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20 de febrero de 2013

Revelan los secretos detrás del descubrimiento del primer púlsar


¿Qué ocurriría si un día entráramos en contacto con seres de otro planeta? ¿qué protocolo debería seguir la humanidad ante esta posibilidad? Quizá muchos no lo sepan, pero tras el acontecimiento que tuvo lugar en 1967 con el descubrimiento del primer púlsar, se desarrollaron unos protocolos para entrar en contacto con "extraterrestres". Tras más de 40 años y a través de los documentos del SETI, el investigador Alan Penny revela la historia detrás de este evento y cómo influyó en el desarrollo eventual de un código de conducta.

Y es que hasta ahora, el acontecimiento que tuvo lugar en 1967 nunca había sido contado con todos lujo de detalles. Pensemos que de darse el caso, estaríamos ante uno de los momentos más importantes para la humanidad, la detección de vida inteligente en otros lugares del Universo, un contacto que estaría destinado a tener un profundo impacto sobre nuestra cultura, en la sociedad o en la propia tecnología.

De llegar ese supuesto, la pregunta que nos haríamos es cómo manejarlo, un debate largamente discutido entre la comunidad internacional que tuvo sus orígenes en 1967, un primer paso para el acuerdo oficial (Detection Protocol) de 1990 que sentaba las bases de lo que un primer grupo de investigación debería hacer en el primer "encuentro". Alan Penny, de la Universidad de St Andrews en Escocia, narra ahora la historia de este primer incidente. Lo hace a través de la recopilación de documentos del SETI.

Este descubrimiento ocurrió en julio de 1967, momento en el que Jocelyn Bell y Antony Hewish detectaron señales de radio de corta duración que se producían regularmente. Se trataba del primer púlsar detectado y lo primero que pensaron ambos es que era algún tipo de fuente artificial, creían haber establecido contacto con algún tipo de vida extraterrestre a los que denominaron LGM (Little Green Men).

En diciembre, el equipo confirmó el descubrimiento utilizando un telescopio y Bell identificó la posición exacta de la fuente en el cielo. Poco después, se encontró con una segunda fuente de señales, y para mediados de enero, una tercera y una cuarta fuente. El equipo descartó entonces la posibilidad de que una fuente artificial pudiera ser la responsable y se instaló finalmente la explicación de una fuente natural. El trabajó de ambos acabó con el premio Nobel para Hewish por el descubrimiento.

En ese momento, en el amanecer de la radioastronomía, el descubrimiento de una fuente de pulsos regulares en el espacio fue una gran sorpresa. Según cuenta Penny, lo interesante de este proceso que llevaron a cabo ambos es que durante el estudio del mismo, el equipo investigó en paralelo las consecuencias de que esa primera señal pudiera llegar a ser una fuente artificial. Llevaron a cabo un proceso que pudiera verificar esta conclusión y cómo dar cuenta de ello. También discutieron si este descubrimiento podría llegar a ser peligroso para la humanidad.

Se trataba del primer proceso previo al Detection Protocol que estableció la comunidad internacional en 1990. Ambos examinaron diferentes posibilidades ante una posible respuesta humana en un encuentro eventual de este tipo.

Penny señala que la comunidad internacional todavía tiene que ponerse de acuerdo sobre un protocolo de respuesta, principalmente porque en la actualidad hay opiniones muy divergentes sobre uno u otro curso a seguir o sobre los beneficios o peligros que tendría para la humanidad:
El episodio de 1967 indica lo difícil que sería construir una política a seguir ante un "contacto".
Mientras desde el SETI continúan la búsqueda centrada en exoplanetas habitables alrededor de otras estrellas, la pregunta sigue en el aire, ¿cómo deberíamos responder ante un contacto con seres de otro planeta?

Fuente:

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23 de noviembre de 2011

Proponen clasificar los exoplanetas según su habitabilidad


Foto: ESO

Un estudio elaborado por científicos de la NASA, SETI y el Centro Aeroespacial de Alemania propone un sistema de calificación de los exoplanetas que determine su parecido con la Tierra y su índice de habitabilidad, con el fin de describir una variedad de parámetros físicos y químicos que son, teóricamente, propicios para la vida.

Los autores de este trabajo, han señalado que los índices de similitud constituyen una poderosa herramienta para clasificar y extraer patrones a partir de conjuntos de datos grandes y complejos. Además, han resaltado que marcan el primer intento de los científicos para clasificar los exoplanetas y muchas exolunas que se espera que se puedan estudiar de manera más detallada en un futuro.

El científico Dirk Schulze-Makuch ha indicado que la primera pregunta que se plantea para el proyecto es si las condiciones similares a la Tierra se pueden encontrar en otros mundos; y la segunda es si las condiciones existentes en los exoplanetas sugieren la posibilidad de formar vida, ya sea con en la Tierra o no.

Schulze-Makuch ha apuntado que "en la práctica, el interés en los exoplanetas se va a centrar inicialmente en la búsqueda de planetas como la Tierra pero sabiendo que esta decisión es restrictiva y que con el tiempo los estudios evolucionarán" para captar "la variedad de posibles formas de vida que, al menos en principio, también pueden existir en otros mundos".

Así, ha indicado que "habitabilidad en su sentido más amplio no se limita necesariamente al agua como disolvente o a un planeta orbitando una estrella". "Por ejemplo, los lagos de hidrocarburo en Titán podrían alojar una forma diferente de vida tal y como demuestran los estudios analógicos en entornos de hidrocarburos en que se han realizado en la Tierra y que indican que éstos ambientes son habitables".

De este modo, los científicos no descartan que un planeta "huérfano" que vague por el espacio libre de cualquier estrella también podría contar con condiciones adecuadas para albergar algún tipo de vida en su interior.

Los autores reconocen que este estudio puede tener "una parte especulativa" pero, a su juicio, "la alternativa es correr el riesgo y estudiar mundo potencialmente habitables". "La propuesta es informado por los parámetros químicos y físicos que son propicios para la vida en general", ha insistido Schulze-Makuch.

Fuente:

Europa Press

2 de agosto de 2011

Un estudio ve probable que estemos solos en el universo

Dos astrofísicos dicen que nuestra existencia nos ha hecho sobreestimar las posibilidades de vida.

El sistema Gliese 581 es candidato a albergar vida.

El sistema Gliese 581 es candidato a albergar vida.ESO

La idea más intuitiva tiende a hacernos creer que, si nosotros estamos aquí, la aparición de vida debe de ser algo común en el universo y probablemente habrá miles, incluso millones de especies inteligentes esparcidas por el cosmos. En esta premisa se basa la investigación dedicada a encontrar signos de esos otros mundos habitados, como los proyectos SETI (siglas en inglés de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre). Sin embargo, un nuevo modelo teórico viene a poner en duda estas optimistas previsiones y concluye que la probabilidad de que surja la vida puede ser tan baja que bien podríamos estar solos en el universo.

Al no disponer de ninguna prueba de vida extraterrestre, los científicos han especulado durante décadas tratando de basar sus hipótesis en premisas razonables. Muchas de estas discusiones se han centrado en la llamada ecuación de Drake, propuesta en 1961 por el astrofísico estadounidense Frank Drake, fundador del SETI, y que trataba de calcular el número de civilizaciones extraterrestres operando con los parámetros implicados y estimando un valor para cada uno de ellos. Aunque la ecuación de Drake es puramente especulativa, los expertos han estado generalmente de acuerdo en el valor de uno de los factores llamado fl, la probabilidad de que en un planeta habitable acabe surgiendo la vida. Su valor se estima en 1; o, hablando en porcentajes, un 100%.

Pero ¿y si no fuera así? ¿Y si nos estuviéramos engañando? ¿Y si fl fuese, en realidad, tan extremadamente bajo que debiéramos considerarnos prácticamente solos en el universo y abandonar empeños como el SETI? Los que ejercen de abogados del diablo en esta ocasión son los astrofísicos David Spiegel, de la Universidad de Princeton (EEUU), y Edwin Turner, de la Universidad de Tokio.

Estimación sesgada

En su estudio publicado en arXiv.org y sometido a publicación en la revista PNAS, Spiegel y Turner aplican a este factor un método estadístico llamado inferencia bayesiana, consistente en corregir la probabilidad de una hipótesis a posteriori de los hechos. Los dos científicos notan que "la muy limitada información empírica [...] tiene una influencia muy dominante en el cálculo posterior de la probabilidad". En otras palabras, nuestra estimación de fl está sesgada por la sencilla razón de que estamos aquí. Y, si no estuviéramos, no habría estimación.

Para evitar este sesgo, los investigadores han planteado su modelo teórico con una probabilidad muy baja para fl. Y descubren que funciona: "Los datos son consistentes con el hecho de que la vida sea un fenómeno extremadamente raro", escriben. El hecho de que la vida haya surgido en la Tierra, concluyen, es coherente con que sólo haya ocurrido aquí.

Fuente:

Público Ciencia

14 de junio de 2010

E.T.s: Cincuenta años de silencio ¿o no existen?

Lunes, 14 de junio de 2010

E.T.s: Cincuenta años de silencio ¿o no existen?

TELESCOPIOMuchos en este planeta estamos convencidos de dos cosas; si existen los extraterrestres con forma e inteligencia similar a la humana, deben de estar ubicados demasiado lejos (a millones o billones de años luz) para poder comunicarse con nosotros o viajar desde sus planetas hasta nuestro sistema solar; o bien, si dichos extraterrestres existen, aparte de su ubicación lejana, su forma corporal o la tecnología que han desarrollado nada debe tener de compatibilidad con la humana, y por lo tanto no podemos detectar su presencia o comunicación con la tecnología humana actual.

Ello podría explicar, en términos de eficiencia y productividad, que el Proyecto SETI hasta el momento haya sido un fracaso en su objetivo de lograr obtener señales de radio, que no sean ruido estelar, que tengan caracter informativo y que desde luego, provengan de otra civilización inteligente avanzada de alguna parte del universo que no sea la tierra.

DAVIDAl respecto, Paul Davies en su nuevo libro The Eerie Silence plantea las razones de dicho fracaso y considera la necesidad de revaluar y reorientar el proyecto hacia caminos más lógicos en su aventura de localizar vida extraterreste.

David Schwartzman, biogeoquímico de la Universidad de Howard en Washington DC, explica por qué piensa que los extraterrestres están ahí fuera, a pesar de que la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI) sólo ha encontrado el silencio. También describe lo que tenemos que hacer para el planeta Tierra sea parte de el Club Galáctico. Enseguida su artículo:

El Gran Silencio, el fallo al detectar señales de inteligencias extraterrestres (ETI) mediante el programa observacional SETI durante los últimos 50 años, ha continuado y genera un gran ruido. No me refiero al ruido galáctico que puede ocultar una débil señal ETI, sino a todos los viejos argumentos que se reviven una y otra vez, ad infinitum. Más libros, más artículos, más silencio, más especulación. El último es la advertencia de Stephen Hawking a los terrícolas: mantén silencio o los alienígenas imperialistas nos devorarán cuando descubran que existimos. ¿Ha estado viendo Hawking demasiados DVDs de Star Wars? En lugar de esto, sospecho que el físico teórico más grande aún vivo está echándose unas risas a costa de nuestra ingenuidad.

A primera vista, Paul Davies en su nuevo libro The Eerie Silence propone algunas ideas nuevas. Sugiere que la aproximación del SETI observacional – que intenta detectar señales de banda estrecha dirigidas hacia la Tierra por una civilización extraterrestre – es probablemente inútil, dado que la existencia de una civilización comunicadora en la Tierra no será conocida por ninguna comunidad alienígena más allá de 100 años luz. En lugar de esto, defiende que “deberíamos buscar indicadores de inteligencia extraterrestre, usando toda la panoplia de instrumentos científicos, incluyendo trazas físicas de proyectos extraterrestres muy antiguos cerca o dentro del Sistema Solar. SETI de radio tiene que reorientarse a la búsqueda de balizas no dirigidas, mirando fijamente hacia el centro galáctico continuamente a lo largo de meses o años, y buscando eventos transitorios distintivos (‘pings’). Este “nuevo SETI” debería complementar, no reemplazar, al SETI tradicional de radio y óptico”.

Pero pensándolo de nuevo, tal vez estas ideas no son del todo nuevas. Ya he leído estas sugerencias antes en la literatura de SETI. Es más, encontré la mayor parte de ellas citadas en sus pies de página. No obstante, deberíamos agradecer a Davies que las recopilase en su estimulante y lúcido nuevo libro.

¿Cuáles son las posibles razones para este “Gran Silencio”? La siguiente lista, por supuesto, no es original:

1) Realmente estamos solos, o casi. No hay ETI, ni hay “Club Galáctico” – el nombre que dio el radioastrónomo Ronald Bracewell a la red de comunicación para civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia (GC para abreviar).

2) El GC, o al menos las ETI existen, pero ignoran nuestra existencia (como Davies ha sugerido alguna vez).

3) No somos aptos para ingresar en el GC, por lo que el silencio es deliberado, con un protocolo muy estricto evidente: “¡Sin mensajes a las civilizaciones primitivas!” Sólo señales inadvertidas, esporádicas y no repetidas – por ejemplo la señal “Wow” – pueden ser detectadas por una civilización primitiva, con un contenido de la señal opaco no distinguible de señales naturales o ruido.

Lea el artículo completo en:

Universitam
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