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30 de julio de 2014

Cine y ciencia: El planeta de los (falsos) simios


Un experimento genético con grandes simios les convierte en inteligentes pero también genera un virus que acaba con la mayor parte de los ciudadanos de Estados Unidos. Los simios, huyen al bosque en busca de un hogar y construyen allí su ciudad o fortaleza. Los humanos, atrincherados entre ruinas, buscan la manera de poner en marcha una presa hidroeléctrica, cuya central se ubica en el bosque donde habitan los simios. El conflicto está servido sobre la mesa. 


Recreación de El planeta de los simios. Belén de Benito y Pablo Herreros


Para muchos lectores, la película El planeta de los simios resultará entretenida y de calidad. Todos tendrán buenos argumentos para pensarlo, pero la crítica desde la primatología debe ser otra porque comete muchos errores y cae en algunos tópicos intencionados que conviene aclarar para que no pase lo que ocurrió con King Kong hace décadas. El mítico largometraje trasladó al público una imagen terrorífica de los gorilas que no se corresponde en absoluto con la realidad, ya que estos grandes simios ni cazan ni comen carne porque son herbívoros. Tampoco lo hacen los orangutanes excepto en raras ocasiones, presentes en la película también y caracterizados como unos seres curiosos, con inclinación por adquirir conocimientos. Estas últimas características, según mi experiencia personal son ciertas, aunque en un grado menor al mostrado por el director Rupert Wyatt. Los orangutanes manipulan todos los objetos continuamente, llegando a desmantelar las jaulas de los zoológicos donde habitan con sus manos, les gusta curiosear todo cuanto acontece y copian por observación acciones tan complejas como manejar una barca y remar. 

El artículo completo en:

El Mundo (Ciencia)
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