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9 de enero de 2020

Perú ya cuenta con Banco de Germoplasma de Vid

Viabilidad genética del germoplasma de vid servirá para conservación, distribución y uso sostenible de material genético.


Un banco nacional de germoplasma de vid donde se conservan 110 cultivares, fue desarrollado por el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), a través del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) en la Estación Experimental Agraria Chincha, en la región Ica.

El proyecto denominado “Conformación del Banco Nacional de Germoplasma de Vid (Vitis sp), para la Producción Sostenible del Cultivo en la costa del Perú” incluyó la exploración, recolección y estudio de material genético en siete valles vitivinícolas: Ica, Lima, Arequipa, Moquegua, Tacna, Cajamarca y Áncash.

El investigador Leandro Aybar Peve quien lideró el estudio, destacó que con el Banco Nacional de Germoplasma de Vid, el productor vitivinícola nacional ya puede contar con material genético de calidad para mejorar y elevar su producción. 

Además, le permitirá a nuestro país poder desarrollar programas de conservación de la vid y sus diferentes variedades, distribuir material genético de calidad y promover su uso sostenible.

Tomado de: Gestión (Perú)

6 de enero de 2020

La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición


Un tercio de los habitantes de una urbe con 9.000 años de antigüedad sufrió infecciones, muchos de ellos agresiones con piedras en la cabeza, y toda la comunidad tuvo problemas dentales.


Después de cientos de miles de años deambulando por el planeta, hace unos diez milenios los humanos dejaron de hacerlo. En la gran revolución que fue el Neolítico, unos pocos adelantados se asentaron y vivieron de lo que cosechaban y pastoreaban. Ahora, el estudio de los muertos de una de aquellas primeras ciudades muestra que sus habitantes cogieron nuevas enfermedades, sufrieron niveles de violencia nunca vistos y pasaron hambre. Sin embargo, hoy la mayoría de las personas vive en ciudades y la práctica totalidad se alimenta con productos criados o cultivados.

En la llanura de Konya, en el sur de la región central de la actual Turquía, se descubrió en los años sesenta la ciudad de Çatalhöyük. Las primeras casas, hechas de ladrillos de adobe, tienen 9.100 años de antigüedad. No es la primera urbe de la prehistoria, hay aglomeraciones urbanas varios siglos más antiguas (Ain Ghazal, Beidha o Shkarat Msaied, todas en Oriente Próximo), pero sí es la mejor conservada. En la ciudad llegaron a vivir hasta 8.000 personas.

"Çatalhöyük fue una de las primeras comunidades protourbanas del mundo y sus residentes tuvieron los problemas que implica reunir a mucha gente en un área reducida durante mucho tiempo", dice el profesor de Antropología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) y coautor del estudio Clark Larsen. La revista PNAS publica ahora los resultados de 25 años de investigación de una decena de científicos capitaneados por Larsen, la mayoría bioarqueólogos, que buscan en los restos humanos (sobre todo huesos y dientes) saber cómo vivían aquellos primeros urbanitas. Y han tenido bastante con qué investigar: Hasta 470 individuos completos y restos de otros 272. Enterrados en su inmensa mayoría bajo el suelo de las casas.

Tanta población en una ciudad donde ni siquiera había calles y se entraba al hogar por el tejado, debía generar estrés social y este degenerar en actos violentos. Una submuestra de casi 100 cráneos desvela una violencia no encontrada antes en el registro fósil. 25 de las cabezas tienen marcas de al menos una fractura (los hay con más de una). Salvo una lesión provocada por algún objeto punzante, el resto tienen una forma ovalada y con aplastamiento del hueso craneal. Esto encajaría con golpes provocados por una piedra. En muchos casos, en especial en los de las mujeres, la pedrada fue por la espalda.

Sin embargo, la mayoría de las fracturas están selladas, cicatrizadas, por lo que no murieron de los golpes. "Esto podría indicar que no había intención de matar, sino quizá más de castigar o controlar determinadas conductas. Lo vemos relacionado con disputas intracomunitarias y, posiblemente, como una forma de control social mediante la coerción física", razona Knüsel. Es decir, no hay pruebas de violencia ejercida por gentes de fuera, solo de la practicada por el propio grupo del agredido.

El otro gran coste de vivir en la ciudad fue el de la salud. Entre los recolectores y cazadores, el contacto con otros grupos humanos era raro. Aquí se apiñaban miles de personas. Aunque encalaban con periodicidad suelos y paredes, y la cal es un gran desinfectante, se han encontrado restos de desechos orgánicos dentro de las casas. No había algo parecido a una letrina y los corrales de los animales estaban pared con pared con las casas.

Aunque son pocas las enfermedades que afectan directamente a los huesos, muchas infecciones bacterianas pueden dejar su marca en ellos (reacción perióstica). Hasta el 33% de los restos humanos tienen alguna de estas marcas. Un estudio publicado recientemente encontró huevos de parásitos intestinales en coprolitos (heces fosilizadas) en Çatalhöyük.

"En general, se piensa que a medida que las poblaciones de cazadores recolectores se establecieron para convertirse en agricultores hace unos 10.000 años, tuvieron las ventajas de un suministro estable de alimentos, un aumento de la fertilidad de las mujeres debido a esto y una mejor defensa contra los animales salvajes", comenta el paleopatólogo de la Universidad de Cambridge Piers Mitchell, autor del trabajo de los coprolitos. "Sin embargo, entre las desventajas estarían una propagación más fácil de las enfermedades infecciosas a medida que crecía el tamaño de la población, las debidas a los desechos humanos y la posibilidad de mayor violencia interpersonal entre diferentes grupos a medida que las personas intentaran robar objetos de valor a otros grupos" añade Mitchell, no relacionado con la actual investigación.

En los huesos —y los dientes— también ha quedado grabado lo que comían los primeros ciudadanos. Analizando la presencia de distintos isótopos, en particular de nitrógeno, los investigadores pudieron determinar la mayor o menor cantidad y variedad de carnes y vegetales ingeridos. La base de su dieta eran ya los cereales, en especial diversos tipos de trigo, y las legumbres. Ambos alimentos procedían de variedades ya domesticadas por los humanos. Esta dieta provocó que todos los individuos analizados sufrieran de hipoplasia dental, es decir, pérdida del esmalte. Aunque en esto también pudo influir que la media del periodo de lactancia materna superaba los 3,5 años. Además, el 10% de los dientes recuperados tienen caries.

Aquellos mismos isótopos muestran que cabras y ovejas aportaban la parte esencial de las proteínas animales. Solo en los últimos tiempos de Çatalhöyük aparecen las vacas. También permiten comprobar que los pastores tenían que ir cada vez más lejos en busca de nuevos pastos. Esto se ve confirmado con ligeros cambios en los huesos de las extremidades inferiores de varios de los restos humanos. Para los autores del estudio, esto indicaría que cada vez tenían que recorrer distancias más largas. Finalmente, la ciudad fue abandonada en torno al 5950 antes de esta era. No está claro el motivo, pero un enfriamiento global unido al agotamiento de las tierras más cercanas podría explicar el abandono de la ciudad primigenia.

Con información de: El País (España)
 

12 de diciembre de 2019

Alicia Medina: “El maíz morado nos alimenta y nos cura”

“El pigmento del maíz morado es el más potente antioxidante”, señala la experta cajamarquina que este año fue premiada en Summum.


Alicia es la última de doce hermanos. Su padre falleció a los 90 años, en 2008, y su madre en abril cumplirá un siglo de vida. “Veo en varios de los productores a mi padre”, se emociona la ingeniera que lleva en la sangre su dedicación por el maíz morado.

-¿Su padre influenció para que usted sea agrónoma?
No exactamente, pero sí se sentía orgulloso de tener a su hija ingeniera. Y yo quise ser ingeniera. Cuando terminé el colegio en Trujillo, volví a Cajamarca, donde pregunté por la ingeniería más importante que había y me dijeron que era Civil. Pensé en esa opción, pero me decidí por Agronomía.

-¿Por qué?
Me pareció una carrera competitiva, interesante. Luego pensé en la seguridad alimentaria. Creo que tomé la decisión acertada.

-¿Cómo se da su acercamiento al maíz morado?
Terminando los estudios en la universidad tuve la oportunidad de conocer al doctor Luis Narro León, quien en ese momento era el líder nacional del Programa de Maíz del INIA y me dio la oportunidad de hacer la tesis. Hice una investigación sobre el maíz amiláceo en general, que son todos los maíces suaves, los que se utilizan para el consumo de las personas y que en su composición tienen el 80% de almidón.

-¿Pero por qué se dedicó finalmente al maíz morado?
Antes de especializarme trabajé con los maíces amiláceos en general: choclero, canchero y maíz negro. A partir del año 2011 tuve la oportunidad de conocer Japón y luego trabajar con un equipo de expertos japoneses en Cajamarca. Iniciamos un proyecto donde se le dio más importancia al maíz morado, no por su producción sino por su color (contenido de antocianinas). Vimos la característica del color en la panca (lo que envuelve la mazorca del maíz). En 2013 se hizo una investigación para determinar la cantidad de antocianina que tiene esa variedad. Y la cantidad de antocianina de la panca era superior a la de la tusa (coronta). Eso nos daba opción de poder comercializar ambas partes. Luego concursé a unos fondos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Propuse un estudio de seis variedades de maíz morado en siete pisos altitudinales. Gané el proyecto y pude desarrollar la investigación que me permitió determinar la que tiene más pigmento natural entre las seis variedades (una de Ayacucho, otra de la U. Agraria, el Canteño y tres variedades de Cajamarca), y es la INIA 601, que es una variedad mejorada.

-¿Por qué es importante la antocianina?
Porque es un potente antioxidante, es un producto que previene varios tipos de cáncer, como el de colon. También está indicado para la presión alta y el colesterol malo. Además, el maíz morado o maíz negro es peruano, no hay en otros países.

Lea la entrevista completa en: Perú21

12 de noviembre de 2019

La agricultura se vuelve digital para ser más ecológica

En los campos agrícolas de Europa ya se pueden encontrar tractores que no necesitan conductor para moverse, máquinas que se comunican entre ellas y sistemas inteligentes para deshacerse de las malas hierbas. 


También se han empezado a volar los primeros drones para sacar mapas aéreos detallados y poder tratar los cultivos con técnicas de precisión y más sostenibles. Y en el trasfondo aparece cada vez más nítido el horizonte del machine learning, con su potencial de mejora de los rendimientos gracias a predicciones afinadas. Los datos existentes reflejan que aún se trata de un comienzo: pero poco a poco, también el campo se digitaliza.
 
Las innovaciones que el sector acoge buscan aliviar las condiciones de trabajo de los agricultores, así como obtener mejores rendimientos de los cultivos y reducir el impacto de operaciones especialmente costosas como la detección de plagas y enfermedades. Pero también hay objetivos relativos a la sostenibilidad: la reducción de herbicidas dañinos para los terrenos y sus frutos y una gestión inteligente del agua necesaria para el riego, un recurso puede ser escaso.

Entre las principales nuevas tecnologías que se emplean en el agro tenemos:


El futuro de la agricultura pasa por la utilización de tractores y máquinas autónomas sin conductor, y robots como el prototipo de la foto. Crédito: Small Robot Company.

Tractores y otras máquinas autoguiadas

La conducción humana de vehículos agrícolas presenta algunos inconvenientes: entre ellos, cansancio por la monotonía y la repetitividad de la tarea y errores acumulados en el seguimiento de las trayectorias. Los sistemas de autoguiado de estas máquinas ya son una opción integrada en la mayoría de ellas, y muy utilizadas por los agricultores, que por lo general ven en este aspecto una inversión segura y rentable.

De momento, la ley obliga a que los conductores sigan montados en el vehículo pese a que no lo conduzcan. Pero ahora pueden dedicarse a una supervisión mucho más detallada del trabajo en curso, destaca el investigador. El siguiente paso en esta innovación, agrega, será hacer las máquinas completamente autónomas, para que un solo operador pueda monitorear a distancia tres o cuatro de ellas a la vez.  

Protocolo de conexión electrónica

Ya casi todos los fabricantes de maquinaria agrícola integran en sus productos un protocolo único de comunicación electrónica, la norma internacional ISOBUS, que permite la compatibilidad entre máquinas diferentes a través de un cable ethernet. 

Así la información que obtenga un tractor, por ejemplo datos GPS, se puede transmitir directamente a un apero conectado con él (sin que tenga que coincidir la marca de ambos), lo que permite una aplicación más ajustada de abonados y herbicidas y mejorar ampliamente el tratamiento de los cultivos.

Equipos de control inteligente

Cada día la normativa europea en el uso de materias activas contra plagas y mala hierba es más restrictiva. Y la necesidad de encontrar métodos de control de la mala hierba sin uso de productos químicos es particularmente prioritaria para cultivos ecológicos. En los últimos años se han ido implementando máquinas capaces de detectar, por ejemplo con cámaras, esas plantas nocivas y quitarlas sin dañar el cultivo. 

El número de equipos inteligentes de este tipo adaptables a diferentes sistemas agrícolas aumentará en los próximos años. Desde el punto de vista de la contaminación ambiental y la seguridad alimentaria, son claras las ventajas frente a la aplicación convencional de herbicidas.


Protocolos de comunicación únicos, Inteligencia Artificial o el “machine learning” contribuyen a hacer más sostenible y eficaz la gestión de los recursos agrícolas. Crédito: Garford.

Drones

El uso de aéreos no tripulados en el campo todavía está en una fase experimental. Pero también representa una de las innovaciones con mayor potencial para el futuro. Uno de sus principales beneficios es el de poder proporcionar información espacial útil para generar mapas de cultivo detallados y así permitir mejores tratamientos de los terrenos. Si integran una cámara térmica, también dan la posibilidad de conocer la temperatura media de los cultivos para medir mejor el riego en cada zona de un campo.

Machine Learning

Estimar con exactitud la cosecha de un cultivo representa una información muy relevante para agricultores y cooperativas o agentes encargados de gestionar y vender el producto. Por ello, aprovechar la tecnología del aprendizaje automático basada en el análisis de ingentes cantidades de datos a través de algoritmos puede aportar ventajas prometedoras en este sentido. 

Ya se han empezado a poner en marcha algunos proyectos basados en inteligencia artificial. Mientras que la FAO prevé que en 2050 la producción agrícola deberá crecer un 50% respecto a como fue en 2012 para satisfacer la demanda global y la ONU advierte de la necesidad de cambiar modelo alimentario para frenar el cambio climático, hay quien ve en esta innovación también un potencial para hacer más sostenible la gestión de los recursos agrícolas.

Fuente:

Canal de Innovación


20 de agosto de 2019

“Las plantas están estresadas, florecen en épocas en las que no toca”

Botánica y genetista del Instituto Salk, es una de las ganadoras del Premio Princesa de Asturias de Investigación por su revolucionario proyecto sobre el empleo de cultivos en la reducción de CO2 


Joanne Chory cree que una de las herramientas más efectivas para frenar el cambio climático está delante de nosotros. No hay que fabricar nada. Es algo que naturalmente se lleva perfeccionando millones de años y solo hay que dirigir el proceso un poco para que tenga un importante impacto en la reducción de CO2 . Con una modificación genética, las plantas pueden desarrollar raíces más duras y profundas que contengan parte del CO2 que normalmente expulsan a la atmósfera al pudrirse. A gran escala, si se aplica en los grandes cultivos de cereal en el mundo, podría reducir en un 20% la emisión de dióxido de carbono que está provocando el cambio climático. La idea de Chory (Boston, 63 años) le ha valido el Premio Princesa de Asturias de Investigación de este año. Chory recibió a EL PAÍS en su despacho del Instituto Salk en La Jolla, California. Los síntomas del párkinson que le diagnosticaron hace 15 años son ya muy visibles. Aun así, sigue acudiendo a diario a trabajar. Si acaso, es un estímulo para correr más deprisa en la batalla por el planeta.

PREGUNTA. Cuando empezó a estudiar la genética de las plantas, hace 30 años, el calentamiento global solo lo estudiaban los expertos en el clima, no preocupaba a otras disciplinas.
RESPUESTA. Sí, el resto de la comunidad científica estaba dormida. Los periódicos apenas hablaban de ello. El debate estaba circunscrito a la climatología. Como en todo, en la ciencia hay un mainstream. No sé de quién es la culpa, o si hay una culpa. Quizá la gente no tenía suficiente información para darse cuenta de que el problema lo estábamos causando nosotros.

P. ¿Qué efecto tiene el cambio climático en las plantas?
R. Todas las plantas están estresadas. Es fácil de ver desde hace 20 años. Yo lo noto en mi jardín: todo florece cuando no toca. Tengo una magnolia china que está dando flor en medio del invierno, no tiene ningún sentido. Y luego se muere en verano, cuando debería estar verde y bonita. Suelo decir que mi magnolia vive en la zona horaria de China y tiene jet lag.

P. Su proyecto en cuestión, ¿cómo favorece que las plantas participen en la lucha contra el cambio climático?
R. El objetivo es ayudar a las plantas a redistribuir parte del dióxido de carbono que absorben normalmente con la fotosíntesis. Es decir, toman CO2 del aire y agua de la tierra, y por medio de la fotosíntesis lo convierten en azúcares. Cuando la planta muere, esos azúcares vuelven a la atmósfera transformados de nuevo en dióxido de carbono. Nuestro proyecto trata de que la planta guarde ese CO2 en una parte que sea resistente a la descomposición. Los niveles de CO2 son más altos en invierno, cuando sucede la descomposición, y más bajos cuando las plantas están creciendo. Eso nos indica que hay una forma de facilitar que las plantas ayuden a reducir el dióxido de carbono.

P. ¿Cómo son esas plantas modificadas?
R. Tienen raíces más profundas y producen más suberina, que es básicamente corcho. Ahí almacenan carbono. En sequías, eso evita que se seque la planta. Y si hay mucha agua evita que se ahogue. Le hacemos fabricar más corcho, en raíces más grandes y más profundas. La planta absorbe la misma cantidad de CO2, y nuestro trabajo afecta solo a la manera en que lo distribuye. En vez de ponerlo en las hojas, que se descomponen y lo devuelven a la atmósfera, lo ponemos en ese tejido, dentro del suelo y estable. Para reducir el nivel de dióxido de carbono de la atmósfera puedes utilizar máquinas muy grandes y caras. O puedes dejar que las plantas hagan lo que saben hacer y llevan perfeccionando durante 500 millones de años. Solo queremos entrenarlas para que una parte del CO2 lo entierren en lugar de soltarlo todo a la atmósfera.

El artículo completo en: El País (Ciencia)
 

5 de mayo de 2019

La dieta perfecta para salvar el planeta y la salud del ser humano

Una comisión internacional de científicos urge a un cambio en la alimentación y la agricultura para evitar 11 millones de muertes prematuras y sortear la catástrofe ambiental.


Reducir el consumo mundial de carnes rojas y azúcar; duplicar la ingesta de frutas, verduras y legumbres; que el sector agrícola y ganadero deje de emitir dióxido de carbono y reduzca drásticamente la contaminación de nitrógeno y fósforo; limitar el empleo de agua y no aumentar más el uso de tierras; reducir un 50% el desperdicio alimenticio... Estas son algunas de las recetas que se necesitan para preservar la “salud planetaria”. Bajo ese término la revista científica The Lancet engloba la “salud de la civilización humana y el estado de los sistemas naturales de los que dependen”.

El planeta tiene un problema: el insostenible modelo de consumo que el ser humano empezó a desarrollar a partir de la II Guerra Mundial. “Se necesita urgentemente una transformación radical del sistema alimentario global”, advierte un panel internacional de 37 expertos de 16 países —agrupados en la comisión EAT-Lancet— que durante tres años ha trabajado para elaborar un modelo de dieta saludable para el ser humano y para el planeta, y cuyas conclusiones se conocen ahora.

Nada menos que de la necesidad de una “nueva revolución agrícola” habla Johan Rockström, uno de los coordinadores de la comisión y miembro del Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático. “La producción mundial de alimentos amenaza la estabilidad climática y la resilencia de los ecosistemas”, alerta la comisión EAT-Lancet. Y si ahora —con más de 7.000 millones de habitantes en el planeta— se necesita “urgentemente” una transformación “radical” del sistema, más acuciante será con el aumento proyectado de la población para las próximas décadas. El informe pone en el punto de mira el año 2050, para cuando se espera que en la Tierra habiten 10.000 millones de personas. La buena noticia es que esos expertos aseguran que se podrá alimentar a todos esos habitantes, pero se tendrán que aplicar cambios profundos en la dieta y en el modelo de producción si se quiere cumplir con acuerdos como el de París contra el cambio climático. Esas transformaciones en la dieta podrían evitar 11 millones de muertes prematuras al año relacionadas con la alimentación.


LA DIETA DIARIA SOSTENIBLE
 
Fuente: Comisión EAT-Lancet.
Aunque exista una “brecha dietética” en función del país y del área geográfica —en Indonesia y África occidental, por ejemplo, se consumen cantidades muy reducidas de carne y lácteos, a diferencia de en Norteamérica—, el informe de los expertos detecta que de media en el mundo la ingesta de carne roja, vegetales almidonados —como la patata— ricos en hidratos y huevos es demasiado alta. La comisión plantea una dieta ideal —basada en 2.500 kilocalorías diarias— y sugiere que solo 30 de ellas procedan de carnes distintas de las aves, lo que equivaldría, por ejemplo, a consumir una hamburguesa de ternera pequeña a la semana. El objetivo global es doblar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos, y reducir a la mitad el de carne roja y el azúcar.

Actualmente, y fundamentalmente en Occidente, el consumo de carne roja y de alimentos procesados y refinados es excesivo, lo que acarrea riesgos para la salud, mayores que los causados por el sexo no seguro, el alcohol, la droga y el tabaco juntos, detalla el informe.

Lea el artículo comeplto en: El País (España)

4 de febrero de 2019

Senasa advierte presencia de bacteria dañina a la salud en fruta chilena: Lysteria monocytogenes

Senasa informa que la FDA ordenó el retiro de duraznos, nectarines y ciruelas chilenas por la presencia de la bacteria Lysteria monocitogenes, que puede causar severos problemas de salud. 

Senasa ha tomado conocimiento que la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration – FDA) de los Estados Unidos de América ha ordenado el retiro de 1,727 cajas de duraznos, 1,207 cajas de nectarines y 365 cajas de ciruelas, por la presencia de la bacteria Lysteria monocytogenes, que puede causar severos problemas de salud.

Detallan que dichos productos habrían sido distribuidas en pequeños comercios y en grandes cadenas de supermercados (como Aldi, Costco y Walmart) de 20 Estados ; alimentos que habían sido importados desde Chile. 

“Reportes periodísticos señalan que el retiro se llevó a cabo luego de que las compañías chilenas encargadas de empaquetar los productos (Subsole y Río Duero), “notaran el problema tras un chequeo de rutina”, dando aviso a la empresa receptora en EE.UU. (Jac. Vandenberg), quien informó prontamente a la Autoridad Norteamericana”, sostiene en su comunicado.

En este caso, Senasa sostiene que las empresas indicadas han actuado de manera transparente dando aviso a la mayor brevedad a las Autoridades competentes del país de destino, a fin que se tomen las medidas correctivas inmediatas en salvaguarda de la salud pública. 

Asimismo, es preciso señalar que luego de la búsqueda en nuestra base de datos, en el Perú no se han registrado importaciones de frutas por parte de las empresas chilenas mencionadas.

La bacteria Lysteria monocytogenes se encuentra en la naturaleza, y puede llegar a la fruta (así como a cualquier otro alimento de origen agrícola) por medio del agua de riego o de procesamiento, del suelo de cultivo, o por superficies contaminadas que entran en contacto con los alimentos.

Senasa en vigilancia

En tal sentido, podría advertirse alguna deficiencia en los sistemas de control operativo en la producción y/o el procesamiento de los citados alimentos en las citadas empresas, lo cual debiera ser corregido a la mayor brevedad posible.

Cabe precisar que el SENASA no ha sido comunicado formalmente de ninguna Alerta Sanitaria emitida por parte de las Autoridades Nacionales de Chile ni de los Estados Unidos en este sentido. 

"Considerando la gravedad a la salud humada que podría generarse por el consumo de alimentos contaminados con esta bacteria, así como las vías por las cuales puede ser contaminado cualquier alimento de origen agrícola (no solo los mencionados en el presente problema); y mientras no se determine con precisión la vía de contaminación de los alimentos, y no se verifique la implementación de sistemas operativos y de control que garanticen la inocuidad de alimentos agrícolas de origen Chile, el SENASA incrementará la vigilancia e inspecciones sanitarias y fitosanitarias de los alimentos importados desde Chile y de cualquier otro origen", sostienen.

Asimismo, solicitan que los alimentos agropecuarios importados vengan amparados con las certificaciones de inocuidad que corroboren la ausencia de contaminantes químicos y microbiológicos para cada alimento según su naturaleza, de acuerdo a lo establecido por el Ministerio de Salud a través de la DIGESA, en las normativas específicas de alcance nacional. 

 

29 de enero de 2019

El café podría ser la siguiente víctima del calentamiento global

El proceso de secado de los granos de café en Etiopía. Más de la mitad de las especies está en riesgo de desaparecer de su hábitat natural debido al cambio climático y la deforestación. 

Aaron Davis, un botánico del Reino Unido, se ha dedicado treinta años a caminar por bosques y granjas para registrar el destino de una planta: el café.

Davis ha registrado cómo el calentamiento del planeta está haciendo más difícil el cultivo del café en regiones donde tradicionalmente se produce la planta, entre ellas Etiopía, el lugar de origen del grano más popular del mundo: arábica. Davis ha mapeado los lugares para el cultivo del café en el futuro: en esencia, tierra adentro, donde hace más frío. Ha ido en busca de variedades extrañas en zonas silvestres.

Actualmente, en la que tal vez sea su búsqueda más descorazonadora, Davis ha encontrado que el café silvestre, las decenas de variedades que se daban debajo de las copas de los árboles en al menos tres continentes, está en riesgo de desaparecer para siempre. Entre las 124 especies de café que hay en el mundo, Davis y su equipo de científicos han llegado a la conclusión de que el 60 por ciento está en peligro de extinción en su hábitat natural. El cambio climático y la deforestación son los culpables.

Tiene importancia porque esas variedades silvestres podrían ser cruciales para la supervivencia del café en la era del calentamiento global. En esas plantas podrían estar los genes que necesitan los científicos para desarrollar nuevas variedades que puedan crecer en un planeta más caliente y más seco.

Davis aseguró que a final de cuentas esas plantas silvestres de café son vitales para los millones de agricultores que viven del grano, sin mencionar a las muchas más personas que dependen de la cafeína para comenzar sus días (Davis se limita a “una taza de café muy bueno” al día).

“Hay una amplia gama de rasgos que tienen un buen potencial para enfrentar problemas específicos en el futuro, ya sea tolerancia a la sequía o resistencia a las enfermedades”, comentó Davis durante una llamada telefónica que respondió desde el Real Jardín Botánico ubicado en el suburbio londinense de Kew, donde es investigador sénior. “Si perdemos esas plantas de café, disminuyen nuestras opciones”.

Davis y sus coautores publicaron sus hallazgos el 16 de enero en dos artículos, en Science Advances y Global Change Biology.

De las 124 especies silvestres que se conocen, la mayoría no se cultiva ni se consume. Dos excepciones son la arábica, la cual se ha cultivado durante cientos de años en África oriental, y la robusta, la cual pasó de su estado silvestre a ser uno de los productos básicos más importantes en los últimos cien años. Los agricultores de café ya enfrentan una presión cada vez mayor por parte de las sequías, las enfermedades y los caprichos de los precios de los productos básicos. Para atacar esos riesgos, se requiere acceso a la riqueza genética de las variedades silvestres.

Lea el artículo completo en; NYT en español
 
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