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26 de agosto de 2013

Actividad cerebral tras la muerte, posible explicación de la «luz al final del túnel»

Investigadores de Estados Unidos hallan una alta actividad cerebral tras la muerte de ratas en un experimento. ¿Tiene una explicación molecular, o se trata de la razón que hay detrás de las conocidas como «experiencias cercanas a la muerte»?

El cerebro es, sin lugar a dudas, el órgano más complejo que poseemos. Su estructura y funcionalidad aún no han sido comprendidas del todo, a pesar de los grandes esfuerzos internacionales por lograrlo, como con el conocido Human Brain Project. Uno de los grandes misterios se basa en conocer qué ocurre en los momentos cercanos al fallecimiento de una persona. ¿Existe actividad cerebral tras la muerte?

Un estudio publicado en la revista PNAS trata de indagar en estos aspectos. ¿Qué ocurre en las conocidas como near-death experiences (NDE)? ¿Es cierto que tras un paro cardíaco, nuestro cerebro sigue funcionando? ¿Sería esta la explicación racional a los momentos en los que personas experimentan la conocida como 'luz al final del túnel'?

La consciencia, ese gran misterio

Encajar el gran puzzle del cerebro no es una tarea sencilla. Esto es debido a que aún nos quedan muchos interrogantes por resolver. Como explicamos en este post, la ciencia ha tratado el estado de consciencia desde tres perspectivas diferentes:
  1. La capacidad de 'despertar': Se entiende fácilmente, ya que una persona en coma no tiene capacidad para percibir la realidad.
  2. La consciencia subiría un segundo peldaño al comenzar a detectar funcionalidades cerebrales básicas. Es decir, no solo despertamos, sino que podemos percibir y sentir parte de lo que nos rodea, gracias a lo que se denomina integración cognitiva.
  3. El estado consciente más 'pleno' se alcanzaría cuando somos conscientes del medio que nos rodea, de nosotros mismos, y además, podemos orientar nuestro cuerpo respecto a la realidad. En otras palabras, podemos definir nuestra actividad motora y la conducta que presentamos.
Antonio Orbe, en este artículo, también analizó la investigación que existía en torno a la consciencia, en particular los estudios que analizaban cómo despertábamos tras haber sido anestesiados.

Y creo que es muy importante, para entender la complejidad del cerebro, rescatar una frase de ese post: "Empezamos a darnos cuenta de de que las partes del cerebro no se apagan a la vez. Hay una jerarquía, una secuencia."

La consciencia no es un estado "blanco" o "negro". Existe una amplia gama de matices grises que debemos tener en cuenta. Lo mismo podría ocurrir con la muerte, al contrario de lo que se creía hasta ahora. La investigación realizada por el equipo de Jimo Borjigin, de la Johns Hopkins University, parece apuntar en ese sentido.

¿Hay vida después de la muerte?

El trabajo de los científicos norteamericanos trata de indagar un poco más en lo que se conoce como muerte clínica. En la práctica médica, existen una serie de signos que sirven para determinar que una persona ha fallecido, entre los que se encuentra la ausencia de pulsos periféricos y de latido cardíaco.

Pero, ¿es la muerte clínica el final de todo? La investigación realizada en Baltimore en ratas parece apuntar a que existe una alta actividad cerebral tras la muerte, instantes después de que ya no haya pulso cardíaco. ¿A qué se debe este registro de señales eléctricas? ¿Podría ser una explicación lógica a la famosa 'luz al final del túnel'?

Desde una perspectiva evolutiva, tendría cierto sentido que nuestro cerebro presentara una alta actividad cerebral tras la muerte, o al menos en instantes en torno al fallecimiento. Y es que en cierto modo, podría ser un hipotético mecanismo a la defensiva, que generaría un cierto sentido de 'alerta'. Naturalmente, esta idea no es más que una mera especulación, pero, ¿qué dice la ciencia?

El trabajo de Borjigin, como cuenta Ed Yong en su blog de National Geographic, se inició en realidad en 2007, cuando estudiaba la actividad cerebral de ratas que habían sufrido un derrame cerebral.

Durante su experimento, tres de los animales murieron de forma inesperada durante la noche, y el científico comprobó a la mañana siguiente cómo habrían registrado altos picos de actividad cerebral tras la muerte. ¿Era un fallo del encefalograma, el aparato encargado de medir las ondas del cerebro, o qué estaba ocurriendo?

Para comprobar si estos resultados obtenidos por serendipia eran ciertos, los investigadores introdujeron electrodos en el cerebro de nueve ratas, de forma que quedaran registradas las ondas cerebrales. Tras ser anestesiadas, los científicos aplicaron una inyección letal o administraron una dosis elevada de dióxido de carbono a los animales, para saber si su cerebro 'seguía vivo' tras su muerte. Lo sorprendente entonces no fue encontrar cierta actividad cerebral, sino más bien lo alta que era.

La alta actividad cerebral tras la muerte de los roedores podría explicar, en palabras de Borjigin, las conocidas como experiencias cercanas a la muerte, de las que hablábamos antes. El fallecimiento de una persona (o en este caso, de una de las ratas), comprendería más bien un proceso secuencial, en el que al menos durante los 30 segundos posteriores a la parada del corazón, el cerebro podría seguir funcionando.

Otros científicos que han trabajado en este tema, como la Dra. Sam Parnia, no comparten esta explicación. El registro de una alta actividad cerebral tras la muerte podría ser explicado por la entrada de grandes concentraciones de calcio en las células neuronales, una vez que el flujo sanguíneo al cerebro termina. Este calcio provoca normalmente un daño celular importante, pero quizás en los momentos iniciales, podría ser el responsable de las señales eléctricas encontradas.
Si bien es cierto que los misterios del cerebro y la muerte siguen aún por ser esclarecidos por completo, es importante reseñar que el trabajo de investigación se ha realizado en roedores, y que por lo tanto, resulta muy osado trasladar estas conclusiones al cerebro humano. Como diría el Premio Nobel James Watson, "el cerebro es lo más complejo que se ha descubierto hasta la fecha en el universo". Las investigaciones sobre este órgano no hacen más que asombrarnos, y hacen que queramos bucear cada vez más en su conocimiento. ¿Lo conseguiremos?

Fuente:

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