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25 de diciembre de 2015

Los vencedores son más agresivos


Un estudio revela que los ganadores de una competición se comportan de forma más agresiva hacia los perdedores que a la inversa. El trabajo, que se publica en la revista Social Psychological Personality Science, es el primero que examina el comportamiento de los competidores hacia las personas con las que se enfrentan.

Los investigadores realizaron tres experimentos con estudiantes de Francia y Estados Unidos, que consistían en diferentes pruebas en las que tenían que competir con unos adversarios que en realidad no existían. Después de la primera prueba, a la mitad de los participantes se les decía que habían ganado y a la otra mitad que habían perdido. En un segundo ensayo los que perdían recibían un "castigo" como beber un refresco con picante o escuchar un sonido estridente. Los participantes podían decidir tanto la cantidad de picante como la intensidad y duración del sonido que recibirían sus adversarios. Los resultados mostraron que quienes supuestamente habían ganado en la prueba anterior añadían más picante a la bebida y sometían a sus contrincantes a sonidos más altos que los que habían perdido.

"Parece que las personas tienen una tendencia a pisotear a aquellos a los que han derrotado", explican los autores, de la Universidad de Ohio. "Los perdedores, sin embargo, no reaccionan con más agresividad de la habitual contra los que les han ganado". El siguiente paso, indican, será estudiar si los vencedores son agresivos solo con las personas a las que han derrotado, o si bien mantienen este comportamiento con todo el mundo.

Fuente:

Muy Interesante

21 de junio de 2014

Tener bajo nivel de glucosa 'enciende' las discusiones de pareja



Tener bajos niveles de azúcar en la sangre puede provocarnos un aumento de la agresividad y que las discusiones entre parejas sean más incendiarias. Es la conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores de las universidades de Ohio (EEUU) y Amsterdam (Holanda).

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), contó con la participación de 107 parejas casadas. Durante 21 días consecutivos midieron sus niveles de glucosa en sangre dos veces al día. Tras este período los investigadores comprobaron que las personas con menores niveles de glucosa habían tenido más estallidos de ira hacia su respectiva pareja que los que tenían niveles normales de azúcar.

En otra fase del experimento, a todos los participantes se les facilitó un muñeco de vudú con similitudes con su pareja y 51 alfileres. La prueba consistía en que al final del día tenían que insertar tantos alfileres en el muñeco según su nivel de enfado (sin la presencia de su pareja). Los resultados revelaron que cuanto más bajo era el nivel de glucosa, más alfileres clavaban en el muñeco que representaba a su pareja.

“Hay una clara relación entre los impulsos agresivos, como los que hemos observado con los muñecos, y una conducta agresiva real”, afima Brad Bushman, autor principal del estudio.
Esto sucede básicamente porque el autocontrol se “alimenta” de la glucosa en la sangre, y cuando esta energía se agota, provoca una disminución de esta capacidad, de ahí que tener una discusión mientras se tiene hambre no sea especialmente una buena idea, ya que irremediablemente estaremos más iracundos y agresivos.

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Muy Interesante

26 de abril de 2014

¿Sirve de algo desahogarse si estamos enfadados?

Una de las ideas más arraigadas en la cultura popular, sobre todo a raíz del estreno de películas, es que la forma más adecuada de reconducir la ira o el enfado es a través de una catarsis en forma de golpes, patadas o un ejercicio físico considerable. De ese modo, agotándonos, sudando, y poniendo en marcha todos nuestros músculos, parece que nos desahogamos, que la ira disminuye, que la paz llega a nosotros. Si estás enfadado, busca un punching ball, en definitiva.

Otra variable a esta catarsis es gritar con todas nuestras fuerzas, gritar hasta que los planetas cambien de órbita. O dejándonos atrapar por el arte: quizá escribiendo toda nuestra frustración. Pero ¿hasta qué punto esta idea tiene algún sustento científico?


La verdad es que la grioterapia o la destructoterapia tienen más de mito que de ciencia. De hecho, más bien es al contrario. Diversos estudios llevados a cabo desde 1959 sugieren que dar rienda suelta a la ira, uno acaba sintiéndose peor, como éste. El más célebre sociólogo que se ha pronunciado al respecto de ello se realizó es Albert Bandura, conocido por el experimento del muñeco Bobo, que sugería como la agresión es aprendida por la imitación.

Según Bandura, expresar la ira puede reforzar sin quererlo tendencias agresivas. Incluso si simplemente salimos a correr porque estamos enojados con algo y necesitamos sacarlo fuera. Incluso si uno cree que realmente se siente mejor después. Lo cual puede ser cierto a corto plazo, pero ello no resuelve el problema, y a largo plazo no reduce la agresividad.

Lo cierto es que estos temas son difíciles de desentrañar y la literatura científica al respecto acostumbra a ser contradictoria, porque a menudo no se controlan todas las variables. Pero en lo tocante a airear la ira, en general, los psicólogos tienden a cierto consenso en su falta de utilidad. Parece más útil tratar de relajarse, contar hasta diez, enfrentarse a los problemas con temple.

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Xakata Ciencia

1 de julio de 2010

¡Cuidado con enojarse en la oficina!


Jueves, 02 de julio de 2010

¡Cuidado con enojarse en la oficina!

enojo_cerebro

No confundas insultos o gritos con autoridad. Entenderlo es la clave para contar con un buen equipo de trabajo.

Quienes no controlan la ira tienen baja tolerancia a la frustración y contaminan el ambiente laboral. Analiza tu conducta en el trabajo.

Todos hemos tenido días donde un jefe o compañero de trabajo se convierte en la peor pesadilla.

Malas palabras, actitudes displicentes, entregas tardías y tantos otros factores pueden hacer que nuestro día laboral se torne en una tortura, haciéndonos reaccionar con molestia e incluso con ira.

Para algunos psicólogos, las personas que reaccionan violentamente y no saben manejar la ira tienen una tolerancia muy baja a la frustración.

Hablamos de personas que sienten que no deberían estar expuestos a ningún inconveniente o molestia y se enervan de manera particular frente a situaciones que, según ellos, les afectan personalmente y, por lo tanto, califican como injustas.

Otros en tanto, aseguran que quienes no sacan “afuera” el enojo, se transforman en personas reprimidas, lo que se traduce en actitudes de crítica permanente, insatisfacción e indiferencia ante las responsabilidades dentro de la empresa.

Por ejemplo, psiquiatras de la Universidad de Harvard concluyeron que enojarse, pero sin perder los estribos, es clave para progresar en el trabajo y es beneficioso para la salud en el sentido de que las emociones no se controlan en exceso.

El estudio realizado por la prestigiosa casa de estudios concluyó que aquellos que reprimen su frustración laboral son tres veces más proclives a admitir que han llegado al tope de sus carreras y a aceptar que están desilusionados con su vida personal.

Cuando el cuerpo se enoja

Investigadores de la Universidad de Valencia, quisieron analizar a fondo qué pasa en el cuerpo cuando una persona se enoja.

Los científicos observaron que este sentimiento produce fuertes cambios cardiovasculares y hormonales, genera un estado mental muy negativo y activa de manera muy particular los hemisferios del cerebro.

Neus Herrero, científico que participó en el estudio, declaró que “las emociones generan profundos cambios en el sistema nervioso autónomo, que controla la respuesta cardiovascular y el sistema endocrino. Además, ocurren cambios en la actividad cerebral, especialmente en los lóbulos frontal y temporal”.

La investigación consistió en un análisis a 30 voluntarios. A través de la repetición de una serie de frases indujeron un fuerte enojo en ellos, pero antes y después de que esta emoción comenzara los autores midieron índices como la presión arterial, la frecuencia cardiaca, el nivel de ciertas hormonas en sangre y la activación del cerebro. A su vez, analizaron el cambio que se dio en el estado mental de los enojados.

Se observó entonces un incremento en la frecuencia cardiaca y la presión arterial, así como un aumento en el nivel de testosterona en sangre y un descenso del cortisol. La mente de los voluntarios también cambió drásticamente al reflejar un estado muy negativo.

Ante esto, Herrero explicó que el enojo genera una situación única, ya que las emociones positivas (como la felicidad) activan regiones vinculadas a la sensación de cercanía a los otros, mientras que las emociones negativas (como el miedo) motivan el alejamiento.

“El enojo; sin embargo, es una emoción negativa que genera alejamiento porque normalmente cuando nos enojamos mostramos una tendencia natural a acercarnos a aquello que nos irrita para eliminarlo”, declaró el investigador.

Y añadió que “por esa causa el patrón cerebral que general la ira en el cerebro parece ser diferente al de los demás sentimientos”.

Tips para controlar el enojo

El trabajo tiene días buenos y malos. Para éstos últimos entregamos algunos tips que te ayudarán controlar de mejor forma la rabia.

  • No utilices las palabras “nunca” y “jamás” cuando estés enojado. Por ejemplo: nunca haces nada bien; jamás había visto semejante error.
  • Las personas enojadas se vuelven demandantes, lo que genera una presión extra en sus subalternos o compañeros de trabajo. Para evitar incrementar un conflicto laboral, usa frases como: me gustaría que hicieras, deseo que obtengamos o podemos hacer.
  • No olvides que no siempre existe una solución inmediata para los problemas. No importa cuánto te enojes, la solución está en otra actitud.
  • Finalmente, considera que una persona irritable no necesariamente se gana el respeto de su equipo de trabajo. Es importante no confundir gritos e insultos con autoridad. La ganancia de entender esta diferencia puede ser el punto de cambio para contar con un buen equipo de trabajo.

Fuente:

www.altonivel.com.mx

3 de junio de 2010

¿Qué pasa cuándo nos enfadamos?



Jueves, 03 de junio de 2010

¿Qué pasa cuándo nos enfadamos?

Es verdad: cuando nos enfadamos realmente nos trasformamos. Pero pierda cuidado al recordar este cinco de junio, con profunda ira, la masacre de Bagua, usted no se convertirá en un inclreible Hulh. No. Los cambios se dan de otra manera.

Ante la ira, aumenta la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y la producción de testosterona, disminuye el cortisol (la hormona del estrés), y el hemisferio izquierdo del cerebro se activa más. Así lo indica una nueva investigación liderada por científicos de la Universidad de Valencia (UV) que analiza los cambios en la respuesta cardiovascular, hormonal y de activación asimétrica del cerebro cuando nos enfadamos.


“La inducción de emociones genera profundos cambios en el sistema nervioso autónomo, que controla la respuesta cardiovascular, y también en el sistema endocrino. Además, se producen cambios en la actividad cerebral, sobre todo en los lóbulos frontales y temporales”, explica a SINC Neus Herrero, autora principal del trabajo e investigadora de la UV.

Los investigadores indujeron ira en 30 hombres mediante la versión adaptada al español del procedimiento “Anger Induction” (AI), formado por 50 frases en primera persona que reflejan situaciones cotidianas que provocan enfado. Antes e inmediatamente después de la inducción de ira midieron la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, los niveles de testosterona y cortisol, la activación asimétrica del cerebro (utilizando la técnica de la escucha dicótica), el estado de ánimo general y la experiencia subjetiva de la emoción de ira.

Los resultados, publicados en la revista Hormones and Behavior, revelan que la ira provoca profundos cambios en el estado de ánimo de los sujetos (“se sintieron enfadados y con un estado de ánimo más negativo”) y en diferentes parámetros psicobiológicos. La frecuencia cardiaca, la tensión arterial y la testosterona aumentan, pero el cortisol disminuye.

Asimetrías de la actividad cerebral

No obstante, “al centrarnos en la actividad cerebral asimétrica del lóbulo frontal que se produce cuando experimentamos emociones, existen dos modelos que entran en contradicción en el caso de la ira”, subraya la investigadora.

El primer modelo, ‘de valencia emocional’, propone que la región frontal izquierda del cerebro está implicada en la experiencia de emociones positivas, mientras que la derecha está más relacionada con las emociones negativas.

El segundo modelo, ‘de dirección motivacional’, expone que la región frontal izquierda está implicada en la experiencia de emociones relacionadas con el acercamiento, mientras que la derecha se asocia con las emociones que provocan la retirada.

Las emociones positivas, como la felicidad, suelen asociarse a una motivación de acercamiento, y las negativas, como el miedo o la tristeza, se caracterizan por una motivación de retirada.

Sin embargo, no todas las emociones se comportan de acuerdo a esta relación. “El caso de la ira es especial porque se experimenta como negativa pero, a menudo, evoca una motivación de acercamiento”, puntualiza la experta.

“Ante la experiencia de ira, hemos observado en nuestro estudio un aumento de la ventaja del oído derecho, que indica una mayor activación del hemisferio izquierdo, lo que apoya el modelo de dirección motivacional”, apunta Herrero. En otras palabras, cuando nos enfadamos, nuestra respuesta cerebral asimétrica está mediada por la motivación de acercamiento al estímulo que nos provoca la ira y no tanto por el hecho de considerar este estímulo como negativo: “Normalmente cuando nos enfadamos mostramos una tendencia natural a acercarnos a aquello que nos provoca ira para tratar de eliminarlo”, concluye.

Cada emoción es única

Este es el primer estudio sobre emociones en general y sobre ira en particular que examina en una misma investigación todos estos parámetros psicobiológicos diferentes (respuesta cardiovascular, hormonal y activación asimétrica del cerebro) para estudiar los cambios provocados por la inducción de ira. Además los resultados del estudio van en la misma línea de investigaciones previas y defienden lo ya apuntado por Darwin: que las emociones, en este caso la ira, se acompañan de patrones (psicobiológicos) únicos y específicos para cada emoción.

Fuente:

Tendencias 21

5 de marzo de 2007

Contaminación provocó un millón de niños con males respiratorios en 2005

La Defensoría del Pueblo denunció hoy que a causa de la contaminación ambiental en Lima se duplicaron los casos de enfermedades respiratorias en niños menores de cinco años en los últimos diez años, a un millón de casos en 2005.

La defensora Beatriz Merino informó en rueda de prensa que "el aire de Lima está contaminado y representa un peligro" para la salud de sus ocho millones de habitantes.

Según cifras de la Defensoría presentadas en un informe, los casos de infecciones respiratorias agudas en menores de cinco años se incrementaron de más de 400.000 en 1995 a un millón en 2005.

Asimismo, reportó que el 43 por ciento de niños pobres, de uno a cuatro años, ha tenido alguna patología y alergias al sistema respiratorio, que no han podido curar por la falta de medicinas.

Merino agregó que este problema de salud pública es una grave violación a los derechos humanos fundamentales, motivo por el cual anunció que ha asumido la defensa de la ciudadanía de enfermedades y muerte prematura por esta causa.

La defensora atribuyó la contaminación al desorden e irracionalidad del sistema de transporte público, la pésima calidad del combustible diesel y la antigüedad del parque automotor.

La contaminación ambiental ha provocado igualmente que la mitad de policías que trabajan en Lima, unos 1.110 agentes, padezcan enfermedades respiratorias en 2005.

Merino exhortó al gobierno de Alan García y a la municipalidad de Lima a dar solución al problema de las revisiones técnicas del parque automotor, suspendidas por diferencias entre los concesionarios y la municipalidad, y a la mala calidad del combustible utilizado en Perú, entre otras medidas.

Según estudios citados por la Defensoría, la mala calidad del aire en Lima responde a un 86 por ciento de emisiones vehiculares que supera el nivel máximo permitido de 5.000 partículas por millón.

Fuente:

Diario Peru 21

El Estado y Transporte contaminana el aire

¿Como dar soluciones inmediatas?


Un millón de niños con problemas respiratorios
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