohol) son iguales en referencia a su efecto sobre el peso corporal.

Sin embargo, hay bastantes indicios que nos demuestran que esto no es cierto. Al menos no al cien por cien. Y es que, actualmente podemos afirmar que no todas las calorías son iguales, en parte gracias a estudios como el publicado el pasado verano en el Journal of the American Medical Association (JAMA) y del cual ya os hablamos extensamente aquí. En él se concluía que, por ejemplo, una dieta baja en grasas reducía el metabolismo en mayor medida que una dieta de bajo índice glucémico.

También a este estudio llevado a cabo por la universidad estatal de Pensilvania (Penn State), que encontró que una dieta que incluyera cereales de grano entero en lugar de cereales refinados produce una mayor pérdida de grasa abdominal y reduce un indicador de inflamación como es la proteína C reactiva, en comparación con una dieta idéntica pero que incluye cereales refinados.

Otro estudio, aunque esta vez llevado a cabo sobre monos en la Wake Forest University, de Carolina del Norte, halló que una dieta rica en grasas trans inducía obesidad abdominal y resistencia a la insulina a un grupo de monos alimentados sin un exceso de calorías y en comparación con otro grupo de monos alimentados de igual forma pero con grasas monoinsaturadas en lugar de las trans. Es por ello que concluye que en condiciones de alimentación controlada y a largo plazo, el consumo de ácidos grasas trans es un factor independiente en la ganancia de peso corporal (al menos en monos).

Contar calorías en la pérdida de peso:

Otra de las consecuencias que ha supuesto el dar tan absoluta relevancia a las calorías, es tratar la pérdida de peso como si de unas meras operaciones matemáticas de sumas y restas se tratara. Personalmente he visto mucha gente con su recuento personal del tipo: “Anoche me zampé un helado de 320 kcal, pero ya he contrarrestado porque he estado 28 minutos en la elíptica y me ha marcado que he quemado 400. Casi 100 más. Si llego a hacer 10 minutos más esta noche podría comerme otro helado“.

Imagino que muchos ya sabréis la (in)exactitud que puede llegar a tener un aparato de gimnasio a la hora de contar las calorías utilizadas, especialmente cuando algunos marcan que haciendo un ejercicio idéntico se “queman” las mismas calorías dando igual si pesas 50 ó 110 Kg. Sin embargo, la fiabilidad del etiquetado nutricional también es algo que en muchas ocasiones deja que desear, además de que para poder contar las calorías de muchos alimentos será necesario tener una buena base bromatológica para conocer la energía que aporta cada uno. Aunque lo más significativo, sin duda, es la dificultad que entraña tener en cuenta las cantidades de cada alimento.

Incluso para los propios dietistas-nutricionistas que contamos con una mayor formación que el público general y que además trabajamos diariamente con cantidades, valores energéticos y demás nos es casi imposible contar calorías con relativa exactitud. Realmente se trata de un esfuerzo considerable que sólo sirve para hallar una cifra algo aproximada y, en ocasiones, muy desviada de la real. Es por todo esto por lo que repetimos hasta la saciedad que contar calorías no es productivo.

Aunque, en mi opinión, lo que sí puede ser útil es conocer el valor calórico aproximado de cada grupo de alimentos. Pero no para empezar a sumar y restar, sino para saber cuáles son los que poseen una baja/media/alta densidad energética y así establecer prioridades en su consumo diario.


Imagen cedida por Lara Lombarte @Llombarte

Conclusiones:

A la fin, si se trata de modificar nuestro peso corporal el número de calorías tiene mucho que decir pues la termodinámica es innegable y si pretendemos perder peso debemos “quemar” más calorías de las que “introducimos”. No obstante, existen otros factores como la saciedad, el metabolismo en reposo o el sistema hormonal que pueden verse afectados de muy diversas formas por la composición de la dieta aún aportando las mismas calorías. Estos factores pueden, pues, repercutir directamente en el peso corporal, por lo que dar una importancia absoluta a las calorías no debe ser la principal y única herramienta de una estrategia dietético-nutricional. Sino, como hacía el profesor que comía pastelitos, sólo tendríamos que comer “chuminadas” pero en menor cantidad para conseguir una exitosa pérdida de peso.

Fuente:

26 de junio de 2012

¿Quemamos más calorías cuando nos esforzamos para pensar?

¿Quemamos más calorías cuando nos esforzamos para pensar?

Estudiante

Sí, pero la diferencia es mínima. La idea -muy difundida- de que el cerebro consume el 20% de la energía corporal y su peso representa solo el 2% de todo el cuerpo hace pensar que se trata de un órgano que consume mucha energía.

Pero esto es válido sólo en el caso de que el cuerpo esté quieto. El ejercicio físico exige un gasto mucho mayor de calorías para activar los músculos, mientras que el pensamiento requiere sólo unas cuantas, incluso aunque nos haga sentir hambrientos.

Un estudio comparó a un grupo de estudiantes que trabajó intensamente en computadoras, con otro que descansaba. La energía que ambos usaron fue casi la misma. Sin embargo, al terminar su tarea, aquellos que hicieron trabajo mental ingirieron cerca de 200 calorías más.

Esto se debe a que el cerebro toma su energía de la glucosa y la concentración hace bajar los niveles de glucosa en sangre. Otra razón es que el cerebro nunca deja de controlar la respiración, la digestión y otras funciones corporales.

Durante la noche el cerebro está ocupado soñando y durante el día procesando la información que le traen los sentidos. Todo esto consume menos de una caloría por minuto.

Por eso, aunque cuando hacemos esfuerzo para pensar se duplican las calorías que gastamos, esto representa un aumento muy pequeño si lo comparamos con cualquier actividad física.

Fuente:


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6 de febrero de 2012

10 cosas que no sabías sobre el chocolate

1. El chocolate da fuerza

La manteca de cacao es sólida a temperatura ambiente, pero se derrite a 35ºC, un par de grados por debajo de la temperatura del cuerpo humano. El chocolate contiene mucho azúcar. Sus moléculas contienen gran cantidad de energía, que nuestra biología sabe utilizar. Además, una pastilla de chocolate ofrece el 10% de la cantidad recomendada de ingestión diaria de hierro.

Hace más de 2.000 años, el pueblo olmeca, que vivía en una región del actual México, aprendió a elaborar una bebida que alteraba la mente a partir de las bayas de una planta: el cacao. Los aztecas, que vivieran cerca pero siglos más tarde, asociaban esa bebida, el chocolate, con su diosa de la fertilidad. Se dice que el emperador azteca Moctezuma II bebía nada menos que 50 tazas de chocolate al día en un intento de mantener su vigor sexual.

2. El chocolate previene el envejecimiento

El cacao tiene un gran poder antioxidante, lo que resulta beneficioso no solo para combatir el paso del tiempo, sino también para prevenir el cáncer.

3. ¿El sustituto del amor?

Hace poco, los investigadores han descubierto que el chocolate contiene feniletilamina: para resumir, una sustancia “del buen rollo” con concomitancias con la anfetamina. En experimentos de laboratorio, los animales se vuelven locos con esta sustancia y se comportan como si estuvieran en pleno cortejo. Sin embargo, en los humanos parece surtir menos efecto. Puede que nos sintamos más atentos, pero atento no significa necesariamente excitado.

El chocolate también contiene triptofano, un aminoácido que produce en el cerebro otra sustancia placentera, la serotonina. Lamentablemente, al cerebro llega muy poco triptofano del chocolate, así que es probable que no ejerza ningún efecto real. Aunque el chocolate ya ha sido llamado como el prozac vegetal.

4. El poder adquisitivo del chocolate

A todo el mundo, literalmente, le gusta el chocolate. Trasladado a cifras reales, esto quiere decir que alrededor del mundo se gasta más de 8.800 millones de euros al año en chocolate. Sin embargo, esta inversión podría dispararse en poco tiempo.

El problema es que cada año que pasa consumimos más cacao del que se produce, y la tendencia es que más tarde o más temprano terminará acabándose. ¿La razón? Su cultivo no sale tan rentable como plantar otros productos o dedicarse a oficios más estables en el sector servicios. De esta forma, los pequeños productores al Oeste de África cada vez están plantando menos cacao.

Las estimaciones dicen que en 20 años será tan raro y caro como el caviar y que muy poca gente podrá permitírselo. Por otro lado las compañías Hershey y Mars ya están trabajando con el genoma del cacao para crear plantaciones más resistentes y productivas.

5. Los perros y el chocolate

El chocolate posee un ingrediente llamado teobromina, el cual puede resultar tóxico para el sistema nervioso y los músculos del corazón de los perros. Por ello, es recomendable evitar que estos animales consuman chocolate. Al menos no demasiado.

¿Cuánto es demasiado? Depende del tipo de chocolate: el chocolate para fundir tiene 10 veces más teobromina que el chocolate con leche y miles de veces más que el chocolate blanco. Lo mejor es evitar que consuma chocolate en general: les provoca vómitos, diarreas, hiperactividad hasta llegar al paro cardíaco, infartos y muerte. Puede tardar horas e incluso días en manifestar los síntomas.

6. El chocolate es la fuente de la felicidad

El chocolate estimula la producción de hormonas de manera similar a cuando nos reímos. De mismo modo, ayuda a combatir la depresión, la hipertensión, los tumores e incluso el estrés del síndrome premenstrual.

También contiene anandamida, otro neurotransmisor que activa la secreción de dopamina y produce efectos de euforia similares a los de la marihuana.

7. ¡Mucho chocolate!

Según una encuesta publicada en The Guardian, los europeos que consumen más chocolate per cápita son los británicos, que en promedio consumen 10 kilos por año, seguidos de los alemanes 8,1 Kg, los franceses 6,8 kg, los españoles 3,9 kg y por último los italianos con 2,2 kg por año.

8. El chocolate más grande del mundo

El Libro de Récords Guinness certificó su peso de 4.410 kg en una ceremonia efectuada en el año 2010 en la capital de Armenia. Fue confeccionada por la fábrica Grand Candy, y todos sus ingredientes son naturales, entre ellos un 70% de cacao.

La barra tiene 560 centímetros de largo, 275 centímetros de ancho y 25 centímetros de grosor.

9. El chocolate y el acné

Muchas personas evitan consumir chocolate por temor a que les agrave el acné. Sin embargo, es solo un mito.

10. El chocolate y el sobrepeso

A diferencia de lo que se suele creer, el chocolate no posee un alto contenido de grasa. Por ello, es posible consumirlo sin pensar en los kilos de más. Sin embargo, no es recomendable exagerar en su consumo.

Además, según los investigadores del Hospital Universitario de Colonia, en Alemania, el consumo de unas 30 calorías de chocolate cada día produce efectos positivos en la presión arterial.

Vía | SoloListas

Tomado de:

Xakata Ciencia

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