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31 de enero de 2018

¿Por qué no soy Iron Man?

Cuando Stan Lee y Jack Kirby dieron vida a Iron Man por primera vez, allá por 1963, poco podrían imaginarse que ese empresario, un ser corriente como cualquiera de los que andamos por estas calles, pudiera ser el comienzo del transhumanismo, una corriente que pasaría de la ciencia ficción a la teoría y, poco a poco, a la misma realidad. 


Tony Stark posee un nodo que proporciona energía a su armadura y evita que la metralla llegue a su corazón; los humanos de hoy poseemos marcapasos conectados y exoesqueletos que nos ayudan a recuperar la movilidad en caso de discapacidad. Su extraordinaria fuerza puede lograrse también con esos mismos dispositivos, solo que desarrollados para el ejército. Y el uso de una fuente persistente de energía para mantenernos con vida no parece una idea muy lejana en el tiempo, conforme se vayan creando baterías más duraderas y estables.

Quizás siga sonando a ciencia ficción, pero el transhumanismo está impregnando muchos de los avances que vemos en nuestras vidas. Esta corriente de pensamiento, expandida a partir de finales de los 60, aboga por mejorar las capacidades humanas por medio de la tecnología, un propósito tan noble como peligroso y que está mostrándose ya en sus fases más incipientes. Para muestra sirva el caso de Chris Dancy, el hombre "más conectado del mundo". Este cuarentón decidió hace ya diez años que fusionaría lo máximo posible la tecnología actual a su cuerpo, conectando tantos dispositivos como fuera posible, desde relojes inteligentes hasta gafas que están sincronizadas con las bombillas de su casa. Un paraíso del Internet de las Cosas -más de una decena de sensores pesan sobre Dancy- que controla desde sus constantes vitales hasta sus patrones de alimentación. Un Iron Man de andar por casa, pero puede que el inicio de algo más.

Más lejos quedan otros de los retos más ambiciosos del transhumanismo, aquellos que dejan a este superhéroe a la altura del betún. La crionización no deja de ser una falacia científica, mientras que la singularidad sigue siendo un sueño en el eterno imaginario común de la inmortalidad, para lo que debemos superar la naturaleza misma de nuestros cuerpos. Hoy decimos esto, pero si Tony Stark pudo anticipar muchos de los avances que hoy disfrutamos, quién sabe si de estas mentes locas -recluidas en lugares como la Universidad de la Singularidad de la NASA y Google- podrá salir una nueva especie de humanos en la que la carne se entremezcle con la tecnología hasta hacerse un solo indisoluble.

Fuente:

El Mundo Ciencia

19 de mayo de 2014

Basta de hablar de revolución tecnológica




Si hay una idea asociada con la tecnología que hay que desterrar es que estamos presenciando o que presenciaremos una revolución.

Ya se trate del grafeno, la impresión en 3D, la biología sintética, el gas de esquisto, los grandes datos (big data) o el bitcoin, cualquier descubrimiento, técnica o invento nuevo e importante invoca la palabra con "R". Es el caballito de batalla de los proveedores del bombo tecnológico.
La idea de una revolución no solamente se utiliza para impulsar una tecnología en particular. Por ejemplo, en respuesta al cambio climático, políticos como Nicolás Stern promueven una nueva revolución industrial con bajas emisiones de carbono.

Pero qué tecnologías se usarán y, fundamentalmente, cómo serán los procesos de toma de decisiones que las rodean, parece en gran medida irrelevante. El punto es que en una revolución está la salvación.

¿Pero es la revolución una manera adecuada de describir cómo se da el cambio tecnológico o cómo podría mejorar nuestras vidas? Y si no, ¿cómo debemos definir a estos procesos?

Es fácil comprender por qué aquellos que tienen un producto o una idea para vender o promocionar recurren a este lenguaje. Suena emocionante y progresista. Pero tiene menos sentido que los periodistas, los responsables de diseñar políticas y otras personas repitan esta frase propia de las relaciones públicas.

Los que están impacientes por ver el éxito de un nuevo elemento tecnológico podrían proclamar "Es el futuro, acéptalo", pero ¿qué pasa con el derecho a dudar, criticar o simplemente rechazar una tecnología? Nuestro futuro no está tan limitado. Abrir espacios para hacernos preguntas y ver otras opciones (o como el académico de política científica Andy Stirling dice: "pluralizar el progreso") nos podría beneficiar a todos.

Esperanza

La idea de una revolución tiende a exagerar el poder de las tecnologías para impulsar un cambio por sí solas sin las ayuda de otros actores o fuerzas.

bitcoin

La moneda virtual bitcoin, una de las "revoluciones" tecnológicas del momento.

El grafeno bien podría tener un impacto enorme en nuestra vida, pero no lo va a hacer por sí mismo y no va a resolver todos nuestros problemas. La impresión en 3D solo será una revolución del consumismo si se lo permitimos.

Los grandes datos ya están teniendo un impacto significativo en muchas vidas y es probable que eso continúe, pero ¿hasta qué punto, precisamente, sigue siendo tema de debate? Las revoluciones tecnológicas y científicas son también revoluciones de la sociedad, la economía y la cultura.

Diversos factores influyen enla forma en que una tecnología termina forjando nuestras vidas, desde las normas sociales imperantes hasta las estructuras de poder existentes en la sociedad. Es peligroso esconder esos contextos debajo de la alfombra.

También cabe recordar que la Revolución Industrial no fue precisamente gloriosa para todo el mundo. Las personas sufrieron, muchos se opusieron a ella y además tuvo diversas consecuencias a largo plazo no deseadas, como las emisiones de carbono.

Actualmente estamos a mitad del bicentenario de las revueltas de los luditas (1811-1817). Más conocidos por destruir telares de vapor automatizados, tal vez no sorprenda que la palabra ludita se emplee comúnmente hoy en día para denominar a alguien que se opone y que posiblemente les teme a los avances tecnológicos.

Pero el activismo ludita en realidad se centraba más en quién debía controlar la tecnología que en estar en contra de cualquier tecnología en sí misma. Para repetir una frase muy citada del ludita George Mellor: "Dejen las máquinas, pero dispárenles a los amos". Lo que también se olvida muchas veces es el esfuerzo por sofocar este movimiento. Según el proyecto bicentenario ludita, el cuerpo de Mellor y muchos otros fueron donados a la ciencia médica como parte de su castigo.


El término "Revolución Industrial", nació 12 años después.

Lea el artículo completo en:

24 de febrero de 2014

El Comercio: Educación para el crecimiento

El domingo pasado, 23 de febrero de 2014, el decano publicó un Editorial que resume la visión de las clases en el Poder sobre la educación y su relación con el Crecimiento Económico y la Inversión Privada.

Lea:


El Gobierno está generando y manteniendo una serie de normas que dificultan y desincentivan la inversión privada en educación.

La calidad de nuestra educación en todos sus niveles es uno de los principales problemas que tiene el país. De hecho, tanto en el caso de la educación escolar, como en el de la superior, abundan los indicadores que nos colocan de lleno en el Tercer Mundo.

Demás está decir que este problema aminora anualmente, de mil y un maneras, nuestro crecimiento y, por tanto, la generación de las oportunidades con las que se disminuye la pobreza. Como bien recordaba hace un tiempo el decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico, Gustavo Yamada, el 50% de las empresas grandes del país declara tener dificultades para contratar mano de obra calificada. Un porcentaje que solo es esperable que aumente conforme nuestra economía siga sofisticándose  –hasta donde pueda, al menos– sin que vaya acompañada por una paralela mejora de la educación. Recordemos que según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) solo entre el 2004 y el 2012 la demanda por trabajadores calificados con educación superior se incrementó en 40%.

Por otro lado, es también evidente que esta situación tiene un alto costo a nivel de las oportunidades que el sistema pueda generar con la mayor independencia posible del origen socioeconómico de cada cual. Las posibilidades de agregar valor a la cadena productiva (y, por lo tanto, de generar riqueza para sí mismos) que tienen los jóvenes que salen del colegio sin poder comprender lo que leen o realizar operaciones básicas de matemática están limitadas de arranque.

Así las cosas, es preocupante que el Gobierno esté generando y manteniendo una serie de normas que dificultan y desincentivan la inversión privada en educación y, por lo tanto, las posibilidades de que la competencia vaya empujando por mejores calidades en los diferentes nichos de precios del mercado educativo. Sobre todo, habida cuenta de que a la fecha el mismo Gobierno no muestra resultados en el intento por lograr que la educación estatal de cualquier tipo tenga un mejor nivel que el de las instituciones privadas de pobre calidad que –se supone– todas las aludidas regulaciones buscan combatir.

En el caso de las escuelas, por ejemplo, se ha dado una norma que impide a los colegios suspender o dejar de tomar exámenes a los alumnos cuyos padres no paguen sus pensiones, lo que de facto ha convertido a las escuelas privadas en financistas de muchos padres avispados, incrementando los riesgos del negocio de la educación. Por otro lado, se ha prohibido a los colegios “discriminar” por exámenes de ingreso, forzándolos más bien a seleccionar a sus alumnos solo en base a criterios como su lugar de residencia o parientes ex alumnos, con lo que niños con diferentes necesidades académicas tienen que acabar siendo agrupados bajo el mismo modelo educativo. Finalmente, y por solo citar un tercer ejemplo significativo, no se ha hecho nada por cambiar la fórmula según la cual es el Estado el que manda las materias y horas que cada colegio podrá impartir, impidiendo así el surgimiento y la competencia de diferentes diseños educativos.

A nivel de los institutos de educación técnica superior, por su parte, tenemos unos corsés que hacen sumamente difíciles la inversión, los cambios y la adaptación del sector a las necesidades del mercado. Puede sorprender, por ejemplo, que pese a la enorme demanda que hay para técnicos en industria y minería (cuyos sueldos promedio superan los US$2.000 mensuales) solo se gradúe en estudios relacionados con estos sectores el 20% de los alumnos de nuestros 401 institutos superiores privados. Pero ya va resultando menos extraño cuando uno ve que sacar la aprobación para desarrollar una nueva  carrera le cuesta a un instituto alrededor de 2 años. Y que cada vez que una de estas instituciones quiere dictar una carrera para la que ya tiene permiso en una región nueva, tiene que pasar por todos los permisos necesarios para fundar un nuevo instituto. Y eso, por solo nombrar dos ejemplos de un sector que está atiborrado de regulaciones insensatas

Finalmente está el caso de las universidades, donde el oficialismo no encontró mejor manera de combatir el problema de la calidad que prohibiendo la creación de nuevas universidades –y por lo tanto, de más competencia– por cinco años; y donde avanza en el Congreso un proyecto de ley universitaria que pondrá en manos del Gobierno decidir cosas como los títulos que deberán de tener los profesores de cada universidad, la manera en que estos deberán ser adquiridos, el tipo de infraestructura que deberá poseer cada centro y, en general, lo que pueda mandar una poderosa superintendencia ad hoc que se crea en la ley. El supuesto implícito, desde luego, es que a la hora de decidir sobre las universidades privadas –que así serán uniformizadas– la burocracia sabrá hacer mucho mejor que lo que ha hecho con nuestras universidades públicas.

Es, en fin, por lo menos contradictorio que un Gobierno que ha tenido el tino de confiar en el poder de la libertad y el emprendimiento individual a fin de mantener creciendo, para bien de todos, el edificio de la economía, esté yendo en una dirección tan opuesta a la hora de ocuparse de que este no acabe encontrando en el problema de nuestra educación su cruel tope y frustración.
Fuente:

30 de enero de 2014

Cauchy y el rigor en el análisis matemático



Muchos historiadores de la matemática afirman que el rigor en matemáticas nació con Augustin-Louis Cauchy. Todo un revolucionario, Cauchy trató de establecer una base rigurosa para el análisis matemático. Un buen ejemplo fue su demostración del teorema del valor intermedio, que afirma que toda función real f(x) continua en un intervalo [a,b] asume cada valor posible entre f(a) y f(b) en ese intervalo. Parece obvio gracias a la idea intuitiva de continuidad y de hecho hasta Cauchy nadie pensó que fuera necesario demostrarlo, pero hoy en día todos los estudiantes de matemáticas se pelean con su demostración rigurosa (aunque sin saberlo, como homenaje en memoria de Cauchy). Por cierto, Cauchy enseñó la demostración de este teorema por primera vez en el curso que impartió en la École Royale Polytechnique en 1816. Su libro de texto de 1821, admirado por más de una generación de matemáticos, presenta dos demostraciones diferentes; la más famosa, la que todos los estudiantes de matemáticas aprenden, fue relegada a un apéndice. Nos lo recuerda Michael J. Barany, “Stuck in the Middle: Cauchy’s Intermediate Value Theorem and the History of Analytic Rigor,” Notices of the AMS 60: 1334-1338, Nov. 2013.


La Revolución Francesa, bajo las consignas de libertad, igualdad y fraternidad, fue acompañada de una revolución matemática. Por primera vez, la élite de los ingenieros militares y civiles comenzó a recibir una formación matemática en París que comprendía las matemáticas más avanzadas del momento. Estos ingenieros aplicaron las matemáticas que estudiaron a los problemas más acuciantes del mundo moderno: infraestructuras, la navegación, la minería, la energía e incluso a la guerra. El buque insignia de esta revolución fue la École Polytechnique (que fue rebautizada como École Royale Polytechnique tras la derrota de Napoleón y el regreso de la monarquía). En esta institución Cauchy dejó su huella como estudiante y como profesor.

Cauchy fue un profesor impopular tanto entre los estudiantes como entre sus compañeros de facultad. Sus clases eran muy densas y difíciles de seguir, muchas veces prolongaba la clase más allá de su horario oficial y además realizaba continuas revisiones del temario. Para Cauchy las matemáticas del siglo XVIII eran una disciplina que había perdido el norte. Todo un siglo de innovaciones matemáticas maravillosas que habían sido logradas a costa del rigor. Matemáticos como Euler manejaban series que no eran convergentes y expresiones formales sin sentido que producían conclusiones absurdas. No estaban claros conceptos tan básicos como el de infinito, el de límite, los números imaginarios y muchos más. Cauchy admiraba la formulación axiomática de la geometría realizada por Euclides. El álgebra presentaba un estado similar, pero era considerada por los matemáticos del siglo XVIII como una herramienta, versátil, pero de poca utilidad a la hora de resolver problemas prácticos. Por el contrario, el análisis era muy útil en todo tipo de problemas prácticos, pero carecía de un formulación rigurosa. Cauchy quería que el status de la geometría y del álgebra fuera extendido al análisis. Por ello decidió revisar todo el análisis desde el punto de vista de la geometría y apoyado por el álgebra como herramienta.

Por supuesto, el “Curso de Análisis” de Cauchy, como suele ocurrir con todo trabajo pionero, carece de rigor en muchos aspectos. Por ejemplo, Cauchy asume que todas las funciones continuas son diferenciables. Sin embargo, lo importante del proyecto de reforma del análisis iniciado por Cauchy, que trata de llevar el rigor al análisis de la mano de la geometría y del álgebra, es que inició un camino hacia el rigor cuya culminación fue el motor de gran parte de la matemática de todo el siglo XIX, con la honrosa excepción del genial Henri Poincaré que vio en el rigor un corsé del que había que deshacerse.

El cénit del rigor en las matemáticas llegó en el siglo XX con Nicolas Bourbaki, el nombre colectivo de un grupo de matemáticos franceses que, en los años 1930, se pusieron a revisar todos los fundamentos de las matemáticas con una exigencia absoluta en el rigor tratando de combatir la corriente que había nacido con Poincaré. Matemáticos como Jean Dieudonné, André Weil, Henri Cartan, Claude Chevalley, y otros antiguos alumnos de la Escuela Normal Superior de París recogieron el guante de Cauchy e impusieron a toda la matemática el concepto de rigor matemático como definición de la labor del matemático.

Un matemático es una máquina de demostrar teoremas con absoluto rigor. La máxima revolucionaria de Bourbaki es Vive la rigueur!

Fuente:

La Ciencia de la Mula Francis

16 de enero de 2014

Las erráticas prácticas investigativas en las “ciencias sociales” P

¿Qué confiabilidad y validez tiene una “evidencia” que se sustente en la pura capacidad interpretativa del investigador? ¿puede ser auditado y replicado el proceso de investigación cuando éste descansa en las intrincadas rutas de la subjetividad de quien investiga? al parecer esto no es importante para algunos de mis pares.


La ciencia en general ha tenido momentos notables, como el anuncio que hizo el CERN de los cinco sigmas que confirman el descubrimiento de un bosón como el Higgs en el experimento realizado en el LHC. Hubo mucho aplauso y emoción en la comunidad científica, en especial entre los físicos de partículas (tanto los teóricos como los experimentales) dado que se trató de la validación empírica de un trabajo teórico planteado hace medio siglo. Pero no ha sido lo único que ha conmovido a la ciencia. No, no, no. También una noticia recorrió las redacciones de la prensa científica del mundo: dos artículos publicados en la revista SCIENCE refutaron una de las más rimbombantes investigaciones de la NASA que afirmaba que habían dado con una bacteria que vivía e incorporaba en su ADN el arsénico. Eso mismo, ¿es esto un fracaso de la ciencia?, y ¿qué tiene que ver todo esto con las “ciencias sociales”?. Pues no es un fracaso, y sí tiene mucho que ver con las ciencias sociales. Vamos por partes.

Ocurre que hacia finales de 2010 la NASA publica en un artículo un hallazgo impresionante. Habían descubierto una bacteria capaz de sustituir el fósforo por el arsénico, lo que más allá de tecnicismos más o menos suponía una redefinición de las posibilidades para el desarrollo de la vida misma. Es más, hubo varios que apuntaron a la bacteria como una probable muestra de vida extraterrestre. El artículo en cuestión fue enviado a Science y publicado tras la revisión de sus pares bajo el título: A Bacterium That Can Grow by Using Arsenic Instead of Phosphorus.

Me detendré en éste punto de la historia.

Lea el artículo completo en:

Pie de Página

18 de diciembre de 2013

BBC: ¿Por qué odiamos los químicos?

Sodio reacciona con agua

Cuando el sodio entra en contacto con el agua estalla... ¡un gran truco!

La química está en todas partes... ¿por qué nos asusta tanto entonces?

Realmente disfruto de mi trabajo: soy un químico en el círculo académico. Puedo revolcarme en el fascinante mundo de la investigación científica y luego transmitirle mi pasión a mentes jóvenes.

Y es incluso mejor que eso: soy un académico al que dejan salir de la torre de marfil e ir a colegios, centros comerciales y festivales a presentar la química más entretenida.

Echo nitrógeno líquido por todas partes, enciendo bombas de hidrógeno como si fueran mini Hindenburgs y lanzo cohetes impulsados por etanol.

La química es entretenida.

Siendo así, ¿por qué le tememos a los químicos?

Para construir el mundo

Jugo de naranja y cristales de E300

La vitamina C, buena; E300, malo; la razón, confusa.

La mera palabra "químico" a menudo es sinónimo de toxinas o veneno. Usamos frases como "está lleno de químicos" para decir que algo es artificial y, por ende, malo.

Etiquetas sin sentido, como "sin químicos", se ven en productos que venden en las tiendas de alimentos sanos. A nadie parece importarle: cuando puse una queja ante la autoridad de estándares de publicidad británica me respondieron que los consumidores entienden que eso significa "libre de químicos sintéticos".

Yo, por mi parte, no entiendo la distinción. ¿Por qué son peores los químicos sintéticos que los naturales? ¿Por qué el aditivo sintético E300 es considerado malo mientras que la vitamina C que le añaden a su jugo de naranja, buena? (A pesar de que son la misma cosa).

La química es fascinante precisamente porque se puede usar para sintetizar nuevas cosas. Es como un Lego molecular. El que todo esté hecho de poco más de 100 componentes básicos es extraordinario.

Sólo con echar químicos en una olla de la manera indicada se puede construir el mundo que nos rodea.

Reputación terrible

Entonces, ¿por qué la química es la chica mala de las ciencias? ¿De dónde viene esa 'quimifobia'?

Brian Cox

La física tiene a Brian Cox de su lado, así como las estrellas y el Colisionador de Hadrones.

La biología no tiene una mala reputación, todo lo contrario. La biología tiene animales y plantas asombrosas, el proyecto del genoma humano y a David Attenborough. Es natural y buena.

¿Y la física? Todas las estrellas, rayos láser y la máquina más impresionante que se haya construido jamás: el Gran Colisionador de Hadrones. Y esas maravillas del Universo son presentadas por Brian Cox (que además de físico, solía ser rockero)... ¡difícil ser más atractivo que eso!

Y luego está la química que, por reputación, tiene polución, veneno y armas tan terribles que justifican la existencia de una organización galardonada con el Premio Nobel para controlarlas. Lo más cercano a una celebridad con lo que cuenta viene de la serie "Breaking Bad", en la que Walter White -un profesor de química que se convierte en un capo del mundo de las drogas- usa sus conocimientos enciclopédicos de química para sintetizar drogas, envenenar a sus enemigos y disolver los cuerpos de sus víctimas.

Realmente no hace mucho para combatir la quimifobia.

En defensa de la química

Para mí, la mala reputación de la química es algo muy raro.

Considere las estimadas 1.300 muertes en Siria víctimas de un ataque con gas sarín. Fueron, por supuesto, absolutamente terribles. Sin embargo, ¿por qué son peores que las estimadas 100.000 muertes causadas por armas físicas convencionales?

Y más cerca de casa, ¿cuál es la causa más probable de lesiones o enfermedades? Estoy dispuesto a apostar que si tuvo que quedarse en cama recientemente fue debido a algún bicho biológico o herida física, no a algún envenenamiento relacionado con químicos.

¿Y qué se toma para aliviar los síntomas de ese resfrío "natural", torcedura de tobillo o dolor de cabeza? Algún analgésico químico, por supuesto.

Considere

Mark Lorch haciendo un experimento

Otro experimento explosivo: meter una galleta en oxígeno líquido.

Es cierto que los químicos pueden ser peligrosos. Mi abuelo, que era horticulturista me lo enseñó. Tenía un laboratorio en el que con los años acumuló lo necesario para experimentar con sus plantas. Para un niño de 10 años, loco por la química, era como la cueva de Aladino.

Algunos abuelos le dan a los nietos dulces. El mío no. Cuando nos portábamos bien, sacaba su sodio metálico y con sus largas pinzas lo metía en un balde de agua: ¡FIZZZZ, BANG!

Usted quizás tuvo un profesor de química al que también le gustaba ese truco. Créame, mi abuelo lo hacía más grande y mejor.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

20 de marzo de 2012

“Las películas ponen en situación. Los videojuegos te hacen vivirlo”

Philip Tan, director del laboratorio de juegos del MIT, analiza el videojuego desde el punto de vista académico.

Philip Tan analiza las posibilidades del videojuego en la educación, la ciencia o el cine / JULIÁN ROJAS

Philip Tan (Singapur, 1976) es director del laboratorio de videojuegos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) Su labor consiste en explorar el videojuego desde varios puntos de vista. Por un lado como fuente de riqueza para Asia, de hecho, aunque se formó en Estados Unidos, el centro que dirige está en su país. Por otro como forma de comunicación y vehículo narrativo. “Los videojuegos son buenos para incentivar ciertos procesos mentales. Son un medio de comunicación muy poderoso”. Tan marca la diferencia entre el consumo pasivo y activo de medios: “Las películas ponen en situación. Los videojuegos te hacen vivirlo, ponen el cerebro a funcionar para comprender sistemas complejos y meterse en el papel”.

La gamificación es un tendencia que promueve usar mecánicas de juego con fines no lúdicos para potenciar la motivación, el esfuerzo y la concentración. Se ha convertido en el último grito para promover la productividad en las empresas. Esta mecánica, dicho sea de paso, en muchas ocasiones tampoco se consigue en los propios videojuegos. Aún así Tan tiene puestas bastantes esperanzas: “Los humanos tenemos la capacidad de convertir en especial lo ordinario”.

Un ejemplo de cómo la dinámica de los juegos se puede aplicar es FourSquare, un servicio que mezcla las redes sociales, el móvil y la localización. “A nadie la importaba hasta que comenzaron a dar medalla, simples, sencillas, como reconocimiento por descubrir y recomendar sitios especiales”.

Ante la amenaza de gamificar todo, Tan es cauto: “creo que puede promover algunos cambios, pero no profundos y muy prolongados. Me parece últil para reforzar ideas previas, pero no para cambiar conductas de manera profunda”. También ve algunas restricciones: “El fútbol, por ejemplo, o el tenis, o cualquier juego ya establecido, sobre todo si nos referimos al deporte ya tienen en su propia concepción los aspectos que se quieren promover”.

A nadie le importaba FourSquare hasta que empezaron a repartir medallitas"

Tras un instante de reflexión se lanza a enumerar títulos que en su opinión han hecho evolucionar la industria. No cita ni Sonic ni Mario, sino Sim City, un simulador que mezcla el urbanismo con las dotes políticas. Portal, una mezcla de rompecabezas y acción, lo destaca por su ingenio. De Dark Souls prefiere la necesidad de buscar complicidad con el personaje y saber tener paciencia. Llama la atención que solo destaca títulos basados con una lógica ‘oriental’, juegos basados en vivir una experiencia más que en llegar a una meta. Son más reflexivos, pero menos competitivos.

La industria del videojuegos se encuentra en una encrucijada. Electronic Arts, el estudio independiente más fuerte, declaró en marzo que ya ingresa más dinero de juegos en móviles y tabletas que en consolas. “No se trata de qué es mejor o peor, sino de pensar qué quiere el público. Creo que la clave está en la distribución. La gente no quiere ir a una tienda a comprar un disco o esperar a que le llegue a casa, sino la descarga al instante. Si quieren jugar solo cinco minutos, hagamos juegos de 5 minutos, hay que adaptarse a su estilo de vida”, dice Tan. En su opinión, Apple no es competencia porque “no hace juego, sino que ha creado una sistema mejor, como hizo con la música”.

La última creación de Nintendo es una consola portátil, 3DS, que permite ver imágenes en tres dimensiones sin gafas. A pesar del despligue tecnológico, cree que falla en algo. “No siempre va conmigo, solo cuando voy a convenciones. Se pensó con un uso social que solo se da en ocasiones muy concretas, hasta que no llegue a un público más amplio no mostrará todo su esplendor”, aclara. Quizá por eso, a los pocos meses de salir Nintendo recortó el precio un 40%. A pesar de esta rebaja, no termina de despegar.

De Sony, el otro gigante japonés destaca sus guiños a los contenidos generados por el usuario: “No se quedan en la parte pasiva, sino que dejan una puerta abierta a la creatividad. Sony entiende sus máquinas casi como un ordenador. Microsoft lo deja como algo reservado a los expertos”. En su opinión, esta apertura alarga la vida de los juegos y genera comunidad a su alrededor. “En este sentido Little Big Planet es una obra maestra”.

"Kinect no va a matar los mandos, pero sí se amplían las opciones".

Tan ha visto cómo desde su primera experiencia en una Atari 2600 hasta hoy han evolucionado los controles. ¿Morirá el mando con botones? “Creo que no. Kinect no lo va a matar, pero sí se amplian las opciones. En Rock Band por ejemplo no aprender a tocar la guitarra, pero sí crees que eres capaz de ello. Para meterte en el papel necesitas el trozo de plástico que lo simula, es la referencia”.

En los últimos 30 años algunas empresas se han quedado en el camino. El caso más sonado fue el de SEGA. “El error fue no abrirse lo suficiente a los desarrolladores. Su última consola, Dreamcast, fue muy especial, pero no fueron capaces de competir”.

Después de relatar las bondades de los videojuegos como parte del aprendizaje surge una duda: ¿Cómo se encaja cuando se hacen trampas? “Todos las hacemos y es parte del aprendizaje también. Digamos que mientras uno no se engañe a sí mismo y sepa que lo hace está bien. Solo lo veo mal si se usa como ventaja competitiva para jugar contra alguien pero si te atascas en un sitio ¿cómo no vas a buscar la solución si te gastas 60 euros?” concluye.

Fuente:

El País Ciencia


23 de agosto de 2011

¿Podría decirse que en las matemáticas está la respuesta a todo?

En mi opinión, la respuesta a la pregunta es no. En el ámbito de las ciencias físicas biológicas o sociales, y a su vez en ingeniería, las matemáticas proporcionan herramientas que permiten expresar con rigor los resultados de estas ciencias y, por tanto, entender mejor la naturaleza. En cualquier caso, son necesarios los métodos propios de cada una de las ciencias para que el conocimiento en ellas pueda avanzar.

Si usamos el símil de una ciencia experimental, el proceso se podría explicar así: en base a resultados experimentales o a una reflexión sobre conocimientos previos se formula un modelo matemático para explicar cierto fenómeno. Este modelo necesita validarse con posterior experimentación. En tanto que el modelo es dado por válido, la pura deducción matemática aporta nuevas verdades sobre el fenómeno que se estudia.

Sin embargo, el desarrollo de las matemáticas no se circunscribe a este diálogo con otras ciencias. Las matemáticas tienen la entidad de ciencia independiente, con sus propios métodos preguntas y desarrollo natural. Si bien en muchas ocasiones este desarrollo ha venido motivado por las necesidades de otras ciencias, como es el caso de la teoría de juegos, en muchas otras ocasiones los desarrollos matemáticos se han adelantado siglos a sus aplicaciones prácticas. Por ejemplo, Einstein se encontró con un cuerpo de conocimientos de Geometría Diferencial suficiente para poder formular la Teoría de la Relatividad. Si estas matemáticas no hubieran sido ya bien entendidas por los científicos de la época habría sido muy difícil que este descubrimiento se hubiera realizado.

Las matemáticas dan herramientas para expresar con rigor los resultados del resto de ciencias

A lo largo del siglo XX el diálogo entre las matemáticas y la física ha sido cada vez más profundo y fecundo. En 1960, el físico Eugene Wigner publicó un artículo titulado The Unreasonable Effectiveness of Mathematics in The Natural Sciences, en el que observaba que la estructura matemática de una teoría física revelaba más sobre los posibles avances futuros que las evidencias empíricas, y argumentaba que esto reflejaba una relación profunda entre matemáticas y física.

Por ejemplo, en el intento de crear una teoría que explique unificadamente la gravitación y todas las interacciones entre partículas, los físicos han hecho sorprendentes predicciones matemáticas totalmente teóricas. A su vez, los matemáticos han conseguido confirmar estas predicciones y desarrollar nuevas teorías que sirven a los físicos teóricos de posibles marcos para formular sus ideas.

Posiblemente la física es la ciencia mas próxima a la naturaleza de las matemáticas y, por ello, ha sido la primera en la cual el diálogo con las matemáticas ha alcanzado una profundidad y belleza sorprendentes. No obstante, a medida que avanzan las matemáticas, sus aplicaciones en las otras ciencias ganan en profundidad, y este diálogo puede empezar a vislumbrarse. Por ejemplo: hay cada vez más matemáticos interesados en las relaciones con la biología.

En muchas ocasiones, las matemáticas se han adelantado siglos a sus aplicaciones prácticas

Otro ejemplo de notable belleza de la necesidad del desarrollo independiente de las matemáticas puras es la resolución por Adrew Wiles del último teorema de Fermat. Esta pregunta, de teoría elemental de números, se había formulado en 1630. Sin embargo, la cuestión que en sí sólo interesaba a los matemáticos, ha resultado tan difícil y profunda que su solución ha motivado el desarrollo de matemáticas muy avanzadas que son clave ahora en criptografía.

En resumen, las matemáticas tienen entidad de ciencia independiente, cuyo desarrollo permite hacer nuevos y profundos descubrimientos en aquellas áreas cuyo diálogo con las matemáticas es suficientemente rico. Además, para que puedan producirse aplicaciones a otras ciencias, el desarrollo independiente de las matemáticas, como ciencia con objetivos propios, debe producirse, y la sociedad debe favorecerlo.

No hay que olvidar que se pueden encontrar en todas partes. Un símbolo o una fórmula pueden explicar las cuadrículas egipcias, Las Meninas de Velázquez y los grafiti callejeros. Sí, están en todas partes.

Tomado de:

Público

19 de mayo de 2011

La “Guerra del Cálculo Matemático”…Newton contra Leibniz

Estarán de acuerdo conmigo que si se les hace una encuesta donde se les solicite una relación de los tres científicos más importantes de la historia, el gran Isaac Newton es uno de los fijos en esa lista.

Pero lo que a lo mejor no saben es que el bueno de Newton es uno de los hombres de ciencia más conflictivos de la historia. Manipulador, perverso, arrogante, hostil, son algunos de los adjetivos nada cariñosos que los historiadores han dedicado al científico inglés. Sus célebres disputas con todos aquellos que le llevaran la contraria o que, simplemente, se atreviesen a tener una pequeña discusión con él, han pasado a la historia de la ciencia.

Newton

La vida de Newton siempre estuvo rodeada de graves problemas. Su padre murió antes de que él naciera y, cuando Newton tenía tres años su madre, lo dejó al cuidado de su abuela para irse a vivir con su segundo esposo. Este hecho le marcó toda su vida y ya de pequeño cuentan los libros que Isaac Newton amenazó con quemar la casa de su madre y de su padrastro.

Problemas de sexualidad, autismo, agresividad… todo pintaba negro para el futuro de Isaac Newton…hasta que la ciencia lo rescató…pero no sin que sus rivales contemporáneos sufrieran las consecuencias de todos sus problemas.

Uno de sus grandes damnificados fue el astrónomo real, John Flamsteed, con el que mantuvo una terrible disputa por el ansiado “Catálogo de estrellas”. Para intentar elaborar una “Teoría de la luna”, como elemento central de una segunda edición de su obra magna, los “Philosophiae Naturalis Principia”, Newton necesitaba unos datos relativos a las observaciones lunares que solamente un hombre en el mundo podía proporcionárselo, John Flamsteed… pero éste no estaba por la labor…y ambos mantuvieron una lucha encarnizada por el “Catálogo de estrellas”.

Otro de los grandes rivales de Newton fue el Conservador de Experimentos de la Royal Society, Robert Hooke, con el que mantuvo grandes disputas en el ámbito de la óptica, la gravedad e incluso la mecánica orbital. Es cierto que Newton superó a Hooke en la gran mayoría de sus feroces luchas, pero también es verdad que sus agresivas formas y su evidente odio ante su contrincante le mantuvo alejado de la Royal Society… hasta que Hooke murió…“muerto el perro…se acabó la rabia”.

Pero, sin duda alguna, el peor enemigo de Newton fue el filósofo, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán Gottfried Wilhelm Leibniz y el motivo de sus disputas… ¡¡¡el descubrimiento del cálculo infinitesimal!!!

Leibniz fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII, y se le reconoce como “El último genio universal”. Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia.

Nacido en Leipzig, el polifacético alemán era un auténtico genio. Denis Diderot, el filósofo deísta francés del siglo XVIII, cuyas opiniones no podrían estar en mayor oposición a las de Leibniz, no podía evitar sentirse sobrecogido ante sus logros, y escribió en la Enciclopedia: “Quizás nunca haya un hombre leído tanto, estudiado tanto, meditado más y escrito más que Leibniz… Lo que ha elaborado sobre el mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia. Si sus ideas hubiesen sido expresadas con el olfato de Platón, el filósofo de Leipzig no cedería en nada al filósofo de Atenas.”

Durante tiempo se rumiaba por los ambientes científicos que Leibniz tenía algo preparado que no le iba a gustar nada a Isaac Newton. Su incursión en el mundo del cálculo infinitesimal, coto privado del genio inglés, podía darle más de un disgusto al científico anglosajón. Durante todas las épocas de la historia, grandes científicos intentaron ser los padres del cálculo infinitesimal…pero hasta que llegó Newton, el cual lo utilizó en sus leyes de movimiento y gravitación, nadie lo había logrado.

Leibniz

A pesar de los rumores cada vez más intensos acerca de los avances de Leibniz, Isaac Newton estaba tranquilo. Mediante su “método de fluxiones” había logrado ser considerado el padre del cálculo infinitesimal o cálculo de infinitesimales, que constituye una parte muy importante de la matemática moderna ya que incluye el estudio de los límites, derivadas, integrales y series infinitas…el cálculo infinitesimal es el estudio del cambio, en la misma manera que la geometría es el estudio del espacio.

Y explotó la bomba. En una visita a la Royal Society, Leibniz presentó en Londres su particular desarrollo del cálculo…que era superior desde el punto de vista de la notación simbólica al del gran Isaac Newton…y esto, aunque no debiera, era un problema de gran magnitud debido a que todos temían la reacción del inglés.

Después de mostrar ante la Royal Society una máquina calculadora que había estado diseñando y construyendo desde 1670, la primera máquina de este tipo que podía ejecutar las cuatro operaciones aritméticas básicas, la Sociedad le nombró miembro externo.

Para evitar que la supremacía de Newton en el cálculo matemático pudiese ponerse en entredicho, la Royal Society le dio la oportunidad de contestar para que mantuviese su prioridad en el desarrollo del cálculo pero Newton menospreció los resultados del polifacético alemán con sus típicos comentarios burlescos… no sabía la que se le venía encima.

De acuerdo con los cuadernos de Leibniz, el 11 de noviembre de 1675 tuvo lugar un acontecimiento fundamental, ese día empleó por primera vez el cálculo integral para encontrar el área bajo la curva de una función y=f(x).

Leibniz introdujo varias notaciones usadas en la actualidad, tal como, por ejemplo, el signo “integral ∫, que representa una S alargada, derivado del latín “summa“, y la letra “d” para referirse a los “diferenciales”, del latín “differentia”. Esta ingeniosa y sugerente notación para el cálculo es probablemente su legado matemático más perdurable.

Su principal contribución fue el proveer un conjunto de reglas claras para la manipulación de cantidades infinitesimales, permitiendo el cómputo de derivadas de segundo orden y de orden superior, y estableciendo la regla del producto y regla de la cadena en su forma diferencial e integral. A diferencia de Newton, Leibniz le puso mucha atención al formalismo y a menudo le dedicaba varios días a determinar los símbolos apropiados para los conceptos.

La regla del producto del cálculo diferencial es aún denominada “regla de Leibniz para la derivación de un producto”. Además, el teorema que dice cuándo y cómo diferenciar bajo el símbolo integral, se llama la “regla de Leibniz para la derivación de una integral”.

El científico alemán no se cortó un pelo y, sin mencionar en ningún momento a Newton, publicó un trabajo en 1684 que tituló, sin que le temblara el pulso, “Cálculus”.

En esta ocasión Newton no solamente se tomó en serio al científico alemán, sino que se enfureció de forma salvaje…pero, una vez más, a Newton le pudo la soberbia.

Debido a que “Don Isaac” pasaba todo su tiempo escribiendo sus archiconocidos “Principia” y, sobre todo, a sus ganas incontrolables de volver a menospreciar el trabajo de Leibniz, Newton no luchó personalmente contra su rival alemán sino que prefirió delegar la batalla en tres científicos cercanos a sus ideas, John Wallis, Fatio de Duillier y John Keill, conocidos como los “enfants perdus” de Newton.

El cruce de insultos y golpes entre los dos bandos fue descarnado. Los partidarios de Newton acusaban a Gottfried Wilhelm Leibniz de plagiar el trabajo inédito de Isaac Newton. Los ataques no eran muy velados y las acusaciones de plagio estaban al orden del día…todo por poder atribuirse la paternidad del cálculo moderno.

La controversia no se limitaba solamente a dos científicos de la época…dos grandes países estaban enfrentados. La polémica dividió a los matemáticos de habla inglesa de los matemáticos continentales por varios años, causando un retraso de las matemáticas inglesas.

Sin embargo, Lebniz estaba afectado. No podía admitir que le acusasen de robar el trabajo de otro. En realidad no lo había hecho. Pero los esfuerzos continuos de Leibniz por reivindicar la invención del cálculo no llegaron a buen puerto…desde su “silencio” Newton estuvo moviendo sus hilos con gran éxito.

El científico inglés logro hacerse con la presidencia de la Royal Society y desde esa privilegiada posición convocó un “tribunal imparcial” que hundió en la miseria a Leibniz. El veredicto del tribunal, unido a un informe tremendamente mordaz del propio Newton, que perseguía el descrédito público de su rival…pudo con el gran alemán.

Pero la peculiar personalidad de Isaac Newton no le dejó acabar ahí su batalla contra el científico alemán y, en una muestra de hasta dónde podía llegar su crueldad, comentó años después de la muerte de Leibniz en 1716 que su informe le “había roto el corazón a su contrincante y por eso llego a morir”

Sin embargo, y como ya hemos mencionado en este blog, “el tiempo es el único juez insobornable que da y quita razones y, además, pone a cada uno en su sitio”….Actualmente se emplea la notación del cálculo creada por Leibniz, no la de Newton…

A pesar de ello, y de que lo considero personalmente uno de los mejores, por no decir el mejor, científico de la historia, no me hubiese gustado enfrentarme cara a cara al “respetuoso” Isaac Newton…y eso que era Sir….

Fuente:

Scientia

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