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16 de septiembre de 2013

Científicos descartan teoría planteada en el filme Parque Jurásico

Parque Jurásico

Se concluyó que no es posible obtener dinosaurios a partir de ADN de insectos fosilizados en ámbar.

Científicos han descartado la idea de que los dinosaurios podrían ser resucitados mediante la extracción de ADN de insectos fosilizados en ámbar, una teoría popularizada por la película de 1993 Parque Jurásico (Jurassic Park). 

Investigadores de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, utilizaron técnicas biológicas avanzadas para buscar rastros de ADN de hasta 10.000 años de antigüedad en la resina de ámbar, pero no pudieron detectar ninguna.

Los expertos llegaron a la conclusión de que el ADN no puede sobrevivir en esa sustancia.

Esto sugiere que las posibilidades de hallar ADN en muestras más antiguas, de millones de años, son aún más remotas. Uno de los investigadores, el experto en ámbar David Penney, dijo que el escenario de Parque Jurásico debe permanecer en el terreno de la ficción.

Tomado de:

BBC Ciencia

13 de diciembre de 2012

Un insecto camuflado desde hace 110 millones de años


A la izquierda 'H. diogenesi' y su paquete de basura. A la derecha, detalle de la cabeza.| Universitad de Barcelona.

A la izquierda 'H. diogenesi' y su paquete de basura. A la derecha, detalle de la cabeza.| Universitad de Barcelona.
El tiempo se detuvo en la cueva cántabra de El Soplao hace 110 millones de años. El ámbar en el que quedó preservado una larva de insecto ha permitido a la naturaleza conservar una fotografía del pasado y revelar que ya durante el Cretácico, estas criaturas se camuflaban de una manera similar a la que lo hacen algunas especies que viven en la actualidad.

Aunque el hallazgo de esta larva de apenas 4 milímetros y cubierta con restos vegetales se produjo en 2008 en la cueva cántabra, no ha sido hasta ahora cuando sus descubridores han revelado que se trata de la prueba más antigua de camuflaje de insecto encontrada hasta ahora. Los detalles de su estudio se publican esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), en un artículo que firman conjuntamente científicos de la Universidad de Barcelona, del Museo Geominero del IGME, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y de la Universidad de Kansas (EEUU).

"El más antiguo ejemplo fósil antes de este descubrimiento tenía una edad de unos 44 millones de años (ámbar Báltico, periodo Eoceno), por lo que hemos dado un salto de más de 60 millones de años", explica a ELMUNDO.es diario Enrique Peñalver, investigador del IGME y coautor de este estudio.

Reconstrucción de 'Hallucinochrysa diogenesi' y detalle de la cabeza. | José Antonio Peñas.
Reconstrucción de 'Hallucinochrysa diogenesi' y detalle de la cabeza. | José Antonio Peñas.
La especie fósil era desconocida para los científicos, que la han bautizado como 'Hallycinochrysa diogenesi' o crisopa alucinante de Diógenes. Su nombre hace referencia a su aspecto y al síndrome de Diógenes, un trastorno de comportamiento que lleva a las personas que lo sufren a acumular grandes cantidades de basura y de artículos sin utilidad.

Estrategia de supervivencia

En este caso, la basura que camufla al animal está compuesta por tricomas, es decir, pequeños pelos vegetales que crecen en la planta como si fueran apéndices y que desempeñan diferentes funciones, como absorber agua, regular la temperatura o dispersar las semillas. Los investigadores han averiguado que los restos vegetales corresponden a helechos.

Según explican, la larva depredadora iba recolectando con su mandíbula la maraña de pequeños filamentos que la cubren, con el objetivo de ser confundida con su entorno y mantener alejados a sus depredadores. Esta estrategia de supervivencia, conocida como transporte de basura ('trash-carrying' en inglés) se sigue utilizando en la actualidad para esconderse de los depredadores o poder pillar por sorpresa a potenciales presas.

Los científicos consideran, por tanto, que el comportamiento del camuflaje y las adaptaciones necesarias para conseguirlo aparecieron de forma muy temprana en los insectos.

"Incluso los insectos más pequeños deben protegerse de depredadores, de los cuales también los hay muy pequeños, por lo que a su escala el camuflaje es eficaz. Este camuflaje de cubrirse con basura en insectos sólo se da en las larvas, nunca en los adultos. En la actualidad, el camuflaje no es frecuente, aunque en el grupo de los crisópoideos, al que pertenece la larva fósil encontrada, es frecuente", afirma Peñalver a través de un correo electrónico.

Beneficio mutuo

La criatura preservada en ámbar que se describe en este estudio representa también un nuevo género. Aunque su aspecto era diferente al de las actuales crisopas verdes, su comportamiento guardaba similitudes. Las larvas de crisopas verdes contemporáneas acumulan restos animales y vegetales de todo tipo, aunque los sujetan con unos pequeños muñones con pelos que tienen en el dorso. La larva fosilizada, sin embargo, tenía largos túbulos con muchos pelos terminados en forma de trompeta, que actuaban como un ancla que impedía que la basura se desprendiera al moverse.

Los investigadores han reconstruido el aspecto que debía tener: "En la reconstrucción se ve la larva, no el adulto. La larva tiene unos largos túbulos en el dorso con los que retenía las estructuras vegetales para camuflarse, y unas grandes mandíbulas. Los adultos serían un poco más grandes y con grandes alas muy delicadas con muchas venas", añade el científico.

También destacan la estrecha relación que ya existía entre las plantas y los insectos, pues ambos se veían beneficiados de su colaboración. Por un lado, el helecho aportaba a la larva tanto un hogar como basura para camuflarse, mientras que el insecto mantenía al helecho libre de plagas.

Yacimiento de ámbar

El yacimiento de ámbar de El Soplao es una auténtica mina para los paleontólogos. Es el más abundante de la Era Mesozoica de Europa y ha permitido descubrir nuevas especies de insectos fosilizados. El ámbar es la resina fosilizada de plantas que vivieron hace millones de años. Desde julio de 2008, cuando se anunció el descubrimiento del yacimiento paleontológico de ámbar de Rábago/El Soplao, se han llevado a cuatro excavaciones.

Las investigaciones están siendo realizadas por un equipo formado por científicos de diferentes centros, como el Instituto Geológico y minero de España (IGME), la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lyon, la Universidad del País Vasco, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC).

"En el ámbar de El Soplao se están encontrando muchos insectos fosilizados. Se trata de un depósito muy espectacular. Los insectos hallados en El Soplao tienen la misma edad y este es el único encontrado camuflándose de esta forma", detalla Enrique Peñalver.

En mayo de este año, un equipo de investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) publicó otro estudio sobre el hallazgo en el yacimiento de Peñaferrada (Álava) de pequeños insectos cargados de polen que habían quedado atrapado en ámbar. Los fósiles, que constituyeron la prueba más antigua de polinización, también tenían unos 110 millones de años de antigüedad.

Fuente:

El Mundo Ciencia

10 de noviembre de 2011

El ácaro y la autoestopista de hace 50 millones de años

El pequeño ácaro, encima de la araña. | University of Manchester

El pequeño ácaro, encima de la araña. | University of Manchester

  • Logran una imagen de alta resolución de un ácaro montado sobre una araña
  • Los fósiles estaban en una pieza de ámbar de hace 50 millones de años
  • Es el caso más antiguo registrado de este tipo de asociación entre fauna

Mide la milésima parte de un milímetro. Vivió hace 50 millones de años y Está atrapado en un trozo de ámbar. Era difícil de detectar porque estaba subido encima de una araña, que es la que atrae la atención de todo el que analiza la pieza. Pero aun así, lo han localizado. Es el polizón o, mejor dicho, el autoestopista más antiguo del que se tiene noticia. Un ácaro minúsculo montado sobre el lomo de una araña, a la que empleaba como medio de locomoción, y al que los científicos han hecho ahora un completo retrato en tres dimensiones gracias a las técnicas digitales de escáner.

Los palentólogos que han presentado las imágenes han usado una técnica de diagnóstico conocida por su uso médico, pero que se está revelando como una herramienta muy útil para la paleontología. Se trata de la Tomografía Axial Computerizada o TAC, un sistema de diagnóstico que toma múltiples radiografías de un objeto, desde distintos planos, para reconstruirlo después en una imagen en tres dimensiones elaborado por ordenador.

"El TAC nos ha permitido diseccionar digitalmente el ácaro y separarlo de la araña, para poder ver así las estructuras de su parte baja, que estaban apoyadas sobre la espalda del arácnido y que eran esenciales para poder identificar la especie, pues son la parte más característica del animal" ha afirmado al servicio de noticias científicas Eurekalert David Penney, uno de los autores del trabajo.

Según Penney, que trabaja en Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Manchester, "el especimen, que es extraordinariamente raro de encontrar en el registro fósil, es potencialmente el más antiguo conocido de la familia de los Histiostomatideos", un tipo de ácaros que tiene representantes vivos actuales.

La araña atrapada en la pieza de ámbar analizada. | University of Manchester

La araña atrapada en la pieza de ámbar analizada. | University of Manchester

El ámbar, que no es más que resina fosilizada, funciona como un archivo de las asociaciones ecológicas del pasado al dejar 'congeladas' en la misma pieza ejemplares de especies distintas que compartían el mismo espacio hace millones de años. El doctor Penney explica lo relevante del pedazo de ámbar que han analizado: "En muchos casos, los organismos murieron al instante y quedaron preservados con increíble fidelidad, mostrando lo que estaban haciendo en el momento antes de morir. Sin embargo, la mayoría de los fósiles consisten en insectos individuales o bien en unos cuantos de ellos pero que aparecen separados sin que haya una evidencia palpable de que estaban relacionándose entre ellos. Sin embargo, esta pieza extradordinaria es de esas que ocurren una vez entre cien mil especímenes".

Como explica Penney, el ácaro estaba usando a la araña para desplazarse tal y como hacen los ácaros actuales, que aprovechan animales más grandes para desplazarse de un sitio a otro. Es una forma de auto-stop que en términos biológicos se conoce como foresia. No tiene que ver con el parasitismo. En este último, un animal se sitúa sobre otro para aprovecharse de él atacándolo, tal y como hacen los piojos o las garrapatas que chupan la sangre del hospedador que parasitan. En la foresia, el 'aprovechado' sólo usa al otro para moverse, como ocurre por ejemplo con los peces rémoras que se adhieren a los tiburones.

El biólogo de la Universidad de Manchester Richard Preziosi, ha declarado a Eurekalert: "La foresia es común en muchos grupos animales hoy en día. Pero el estudio de fósiles como el que hemos descrito nos da claves muy importantes para saber hasta cuándo se remonta este tipo de comportamientos en el pasado y cómo evolucionó esa habilidad. Ahora tenemos una tecnología de la que no disponíamos antes y por tanto podemos emplear un enfoque multidisciplinar para extraer la máxima información posible de un buen número de fósiles minúsculos que hasta ahora no ofrecían ningún dato científico significativo".

Parte inferior del ácaro reconstruida gracias al TAC. | University of Manchester

Parte inferior del ácaro reconstruida gracias al TAC. | University of Manchester

La clave, explica Preziosi, es que el TAC permite analiza al completo los animales atrapados en el ámbar, incluyendo aquellas partes no visibles o que serían destruidas si se intentará extraer físicamente la pieza. Eso es lo que ha ocurrido con el polizón de hace 50 millones de años, al que los científicos han reconstruido hasta el mínimo detalle.

Fuente:

El Mundo Ciencia

19 de abril de 2011

Encuentran en Perú insectos fosilizados en ámbar con 20 millones de años


Además de insectos de diversas especies, en los fósiles existen esporas, polen y restos de pelaje de un roedor

Lima.- Un grupo de científicos peruanos encontró varios ejemplares de animales y plantas fosilizados en ámbar en un yacimiento de 20 millones de años, explicó a Efe Klaus Hönninger, que encabezó el equipo de investigadores.

Hönninger, que dirige en Chiclayo, al norte del país, el Museo Paleontológico Meyer-Hönninger, subrayó que los trozos de ámbar contienen insectos psocópteros, dípteros, coleópteros, hemípteros y arácnidos, además de fósiles de esporas y polen, e incluso una gota de sangre y restos de pelo de un mamífero roedor.

El yacimiento de ámbar pertenece al periodo Mioceno, que está dentro del Cenozoico y, según el investigador, su singularidad se debe a que yacimientos semejantes son muy escasos en Sudamérica, donde se han registrado algunos ejemplos pero con fósiles de tamaño insignificante.



El ámbar, de tamaño muy superior (hasta 12 centímetros) al encontrado en el pasado en Perú, apareció en una "playa" u orilla elevada del río Santiago, afluente del Marañón, en el extremo norte del Perú y con su nacimiento en los Andes ecuatorianos.

En el yacimiento han sido encontrados cientos de piedras de ámbar entre los sedimentos del río, y hasta el momento solo treinta de ellas han sido convenientemente pulidas e identificadas.

La importancia del hallazgo -según el investigador- estriba en la gran cantidad de presencia fósil en esas piedras ambarinas, pues un 80% de ellas presenta restos animales o vegetales.

Dos de los insectos fosilizados no están todavía catalogados: se trata de un zancudo (mosquito) de patas muy largas y de una avispa con el aguijón delantero, que podrían ser especies extinguidas y por consiguiente dar indicios de cambios en la flora y la fauna de la zona.

Sin embargo, el paleontólogo se inclina por la tesis de que el Amazonas no sufrió cambios mayores desde esa época del Mioceno, lo que -de confirmarse- sería también una información de gran calado científico y que abriría nuevas preguntas: ¿por qué el Amazonas no sufrió los drásticos cambios del Sáhara, por ejemplo? ¿cuánto y hacia dónde se desplazó?.

Según Hönninger, solo el mar Báltico, en el norte de Europa, presenta cantidades significativas de ámbar (tanto que es llamado "la Meca del ámbar"), pero en ese caso la transformación geológica ha sido radical, al haberse perdido todo rastro de clima tropical, contrariamente a lo sucedido en las cuencas amazónicas.

El próximo septiembre, un grupo de científicos austríacos han sido invitados por el Museo para estudiar los ámbares e intentar una nueva expedición al río Santiago que les ayude a entender y poner en su contexto los hallazgos y las pistas que pueden dar sobre la evolución de la Amazonía.

Fuente:

El Universal
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