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23 de mayo de 2019

'Bullying' en la familia: qué pasa cuando tu acosador es tu hermano

Este tipo de abuso permanece oculto, pese a que se ha calculado que es hasta tres veces más común que el escolar.


Se trata de un tipo de maltrato del que apenas existen datos con los que calcular su prevalencia: el bullying entre hermanos, una violencia que se produce en el núcleo familiar y que no es fácil identificar. Ahí, precisamente, radica el desafío: ser capaces de distinguir entre una rivalidad normal entre hermanos y una interacción fraternal abusiva.

No hay muchos estudios al respecto, pero el profesor de psicología Mark Kiselica, de la Universidad de Cabrini, en Pensilvania, ha hecho uno cuyas conclusiones son llamativas: se trata de la forma de abuso más común de la sociedad occidental, más común que el abuso doméstico o el abuso infantil. En su trabajo, el psicólogo encontró que entre un tercio y la mitad de los niños menores de 18 años están involucrados de alguna manera en el acoso entre hermanos y que es hasta tres veces más frecuente que el acoso escolar.

"Qué exagerado", pensarán algunos. "Llevarse como el perro y el gato es algo normal entre hermanos". Y es cierto, hasta cierto punto. Aunque no sea lo ideal, tirarse algún que otro tirón de pelo y darse patadas y pellizcos debajo de la mesa está dentro de lo predecible. Ya sea porque las personalidades son muy distintas y chocan, por competitividad, por llamar la atención de los padres, por celos; quererse y odiarse con la misma intensidad son cosas de hermanos, sentimientos que emergen en todas las familias. A veces, incluso, que tu hermano no deje de meterse contigo tiene sus ventajas, ya que la superioridad que ejerce el mayor casi siempre enseña al pequeño a manejarse en los conflictos reales que luego surgen fuera de casa. ¿Pero que ocurre cuando este comportamiento se convierte un ataque permanente y despiadado?

Lea el artículo completo en: El País (España) 

26 de marzo de 2019

¿Es posible detectar la psicopatía en la infancia?

Es fundamentalmente un trastorno en el desarrollo y no surge de la nada en la edad adulta.


Ya un bebé - aunque sea casi imposible detectarlo - puede presentar rasgos psicopáticos. Resulta difícil de creer pero es cierto, porque, de hecho, la psicopatía es fundamentalmente un trastorno en el desarrollo, y no surge de la nada en la edad adulta. Todos los adultos psicópatas han mostrado unos rasgos característicos durante su infancia o la adolescencia, y pueden detectarse desde edades muy tempranas. Pero, ¿cuáles son esos rasgos y cómo se podrían detectar en niños tan pequeños?

Tal y como sugirió el filósofo John Locke "Todos nacemos como pizarras en blanco", por lo que, evidentemente, la educación por parte de los padres, el entono y el nivel socio-económico son importantes a la hora de conformar el carácter de un niño. El libro Good For Nothing: From Altruists to Psychopaths and Everyone in Between de la psicóloga, Abigail Marsh sobre la psicopatía, recopila muchas historias de muchos padres con algún hijo que presenta unos rasgos de violencia extremos y, precisamente, no se trata de una mala crianza, una desestructuración familiar o familias disfuncionales, sino que suelen ser padres cariñosos y muy volcados en la educación y crianza de sus hijos.

Entonces, ¿qué pasa? ¿La psicopatía se nace con ella o se hace? Existen numerosas teorías en torno a este trastorno. La última investigación relacionada con el tema y publicada en el (NCBI) National Institutes of Health asegura que los primeros signos de psicopatía se descubren en niños de tan solo 2 años, entre ellos, la falta de empatía, Los sentimientos de culpa y emociones superficiales o la frialdad son solo algunos de ellos. Sin embargo, para Celso Arango, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y jefe del servicio psiquiátrico del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, los principales factores de riesgo son la personalidad y el temperamento, y con este último rasgo la persona nace, así que la genética es primordial.

“La personalidad se va formando a lo largo del tiempo, y el temperamento viene dado por las condiciones genéticas, y este último no se puede modificar”, asevera Arango.

El renombrado filósofo y psicólogo, William James, ya aseguraba que nuestra personalidad no se forma del todo hasta que cumplimos los 30 años, pero nuestro temperamento es el que es, y eso sí que no se puede cambiar. Esto es lo que también se cuenta en el libro de Marsh, donde se explica que los niños, al igual que los adultos son capaces de tener una violencia extrema durante un periodo de tiempo prolongado, a diferencia de los adultos, cuya crueldad no suele extenderse tanto.

“Estos niños son incapaces de sufrir, son fríos, calculadores y actúan de forma premeditada, a diferencia incluso del narcisismo, que viene muy condicionado desde la adolescencia. Afortunadamente, este tipo de psicopatía la sufren una minoría de niños”, continúa Arango.

El artículo completo en: El País (España)


18 de noviembre de 2018

Así cambia su cuerpo cuando deja de practicar sexo

El lado bueno de la actividad sexual está probado. ¿Abandonarla tiene entonces efectos negativos? Esto dice la ciencia.

Los beneficios de la actividad sexual sobre sistemas como el cardiovascular, el neurológico o el inmune están demostrados en la literatura científica. Pero esa evidencia puede dar pie a pensar en la idea contraria: ¿La abstinencia tiene efectos negativos sobre el organismo? Aunque la duda asalta a muchos, la cuestión todavía queda lejos de definirse como materia de discusión en ciencia.

Para entender por qué las implicaciones negativas de la inactividad sexual siguen en la indefinición, conviene empezar por el propio significado de abstinencia. Como señala el ginecólogo y sexólogo del Hospital Universitario de Burgos, Modesto Rey, portavoz de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), no existe una anulación sexual plena como concepto general. “Nadie puede dejar de comportarse como ser sexual. ¿Qué es la abstinencia, no tener prácticas con otras personas, no tener autoerotismo? ¿Alguien puede anular las fantasías sexuales y sus interacciones con el sistema emocional y físico? La abstinencia solo podría referirse a la falta de prácticas sexuales orientadas al orgasmo. Pero no hay estudios que evalúen su impacto en la salud de las personas que han decidido no tenerlas por razones morales o místicas o por miedos. A nivel psicológico, depende de la motivación de cada persona. Conocemos casos en consulta de quienes no tienen relaciones sexuales, pero no padecen trastornos. El problema de fondo es cómo se evidencia el conflicto de quien quiere tener relaciones pero no las tiene”, sostiene Rey, presidente de la Sociedad de Castilla y León y Norte de Contracepción.

“Los efectos negativos de los que se suele hablar son la contraposición de los beneficios que han sido estudiados. La relación positiva entre la sexualidad y la enfermedad cardiaca, los accidentes cerebro-vasculares o con el síndrome metabólico como la diabetes tipo 2 está probada. Por ejemplo, sabemos que las relaciones sexuales afectan a la inmunidad, con lo cual el déficit relaciones sexuales no estimularía de forma adecuada la inmunidad. Cuando se tienen relaciones con una pareja o con diferentes, entonces se está en contacto con antígenos de otras personas, y favorece la inmunidad”, afirma la sexóloga clínica Francisca Molero, codirectora del Institut de Sexologia de Barcelona.


25 de diciembre de 2015

Los vencedores son más agresivos


Un estudio revela que los ganadores de una competición se comportan de forma más agresiva hacia los perdedores que a la inversa. El trabajo, que se publica en la revista Social Psychological Personality Science, es el primero que examina el comportamiento de los competidores hacia las personas con las que se enfrentan.

Los investigadores realizaron tres experimentos con estudiantes de Francia y Estados Unidos, que consistían en diferentes pruebas en las que tenían que competir con unos adversarios que en realidad no existían. Después de la primera prueba, a la mitad de los participantes se les decía que habían ganado y a la otra mitad que habían perdido. En un segundo ensayo los que perdían recibían un "castigo" como beber un refresco con picante o escuchar un sonido estridente. Los participantes podían decidir tanto la cantidad de picante como la intensidad y duración del sonido que recibirían sus adversarios. Los resultados mostraron que quienes supuestamente habían ganado en la prueba anterior añadían más picante a la bebida y sometían a sus contrincantes a sonidos más altos que los que habían perdido.

"Parece que las personas tienen una tendencia a pisotear a aquellos a los que han derrotado", explican los autores, de la Universidad de Ohio. "Los perdedores, sin embargo, no reaccionan con más agresividad de la habitual contra los que les han ganado". El siguiente paso, indican, será estudiar si los vencedores son agresivos solo con las personas a las que han derrotado, o si bien mantienen este comportamiento con todo el mundo.

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21 de junio de 2014

Tener bajo nivel de glucosa 'enciende' las discusiones de pareja



Tener bajos niveles de azúcar en la sangre puede provocarnos un aumento de la agresividad y que las discusiones entre parejas sean más incendiarias. Es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Ohio (EEUU) y Amsterdam (Holanda).

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), contó con la participación de 107 parejas casadas. Durante 21 días consecutivos midieron sus niveles de glucosa en sangre dos veces al día. Tras este período los investigadores comprobaron que las personas con menores niveles de glucosa habían tenido más estallidos de ira hacia su respectiva pareja que los que tenían niveles normales de azúcar.

En otra fase del experimento, a todos los participantes se les facilitó un muñeco de vudú con similitudes con su pareja y 51 alfileres. La prueba consistía en que al final del día tenían que insertar tantos alfileres en el muñeco según su nivel de enfado (sin la presencia de su pareja). Los resultados revelaron que cuanto más bajo era el nivel de glucosa, más alfileres clavaban en el muñeco que representaba a su pareja.

“Hay una clara relación entre los impulsos agresivos, como los que hemos observado con los muñecos, y una conducta agresiva real”, afima Brad Bushman, autor principal del estudio.
Esto sucede básicamente porque el autocontrol se “alimenta” de la glucosa en la sangre, y cuando esta energía se agota, provoca una disminución de esta capacidad, de ahí que tener una discusión mientras se tiene hambre no sea especialmente una buena idea, ya que irremediablemente estaremos más iracundos y agresivos.

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6 de marzo de 2012

Los vencedores son más agresivos


enfadoUn estudio revela que los ganadores de una competición se comportan de forma más agresiva hacia los perdedores que a la inversa. El trabajo, que se publica en la revista Social Psychological Personality Science, es el primero que examina el comportamiento de los competidores hacia las personas con las que se enfrentan.

Los investigadores realizaron tres experimentos con estudiantes de Francia y Estados Unidos, que consistían en diferentes pruebas en las que tenían que competir con unos adversarios que en realidad no existían. Después de la primera prueba, a la mitad de los participantes se les decía que habían ganado y a la otra mitad que habían perdido. En un segundo ensayo los que perdían recibían un "castigo" como beber un refresco con picante o escuchar un sonido estridente. Los participantes podían decidir tanto la cantidad de picante como la intensidad y duración del sonido que recibirían sus adversarios. Los resultados mostraron que quienes supuestamente habían ganado en la prueba anterior añadían más picante a la bebida y sometían a sus contrincantes a sonidos más altos que los que habían perdido.

"Parece que las personas tienen una tendencia a pisotear a aquellos a los que han derrotado", explican los autores, de la Universidad de Ohio. "Los perdedores, sin embargo, no reaccionan con más agresividad de la habitual contra los que les han ganado". El siguiente paso, indican, será estudiar si los vencedores son agresivos solo con las personas a las que han derrotado, o si bien mantienen este comportamiento con todo el mundo.

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