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18 de octubre de 2013

Los bonobos aprenden a gestionar sus emociones como los niños humanos

Un bonobo abraza a otro tras perder una pelea en un santuario de Kinshasa.| Zanna Clay .

Un bonobo abraza a otro tras perder una pelea en un santuario de Kinshasa.| 

Durante años los sentimientos de los animales ha sido un tema tabú. Así lo cree el famoso primatólogo Frans de Waal, que durante décadas ha estudiado el comportamiento de nuestros parientes más próximos y ha encontrado sorprendentes similitudes con los seres humanos.

Su último estudio, publicado esta semana en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) y realizado conjuntamente con Zanna Clay (que en la actualidad se encuentra realizando trabajo de campo en la República Democrática del Congo) muestra cómo los bonobos aprenden a gestionar sus emociones de una manera muy parecida a cómo lo hacen los niños humanos. De manera espontánea ofrecen consuelo a otros miembros de su grupo que se muestran alterados tras verse involucrados en una situación angustiosa o peligrosa.

El bonobo ('Pan paniscus') es uno de nuestros parientes más cercanos. Compartimos con ellos la mayor parte de nuestros genes (según reveló la secuenciación del genoma del bonobo, sólo un 1,3% de nuestros genes son distintos a los de bonobos y chimpancés). Además, se le considera un animal más tolerante y pacífico que otros grandes simios, como los chimpancés, mucho más proclives a un comportamiento violento. Además, los bonobos suelen mostrar empatía hacia otros miembros de su grupo, tanto si son parientes como si no lo son.

Por todo ello, los científicos subrayan que estos resultados sobre cómo manejan sus emociones son importantes para entender la historia evolutiva humana.

La vuelta a la calma tras un disgusto

Los primatólogos del Centro Nacional de Investigación de Primates Yerkes, en la Universidad de Emory, estudiaron tanto la forma en que los bonobos controlan sus propias emociones cuando se ven involucrados en una situación angustiosa o de peligro (por ejemplo, cuando son derrotados en una pelea) como su reacción cuando son otros miembros de su grupo los que se llevan un disgusto.

Según comprobaron, aquellos individuos que recobraban la calma rápidamente eran también los que mostraban más empatía hacia sus compañeros. Una empatía que transmitían intentando calmarlos a través del contacto físico, por ejemplo, abrazándolos y besándolos. Los primatólogos consideran dar consuelo ofrecer un contacto espontáneo.

El estudio fue realizado con animales del santuario Lola Ya Bonobo, cerca de Kinshasa, en la Republica Democrática del Congo. La mayoría de los bonobos que llegan allí son huérfanos de víctimas de los cazadores que los matan para conseguir su carne y son rehabilitados en el centro. Allí sus cuidadores humanos intentan suplir el papel de sus madres biológicas.

No obstante allí también han nacido y se alojan algunos bonobos con sus madres. Una combinación que ha permitido comparar los comportamientos de huérfanos y no huérfanos y ha revelado una de las conclusiones más destacadas de este trabajo. Aquellos que habían pasado su infancia con su madre recobraban antes la calma tras un disgusto y mostraban mayor empatía hacia otros que los bonobos huérfanos de cualquier edad.

El papel de la madre

En total los científicos grabaron en vídeo y estudiaron 373 situaciones posteriores a un evento en el que un total de 42 bonobos divididos en dos grupos (de 22 y 20 individuos respectivamente) mostraron angustia o aflicción entre mayo y agosto de 2012.

A la vista de estos resultados los científicos creen que el papel de la madre es crucial a la hora de gestionar las emociones y aprender habilidades sociales. "Cualquier similitud fundamental entre humanos y bonobos probablemente se remonta a su último ancestro común, que vivió hace alrededor de seis millones de años", explica Frans de Waal en una nota de prensa.

El primatólogo sostiene que los estudios sobre las emociones animales pueden aportar información valiosa sobre la sociedad humana: "Estudiando la expresión de la aflicción y la excitación en los grandes simios y la manera en la que la manejan, hemos sido capaces de confirmar que una gestión eficiente de nuestras emociones es una parte esencial de la empatía", añade.

Fuente:

El Mundo Ciencia

30 de mayo de 2013

Es la evolución y no la religión la que determina los comportamientos

Bonobo

La moral tendría un origen más animal que divino.

Ni Jesús ni Rousseau ni Hobbes. Más bien la mona chita, o Darwin, para los más letrados, tendrían que ver con la moral.

La moral humana tiene un pasado evolutivo ligado al comportamiento social, no religioso ni filosófico. Así lo plantea el primatólogo y profesor Frans de Waal en su último libro "El bonobo y el ateo".
"Muchos de los patrones que consideramos 'morales' vienen de la evolución de las especies", le explica De Waal a BBC Mundo.

Basado en 40 años de observación de primates, De Waal asegura que lo que los seres humanos denominamos como "moral" está mucho más cerca del comportamiento social de los simios que a una imposición divina o una decisión filosófica.

Para el científico, la moral no pasa por una decisión que se toma o que se impone desde arriba -filosofía, religión o incluso autoridad- sino que es innata al comportamiento social humano. No sólo eso: no es exclusiva, sino que viene como parte del "paquete social" que también puede encontrarse en otros animales como nuestros parientes primates.

Según el autor, los dos pilares de la moral: reciprocidad y justicia, por un lado y empatía y compasión por el otro, están presentes en el comportamiento social de los simios, el cual es ampliamente retratado en el libro.

Ética primate

Portada del libro "El bonobo y el ateo"

El bonobo y el ateo salió a la venta hace menos de un mes y ya causó polémica.

Lo anterior está relacionado con los dos grados de moralidad que De Waal distingue en el comportamiento de estos animales. La primera, denominada moral "uno a uno", tiene que ver con cómo un individuo espera ser tratado.

Los estudios de De Waal, así como los de otros investigadores, han comprobado que chimpancés y bonobos respetan el concepto de propiedad y tratan a sus pares según la escala de jerarquía.

Sin embargo, muchas otras especies parecieran regirse por un sistema parecido. Entonces, ¿cuándo un comportamiento social se vuelve moral?

La clave es que estos primates esperan que se les respeten sus "derechos" y ser tratados según su grado jerárquico. Como animales sociales, muestran gratitud e incluso pueden tomar venganza, dependiendo del comportamiento de otros hacia ellos.

El segundo grado de moralidad se denomina "preocupación social" y tiene relación con un concepto más abstracto, que involucra el sentido de armonía de la comunidad o grupo como un todo. Aunque bastante rudimentario, los simios sí muestran ciertas formas de reconocimiento de este grado de moralidad al compartir su comida, tranquilizar a sus vecinos o incluso "intervenir" en peleas de terceros para evitar disturbios en la comunidad.

En una charla TED dictada por De Waal previo al lanzamiento del libro, el autor explicó que una de las cosas que más le llamó la atención de los primates que estudió fue su afán por reconciliarse luego de una pelea. "El principio es que tienes relaciones valiosas que resultan dañadas por el conflicto, por lo que tienes que hacer algo al respecto", explicó en esa ocasión.

Frans de Waal

Frans de Waal lleva 40 años investigando a los primates.

Todo, siempre en miras a la aceptación -y cooperación- social.

Los humanos, tal como nuestros parientes simios, evolucionamos en pequeños grupos donde la cooperación se volvió fundamental. Tal como ellos, también, ser sensible a las necesidades, intenciones y ánimos de nuestros pares se volvió una necesidad vital. Y eso, según de Waal, no tiene nada que ver con una decisión o un mandato superior, sino con la básica supervivencia.

"Los seres humanos tenemos todo tipo de intereses egoístas y conflictos individuales que necesitamos resolver para lograr una sociedad cooperativa. Por eso es que tenemos moral, y las abejas u hormigas no", señaló De Waal en una entrevista.

Sin embargo, tampoco es que la moral provenga de una especie de Leviatán hobbesco.

"El concepto de 'el hombre es un lobo para el hombre' es bastante injusto. Tanto para los lobos, que son animales bastante cooperativos, como para la humanidad que también es bastante más cooperativa y empática que lo que suele decirse", aseguró el científico en su charla TED.

Polémica religiosa

Ni dios ni la filosofía entonces habría influido en el desarrollo del comportamiento moral.

Sin embargo las teorías de De Waal, basadas en sus descubrimientos, no caen muy bien entre filósofos, antropólogos e incluso economistas, según el mismo De Waal ha contado.

"Ellos decidieron en su mente que la justicia es un concepto muy complejo y que los animales no pueden tenerlo. Hubo un filósofo incluso que nos escribió quejándose de que era imposible que los monos tuvieran un sentido de equidad, ya que la equidad era un concepto inventado durante la Revolución Francesa", relató el científico en su charla TED.

Y hoy se ha visto envuelto en otra polémica. Esta vez con religiosos. O no religiosos, para ser exactos.

"La religión no es irrelevante, pero no es la base de la moralidad", le dice De Waal a BBC Mundo.

Originario de los Países Bajos, De Waal le cuenta a BBC Mundo que el libro es también una reacción a una sociedad como la estadounidense, donde la mayoría de las personas asocian directamente la moral con la religión.

Bonobos

Los bonobos y los chimpancés se reconcilian después de pelear con un par que consideran valioso.

En su libro, el científico dedicó un capítulo completo al ateísmo. "Estoy por un rol reducido de la religión, con menos foco en Dios todopoderoso y más foco en la potencialidad humana", escribe. Pero eso parece no ser suficiente para los ateos.

Prominentes representantes del ateísmo como PZ Myers y AC Grayling han criticado duramente el libro, molestos no sólo porque De Waal es un científico que no "demoniza" la religión, sino que además critica al ateísmo, advirtiendo sobre los peligros de convertirlo en un dogma tan fuerte como la propia religión.

"Creo que deberían calmarse un poco", le dice De Waal a BBC Mundo, poniendo paños fríos a la discusión.

"Si dios existe es una pregunta interesante, pero no es la pregunta de mi libro y tampoco es una pregunta que un científico va a poder contestar", concluye.

Fuente:

BBC Ciencia

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13 de marzo de 2013

Buscando las raíces de la homosexualidad en el comportamiento de los animales

Encuentro sexual entre dos hembras de bonobo. | Corbis

Encuentro sexual entre dos hembras de bonobo. | Corbis
Uno de los muchos falsos mitos sobre la homosexualidad es la idea de que no es un comportamiento natural y por lo tanto se trata de una desviación. Días atrás, el Ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, declaró en una visita al Vaticano que estaba en contra de asignar los mismos derechos al matrimonio gay porque "no garantiza la pervivencia de la especie".

Esta opinión entronca con la hipótesis de algunos científicos en el pasado, los cuales pensaban que la homosexualidad era una desventaja evolutiva porque resta tiempo a los encuentros en los que se puede tener descendencia. Es evidente que nuestro Ministro no desea ejercer de biólogo evolucionista pero también lo es que, al igual que aquellos antiguos expertos, desconoce algunos estudios científicos que contradicen sus argumentos.

A pesar de que hasta hace muy poco las referencias a este tema se eliminaban de los informes, hemos detectado comportamientos homosexuales en cientos de especies y no dudamos de que la lista seguirá aumentando cada año. Por ejemplo, las focas leopardo macho seducen a otros machos mordisqueándose y bailando sincronizados. Este cortejo suele terminar con un macho montando a otro.

En los albatros de Laysan, el 31% de las parejas están compuestas por dos hembras. En el ganso común, aproximadamente el 20%. Los ciervos o elefantes del mismo sexo se montan y los delfines macho se acarician. Lo mismo sucede en algunos insectos, jirafas, orcas, búfalos, cabras y un largo etcétera.

Hace un par de años, en el Parque Faunia (Madrid), dos machos de pingüino se hicieron 'novios', lo que incluía rituales de cortejo, monta y todo el repertorio de conductas que una pareja de esta especie realiza. Cuando los cuidadores tuvieron la oportunidad, les dejaron empollar un huevo de otra hembra que había tenido dos. Los 'papas' lo adoptaron y le cuidaron, le dieron calor y regurgitaban la comida para la cría como hubiera hecho su propia madre. El polluelo salió adelante sin ningún tipo de problema.



Vídeo 1: Los pingüinos gays de Madrid

Lo mismo ocurrió en 2006 en un zoo de Alemania, donde ser formaron varias parejas de pingüinos homosexuales que no querían separarse, a pesar de que los responsables del centro importaron varias hembras de Suecia para intentar cambiar su orientación.

También sabemos que la homosexualidad no es un asunto reciente en la historia evolutiva del hombre. Debido a que lo compartimos con otros grandes simios, existe una gran probabilidad de que nuestro ancestro común, el cual vivió hace siete millones de años, ya practicara conductas homosexuales en los grupos en los que vivía.

El bonobo, tan cercano al ser humano como lo está el chimpancé, es el gran simio con mayores tasas de homosexualidad en sus sociedades, tanto masculina como femenina. Ambos sexos se dan besos con lengua, se masturban mutuamente y frotan sus genitales. Estos actos suelen involucrar a dos o más individuos del mismo sexo, llegando a formar verdaderos tríos o cuartetos homosexuales.



 Vídeo 2: La homosexualidad entre bonobos

En humanos la homosexualidad puede estar más extendida de lo que cree el ministro Fernández Díaz y no es practicada exclusivamente por una minoría. Según su teoría, ya nos hubiéramos extinguido hace mucho. En los Informes de Sexualidad Kinsey, realizados en los años 40 y 50 del siglo pasado, los datos revelaban que alrededor del 30% de la población ha tenido alguna experiencia homosexual en algún punto de sus vidas.

Es por esta razón que en vez de pensar en categorías excluyentes, puede ser más apropiado hablar de una escala con numerosas posibilidades intermedias como ocurre en otras sociedades menos dicotómicas, como es el caso de la India o en algunas tribus de África.

Además, los homosexuales que rechazan los contactos heterosexuales también tienen hijos, a veces de parejas pasadas o por medio de otros métodos. Por lo tanto, la pervivencia de nuestra especie está asegurada.

Han pasado sólo cuatro décadas desde que la Asociación Americana de Psicología sacó la homosexualidad de su lista de desórdenes mentales. Pero no fue hasta 1994 cuando finalmente realizó una declaración pública en la que decía que "la homosexualidad no es un desorden mental, ni una enfermedad, ni una depravación moral. Es la manera en la que una parte de la población expresa su amor y sexualidad".

Ésta fue sin duda una magnífica noticia para toda la sociedad. Mi duda ahora es si en este asunto, al igual que en muchos otros que nos afectan a los humanos, hubiéramos ganado mucho tiempo y sufrimiento con un simple vistazo a las otras especies animales con las que compartimos el planeta Tierra.

Fuente:

El Mundo Ciencia 

13 de diciembre de 2012

¿Por qué necesitamos pensar de manera científica?



Los bonobos viven una vida de despreocupación, copulan varias veces al día, y no hacen otra cosa más que disfrutar, como parece hacen las vacas en una ladera cubierta de hierba. Ambos grupos de animales viven hoy exactamente igual que lo hacían hace un millón de años. Cotillear, comer, copular, dormir, morir: ¿Qué más podemos querer? ¿Por qué no nos contentamos con una vida animal?

Esa vida deriva de su indiferencia ante la muerte.  En la vida humana la muerte de los seres queridos nos apabulla, nos fuerza a pensar.  Nuestros antepasados cazadores-recolectores llevaban, sin la menor duda, una vida individual mejor que los esclavos de las plantaciones de los estados del sur de los EEUU, o que los obreros de las primeras fábricas textiles de Manchester, en el siglo XIX.  Podíamos haber seguido como cazadores-recolectores, como los bonobos o las vacas. ¿Por qué no?

La agricultura forzó a hombres y mujeres a trabajar 12 horas al día, a vivir abigarrados en chozas con malas condiciones higiénicas, a dejar de ver amaneceres y anocheceres, a olvidar la esencia de la vida. Con la aparición de las ciudades vino la aparición de los reyes y los prelados, de los recaudadores de impuestos y de los sumos sacerdotes.

¿Cual es el progreso?¿Representó ayer  la agricultura y representan hoy la industria, la sociedad de la información,  un progreso en la vida material del ser humano individual?

La noción de progreso solo tiene sentido en el contexto social, que forzosamente incluye la historia: Solo tiene sentido si consideramos toda la sociedad de hoy y la de ayer y mañana: En las 4 dimensiones de la física: Las tres del espacio y la del tiempo.  Con este sentido el ser humano aceptó la agricultura porque era una clase novedosa de seguro de vida, un acceso al welfare-state. Aceptó la tiranía de reyes, sumos sacerdotes, dogmas e impuestos. Todo a cambio de una cierta garantía de supervivencia para él y sus familias y descendientes. Ya que la muerte individual es inevitable, se trataba de garantizar de algún modo la supervivencia de familia y grupo, ahora y a lo largo del tiempo.

Aquí, y solo aquí, aparece el concepto de 'progreso'.  El progreso no tiene nada que ver con la idea (difícil de especificar) de felicidad. El concepto de felicidad es ambiguo. En Madrid (y en Hamburgo otro, por las mismas fechas) había un hombre, con dinero, que vivía con 30 perros en medio del bulevar de Reina Victoria, esencialmente feliz. Este hombre, sin embargo, no podía garantizar la supervivencia de sus perros o de los cachorros que parían las perras del grupo.

Ni la sociedad humana ni sus miembros buscan, realmente, la felicidad, sino otras muchas cosas. Si hay breves instantes de aquella, bienvenida sea. Pero es un by-product, un añadido, no el objetivo de los seres humanos.

Aquí es donde aparece la noción de progreso. ¿Vive mejor hoy una familia que tiene la garantía de que todos los hijos sobrevivirán los 14 años? ¿Vive mejor un grupo de personas que puede conocer lo que hacen otras, ahora, o lo que han hecho antes? ¿Una persona o un grupo de personas que pueden conocer como funciona el mundo en el que viven, incluida en ese mundo su propia sociedad?

La vida sin conocimiento puede, quizás, proporcionar el olvido individual, el nirvana que preconiza el budismo más ortodoxo, la aniquilación de la mente, pero no proporciona ninguna herramienta para la vida social. Para esta vida necesitamos conocer, saber, cuanto más mejor, en todos los aspectos: La realidad, los sueños, la imaginación, la abstracción que significa todo arte y toda ciencia, y el placer que nos proporcionan, a veces, nuestros sentidos.

La ciencia es un forma de ver el mundo, incluidos nuestros propios pensamientos. La ciencia no son gadgets, no son aparatos, no son logros intelectuales, con serlo. La ciencia es un modo mental, una forma de enfocar lo que vemos (oímos, tocamos, gustamos, olemos) para tratar de entender el mundo. Su carácter esencial es su permanente evolución, su permanente cambio que va en contra de todo dogmatismo y de cualquier esquema final.

El ser humano tiene desde siempre miedo a cambiar, aunque ha sido el cambio lo que nos ha hecho sobrevivir cada vez mejor.  Pensar de manera científica, con curiosidad inagotable y con crítica incansable es una forma de empujar a la sociedad hacia ese progreso que la sociedad busca de manera constante.

Frente al dogma que dice 'Así es', la ciencia se pregunta constantemente '¿Por qué tiene que ser así? ¿No puede ser de otro modo? '  Es esa pregunta la que llevó a plantar los granos de los cereales, a buscar cómo caen los graves, a entender los límites de la energía, a las máquinas y hoy a la información.

Individualmente no hay duda de que vivimos sobre poco más o menos igual de felices que hace 100000 años. Socialmente tampoco hay duda de que vivimos inmensamente mejor que entonces.

¿Debemos seguir los dogmas o necesitamos desarrollar el pensamiento científico?

Fuente:

Blog "Clima" de El Mundo

13 de junio de 2012

Completado el último genoma de gran simio, el bonobo



Bonobo, Primate
   
Un equipo internacional de científicos ha logrado secuenciar en su totalidad el genoma del bonobo, el último gran simio sin secuenciar, y ha señalado que se distingue de los chimpancés en un 0,4 por ciento y que, pese a ser muy parecidos genéticamente, mantienen un comportamiento "muy diferente".
  
 Según el estudio, en el que ha participado un investigador del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra, y que ha sido publicado en la revista 'Nature', los chimpancés y los bonobos están "más estrechamente relacionados" y su genoma coincide en un 99,6 por ciento, frente al 1,3% de genoma que separa a estos simios del ser humano. El trabajo destaca que la secuenciación del genoma del bonobo puede ayudar a entender el comportamiento de los humanos.
  
 Para el investigador Tomás Marqués-Bonet, se trata de un "importante hito científico" que puede proporcionar un mayor conocimiento de las relaciones entre dichas especies animales y de éstas con los seres humanos. "Una vez obtenida la secuencia del genoma del bonobo, se alcanza el objetivo propuesto de secuenciar el genoma de todos los otros grandes simios: chimpancé, orangután y gorila", ha precisado.
  
 Los bonobos son una especie de simios cercana al chimpancé y tienen comportamientos sociales muy diferentes, a pesar de que ambas especies se separaron hace apenas un millón de años.
  
 El científico comenta además que mientras el chimpancé tiene un comportamiento más agresivo con "episodios más frecuentes de guerras entre tribus" y un "fuerte componente territorial", el bonobo se caracteriza por su carácter pacífico y su alto nivel de actividad sexual. "En los bonobos, el sexo tiene una función de unión social, pacificadora y de reducción del nivel de estrés", añade.
  
 Además, apunta que el estudio de la relación genómica entre bonobos y chimpancés parece indicar que hubo un proceso de creación de especies limpio y sin cruces posteriores.
   
En cuanto a los territorios que ocupan ambas especies, se sitúan en África Central y están muy próximos, únicamente separados por el río Congo. Se cree que la formación de este río pudo ser la causa de la evolución del antepasado de los chimpancés y los bonobos en dos especies de simios distintas.

Los primos màs cercanos

   La investigación recuerda que los bonobos y los chimpancés son los parientes vivos más cercanos genéticamente a los seres humanos. De promedio, el genoma humano difiere en la misma proporción de los bonobos y de los chimpancés.
   
Concretamente, el estudio revela que en algunas regiones concretas, los seres humanos están más cerca de los bonobos que de los chimpancé y viceversa.
   
"Nuestro objetivo era buscar las bases genéticas que pudieran explicar las diferencias de comportamiento entre bonobos y chimpancés. Hemos localizado unos pocos genes candidatos, pero se necesitará seguir investigando para determinar si estas regiones contribuyen de algún modo a las diferencias y similitudes de comportamiento entre seres humanos, chimpancés y bonobos", concluye Marquès-Bonet.
   
Para la investigación, los investigadores han secuenciado el genoma de Ulindi, una hembra bonobo del zoológico de Leipzig (Alemania).

Fuente:

20 de abril de 2007

'Los terroristas son como chimpancés agresivos que defienden su territorio'

'Los terroristas son como chimpancés agresivos que defienden su territorio'

FRANS DE WAAL | PRIMATÓLOGO

Frans de Waal, en la Residencia de Estudiantes. (Foto: Julián Jaén)
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Frans de Waal, en la Residencia de Estudiantes. (Foto: Julián Jaén)

Actualizado jueves 19/04/2007 13:18

MADRID.- Frans de Waal es un primate astuto, elocuente y simpático. Junto con Jane Goodall, este investigador holandés es sin duda el ejemplar de Homo sapiens que mejor conoce a nuestros parientes más cercanos en el reino animal, los grandes simios. Tras dedicarse durante décadas a la observación minuciosa de los chimpancés y los bonobos, De Waal acaba de presentar en el Museo CosmoCaixa de Madrid 'El mono que llevamos dentro' (editorial Tusquets), un libro en el que resume su visión de las impresionantes similitudes que existen entre el animal humano y sus primos biológicos.

Pregunta.- Dígame cómo es ese mono que llevamos dentro.
Respuesta.- Nuestra psicología es básicamente una psicología primate, y las dos especies más cercanas en las que podemos fijarnos para buscar paralelismos son los chimpancés y los bonobos. Pero el hecho es que estas dos especies son totalmente diferentes, y ambas están dentro de nosotros. Por eso, tenemos dos naturalezas muy contradictorias.

P.- ¿En qué sentido?
R.- Dentro de nuestro propio grupo, podemos ser cooperativos y altruistas, pero frente a los que no pertenecen a nuestra tribu, podemos volvernos muy agresivos e incluso convertirnos en genocidas. En este sentido, somos muy parecidos a los chimpancés, que son muy cooperativos dentro de su propia manada, pero también pueden ser muy crueles contra los de fuera. El bonobo, sin embargo, es una versión mucho más amable y pacífica del chimpancé. Son mucho menos celosos de su territorio y, de hecho, jamás se han observado matanzas entre miembros de esta especie. Pero en el caso de los chimpancés se conocen muchos casos de infanticidio y combates mortales entre machos.

P.- ¿Podríamos decir que algunos humanos tienen más de chimpancé que de bonobo, y viceversa?
R.- Yo creo que sí. Por ejemplo, en Estados Unidos se podría afirmar que los republicanos se asemejan más a los chimpancés y los demócratas a los bonobos, y quizás esto sea aplicable en general a grupos conservadores y progresistas en otros países. Se trata de dos tendencias que descubrimos en diferentes personas: algunos individuos son más igualitarios, amables y solidarios, mientras que otros están obsesionados con el poder, el territorio, la ley y el orden.

P.- Está claro que nos parecemos mucho, pero, ¿qué es lo que define la especificidad del sapiens?
R.- Casi todos los aspectos de nuestro comportamiento pueden encontrarse en los simios, aunque existan diferencias de grado. Por ejemplo, la ética. Es cierto que las normas morales de los humanos son muy complejas, pero se basan en la empatía y la reciprocidad, cualidades que observamos en los simios. Creo que el lenguaje es lo que más nos diferencia, pero incluso en este ámbito hoy sabemos que estos primates clasifican objetos y pueden aprender a usar signos para comunicarse.

P.- ¿Cómo puede ayudarnos la observación de los simios a entender la agresividad humana y la guerra?
R.- En este terreno, el ejemplo más útil es el de los chimpancés machos, que son muy agresivos y celosos de su territorio. En algunas ocasiones, incluso invaden los territorios de machos rivales y los matan a todos, para expandir sus dominios. Parece evidente que los seres humanos tienen las mismas tendencias territoriales, y pueden volverse muy violentos frente a quien se considera el enemigo.

P.- El caso de la actual Guerra de Irak sería un buen ejemplo...
R.- Bueno, en este caso pienso que se trata de un caso claro de otro fenómeno que también existe en todas las especies de primates: la búsqueda de un chivo expiatorio para resolver una situación de tensión, ya sea dentro o fuera del grupo. Un ejemplo clásico en la especie humana es el de Hitler y los judíos, que se convirtieron en el chivo expiatorio de la sociedad alemana. En el caso de la Guerra de Irak, creo que Estados Unidos reaccionó de una forma muy primitiva tras el ataque del 11-S. Necesitaban culpar a alguien, y al principio lo hicieron con Afganistán, pero esto no fue suficiente, necesitaban algo más grande para saciarse.

P.- Sin embargo, muchas personas, quizás de tendencias mas parecidas a las de los bonobos, se han manifestado contra la guerra.
R.- Sí, y lo curioso es que entre los simios también es muy típico que tras atacar al chivo expiatorio en un momento de tensión, después suele surgir un arrepentimiento y los mismos simios que le atacaron, empiezan a lamer sus heridas. Creo que con Irak ha pasado algo parecido: tras el momento inicial del desahogo agresivo, muchos americanos se han arrepentido y ahora creen que la guerra fue un error.

P.- En España, seguimos padeciendo el problema de algunos nacionalismos exacerbados, e incluso de un grupo terrorista que sigue amenazando con matar para conseguir sus fines. ¿Cómo puede explicarse este fenómeno desde sus conocimientos de primatología?
R.- De nuevo, podemos compararlo al comportamiento de chimpancés que se vuelven muy agresivos al defender su territorio. Pero lo que nos diferencia a los humanos es que no sólo actuamos de esta forma por motivos territoriales, sino por identidades de grupo que pueden estar basadas en la defensa de una religión, o en la lucha de unas creencias por dominar a otras. Sin embargo, todos estos fenómenos pueden vincularse a las tendencias que observamos en los chimpancés cuando defienden los intereses de su propia manada frente a las demás.

P.- ¿Y cómo es la estructura de poder entre los simios? ¿Son sus sociedades autoritarias o igualitarias?
R.- En los chimpancés se observan ambas tendencias. Sus manadas están muy jeraquizadas, y los machos están continuamente enzarzados en luchas de poder. Pero al mismo tiempo, los chimpancés suelen sentir simpatía por los perdedores. Por ejemplo, si surge una pelea, casi todos apoyan al más débil, y de esta manera, equilibran sus relaciones sociales. De hecho, podríamos decir que existe un sistema democrático rudimentario entre los chimpancés, mediante el cual los de abajo controlan a sus líderes y se rebelan contra ellos si se comportan como déspotas.

P.- ¿Y en el terreno de la sexualidad? ¿En qué nos parecemos y nos diferenciamos de los simios?
R.- Creo que los humanos, al igual que los bonobos, usan el sexo para crear lazos afectivos. Sin embargo, nosotros sólo hacemos esto en privado, en nuestras relaciones familiares, pero no en espacios públicos, como los bonobos. Además, creo que, al igual que los bonobos, somos fundamentalmente bisexuales o pansexuales. No creo que el ser humano tenga que ser necesariamente heterosexual u homosexual, sino que existe una amplia gama de posibles comportamientos. Sin embargo, la sociedad dicta que se tiene que ser o una cosa o la otra, y no tolera las ambigüedades.


El Mundo - Ciencia & Ecología
Por cierto exite un libro Muy Interesante sobre la conducta humana y la conducta de los simios, se trata de El Mono Desnudo de Desmod Morris, para que se anime a adquirir y/o lerr esta fascinante, aunque discutible obra, les ofrecemos un resumen:
"El Mono Desnudo" en el Rincón del Vago
O silo prefiere puede leer algunos fragmentos:
"El Mono Desnudo" - Fragmentos

Otras obras:

La mujer desnuda


... y sus comentarios

"El zoo humano" 1


"El zoo humano" 2


"El zoo humano" 3
Los monos prefieren tener sexo antes que comer
El bonobo, un primate de psicología similar a la de los humanos por su sentido de la empatía y el altruismo, antepone la actividad sexual a cualquier otra.

Bonobo es una especie de primate de psicología similar a la de los humanos. Antepone la actividad sexual a cualquier otra y hasta enmienda sus diferencias practicando el acto. ¿Le recuerda a alguien?

La especie de monos bonobo es muy similiar a los humanos al punto tal que puede llegar anteponer las relaciones sexuales a la comida, explicó el holandés Frans de Waal, uno de los primatólogos más prestigiosos del mundo.

En una entrevista con la agencia Efe, este catedrático de Psicología y de Comportamiento de Primates en la Emory University de Atlanta (EEUU), destacó los numerosos rasgos psicológicos y de comportamiento compartidos entre los humanos y los primates.

De Waal, autor de numerosos libros sobre comportamiento, psicología y moral de los primates, llegó en visita de trabajo esta semana a Madrid, donde impartió la conferencia "El mono que llevamos dentro". "El mono que llevamos dentro" es además el título de su último libro, en el que compara los comportamientos de los chimpancés, los bonobos y los humanos, en aspectos como la violencia, el sexo, la amistad o el poder.

El bonobo o chimpancé enano, una especie en extinción y natural del centro del continente africano, es muy sociable, pacífico y "muy sexy", en el sentido de que el sexo es su actividad principal.

Este primate "hippy", según De Waal, ha demostrado incluso que si se le coloca suculenta comida ante sus ojos, antepone el apareamiento, y además indistintamente con machos o hembras.

Se ha comprobado que, al igual que con los humanos, los bonobos suelen recurrir al sexo en señal de reconciliación, aunque sin limitarlo a la intimidad, pues para ellos cualquier sitio vale.

Además, los bonobos tienen una faceta altruista, de empatía e instinto de ayuda, rasgos poco frecuentes en los animales (existen también en los elefantes y los delfines), pero típicos del hombre.

De Waal citó el caso de un bonobo que en un zoológico rescató a un pajarito herido al que acogió en una mano y llevó hasta la zona más alta del parque, donde le estiró las alas y lo colocó en disposición de volar de nuevo. Se sabe también que los bonobos viven más tiempo que el resto de primates, lo que se explicaría por su vida relajada, sin luchas de poder ni territorialidad, mientras que los chimpancés machos son "dominantes y agresivos", como "muchos humanos", y mueren antes.

Los chimpancés machos se parecen a muchos humanos en el sentido de asociar poder y sexo, para atraer al mayor número de hembras, mientras que éstas son selectivas a la hora de elegir pareja.

ADN Mundo.com

"El mono que se reconcilia haciendo el amor"


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