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28 de marzo de 2012

Descubren fósil que reescribe la historia sobre la capacidad de caminar de los humanos

Huesos fosilizados

El descubrimiento de ocho huesos de pie fosilizados en Etiopía -de 3,4 millones de años- ha dado a los científicos una visión excepcional de la evolución de los seres humanos y su capacidad para caminar.

La forma de los huesos, encontrados en la región de Afar, en Etiopía central, sugiere que mientras este pie primitivo muestra una habilidad para caminar erecto, el dedo gordo también podría haberse usado para asirse de ramas.

En un artículo de la revista Nature, los científicos dicen que no hay suficientes fragmentos para identificar la especie humana -o humanoide- a la cual pertenecía.

La criatura es más vieja que aquella conocida como Lucy, también encontrada en esta región, cuyo esqueleto mostraba una clara preferencia por caminar erecta.

Fuente:

BBC Ciencia

27 de marzo de 2012

Los humanos, bípedos para llevar su comida a cuestas



Transportar cosas de aquí para allá, llevarse las propiedades a buen recaudo, acumular. Hace entre seis y tres millones de años, unos primates se pusieron de pie con la intención de tener las manos libres para acarrear cosas de un lado a otro. Fueron unos primeros pasos que comenzaron a transformar su organismo y su mente, hasta llegar a ser humanos.

Esta es la hipótesis que mantiene un equipo de investigadores de Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Portugal, que han realizado un estudio con chimpancés de los bosques de Bossou, en Guinea Conakry.

Los antropólogos han estudiado chimpancés que viven en libertad en el bosque de Bossou, en Guinea Conakry. Durante 44,5 horas de observación de este laboratorio natural, contabilizaron hasta 742 ocasiones en las que 11 individuos transportaban cosas de un lugar a otro.

"Estos chimpancés proporcionan un modelo de las condiciones ecológicas bajo las cuales nuestros antepasados más tempranos pudieron haber comenzado caminar en dos piernas", ha declarado Brian G. Richmond, de la Universidad George Washington (EE.UU) a 'ScienceDaily'. "Algo tan sencillo como trasladar cosas, en condiciones adecuadas, puede estar en el origen de nuestra especie", apunta.

Las ricas nueces de cola

El trabajo realizado en Bossou confirma lo que ya sugería Gordon Hewes en un estudio previo de hace 60 años: los chimpancés, dijo, se ponen de pie para llevar alimentos. Lo que no supo precisar Hewes entonces es que lo hacen, especialmente, cuando se trata de algo que no es abundante a su alrededor, por lo que se esfuerzan por apropiárselo por si no vuelven a encontrar ese manjar en mucho tiempo. Al ponerse sobre dos piernas, liberan las manos, y así tienen mucho más fácil el traslado.

Por las fechas que se manejan del ADN y los fósiles y por los datos paleo-ambientales, se sabe que el bipedismo surgió en un momento de cambio climático, en el que los bosques estaban en retroceso y comenzó a extenderse la sabana. Ello podría haber provocado, mantienen los investigadores, que las explosiones de actividad bípeda se sucedieran ante la escasez de alimentos, una presión que fue generando cambios anatómicos fruto de la selección natural.

El artículo se fundamente en dos estudios. Uno es el realizado en la Universidad de Kyoto. En este caso, Ttsuro Matsuzawa permitió el acceso de los chimpancés salvajes a varias combinaciones diferentes de nueces: de palma de aceite (muy común) y de cola (escasas y más preciada por ello).

La presión de la competencia

Supervisó el comportamiento de los simios en tres situaciones: con muchas nueces de palma, con pocas nueces de cola y con muchas de estas últimas. Y quedaron claros sus gustos: las de cola eran las preferidas y competían por hacerse con un gran número de ellas.

Pero, además, cuanto más presión competitiva había, con mayor frecuencia caminaban sobre dos patas para poder acumular las preciadas nueces en las manos. Las ocasiones en las que se pusieron de pie se multiplicaron por cuatro en estas circunstancias. Y es que yendo erguidos incluso podían ir engulléndolas mientras iban de un lado a otro.

Un segundo estudio, realizado por Kimberley Hockings, de la Universidad de Oxford Brookes se extendió durante 14 meses. En ese tiempo, se repitieron diferentes situaciones en las que tenían que competir por recursos escasos. En este caso, hasta un 35% de la actividad de los chimpancés requirió movimientos bípedos, casi siempre cuando querían acumular lo más posible en sus manos.

Todo ello indicaría que el bipedismo tiene su origen en este 'ansia' de acumular, que seguimos practicando, aunque otros expertos creen que el ponernos de pie tuvo más de una ventaja. Así opina Manuel Domínguez-Rodrigo, director del proyecto hispano-tanzano de paleoantropología en Olduvai (Tanzania). "En mi opinión es una explicación buena pero parcial porque el bipedismo fue plurifuncional", asegura a ELMUNDO.es.

En concreto menciona, que a nuestros ancestros les permitió tener una visión mayor del entorno para detectar a los depredadores, una menos exposición a la radiación solar, ahorro de energía en desplazamientos largos, y también el transporte, no sólo de comida, sino de armas.

"Por ello, creo que el trabajo está bien, pero es incompleto en sus conclusiones", concluye el investigador.

Fuente:

El Mundo Ciencia

20 de julio de 2011

Los bípedos pioneros del Pleistoceno

Las huellas de 'Australopithecus' de hace 3,7 millones de años halladas en Tanzania revelan que apoyaban su pie como los 'sapiens'.


En Laetoli, muy cerca del Serengueti, unos ancestros humanos, los 'Australopitecus afarensis', dejaron impreso un rastro de 70 huellas hace casi cuatro millones de años que indican que aquellos primates eran capaces de andar sobre sus dos pies.

Ahora, un equipo de científicos británicos, dirigidos por Robin Crompton, de la Universidad de Liverpool, han aplicado la tecnología láser para revelar cómo se movían aquellos primates y han descubierto que su forma de caminar era totalmente erguida verticalmente y que apoyaban su pie casi de forma idéntica a los humanos modernos.

El trabajo, publicado en la revista británica 'Journal of The Royal Society', retrasa en casi dos millones de años el momento en el que se inició esta forma de andar, que se atribuía al género 'Homo'.

El bipedismo fue, según muchos especialistas, el primer gran salto evolutivo que experimentó el largo camino de la evolución humana y por ello esas huellas, patrimonio de la Unesco, se conservan desde que fueran descubiertas en 1976 por la paleoantropóloga británica Mary Leakey.

En la Universidad de Liverpool, han logrado recrear 11 de las pisadas mejor conservadas, que dejaron tres individuos de 'Australopithecus', de la misma especie que la famosa 'Lucy' etíope, hace 3,7 millones de años. Gracias a un programa informático desarrollado por el equipo, los científicos compararon las huellas con las de bonobos, orangutanes y hombres modernos.

Aseguran que fue una auténtica sorpresa comprobar que congéneres de Lucy andaban tan verticales, en lugar de algo encorvados como otros simios, y que apoyaban su dedo gordo del pie, exactamente como nosotros.

Además, esta forma de caminar no se correspondería con las características de su cuerpo, puesto que tenían las piernas cortas en proporción con el torso. Puesto que se cansarían pronto de caminar erguidos, se cree que sólo fue un modo eficaz de desplazarse en distancias cortas.

Sin embargo, fue el inicio de un largo caminar evolutivo que acabó proporcionándonos las piernas con las que los humanos salimos de África y que nos dejó las manos libres para otros menesteres, como utilizar herramientas y conseguir más comida.

La hipótesis de Crompton, según explica a ELMUNDO.es, es que el proceso de bipedismo comenzó mucho antes, hace unos 20 millones de años, en monos que vivían en los árboles y empezaron a adaptar sus cuerpos para conseguir más frutas de los árboles.

Fuente:

El Mundo Ciencia

1 de junio de 2011

Los primeros homínidos buscaban 'novias' foráneas

Fósil del cráneo de un 'Parantrophus' utilizado en el trabajo. |Nature

Fósil del cráneo de un 'Parantrophus' utilizado en el trabajo. |Nature

Las hembras de los ancestros humanos, hace entre 3,5 y 1,8 millones de años, dejaban a sus parientes para emparejarse con machos de otros lugares, al igual que hacen los chimpancés, los primos evolutivos de nuestra especie. De este modo, la naturaleza sorteó los problemas de endogamia que podrían haber perjudicado a poblaciones de homínidos muy pequeñas.

Para llegar a esta conclusión, investigadores alemanes, sudafricanos y de Estados Unidos han estudiado los dientes fosilizados de 19 individuos de 'Australopithecus africanus' y 'Parantrophus robustus' descubiertos en cuevas del sur de África. Los datos son claros: más de la mitad de las hembras habían llegado de lejos, mientras que entre los machos sólo eran foráneos el 10%.

"Aquí tenemos una prueba directa de los movimientos geográficos entre los primeros homínidos y está claro que eran las hembras las que preferentemente salían de sus grupos residenciales", señala Sandi R. Copeland, del Instituto Max Planck de Alemania, primera firmante del trabajo en la revista 'Nature' esta semana. "Habíamos asumido que la mayoría serían de áreas alejadas, dado que el bipedismo surgió, en parte, para que pudieran recorrer grandes distancias. Pero si los machos no se movían, podría implicar que la evolución se debió a otras razones", apunta Copeland.

Estudios con láser

Para conocer el origen de los homínidos con sólo mirar los dientes, los científicos realizaron análisis con láser que les ayudaron a medir los isótopos de estroncio encontrados en el esmalte. Este elemento se encuentra en las rocas y los suelos y es absorbido por las plantas y los animales que habitan en los alrededores durante su crecimiento.

De este modo, determinados niveles pueden revelar cómo era el paisaje en el que transcurrieron sus primeros años. Para Copeland "son un reflejo directo de los alimentos que comieron y también de la geología local", que les vino muy bien para conocer el origen de los primero primates bípedos.

En concreto, las señales de isótopos de estroncio se localizan en las muelas de los mamíferos hasta el final de la formación de su esmalte dental, que sería sobre los ocho o nueve años de edad en estos homínidos. Las cuevas de Sterkfontein y Swartkans donde se encontraron los dientes están en un entorno dominado por rocas de sedimentos carbonatados, con muy diferentes señales de estroncio.

Por otro lado, el tamaño de las piezas fue determinante para saber cuáles pertenecieron a machos y a hembras, dado que los primeros eran más grandes. Tanto los 'Australopithecus' como los 'Parantrophus' forman parte de una línea evolutiva cercana a los humanos. Entre los primeros está el famoso esqueleto de Lucy, de hace 3,2 millones de años, considerada por muchos la madre de los humanos modernos. Por contra, los 'Parantrophus' (tanto 'robustus' como 'boisei') habrían sido una rama que acabó pro desaparecer.

Neandertales de El Sidrón

Este trabajo confirma que la dispersión femenina tiene un origen muy primitivo, puesto que se comparte con los chimpancés y pervivió hasta épocas recientes. Lo que no se sabe es de dónde venían ellas. De hecho, este mismo año, gracias a estudios de ADN, se descubrió que en el yacimiento asturiano de El Sidrón, los neandertales que lo habitaron también se emparejaron con mujeres de otros clanes.

Para Matt Sponheimer, coautor del trabajo de 'Nature', los datos indican también que los homínidos primitivos preferían vivir en lugares con cuevas abundantes, aunque hasta ahora no se haya pensado en ellos como habitantes de las cavernas.

Para José María Bermúdez de Castro, especializado en dentición primitiva y director del Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana, en Burgos, se trata «de un trabajo muy interesante que podría ser un buen modelo para el estudio de los fósiles humanos de Atapuerca. Ahora que tenemos en el CENIEH todo el instrumental podríamos seguir el mismo método".

Fuente:

El Mundo Ciencia

18 de febrero de 2011

Las primeras huellas de la Humanidad, en peligro


Los paleontólogos trabajan en el yacimiento tanzano.

Las famosas huellas de Laetoli, halladas en 1976, están en el Valle del Rift
Son la primera prueba fósil del bipedismo de nuestros antepasados
Pese a los intentos de conservación, sufren un grave deterioro

Las famosas huellas de Laetoli, que fueron hechas por un ancestro humano hace 3,6 millones de años en Tanzania, en el Valle del Rift, y son la primera prueba fósil del bipedismo de nuestros antepasados, están sufriendo un grave proceso de deterioro, pese a los intentos por su conservación que se realizaron hace 15 años.

El rastro de 70 huellas, que se cree que corresponden a un 'Australopithecus afarensis', fue encontrado en 1976 por el equipo de Mary Leakey. Las impresiones de los pies de tres individuos que caminaban erguidos habían quedado grabadas sobre cenizas volcánicas y una fina lluvia posterior las cubrió, conservándolas durante millones de años.

Tras su estudio, las huellas quedaron cubiertas de forma provisional, pero en 1995 se destaparon y se comprobó que estaban en mal estado: se habían comenzado a resquebrajar por las raíces de las acacias y otros arbustos de la región, situada a 45 kilómetros al sur de la Garganta de Olduvai.

Intentos infructuosos por conservarlas

El Instituto de Conservación Getty, de Estados Unidos, realizó entonces una consolidación de la zona, con nuevos materiales y productos químicos que, según aseguraron, garantizaba su conservación para la posteridad, al menos durante 50 años. Pero no ha sido así.

Un equipo de arqueólogos, entre los que se encuentra el español Manuel Domínguez-Rodrigo, del Instituto de Evolución Humana en África (IDEA), ha descubierto de nuevo parte de las huellas esta semana y ha comprobado que el rastro está muy deteriorado. "Las raíces han penetrado por la capa química protectora que se puso y las han agrietado. Además, ha entrado humedad e incluso hay termitas", señala a ELMUNDO.es Domínguez-Rodrigo, recién llegado del país africano. "Si esperamos unos años más para descubrirlas, no hubiéramos visto nada", asegura el investigador español.

La iniciativa de sacarlas a la luz 15 años después de el primer intento de protección, surgió del presidente tanzano Jakaya Kikwete, que hace unas semanas mostró su deseo de conocer estas huellas únicas. Charles Musiba, director del proyecto Laetoli, decidió abrir un pequeño trozo de 3,5 metros, de los 27 metros totales, para cumplir el deseo del mandatario.

Se expondrán en un museo

Tras comprobar que el trabajo de la Getty no ha dado resultado, Kikwete ha decidido que lo mejor es excavarlas totalmente y exponerlas, pero protegidas por el entorno de un museo en el que se controlen sus condiciones de humedad y temperatura, así como la invasión de la flora o la fauna de los alrededores. Se estima que estos trabajos de excavación durarán al menos dos años, dada la fragilidad del terreno volcánico en el que se encuentran.

El dinero para el futuro museo saldrá de las tasas que paguen los visitantes, y de la construcción de nuevos alojamientos turísticos.

"La idea es que se protejan mejor y, a la vez, puedan servir para atraer turistas, habida cuenta la saturación de visitantes que hay en los parques de Serengueti y Ngorongoro. Sería una forma de potenciar el capital paleontológico que tiene la región", apunta Domínguez-Rodrigo, que dirige un proyecto en la cercana Garganta de Olduvai y que participará de este trabajo a petición de Musiba.

Origen del bipedismo

Las huellas de Laetoli supusieron en su día un gran hallazgo para los estudiosos de la evolución humana, al retrasar hasta hace 3,6 millones de años el bipedismo, una característica de nuestra especie. Esta misma semana, acaba de probarse definitivamente con la aparición de un pie de 'A. Afarensis' en Hadar (Etiopía) que estos homínidos caminaban erguidos.

De su estudio se dedujo que aquellos lejanos ancestros, a los que pertenece el esqueleto bautizado como 'Lucy', tenían el dedo gordo de los pies y el arco como los humanos modernos. Se averiguó, también, que las huellas pertenecieron a dos individuos adultos y uno más pequeño, que caminaban dando un paseo, tranquilos. Algunos creen que iban de la mano, y pudiera tratarse de un grupo familiar.

Desde su hallazgo, hace 35 años, muy pocas personas han podido ver el original del rastro, algo que puede cambiar en el futuro.

Fuente:

El Mundo Ciencia

10 de febrero de 2011

El hueso del pie que permitía a 'Lucy' caminar erguida


Fósil del cuarto metatarso del pie de 'A. afarensis'. | Science

  • Un fósil revela que los 'Australopithecus afarensis' caminaban erguidos
  • El hueso descubierto tiene una antigüedad de 3,2 millones de años

Era el año 1974 y tras el descubrimiento de un increíblemente bien conservado fósil de una hembra de una especie de homínido desconocida en aquel entonces, el equipo dirigido por el investigador Donald Johanson sabía que debía ponerle un nombre. Esa misma noche, el grupo de científicos se encontraba celebrando el hallazgo en las inmediaciones del yacimiento en Hadar, Etiopía. Escuchaban 'Lucy in the sky with diamonds' de The Beatles cuando no tuvieron dudas de que tenían que bautizar aquel fósil como 'Lucy', el que aún es el fósil más completo de la especie 'Australopithecus afarensis'.

Desde entonces, la comunidad científica no ha podido cerrar el debate sobre si aquel homínido de hace cerca de 3,2 millones de años era bípedo estricto o si aún pasaba buena parte de su vida en las ramas de los árboles. Ahora, el debate ha llegado a su fin. El mismo investigador -Donald Johanson- ha resuelto el dilema en el mismo yacimiento en el que 'Lucy' saltó a la luz pública, en el conocido como localidad 333 de Hadar o la cuna de la primera familia. El hallazgo -publicado hoy en la revista 'Science'- de un hueso fósil del pie de un 'Australopithecus afarensis' certifica que esta especie ya caminaba de forma bípeda, como los humanos modernos, algo que muchos científicos sospechaban, pero nadie había podido demostrar.

"El hueso fue encontrado durate una excavación de rutina en el yacimiento de Hadar, concretamente en un lugar llamado localidad 333, que ha generado ya más de 260 especímenes de 'Australopithecus afarensis' desde los años 70", explica a ELMUNDO.es William Kimbel, coautor del trabajo y profesor de Historia Natural en el Instituto de los Orígenes Humanos de la Universidad del Estado de Arizona (EEUU), institución fundada por Johanson.

Situación en el pie.

Situación en el pie.

La nueva pieza clave del puzzle de la evolución de los homínidos es un pequeño hueso -el cuarto metatarso- del pie izquierdo de un individuo de la especie, pero contiene la curvatura propia de los pies, tanto de los primeros homínidos bípedos conocidos, como del 'Homo sapiens'.

Hasta ahora, un amplio sector de los expertos en evolución humana consideraba que esta especie de hace más de tres millones de años basaba parte de su ecología en el desplazamiento de árbol a árbol. Pero las sospechas no eran infundadas. Algunos aspectos del esqueleto locomotor de 'A. afarensis' recuerdan más a los simios que a los humanos.

Una de las adaptaciones evolutivas clave para la forma bípeda de caminar de los humanos es el desarrollo de arcos permanentes en los pies. Esto permite la absorción de impactos durante la locomoción y aporta la flexibilidad necesaria para caminar o correr a diferentes velocidades. "Sabemos desde hace años que la especie de Lucy era bípeda y poseía una postura vertical", asegura Kimbel.

La pistola humeante

Pero faltaban las pruebas que demostrasen sus sospechas, algo muy difícil debido a la escasez de huesos de los pies de homínidos en el registro fósil. "Este nuevo descubrimiento se añade a la evidencia de un patrón semejante al humano en la estructura y función del pie de 'A. afarensis', lo que implica una más o menos completa adaptación al bipedismo terrestre", explica Kimbel.

Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y codirector del Proyecto Atapuerca, asegura que era obvio que la anatomía de la especie apuntaba hacia una locomoción bípeda, "pero faltaban las pruebas definitivas". Un pequeño hueso fósil, el cuarto metatarso del pie izquierdo de un A. afarensis ha resultado ser la pistola humeante necesaria para resolver el rompecabezas.

«En todo caso, las icnitas de Laetoli ya indicaban que estos individuos vivían en una sabana abierta», dice Carbonell. «La nueva investigación refuerza esta idea».

Confirmación de las sospechas científicas

Además, los autores del descubrimiento creen que el trabajo hará más sólido el árbol evolutivo que une a los humanos modernos con sus parientes primitivos. "El descubrimiento ayuda a cimentar una conexión filogenética entre 'Australopithecus afarensis' y las especies de homínidos modernas. Hasta ahora, la primera evidencia de esta estructura databa de hace 1,8 millones de años en los fósiles de 'Homo erectus' en Eurasia", explica William Kimbel. Sin embargo, su colega Eudald Carbonell opina que el hallazgo no modificará el árbol filogenético actual y que sólo viene a demostrar y reafirmar una idea que ya rondaba en la comunidad investigadora, pero que estaba pendiente de una prueba definitiva.

En cualquier caso, lo que sí se ha alterado en la literatura científica es la edad de aparición del bipedismo en la historia evolutiva de los homínidos, aunque su propio descubridor le resta mérito. "Los fósiles de huesos del pie son muy raros en el registro fósil, así que no es demasiado sorprendente que la aparición de estas estructuras similares a las humanas se haya retrasado con este hallazgo", asegura Kimbel.

La forma de caminar determina la ecología de esta especie. Carol Ward, coautora del trabajo, está convencida de que el bipedismo, combinado con unas fuertes mandíbulas, permitieron a 'Lucy' y a sus parientes abandonar las copas de los árboles y colonizar áreas abiertas con distinto tipo de alimentos.

Fuente:

El Mundo Ciencia

21 de marzo de 2010

El sofisticado caminar bípedo de los antepasados humanos


Domingo, 21 de marzo de 2010

El sofisticado caminar bípedo de los antepasados humanos


Nuevas investigaciones sobre Lucy.

Recreación de la 'Australopithecus afarensis', 'Lucy'. | FRANCE 3.

Recreación de la 'Australopithecus afarensis', 'Lucy'. | FRANCE 3.

Los antepasados humanos que vivieron hace 3,6 millones de años en África, y cuyas huellas que quedaron impresas en el yacimiento tanzano de Laetoli, caminaban dando pasos como hoy lo hacen los 'sapiens' modernos, aunque también eran capaces de trepar por los árboles con gran agilidad.

Una nueva investigación, desarrollada en Estados Unidos, ha confirmado lo que ya muchos paleoantropólogos sospechaban: que los 'Australopithecus afarensis' fueron los primeros en erguise de forma vertical y andar por el suelo de una forma mucho más eficiente que sus parientes, los chimpancés.

La certeza del sofisticado bipedismo que ya caracterizó a esta especie, a la que pertenecen los restos de la hembra batizada como 'Lucy', ha sido posible gracias al trabajo sobre las huellas grabadas en Laetoli del equipo de David Raichlen, antropólogo de la Universidad de Arizona.

Estas huellas, descubiertas hace 30 años al sur de la Garganta de Olduvai, se preservaron durante millones de años gracias a que encima de ellas se depositaron cenizas volcánicas, dejando todos los detalles impresos, y sólo pudieron ser hechas por los 'A. afarensis' que entonces habitaban la zona.

El esqueleto de 'Lucy', del que se encontraron numerosos huesos, es uno de sus ejemplares y corresponde al de un primate que habría caminado sobre sus dos piernas en la tierra, debido a las características de sus caderas, sus piernas y su trasero. Sin embargo la curvatura en los dedos de todas sus extremidades, así como sus hombros indican que también pasaban tiempo en las ramas, por lo que aún no se consideran del género 'Homo', que surgió hace unos dos millones de años.

Experimento biomecánico

Algunos investigadores debatían hasta ahora si aquellos 'A. afarensis' llegaron a andar erguidos o caminaban como los chimpancés, con las rodillas y las caderas dobladas, algo que se rebate ahora en las conclusiones del equipo de Raichlen, publicadas en 'PLoS One'.

Para su experimento biomecánico, construyeron un camino de arena en su laboratorio e hicieron caminar por él a diferentes individuos, algunos de forma erguida y otros agachados, como si fueran chimpancés.

Captaron así modelos tridimensionales de todas sus huellas, gracias al equipo que tiene el biólogo Adán Gordon en su laboratorio evolutivo de la Universidad de Albany. Tras estudiar la profundidad de las marcas dejadas por el talón y los dedos de los pies comprobaron que las huellas de Laetoli eran exactamente iguales que las de los humanos erguidos. Cuando iban agachados, la impresión de los dedos era mucho más profunda.

"Los análisis anteriores indicaban de los 'Australopithecus afarensis' andaban inclinados, pero hemos visto que no es así. Lo hacían como los humanos modernos y es una forma increíblemente eficiente, lo que sugiere que el coste energético en la evolución del bipedismo ya era bajo antes de los orígenes de nuestro género 'Homo'", asegura Raichlen.

Además, como destaca su colega Adam Gordon, este estudio demuestra que, en un momento en que nuestros antepasados tenían una anatomía bien adaptada para pasar mucho tiempo en los árboles, ya habían desarrollado el bipedismo moderno, aunque aún tardarían más 1,5 millones de años en bajar definitivamente a tierra.

Fuente:

El Mundo Ciencia

1 de junio de 2007

Los ancestros del hombre comenzaron a caminar primero en los árboles.
Investigación publicada en Science.

Actualizado viernes 01/06/2007 16:52 -

MADRID.- Durante muchos años los paloantropólogos han argumentado, con fósiles en la mano, que el bipedismo es un rasgo de la familia humana que, hace más de seis millones de años, se desarrolló en la sabana africana y marcó la diferencia con el resto de los simios. Esta hipótesis puede tener sus días contados tras lo descubierto por un equipo de primatólogos en las selvas de Sumatra: los orangutanes también caminan erguidos, ayudándose de las manos, cuando van por ramas frágiles y flexibles en la que les sería muy complicado moverse como cuadrúpedos.

Este bipedsmo, observado por investigadores de la Universidad de Birmingham, significaría que caminar erguidos fue un comportamiento de simios muy antiguos que vivían en los árboles, y no de los ancestros humanos (homininos) que bajaron al suelo.

Esta última teoría argumenta que cuando nuestros antepasados dejaron las alturas andaban a cuatro patas. De ahí, evolucionaron primero hasta apoyarse en los nudillos (como hacen chimpancés y gorilas) y, después, se erguieron para caminar. Fue ese bipedismo el que les habría permitido ver a lo lejos en la sabana, controlar la temperatura corporal, tener las manos libres y, en definitiva, progresar hasta hacernos humanos.

De ahí la novedad de las imágenes captadas por Susannah Thorpe y sus colegas. Tras un año en el bosque tropical observando a los orangutanes, y el análisis de casi 3.000 de sus movimientos, Thorpe comprobó que individuos de esta especie, que pasa casi toda la vida en los árboles, subían erguidos hacia las copas de los árboles y, usando los brazos para balancearse, pasaban por ramas de la periferia que eran estables. Para sentirse más seguros, andaban sobre sus dos piernas. Incluso se asían a las ramas con los largos dedos de sus pies para afianzare. Era así como accedían a los frutos más jugosos e inaccesibles.

Este bipedismo arbóreo, según sugieren en la revista 'Science', habría sido común a los antepasados de todos los simios y les habría dado una ventaja porque distribuían mejor su centro de gravedad y tenían los brazos libres. "Aunque el orangután puede haber logrado esta adaptación después de su separación de otros grandes simios, estudios recientes muestran que su bipedismo es más similar al de los humanos que al de chimpancés o gorilas, por lo que es un modelo importante para reconstruir la evolución temprana del bipedimso", argumentan los investigadores.

Es decir, proponen que al final de la Era Miocena (hace entre 24 y cinco millones de años) el clima en África sufrió sequías esporádicas que hicieron el bosque desigual, por lo que comenzó a haber brechas en las alturas que no se podían cruzar. Fue entonces cuando los antepasados de chimpancés y gorilas bajaron al suelo para ir de un árbol a otro y desarrollaron su andar con los nudillos.

Por su parte, los ancestros humanos dejaron las alturas, pero ha brían conservado el bipedismo para moverse por el suelo y los árboles más pequeños.

José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo en Atapuerca (Burgos), señalaba ayer que este estudio demuestra que el bipedismo no apareció de la noche a la mañana. "En la evolución hay preadaptaciones, como ésta, que triunfó cuando desapareció el bosque. Todo ello hace que sea cada vez más difícil saber dónde está el límite entre simios y ancestros humanos. Cada vez hay menos diferencias, y es algo que deberíamos tener en cuenta: sólo somos una especie más que nos estamos cargando el planeta".

Su colega Manuel Domínguez Rodrigo discrepa con este trabajo porque el bipedismo "es una forma de locomoción marginal en los orangutanes". Añade que las primeras formas bípedas se han encontrado en un ecosistema de sabana, que es donde aparecieron los primeros homínidos.

Fuentes.

Science

El Mundo - Ciencia

El País - Sociedad
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