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30 de junio de 2014

¿Por qué necesitamos los árboles?




Un niño abraza un árbol para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente. / Efe



Un viaje por España es un crucero por el desierto. Enormes extensiones cubiertas de matorrales y pequeñas plantas que cubren de manera rala un suelo de piedrecillas. En las sierras hay árboles, pero deja de haberlos en cuanto bajamos a las llanuras que se extienden sin ellos hasta el horizonte.

Necesitamos árboles, en España, quince mil millones de árboles.

Los árboles cumplen muchas misiones de las cuales disfrutamos los seres humanos, además de sus propias vidas que debemos desarrollar, mantener y cuidar por el mero hecho de ser seres vivos.

Los árboles mantienen el suelo en su sitio. En las laderas desnudas, las lluvias torrenciales, que son las que estamos teniendo ya y vamos a seguir teniendo en España, arrastran un suelo sin adherencia significativa al subsuelo. Una ladera de colina llena de árboles consigue dos efectos contra la acción mecánica de la lluvia: Sus hojas frenan la velocidad de caída del agua, y con ello la fuerza de su impacto sobre el suelo, y las raíces aumentan la adherencia de la capa superficial del suelo al subsuelo. Un bosque va creando con los años suelo fértil.

Los árboles retienen el agua en el suelo y permiten que se filtre hacia los acuíferos subterráneos. Cuando llueve, el agua, en vez escurrir ladera abajo, en vez de producir escorrentía brusca, se deposita en pequeños hoyuelos entre las raíces, y va permeando poco a poco hacia abajo hasta empapar el suelo y luego ir circulando hacia los acuíferos, protegida de la evaporación excesiva.

Los árboles evaporan una pequeña parte del agua que recogen sus raíces. La evapotranspiración, que es como se llama el fenómeno, depende, en su volumen por unidad de tiempo, de la especie arbórea. En regiones de escasa precipitación se pueden elegir árboles que evaporan poca agua, al revés que en zonas como el norte de España o la zona mas lluviosa de la Península: La Sierra de Grazalema, en Cádiz, alrededor del pueblo que le da nombre y que el es punto donde más llueve en nuestro país, más aún que en Santiago de Compostela.

Pero los árboles evaporan agua y esto es tremendamente importante. En varios de los posts de 'El Porque de las Cosas' he escrito sobre los sistemas no lineales: Son los sistemas de la realidad, los sistemas que casi no se estudian en las facultades de Físicas, concentradas éstas en los sistemas lineales y la mística de los multiversos y unas cuerdas inexistentes. Pues bien, los sistemas reales de la naturaleza son no lineales, del tipo "el rico se hace mas rico y el pobre cada vez mas pobre".

La lluvia sobre la superficie de la Tierra es un fenómeno crítico: Se precisa que la atmósfera tenga más de una cierta concentración de vapor de agua, de cantidad de vapor de agua por centímetro o metro cúbico, para que el agua condense y precipite. Esta concentración se denomina humedad absoluta y la condensación se produce cuando la humedad absoluta supera un umbral crítico, cuando esa humedad absoluta dividida por una humedad umbral, cuyo valor depende de la temperatura, supera el 100%. El cociente anterior se denomina humedad relativa y como digo depende de la temperatura.  La humedad umbral es muy grande cuando la temperatura es alta y muy pequeña cuando es baja. Si medimos la humedad mediante la presión que ejerce el vapor de agua en la atmósfera, a 2ºC esa presión es de 700 unidades internacionales (Pascales, o Pa), mientras que si la temperatura sube a 30ºC la presión es de 4247 Pa y 7385 Pa a 40ºC.

Es esta diferencia en las presiones (cantidades de vapor de agua) de saturación del vapor la que nos hace sentirnos mojados en una región con mucha evaporación en verano (Murcia, por ejemplo) aunque no llueva, mientras que a la misma temperatura de 38ºC, por ejemplo, en Albacete, en el centro de La Mancha, donde no hay evaporación, nos sentimos secos.

El lugar de la Tierra con la máxima concentración de vapor de agua en verano es el aire encima del desierto del Sahara, pero no llueve porque allí. la humedad relativa es muy baja (debido a las altas temperaturas del aire). En cambio en, digamos Asturias, la humedad absoluta no es muy alta en verano, pero llueve porque las temperaturas del aire son bajas.

Pues bien, para que llueva normalmente se precisa un aumento de algunos gramos de vapor en el aire para conseguir que éste se sature, que la humedad relativa alcance el 100% correspondiente a su temperatura. Se da el caso con enorme frecuencia en España que aire cargado de humedad sobre el mar, o sobre un pantano, se desplaza hacia tierra y empieza a ascender y enfriarse. Pero no llueve, pues el vapor de agua estaba en equilibrio con saturación sobre el agua (aire fresco) pero baja del 100% al llegar a tierra pues el suelo caliente calienta el aire. Si las laderas están libres de árboles, el aire sube hasta la cima y vuelve al mar o pantano sin haber condensado.  Pero si las laderas (o en las grandes llanuras, los campos) están llenos de árboles, el pequeño número de gramos que evaporan sus hojas es suficiente para alcanzar una humedad relativa del 100%, y producir la condensación y la lluvia.

Tenemos un caso de realimentación positiva no lineal: El rico se hace mas rico. Los bosques, que necesitan agua, estimulan la precipitación que les permite crecer. Cuanto mayores son, más agua evaporan y más reciben de la lluvia. Puesto que lo que se necesita para alcanzar la saturación son uno o dos gramos de agua por metro cúbico, y el aire casi saturado lleva entre 30 y 40 gramos, el balance es positivo: El árbol evapora 2 gramos y el aire descarga 30: El árbol produce una cantidad positiva de agua sobre el suelo.

En España la mentalidad subyacente deriva de los siglos de La Mesta. Una parte de la economía de España era la lana de las ovejas, y éstas necesitan hierba, que no crece bien en los bosques. Se talaron los árboles. Luego vinieron las minas, Rodalquilar en Almería, las de Huelva y Sevilla, Almaden, y otras muchas: 

Necesitaban madera para las galerías, para calentar el mineral, para las traviesas de los ferrocarriles. Se necesitaba madera, madera.  Se talaron los bosques, y cada tala aumentó la sequía: El pobre se hacía cada vez mas pobre.

Hoy podemos plantar de nuevo árboles en nuestras tierras. Hacerlo consigue que aumente la lluvia suave, la que crea suelo y humedad, agua en los acuíferos y riqueza, riqueza permanente y para todos por contraposición a la riqueza brusca y brutal de las minas, una riqueza concentrada en muy pocas manos, muy pocas manos de empresarios y trabajadores y que acaba enseguida: Rodalquilar duró de 1880 a 1960. La explotación intensiva de Rio Tinto, de 1870 a 1970, y así todas ellas. La inmensa mina del Cerro Rico del Potosí en Bolivia, origen de la plata de las Armadas Españolas y que el gobierno de los Austrias se había gastado antes de que llegase a España (¿les suena?), duró 200 años. 

Los desiertos, una vez creados, si no se arreglan, duran miles de años.

Podemos arreglar por muy poco precio el problema de la lluvia en España. Podemos plantar, como propone Joaquín Araujo, unos miles de millones de árboles. Eso si es capital para todos y trabajo para muchos más de lo que darían unas minas ya agotadas. Hoy plantar un árbol puede costar alrededor de 1 euro. 4.000 millones de árboles al año, durante 4 años, o 15.000 millones durante 15 años, es un dinero que no se ve en un presupuesto anual de un millón de millones y es riqueza para todos y para cientos o miles de años.  
  
Recuerdo a los lectores que sus preguntas son muy bienvenidas.  Las contesto directamente o en otros posts. También se reciben con gusto sugerencias para posts, de temas que deseen que sean explicados no solo en privado, sino para todo el mundo

Tomado de:

El Mundo (España)
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